Blog Oficial de la actriz y escritora Sevillana María de Adorna

Bienvenidos a la web oficial de María Muñoz Ballesteros, más conocida como "María de Adorna". Actriz sevillana, mujer con carácter, apasionada y luchadora. Artista Sevillana, dedicada en cuerpo y alma a su gran pasión "El Teatro". Sus recuerdos, sus pensamientos, sus pasiones, SU VIDA.

En este lugar se intentará dar a conocer a esta artista, escritora y actriz sevillana de 84 años que pese a su edad no ha dicho no a las nuevas tecnologías. Ella contará sus recuerdos, hará memoria de su vida paso a paso. Una Guerra, una Niña, un Amor único, un Trocito de Historia.

lunes, 14 de marzo de 2016

23ª Parte del Resto de mi vida

Inmaculada iba mejor. Margarita estuvo unos días castigada pero el padre me dijo:

-¿No querías que tuviera amigos?, pues desde ahora eso es lo que nos espera-

El 3 de Febrero cumplía Francisco Javier 2 años y nos fuimos a casa de la abuela a celebrarlo, con ella y sus tíos.

Estábamos comiendo y mi hermano Gonzalo nos dijo:

-Tengo una noticia que daros: ¡me caso!... Ya he conocido a los padres y algunas de sus hermanas-

No nos sorprendió la noticia, era algo que esperábamos en cualquier momento ya que llevaba meses con la novia.

Para la merienda volvimos al refugio y así podía también celebrar el niño su cumpleaños con los amigos.

Los recuerdos que tengo del tiempo que pasamos en el refugio son buenos, todos los vecinos eran buenas personas, padres trabajadores como nosotros con 3 o 4 hijos la mayoría. Pronto hicimos amistad, Dolores es la que estaba mas cerca y su marido nos preguntó esa tarde los años que cumplía el niño, hasta entonces no habíamos hablado, le dije que 2 y no se lo creía, hablaba muy claro y con mucho vocabulario. Le hablamos siempre claro a los niños e intentamos que fueran educados, habían estado mucho tiempo sin trato con niños y mucho con adultos pero Francisco Javier llamaba la atención, siempre que le daban un caramelo o una chuche, decía gracias señor. Eso al marido de Dolores le hacía gracia y lo buscaba cada día para darle algún regalito.

Con todo el ajetreo pronto se quedó dormido y no tardaron las hermanas. Al quedarnos tranquilos esa noche hablamos de lo que se venía encima, montar una casa. No teníamos nada mas que las camas y la cuna del niño. Una mesa plegable y cuatro sillas, ropa de cama y pocos utensilios de cocina, era una preocupación grande: ¿ qué haríamos cuando nos trasladáramos al piso?. No dejábamos de darle vueltas al tema porque además había que pagar a la entrega de llaves 1.600 pesetas que no teníamos y que nadie cerca nos podía prestar, ni mi madre, ni mis hermanos.

Me costaba mucho dormir, lo único que me ayudaba era escuchar la radio hasta caer rendida y eso era siempre muy tarde.

El día era siempre igual, la comida la hacíamos en la habitación, algunos tenía cocinas de carbón, otros hornillos eléctricos. Los lavaderos eran comunes y dejábamos la ropa en agua con jabón y lejía por la noche para el día siguiente lavar y tender. Nos ayudábamos todas, estábamos pendientes unas de otras para lo que hiciera falta. Yo cuando tenía que ir con Inmaculada al médico, Dolores y Encarna se preocupaban de ayudarme en esas tareas y cuidar a mis hijos, al igual que yo si ellas tenías algo que hacer fuera del refugio.

La convivencia en el refugio fue una experiencia buena para todos, los niños empezaron a valorar los amigos y yo a los vecinos, hasta ahora poca vida fuera de casa habíamos tenido. Doy gracias a Dios por la suerte que he tenido en tener cerca siempre buenas personas y ahora añadía buenos vecinos.

Muchos no eran como yo había pensado antes de la mudanza, el tiempo me diría si me equivocaba o en verdad eran todos buena gente.

A mediados de febrero un mediodía llegó Adorna con buenas noticias, posiblemente para finales de Marzo estaríamos en nuestra nueva casa.

Esa tarde nos pusimos de acuerdo varias vecinas con los niños en ir a dar un paseo hasta la zona donde estaban los pisos. Todo era campo, teníamos que atravesar la vía del tren, huertas, terrenos cultivados... pero no estábamos lejos y el camino era corto. Al llegar a la obra empezamos a caminar por una calle larga, a la derecha había algunas construcciones y a la izquierda todo lo que sería el barrio, en la esquina había una torre alta de unos 12 pisos y a continuación eran bloques de 5 plantas, esa calle es lo que hoy conocemos por la calle Greco, era el fin de Sevilla (hoy muchos comercios y cerca de todos lados) había muchos pisos aún sin terminar. Íbamos eligiendo cual sería nuestro piso, muchas querían bajos, yo todo lo contrario. Elegí un quinto, último de un bloque. No olvidaba el miedo a las arriadas pasadas en casa de mi madre. 

