Blog Oficial de la actriz y escritora Sevillana María de Adorna

Bienvenidos a la web oficial de María Muñoz Ballesteros, más conocida como "María de Adorna". Actriz sevillana, mujer con carácter, apasionada y luchadora. Artista Sevillana, dedicada en cuerpo y alma a su gran pasión "El Teatro". Sus recuerdos, sus pensamientos, sus pasiones, SU VIDA.

En este lugar se intentará dar a conocer a esta artista, escritora y actriz sevillana de 84 años que pese a su edad no ha dicho no a las nuevas tecnologías. Ella contará sus recuerdos, hará memoria de su vida paso a paso. Una Guerra, una Niña, un Amor único, un Trocito de Historia.

Mi Vida

Mi niñez


No sabía como empezar, son muchos recuerdos, muchos años vividos y tantas cosas por contar. Anoche dando vueltas a mis recuerdos decidí que lo mas fácil, aunque dé saltos, es empezar por el principio. En esta época de mi vida pocas fotografías tengo pero con la ayuda de Internet algo se me ocurrirá.

Nací un 24 de Junio de 1930, bonito día para nacer, San Juan, la noche mágica del año por ser la mas corta, las hogueras en todos los lugares, el calor del fuego y los buenos deseos en el pensamiento de todo el mundo.

Mis ojos vieron la primera luz en un pueblecito  de Sevilla llamado Guillena. El nacer allí no fue por casualidad, era verano mi abuela tenía una casa allí aunque el resto del año vivía en Sevilla en la calle Red  y como es lógico una hija siempre busca a su madre para parir.

La familia de mi abuela era de Guillena, a ella le decían Dolorsita, su madre se llamaba María Punta y por ella llevo su nombre, mis padres eran muy "educados" y en ese momento quisieron quedar bien con toda la familia y amigos, ya tenían dos varones y era la primera niña, asi que sin pensarlo mucho me pusieron además de María... Luisa, Celedonia, Gracia, Joaquina, Guillerma, Gonzala, Dolores, casi nada.

Cuando ya mi madre pudo volver a viajar marchamos a su trabajo, el teatro. Antes he dicho que era la primera niña de la familia porque ya tenía dos hermanos varones mayores que yo, Manolo y Antonio. Manolo se quedó desde que nació con mis abuelos en Sevilla, ellos no tenían nada mas que una hija viva, mi madre, ya que habían perdido a otras dos, mis tías Lolita y Manolita, muy conocidas en Sevilla por la gente del teatro.

Antes de seguir con mi niñez voy a contaros algo de la vida de mis abuelos. Se llamaban Dolores Garceaus y Manuel Ballesteros. El era muy conocido en Sevilla por sus actividades en el teatro, fue director del TEU Teatro Español Universitario, en el Ateneo de Sevilla y en la casa de Extremadura. Trabajaba en el Archivo de Indias y en algunos asuntos en la Catedral. Estaba muy relacionado con las Hermandades de Cofradías y  fue Hermano Mayor de la Soledad de San Lorenzo, en fin, era un personaje para todo el mundo, menos para sus nietos, mas adelante contaré los motivos.

Mi infancia hasta los 6 años fue feliz, viajando con mis padres y hermano por toda España, disfrutando de la vida del teatro que en esos momentos era de alto nivel, recorrí desde Andalucía hasta el norte, aunque era pequeña recuerdo mucho Bilbao, a una señora dueña de una pensión de nombre Antonia, siento no recordar sus apellidos pero ella tuvo muchas atenciones conmigo.

El verano de 1936 volvimos a Sevilla para pasar unos meses con mis abuelos y mi hermano Manolo, teníamos muchas ganas de ver a mi hermano, cuando llegamos lo que menos podíamos esperar era que no volveríamos a verlo mas, lo habían enterrado unos días antes, murió con 19 años de una enfermedad rápida y que nunca supe su nombre. Podéis imaginar lo que fue para mi madre, mi padre, sobre todo mi madre desde ese momento ya nunca mas fue la misma y para colmo estalló al mes siguiente la guerra civil en España.

La familia de mi padre vivía en un pueblo de la provincia de Córdoba, Puente Genil, allí vivía toda su familia, sus padres habían muerto y sólo le quedaba su hermana Angelita Muñoz Galvez y sus hijos, nunca mas he sabido de ellos, intente buscarlos, mis hijos lo han intentado pero no hemos tenido suerte.

En el trascurso de la guerra nacieron mis otros dos hermanos, Manolo y Gonzalo, hasta aquí llego hoy ya que los recuerdos son dolorosos, a los tres he visto morir. El último que me dejó, no hace ni tres meses , ha sido el pequeño, mi hermano Gonzalo.

