Blog Oficial de la actriz y escritora Sevillana María de Adorna

Bienvenidos a la web oficial de María Muñoz Ballesteros, más conocida como "María de Adorna". Actriz sevillana, mujer con carácter, apasionada y luchadora. Artista Sevillana, dedicada en cuerpo y alma a su gran pasión "El Teatro". Sus recuerdos, sus pensamientos, sus pasiones, SU VIDA.

En este lugar se intentará dar a conocer a esta artista, escritora y actriz sevillana de 84 años que pese a su edad no ha dicho no a las nuevas tecnologías. Ella contará sus recuerdos, hará memoria de su vida paso a paso. Una Guerra, una Niña, un Amor único, un Trocito de Historia.

viernes, 14 de noviembre de 2014

17ª Parte del Resto de mi Vida...

Todos los días pasaban tranquilos pero con ilusión, mi madre es la que más me preocupaba porque estaba triste, yo fingía que no me daba cuenta.

Por la tarde cuando los niños jugaban en el jardín les pregunté:

-¿Queréis que nos vayamos a otra casa?-

Margarita me preguntó que dónde y le dije que a un piso que tenía escaleras y terraza con flores y ella me preguntó muy seria:

-¿Y la abuela?-

Les dije que la abuela no vendría que se quedaba allí con los titos y se vendría cuando ellos se casaran.

Hoy cuando estaba escribiendo he pensado lo egoísta que fui, sólo pensaba en mí, en mis hijos y en mis agobios y no en lo que habían luchado mis hermanos y por supuesto mi madre.

El Chico después de que naciera Inmaculada tendría dos años se fue a Barcelona a trabajar de pinche de cocina, también estuvo de camarero pero no podía estar lejos de mi madre y se volvió pronto. Ya no era lechero, empezó a trabajar en Sevilla y siempre decían que era un buen trabajador pero muy rebelde, no aguantaba mucho en el mismo sitio y no aguantaba las injusticias y así fue toda su vida. Había conocido a una chica de Carmona, un pueblo cercano a Sevilla, ya eran novios, así que otro que parecía ya tenía su vida encauzada.

Mi hermano Manolo con tres compañeros se fue también a Barcelona a examinarse para profesores de Academia de conducir, los tres aprobaron y junto abrieron la autoescuela Velasco que fue una de las primeras en Sevilla. Mi hermano aportó un coche que se había comprado, un seiscientos, para el servicio de la academia y así todos fueron socios del nuevo negocio.

Todo iba cambiando también para ellos pero yo tan agobiada con mis hijos y con la incomodidad de estar todos en una habitación no me daba cuenta que los demás también tenían sus preocupaciones y sus agobios.

Cuando hoy escribía vinieron a mi memoria como había sido mi vida en aquellos años, me había vuelto un poco "Leona" no pensaba más que en mis hijos, no en los demás, ni en mi madre, ni en mis hermanos, incluso en Adorna que lo culpaba de todo y cada día hablábamos menos.

Sé que en algún momento sentí remordimiento y pensé. -Tengo que hablar con Adorna-. Una tarde cuando ya descansó un rato después de venir de trabajar le dije a mi madre que nos marchábamos un rato él y yo, nos llevábamos al niño y si ella se podía quedar con las niñas, ella me dijo que sí. No íbamos lejos, nos quedábamos por el barrio para dar un paseo.

Le  di a las niñas de merendar y cuando se levantó Adorna le dije que quería hablar con él. Me miró con cara de susto

- ¿Qué pasa?

-Nada... sólo quiero tomarme un café contigo, los dos solos.

- ¿Y las niñas?

-No te preocupes, se quedan con mi madre.

Nos fuimos y cuando entramos en el bar que íbamos alguna vez y todos nos conocían nos saludaron. Adorna seguía con cara de preocupación así que empecé hablar.

-Adorna... estoy muy mal porque en todo este tiempo no he pensado más que en mis hijos y en lo mal que yo me encontraba por la estrechez del dormitorio y no pensé en que los niños también podían molestar a mis hermanos, nunca se han quejado de no poder dormir, cuando no eran risas, eran juegos o llantos. También me siento mal por cómo te he tratado a ti y a mi madre y a todos, me siento muy mal porque yo no soy así.

Como el silencio cada vez se hacía muy largo... sólo le dije:

-Nada más… esto es lo que quería decirte.

Adorna sonrió y me dijo:

-Esta es la María que yo conocí, sincera y justa, no con la que llevo algún tiempo viviendo, siempre de mal humor con tu madre, con conmigo, hasta con los niños ¿no?, sí María, eso es lo que más me asustaba porque siempre te has preocupado en ayudar a tu madre y tus hermanos y no parecías la misma.

Hubo otro silencio:

-¿Y qué hago?

-Lo que siempre, pensar en todos que es lo que has hecho toda tu vida y siempre has sido feliz. Desde mañana vamos a empezar a preparar las Navidades y los Reyes de los niños, tenemos que hacer que sobre todo las niñas no olviden estas Navidades, el niño es pequeño para acordarse, en casa de su abuela  María, se lo debemos  porque cuando nos hizo falta nos dió lo que tenía en ese momento.

Yo empecé a llorar, lo mismo que ahora porque hoy que estoy escribiendo esto es un día muy señalado para mí.

Le doy gracias a Dios por el hombre que puso en mi vida y este fue el primer problema que tuvimos en el matrimonio, desde entonces siempre que tuvimos algún problema fue por mi forma de ser, él me miraba profundamente, yo lo entendía porque por algo tenía casi 10 años más que yo.

-¿Nos vamos?... me preguntó.

-Sí.


Cuando llegué a casa las niñas estaban con mi madre, estaban viendo la tele, todo tranquilo, yo más que ninguno porque aquella noche dormí abrazada a Adorna como si fuera otro niño más.


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