Cuando pasaron las semanas y nos dieron la llave me sorprendí, nuestro piso era el que elegí ese día con las amigas, cuando aún era un sueño, fue suerte o Dios nos quiso premiar por tanto sufrimiento, eso nunca lo sabré.

Después de ese día casi todas las tardes íbamos para ver los avances de las obras. Una tarde preguntamos a uno de los obreros si quedaba mucho para acabar y nos dijo que no, solo el agua y la luz y nos preguntó porque queríamos saberlo. Le contamos que uno de esos pisos era el nuestro y mientras estábamos en el refugio viviendo, nos confirmaron que no tardarían ya que la calle estaba casi lista y nada mas se pudiera circular se darían las llaves.

Ya empezaba la cuenta atrás y teníamos el problema del dinero de la entrega de llaves, así que ese fin de semana fuimos a casa de mis suegros para ver si mi cuñada Adela nos podía prestar el dinero que nos hacía falta. 

Su novio estaba trabajando en Holanda, ella a la espera de poder ahorrar dinero para casarse. Sabíamos que era la única que contaba con la cantidad que necesitábamos. Ella nos dijo que lo consultaría con su novio y que cuanto necesitábamos, le dijimos 1.600 pesetas. 

-Si Paco dice que sí os lo doy mañana mismo pero no olvidaros que nos casamos en junio y lo necesitaremos-

Adorna le dijo que sin problema porque esperábamos algunas entradas extras en esos meses.

Mi cuñada Encarna se ofreció a pagarlo ella si no podíamos en la fecha de la boda. 

Mientras los niños jugaban nosotros les contamos como estábamos viviendo esos meses en el refugio, mis cuñadas quedaron en ir a visitarnos antes del traslado al piso y así fue, mi cuñada Adela nos dijo que Paco le había dicho que nos dejara 2.000 pesetas y sin problema, cuando pudiéramos ya se lo pagaríamos. Nos dieron una gran alegría, otro problema menos por ahora y en ese momento le dije a mi cuñada que contaran con nosotros para todo lo que necesitaran de la boda y ella me dijo que en pocos días iría de compras y si no me importaba acompañarla, le dije que sin problema.

Esa noche al acostarnos estábamos muy contentos, una preocupación menos y faltaba muy poco para tener nuestra casa.

Hoy he tenido un recuerdo que no he contado de una de las monjas del colegio, Sor Remedios. No se si recordáis, es a la moja que le pusimos mis compañeras y yo de mote: El Lobo Feroz. 

Pues no tendría Margarita 2 años, una tarde mi cuñado Juan, el que hizo la obra de casa de mi madre y mi padrino de bodas, trabajaba de celador en el Equipo Quirúrgico (casa socorro) en el Prado de San Sebastian, estaba cerca de donde trabajaba Adorna y se veían algunos días. Pues esa día le comentó que estaba ingresada y muy malita, así que fuí a verla. Cuando llegue había dos monjas con ellas, una Sor Josefina a la que salude y le dije que quería verla, me dijo que esperara porque estaba mal y sin ganas de ver a nadie. Al rato salió y me dijo que pasara. Me sobrecogí al verla, sin toca, solo con un gorrito blanco tapándole el pelo, muy delgada.

Se alegró de verme y me preguntó como estaba y que ya había llegado su hora. Yo le dije que no dijera esas cosas que aún le quedaba mucho para entregar la cuchara (algo que se dice mucho por aquí). La otra monja que estaba con ella era Sor Paz. 

Sor Remedios empezó a reírse y las otras dos también al verla a ella y me dijo:

-¿qué pasa María, es como el Ciprés de tu abuela?-

-¿Todavía se acuerda?-

-Pues claro que me acuerdo de eso y de muchas mas cosas de tí-

-Me alegro y por eso estoy yo aquí porque no olvido todo lo que hicieron por mí-

Seguí con ellas un buen rato, contándole cosas de mi niña, de Adorna, de mi madre. Al marchar le di un beso, el primero y el último. A las otras no porque si les había dado mas y seguiría teniendo tiempo. 

Todo esto lo quería contar porque me sentí feliz por dar una alegría a otra persona que ya no esperaba nada de mí y a la que hice sufrir con mis travesuras, la mas rebelde del colegio era la que iba a verla y dar un beso antes de morir y el recuerdo de esta visita vino a mi mente porque yo me sentí feliz cuando mis cuñadas vinieron a verme al refugio a decirme que contara con el dinero (algo que yo no esperaba).



  Mi madre, Inmaculada, Francisco Javier y yo en casa de mi madre 1965













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