Mi niñez en la guerra

 

Tenía seis años cuando comenzó la guerra, después de la muerte de mi hermano mayor Manolo nos quedamos una temporada en Sevilla. Vivimos en el barrio de Bellavista en casa de mis abuelos maternos. Era un barrio pequeño, recuerdo que tenía una calle principal que empezaba en la fábrica de uralita, a la derecha la venta de Antequera y en la parte izquierda unos cuantos chalés importantes. Los niños le teníamos nombre: el chalé de Villa Valencia, el chalé de la Bola, etc. Mis abuelos vivían en un  chalé cuyo propietario era un señor llamado Joaquín Escobar, al lado otro cuyo dueño era de D. Manuel Lara. Frente a la zona de los chalés estaba la venta de la Salud donde paraban todos los coches que iban o volvían de Sevilla. Esto lo describo porque tenía una gran tapia, no muy alta y donde tengo uno de los recuerdos mas trágicos de la guerra. Allí, una mañana no recuerdo la fecha exacta pero sería el veintitantos de julio de 1936, llegaron a casa militares y ordenaron a todo el mundo salir y colocarse en la tapia. Mi madre me abrigó con una sabana, era muy temprano, a todo el barrio los obligaron a estar allí durante mucho tiempo. Yo preguntaba que pasaba y me contestaban que no pasaba nada, solo me decían que estuviera calladita.

                                                                     Venta Antequera

Los militares iban y venían de la venta de Antequera a la venta de la Salud, mientras todo el barrio esperaba. Una de las personas que estaban en la fila salio corriendo para el paso de nivel de Dos Hermanas, le dieron el alto, siguió corriendo y le dieron un tiro por la espalda. Años después me explicaron que entre las personas había dos hermanos que le llamaban los "cabreros" uno de ellos se asustó y por eso corría. Muchas mas cosas pasaron en los siguientes años de guerra pero este momento fue el mas trágico de mis recuerdos de los  tres años que duró.

En aquellos momentos no estaba mi padre con nosotros, él nunca se quedaba en casa de mis abuelos. Mis abuelos lo rechazaron desde el primer momento que conoció a mi madre y se casaron en contra de su voluntad cuando mi madre cumplió la mayoría de edad. El motivo de no querer a mi padre era por su profesión "actor".

Como anteriormente he dicho, mi padre nació en Puente Genil. Sus padres tenían una panadería, él trabajaba con ellos pero quiso tenía otras inquietudes y se fue a Madrid a estudiar Farmacia. Le gustaba mucho el teatro, en Puente Genil había mucha afición y cuando llegó a Madrid para ayudarse en los estudios busco trabajo de "clac" (claque: grupo de personas que asisten a un espéctaculo para aplaudir) en varias compañías del momento. Destacó y dejó los estudios. Desde ese momento se dedicó de lleno al teatro. Así fue como conoció a mi madre. Vino a Sevilla a trabajar al teatro Llorens en la calle Sierpes, este teatro ya no existe pero fue muy importante en aquella época.

                                                                       Teatro Llorens

Se preguntareis por que siendo actor y mis abuelos también, no lo admitían como yerno. Mi abuelo como es lógico para su única hija quería algo mejor, no un "simple" actor panadero de Puente Genil. El amor pudo más... y con la ayuda de un tío de mi madre, Guillermo y su abuela María, "os recuerdo que por ella llevo su nombre", mujer de  gran carácter y casada con un francés, mi cuarto apellido es Garceaus, se pudieron casar por poderes, mi padre en Madrid y ella en Sevilla. Mi abuelo no lo perdono en su vida ni en la hora de su muerte, siempre tuvo rechazo a todo lo que de él viniera, sus nietos y en especial yo, era la que más me parecía a mi padre.

Mi niñez en la guerra (2ª parte)


Dejé el relato en mis recuerdos en Bellavista, habían pasado 6 o 7 días de estallar la guerra. Mi padre, como ya he dicho, se quedaba en un hotel de Sevilla porque nunca se quedaba en casa de mis abuelos. Nos recogió, a mi madre, mi hermano Antonio y a mí. Nos fuimos a Puente Genil donde vivía su hermana y sus hijos. No recuerdo si eran 2 o 3, lo que si recuerdo que eran varones. Una noche mi madre se puso de parto, estaba de siete meses, fue un susto por un portazo, ella creyó que era un tiro. 

"Tiznao" toscamente blindado capturado por Requetes en Puente Genil


No he comentado antes, que mi madre cuando llegó a Sevilla a ver a su hijo mayor Manolo y se encontró que ya estaba enterrado, iba embarazada, ella aún no lo sabía y el golpe fue tan duro que al recibir la noticia de boca de su padre, cayó al suelo sin conocimiento. Esto ya le ocurrió toda su vida, cualquier emoción fuera buena o mala, ella se desmayaba, con el riesgo de hacerse mucho daño. Ella aprendió a vivir con ello y sabía controlarse y prevenir cuando le ocurría.

Desfile de las Centurias por la calle de la Plaza. A la izquierda, la casa de Los Cristalitos

La noche que mi madre se puso de parto, recuerdo hasta lo que comíamos, le llamaban "ropa vieja" eran garbanzos que sobraban del cocido y se refríen con cebolla. En fin, recuerdos que nunca se olvidan. Esa noche nació mi otro hermano al que le pusieron Manolo en recuerdo del fallecido.

Puente Genil era zona nacional en ese momento, lo mismo  que Sevilla. Mi padre quería ir a Madrid porque tenía algunos amigos en el ambiente de teatro que se marchaban para Argentina pero no pudimos llegar , Madrid estaba en zona roja.  Viajando mucho, no se como, llegamos a Bilbao, anteriormente os conté que de allí tenia un bonito recuerdo de una señora llamada doña Antonia, dueña de la pensión donde nos quedamos. La pensión era para personas de clase media-alta y que no tuvieran niños porque molestaban pero al vernos llegar, sobre todo a mi madre y mi hermano pequeño, ella nos dio alojamiento en contra de los otros huéspedes.



(Esta es la Bilbao que conocí cuanto daría por ver el de ahora)

Era muy pequeña, mis recuerdos de esos meses de viaje y guerra fueron felices, viajé  mucho, conocí mucha gente y fueron pasando los meses. Mi hermano Manolo cumplió 9 meses y aún no se había bautizado. Mi madre se lo dijo a la doña Antonia y ella se ofreció a ser la madrina. Esto lo recuerdo bien porque cuando mas tarde mi hermano Manolo necesito para su boda la partida de bautismo, aún vivía ella y le ayudo con la dirección de la parroquia.

¿De que vivíamos? Os preguntaréis... y si no os preguntáis, yo lo cuento. Los militares le preguntaron a mi padre que sabía hacer además de actor. Mi padre le dijo que panadero, ya que era la profesión de sus padres y algo sabía del tema.  Eso nos llevó a volver al punto de partida.

Nos indicaron que debíamos coger un tren que volvía para Córdoba. Al llegar a la estación mi padre nos subió a un vagón y nos compro cositas para entretenernos en el viaje. Mi madre todo lo hacía a cámara lenta, ella no tenía muchas ganas de vivir y mi padre siempre le repetía "María abrevia, vamos María".Viendo que pasaba el tiempo y el tren no salía, mi padre preguntó y al parecer estábamos en un vagón de tren pero no enganchado a nada. El tren había salido ya hacia mas de una hora. El ejército nos ayudó a buscar medio de locomoción para poder coger el tren en la próxima parada.

Y vuelta a Puente Genil, mi padre como panadero del ejército nacional. Llevaba tres hombres con el trabajando y sus familias. De Puente Genil a La Coronada, un pueblecito pequeño. Allí acampaba el ejército, dos veces al día recogían el pan.

La Coronada es una pedanía de Fuente Ovejuna.


Yo siempre estaba con mi padre y a mi madre con el pequeño Manolo acompañaba todo el día por mi hermano mayor, Antonio. Cuando llegaban los militares las dos veces a recoger el pan el saludo era: "Viva Franco, arriba España". Un día llegaron unos soldados y el saludo fue: "Salud camaradas", yo le pregunte a mi padre: -¿Papa, estos son de los buenos o de los malos?-, el soldado mirándome muy fijo me dijo poniéndome una mano en el hombro: "Niña somos de los que no tenemos culpa de nada". No hice mas preguntas, mi padre me advirtió que nunca preguntara nada y sobre todo que nunca me alejara de su lado.

Mi niñez en la guerra (3ª parte)

Antes de seguir quisiera aclarar que estos recuerdos para mí, como una niña que era, fueron felices. Mis padres, al menos delante de nosotros, no hablaban de lo que pasaba. Mi hermano Antonio y yo comentábamos los ruidos que escuchábamos a lo lejos. El era mayor que yo, ya habían pasado dos años del comienzo de la guerra, tenía 8 años y mi hermano 14, seis más que yo. El pequeño Manolo tenía ya más de un año y empezaba hablar.

Sigo dónde me quedé. Estábamos en La Coronada, pedanía de Fuente Ovejuna, provincia de Córdoba. No puedo contar nada del pueblo porque no salía de casa casi nunca, sólo de casa a la panadería y jugando con "Linda" una perra pastor alemán que un señor de una huerta cercana le regaló a mi padre. No recuerdo niños en el pueblo y mucho menos dónde nosotros estábamos ya que vivíamos cerca de dónde acampaban los militares.


Un día nos desplazaron para Villanueva de Córdoba, no eran los mismos militares, estos ya eran republicanos. A "Linda" la tuvimos que dejar, no permitieron que fuera con nosotros. La casa dónde vivimos era grande, de dos plantas y muchas habitaciones, la mayoría estaban cerradas. El ejército era quien se encargaba de buscarnos alojamiento. Sólo ocupábamos la cocina, un patio y algunas habitaciones de la parte de arriba. Mis padres nos dijeron al llegar que las puertas cerradas no se podían abrir.


Villanueva de Córdoba


Una madrugada, mas o menos a la hora que mi padre se levantaba para hacer el pan, sentimos ladrar a un perro y arañar la puerta. Nuestra sorpresa fue muy grande cuando vimos que era "Linda", había venido buscándonos desde La Coronada, recuerdo que al menos 3 meses habían pasado desde que la tuvimos que dejar. Mi hermano y yo nos llevamos muchas horas abrazados a ella, sobre todo mi hermano, la quería mucho y sintió tenerla que dejar.

Un día me encontré en una alacena una cesta con ovillos de lana, mi hermano Antonio me hizo unas agujas de punto con radios de bicicleta y yo me llevaba todo el día haciendo y deshaciendo punto. Gracias a la dueña de la casa que dejo en un rincón esa canasta comenzó mi pasión por el punto que tanto me ha ayudado en mi vida, hice bufandas de colores para todo el mundo.

Tenía 8 años y aún no había ido al colegio, aprendí cosas porque siempre estaba preguntando. Un día escuche a uno de los hombres que trabajaban con mi padre en la panadería:

 -¿Dónde vamos hoy maestro?-.

 Inocente yo le pregunte a mi padre:

-¿Papa, tú eres maestro?-.

El me miró y como siempre me contesto con una explicación:

-Sí, hija, soy maestro… -.

-¿De que colegio?, yo no voy-.

 El me explicó que era maestro en su oficio que para hacer el pan hay que saber las medidas de agua, de harina, el tiempo de cocción, etc. por eso se le llama maestro de pala a los panaderos, es por la forma de sacar el pan en su punto.

Estando a solas un día mi hermano Antonio y yo, el me dijo:
-María... Yo me voy a ir con los abuelos a Sevilla, estoy guardando bellotas y castañas para el viaje-.

Yo empecé a llorar y mi madre intervino porque creyó que algo malo me estaba pasando. Le dije:
 -No mama, no me hace daño, es que se quiere marchar a Sevilla-.
Mi madre llorando le pidió que por favor no lo hiciera y nos dijo algo que no sabíamos, mi padre estaba muy enfermo. Mi hermano si entendió en las circunstancia que se encontraba mi padre pero yo no lo supe hasta mas tarde. Mi hermano le prometió a mi madre que no se marcharía.

Villanueva de Córdoba

Mi hermano Manolo, ya os he dicho, empezaba hablar. Yo era la encargada de enseñarlo, mi madre, ya estaba embarazada de mi hermano pequeño y entre sus pocas ganas de vivir, el embarazo, la guerra y la enfermedad de mi padre, poca cuenta le echaba. Todas las noches al irnos para arriba a dormir, yo le decía:

 -Manolo ¿Qué nos llevamos para arriba?-.

 El con su media lengua me decía:

-“aia..a ana, aba, apele a una apele a so”-.

Nadie sabía que quería decir, yo si lo entendía porque me señalaba las cosas:

 -María, palangana, agua, almanaque-.

Era lo único que teníamos nuestro en la cocina donde estábamos todo el día.

Poco más recuerdo de esos meses, sólo que un día y esto es quizás de los más importantes que tengo de mi niñez... del sufrimiento de mi madre. Ella se fue para la habitación de arriba quejándose mucho y llorando. Le decía a mi hermano:

-Antonio, hijo. Por favor, ayúdame. Pon agua a calentar, busca una tijera y un cordón-.

 Mi hermano la ayudó a subir a la habitación y yo con mi hermano Manolo nos fuimos detrás de ellos y nos sentamos en el escalón de la puerta abierta. Vi como mi madre se tumbaba en la cama. Como mi hermano Antonio empezaba a ayudarla, el tenía 14 años, lo recuerdo y aun me emociono…

 A los pocos minutos mi padre volvió con un medico militar, ese señor ya nos dijo que nos fuéramos de allí. No tardamos mucho en escuchar el llanto de mi hermano Gonzalo.

La fecha era el 29 de marzo de 1939, Franco anunció 3 días después que la guerra había terminado, nosotros nos enteramos el día que nació mi hermano porque el médico militar se lo dijo a mi padre.
Para mis hermanos y para mí, empezaba nuestra guerra particular. La vida seguía y no sabíamos que nos deparaba.

Mi niñez despues de la guerra (1ª parte)

El día que nació mi hermano Gonzalo el médico que asistió a mi madre se dio cuenta de lo enfermo que se encontraba mi padre, tenía mucha tos. Le dijo que cuando pudiera se pasara y le haría un reconocimiento más a fondo. Le preguntó que mas familia tenían y al decirle que solo los padres de mi madre, allí nos enviaron.

Una vez que mi madre se restableció volvimos para Sevilla. En la camioneta volvían muchas familias como nosotros, también se habían pasado mucho tiempo fuera de sus casas por culpa de la guerra.

El día que salíamos para Sevilla ocurrió otro momento trágico, sobre todo para mi hermano Antonio y para mí. Cuando todo lo teníamos listo, llamamos a “Linda”, ella muy contenta nos siguió, cuando la fuimos a subir a la camioneta, un soldado nos dijo que no podía ser, había poco espacio y muchas personas.

Por mucho que lloramos y pedimos que la dejaran... no pudo ser. La camioneta arrancó. Ella vino corriendo detrás de nosotros mucho tiempo. Al cabo de un buen rato, un soldado le pegó un tiro y la mató. Mi hermano Antonio se levanto y le pegó al soldado, lo sujetaron y el soldado le dijo: -Chaval... se estaba muriendo el animal, yo también tengo perros y no podía verla sufrir más, perdóname-.

Llegamos a Sevilla directos al Hospital de las Cinco Llagas. Mis padres llevaban informe médico e inmediatamente ingresaron a mi padre. Nosotros cuatro, mi hermano Antonio con el pequeño Manolo en brazos y yo con el recién nacido, sentados en un banco. Mucho tiempo pasó, al menos, eso es lo que recuerdo. Cuando mi madre pudo salir, solo fue para decirnos que nos fuéramos a casa de mis abuelos, ella se quedaba allí.

Hospital de las Cinco Llagas, Parlamento de Andalucía, Sevilla.
Este recinto sanitario acogía a enfermos terminales, la mayoría víctimas de las distintas epidemias que asolaron Andalucía.
(Dónde están ahora las palmeras estaban los bancos donde esperamos saber algo de mi padre)

Así lo hicimos. Al llegar a casa de mis abuelos, nos abrió la puerta mi abuela. Mi abuelo estaba escribiendo a máquina, nos miró y siguió, sin siquiera decirnos hola. Le dijo a mi abuela que nos llevara a la cocina. Allí ella nos preguntó que había pasado. Mi hermano Antonio se lo explicó todo y le entrego una carta que llevaba del médico.

A mi padre no volvimos a verlo más. No podíamos pasar a verlo en el hospital, éramos pequeños y el tenía una enfermedad contagiosa en aquella época. A los seis meses, el 24 de septiembre de 1939,  mi padre falleció.

Bien sabe Dios el bien que me esta haciendo contar todo esto, anoche recordándolo empecé a llorar y una de mis hijas me dijo: -Si te hace sufrir, déjalo-. Todo lo contrario... me está haciendo mucho bien. La pena que tenía fue el recordar la vida de mi hermano Antonio, no fue niño, le robaron su niñez y lo hicieron ser hombre a la fuerza, con mucho odio toda su vida. Hoy acabo dándole las gracias a él con todo mi cariño.

Mi niñez después de la guerra (2ª parte)


El día que murió mi padre, mi madre se encontró sola para todo, durante su ingreso en el Hospital y en su entierro. Mi padre antes de morir le aconsejo que acudiera a sus amigas, ellas seguro le ayudaban. Así lo hizo. Parece mentira la fuerza que da el espíritu de los que nos dejan porque mi madre, ya lo he dicho anteriormente, desde la muerte de mi hermano mayor no era la misma. Ella se dejaba llevar por mi padre y por las circunstancia de la vida pero sin ilusiones. Mi madre me contaba que desde que murió mi padre, cada vez que se encontraba con algún obstáculo, le decía: -Gonzalo, ayúdame- y siempre encontraba solución.

Fue a ver a sus amigas de la niñez, les contó como se encontraba, en la situación que estaba con sus cuatro hijos y viviendo con sus padres. Mi abuelo… no había dicho nada a sus amistades de la muerte de mi padre, ni que nosotros vivíamos con ellos. Ya os he contado que era un señor muy conocido en Sevilla en el ambiente del teatro y con muy buenas amistades.

Recuerdo a una de las personas que ayudo a mi madre... D. Manuel Luna Baños. Gran actor de esos momentos y que actuaba en esos días en Sevilla con su compañía de teatro. El se enteró que mi padre había muerto y le hizo un homenaje en el teatro San Fernando de Sevilla, todo el ingreso de aquella noche se lo entrego a mi madre “a ese acto si acudió mi abuelo”.


(Sevilla, 1898 - Madrid, 1958) Actor de teatro y cine español.
Otra de las personas que nos echo una mano fue D. Manuel Llorens, dueño del teatro Llorens. El le pregunto a mi madre que sabía hacer mi hermano Antonio. Ella le dijo que había estado con mi padre haciendo pan para el ejército. El busco sus contactos y le encontró un trabajo en una de las panaderías de Sevilla, ese fue su trabajo ya para toda la vida.

 D. Manuel Llorens era el propietario de este teatro.

Mi madre empezó a trabajar como "señora de compañía" de unas cuantas amigas (ella les ayudaba a los recados, si tenían costura, recoger ropa de la modista, hacer compras varias) y su vida fue cambiando poco a poco, ya la veía con más ganas de vivir, más luchadora, la verdad es que no le quedo otro remedio, o eso, o morirnos todos en un rincón. A mi abuelo le hubiera dado lo mismo.

Vivíamos con mis abuelos en Bellavista, mi hermano mayor empezó a trabajar y empezó a ser muy responsable y sabiendo que era el cabeza de familia. Mis hermanos pequeños siempre estaban conmigo, yo seguía sin ir al colegio. Para que me dejaran jugar, les hacía un círculo de piedra en el jardín, los metía y les decía que si salían se los comerían los indios. Otra vez los metí en un baúl que teníamos vacío, era donde mi padre llevaba su ropa y nos habían obligado a quemarla toda. Yo los metí allí para que me dejaran jugar, se cerró la tapa y luego no los encontraba cuando los eche de menos.

En fin, los meses pasaban y esa era mi vida en esos años. Mi abuelo decidió que así no podía estar más tiempo, me estaba convirtiendo en una verdadera salvaje.

Sin consultar a nadie, era administrador de varios colegios muy importantes de Sevilla, Yanduri, Las irlandesas de Castilleja de la Cuesta, etc. Decidió que lo mejor sería meter a sus nietos en un asilo de niños huérfanos porque allí no se enteraría mucha gente de dónde estaban sus nietos.

Del colegio no tengo fotos pero si encontré una pequeña noticia en el periódico, habla ya del nuevo dónde yo no estuve pero si mi hermano Manolo, el año que se trasladaron al nuevo yo salí del colegio.:

"El 24 de febrero de 1947 los Salesianos llegaron al Hogar de San Fernando de la Macarena, un edificio del Ayuntamiento ubicado en la calle Don Fadrique, que había sido inaugurado y bendecido en 1946 para solventar la problemática social de esos días de postguerra: recibir en el Hogar a huérfanos y niños cuyas familias no contaban con medios para su sustentación y asegurarles la comida, la formación y, en definitiva, un futuro lo más digno posible".

Mi niñez en el colegio (1ª parte)



Parece mentira, creo que tengo buena memoria, pero no puedo acordarme ni el día ni el mes que entré en el colegio. Mi madre me llevó un poco engañada, me dijo que era un colegio donde había muchas niñas y a mí me hizo mucha ilusión. Tenía 10 años y era la primera vez que iba a un colegio. Llegamos a la plaza de San Leandro, en el centro de Sevilla.

María Muñoz Ballesteros 1941

Este era el uniforme de los días festivos, el de diario eran unos babis de diferentes colores para diferenciarnos de edad. Los hacían las mayores con las monjas.

Al llegar una monja salió a recibirnos, mi madre empezó a llorar y yo me abracé a ella, me separaron, se marchó… Yo me tiré al suelo y no podían levantarme, tenía mucho genio y fuerza. Estuve un mes llorando hasta que volví a ver a mi madre.

Ella me explicó entonces que todo era por mi bien, aprender a leer, estar con otras niñas. A mí en esos momentos no me importaba nada, solo que estaba allí metida, sin mis hermanos, sin mi madre y sin mi libertad.

Las compañeras me pusieron de mote “la llorona”. No podéis imaginaros lo duro que fué. Una niña como yo que había pasado 6 años de su vida siendo la niña más feliz del mundo, viajando con mis padres, sin faltarme nada, de teatro en teatro, guerra... mis hermanos pequeños a los que siempre llevaba a uno en el “cuadri” (en la cadera, cogido con la mano, mas o menos dónde se ponían las mujeres los cantaros para ir por agua) y al otro en la mano, descalza casi todo el día., jugando a las canicas, a piola… cogiendo higos chumbos para venderlos, en fin, una “mari macho” salvaje. Aquello de estar en un colegio interna fue para mi terrible.

Voy a describir como era el colegio. Había una puerta grande de entrada, a la derecha la portería. Se entraba por una puerta grande a un patio cuadrado con columnas de mármol. Junto a la capilla una escalera que conducía al comedor. A la derecha otra escalera grande que llevaba a los dormitorios.

Los dormitorios estaban en una nave grande donde había 182 camas (no había mas, cuando una niña se marchaba su número era para la nueva que entraba), una fila a la derecha, otra a la izquierda y otra al fondo. Cada niña teníamos un numero, el mío era el 35 y mi amiga Milagros el 82, de ella es de las que mas me acuerdo porque era igual de traviesa que yo. Solo había una entrada, los lavabos y servicios eran dos, uno para las pequeñas y otros para las mayores, al fondo de la nave estaban “las meonas” (así le decían las mayores y las monjas), las que aún se orinaban en la cama.

El primer día cuando me llevaron y me dijeron cual era mi cama, me dio igual, de todas formas no dormí en toda la noche… A la mañana siguiente el  despertar fue: Viva Jesús, con unas palmadas. Eran las seis y media de la mañana. A las siete en la capilla, a las ocho en el comedor y las ocho y media en el peinador. Allí nos lavaban bien y nos miraban por si había algún parásito (piojos). Nos dividían en grupos, las mayores cada una cuidaba a 10 de las pequeñas para que nos enseñaran a cuidar la ropa y los horarios. La que me toco a mí se llamaba Conchi Chacón, me dijo:

-Tu, llorona, tu número es el 35, tu peine, toalla y tu jabón. Esta es tu taquilla-.

Ella fue la que me puso “la llorona” y todo mi grupo empezó a llamarme así.

Sobre las nueve íbamos a clase, eran naves grandes, divididas en cinco clases por cristales. Estaba también el obrador que era para la costura, donde estaban las mayores, las había hasta con 20 años, no tenían familia y aun seguían allí. A esa edad el ayuntamiento les buscaba algún trabajo externo pero volvían a dormir al colegio.

A las 12 al comedor, el recreo. A clase otra vez, a esta hora ya eran clases de labores (costura, punto, etc). A las 7 de la tarde cenábamos y sobre las 8 estábamos en la cama. Ese fue el primer día de mi encierro y como ya he dicho… lloré todo el día.

Pero, conocéis el refrán que dice: En el país de los ciegos el tuerto es el rey…

Pues poco a poco sabréis que ese refrán es muy cierto.

Mi niñez en el colegio (2ª parte)


Y pasó el primer día, el segundo, el tercero… seguía llorando y sin comer. Sólo tomaba algo caliente en el desayuno. Un día, una de las niñas de mi edad, la que luego fue mi amiga del alma, Milagros Gálvez, me pregunto:

-Y tú ¿por qué no comes, llorona?-

-No quiero, le dije. Quiero convertirme en paloma, si no como lo conseguiré y así podré escaparme por una de esas ventanas-

Ella se asustó y fue corriendo a contárselo a una de las monjas, Sor Pilar.

Os describo a las monjas que durante seis años tuvieron mucha importancia en mi vida.

Sor Paz, era vasca, alta y delgada. Muy seria y daba clases a las mayores.

Sor Pilar, bajita y metida en carnes, era de Aranda del Duero (Burgos). Tenía 24 años cuando la conocí. Fue mi primera profesora.

Sor Josefina, era la encargada de la enfermería, Asturiana. Alta y delgada muy callada y siempre dispuesta a escucharnos.

Sor Agueda,  era la encargada del obrador de costura, de Canarias. Alta y guapísima, cuando salíamos de paseo los hombres se paraban para mirarla.

Además estaban varias en la cocina, lavaderos y demás tareas.

Os hablo de Sor Pilar, ella ha sido muy importante en mi vida y es a la que mi amiga Milagros buscó horrorizada cuando le dije lo de escaparme cuando fuera paloma.

Pasaron seis meses y seguía llorando pero sólo de noche, de día me pasaba la mayor parte observando a todo el que me rodeaba. Una noche, estaba llorando como todas, serían las doce. Una monja se sentó en mi cama, era Sor Pilar, esa noche estaba de guardia. Cada noche le tocaba a una de las monjas dar una vuelta por los dormitorios.

-¿Por qué estas llorando?-

Le dije que porque sí. Ella me dijo que eso no era contestación. Le dije que lloraba porque mi madre no me quería, me había metido en aquel colegio y a mis hermanos no.

-María, ¿no será porque te quiere más que a ninguno... para que tengas cama, comida y amigas que te quieren?-

-Sí… pero si se muere yo me quedaré aquí toda la vida-

-¿Por qué se va a morir?-

-Porque está enferma, igual que mi padre-

-No María. Tu madre no se va a morir. Pero tú tienes también una madre, la Virgen María, que también tuvo un hijo que murió. Así que desde mañana lo que debes hacer es rezar por tu madre todos los días. Duérmete, mañana hablaremos otro ratito-

Se marchó y yo me dormí, me hablo con cariño. Hacía mucho tiempo que nadie me tapaba con cariño y me daba una caricia.

Mi vida empezó a cambiar. Empecé a comer, iba con mis compañeras al recreo y siempre había una de las monjas a nuestro cuidado. En clase estábamos todas casi con la misma edad.

Cuando llegó la Navidad aquel año para mí fue una sorpresa, una cena especial, el Belén. Nos fuimos a la cama como todas las noches y a las once y media con el “Viva Jesús” nos despertaron a toda prisa para ir a la misa del gallo, después al comedor. Allí teníamos en los platos:  Castañas, mantecados, nueces, un vaso de leche caliente, etc. A mí nadie me había dicho nada de esa sorpresa, las mayores habían dicho a todas que a las 3 nuevas no nos dijeran nada.



Nos volvimos a la cama y ese día no nos levantaron a las seis porque ya habíamos ido a misa del gallo. Para mí ese día empezaba otra nueva vida.

Mi niñez en el colegio (3ª parte)

Pasaron los días y llegaron los Reyes Magos, unos pocos de caramelos y poco más. Las amigas me dijeron que los Reyes venían al colegio, yo estaba muy nerviosa y… llegó el momento,. Otra desilusión. Repartieron los regalos por orden de edad, de 6 a 10 años, de 10 a 15 y de 15 a 20. A mí me regalaron cuentos, lápices de colores, gomas de borrar, una pizarra y un diábolo. Todo esto a una niña que aun no conocía el abecedario, más que pena, me dio vergüenza pero me duró una noche.


Al día siguiente inventé en el colegio “el cambalache”.

No se si he dicho que cuando yo entré en el colegio, fuimos tres niñas las que entramos, una de ella era muy pequeña, huérfana de padres y se había criado en la Casa Cuna de Sevilla. Ella tenía seis años cuando entró. Os cuento esto, porque siempre fue con una de las que también estuve más unida. A ella, por su edad, los reyes le habían regalado un muñeco.

 Casa Cuna de Sevilla

Y “el cambalache” empezó.

-Conchita, que te han traído los reyes?

-Otro muñeco, María... Ya tengo tres.

-¿Me lo cambias por todo esto?

Le enseñé todo lo mío y a ella le hizo mucha ilusión, ella ya sí sabia leer algo. Todas las niñas empezaron a cambiar cosas. Las monjas se enteraron y les pareció bien. Preguntaron que a quién se le había ocurrido la idea y contestaron que a María Muñoz, a ellas no le pareció mal aunque no me dijeron nada.

Y así empecé a tener ideas… unas buenas y otras no tanto. Por ejemplo, a los pocos días de Reyes se me ocurrió bautizar a mi muñeco, Gonzalito. Era el primero que tenía o que yo recordaba, al menos en el tiempo de la guerra no tuve ninguno.

Ya tenía once años. Para el bautizo guardamos regaliz "Zara", lo echamos en un bote de cristal con agua. También fuimos guardando, naranjas, manzanas, castañas y caramelos de los que aún nos quedaban de los Reyes.

La madrina de “Gonzalito” fué Milagros, era mi mejor amiga. Nos fuimos a la capilla y en la pila del agua bendita le mojamos la cabeza, todas dijimos a la vez: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espirítu Santo y le pusimos de nombre Gonzalo como mi hermano pequeño y mi padre.

En el patio formamos una gran fiesta. Primero mi grupo, era una tarde fría y se fueron acercando todas las demás. Empezamos a bailar: sevillanas, jotas, tanguillos, etc. Acabó todo el mundo bailando y pasándolo muy bien. Sor Antonia que estaba de guardia me dijo que me daría lana para que le hiciera un trajecito. La lana era de tres colores, blanca, azul y naranja. Cuando lo terminé a Sor Antonia le gustó mucho y me felicitó.

Otro día Conchita me dejó su diábolo. Empecé a bailarlo y tirarlo para arriba, las niñas todas empezaron a contar. Yo cada vez lo tiraba más alto y más jaleo se fue formando en el patio, hasta que rompí una lámpara. Entonces se asomó una monja por la ventana y todo el mundo se quedó callado. Tocó unas palmas y preguntó:

-¿Qué pasa?

Una de las mayores le dijo que María Muñoz había roto una lámpara con el diábolo.

La monja, dijo:

-¿Vaya por Dios, ya ha dejado de llorar?, pues estará tres días sin postre.

Yo no sabía quien era esa monja, no la había visto en las tareas de diario. Una de las mayores me dijo que era la Superiora, se llamaba Sor Remedios, Valenciana. Alta, gruesa y muy seria.

A mí me dio mucho miedo de ella y entre mis amigas desde ese día le decíamos el mote del Lobo Feroz.

En todos los recreos mi grupo cantábamos una canción que decía: Quien le teme al lobo
feroz, lobo feroz… uyyyyyyyyy.

Mas o menos así eran los diábolos de la época.
El diábolo, comúnmente llamado diablo y también conocido como «el diablo de dos palos»
 Para mí fué como el diablo, me hizo partir una lámpara y quedarme sin postre tres días.

Una mañana mi cuidadora, Concha Chacón, la que en su momento me puso el mote de la “llorona”, nos preguntó muy enfadada:

-Oye… eso del lobo feroz, ¿es por mí?

Le dijimos que no.

-¿Y por que lo cantáis todos los días?

Nos amenazo con un buen tirón de pelo si no le decíamos el nombre del Lobo Feroz.

Y claro, tuvimos que decirlo:

-Concha… es por Sor Remedios, nos da mucho miedo.

Concha me dijo que eso era un pecado, faltar al respeto a la Superiora. Yo me fui a confesar y se lo dije a nuestro capellán.

El me preguntó que por qué se lo decía, yo le dije:

-¿Usted habla con ella, Don Francisco?

No se que le ocurrió, ahora me lo imagino. Estuvo varios minutos sin hablarme. Yo le preguntaba y el sin contestar. Al poco tiempo me dijo:

-Bueno, bueno…María, es que ella es muy seria y además tiene mucha responsabilidad con todas vosotras.

Antes de que se me olvide os quiero contar que una de las cosas ricas que nos dieron de comer la noche buena, fueron dátiles


Habían pasado unos meses cuando Sor Pilar me dió una buena noticia. Mi hermano Manolo, había entrado también en el colegio y que Sor Josefina me lo diría al día siguiente y podría verlo. No había visto en todos los meses que llevaba allí a ninguno de mis hermanos. Empecé a llorar mucho, esta vez de alegría, ya buscaría yo las formas de ponerme en contacto con él siempre que pudiera.

Mi niñez en el colegio (4ª parte)

A los tres días Sor Josefina me llevó a ver a mi hermano Manolo. Estaba más guapo y mayor, se abrazó a mí y decía:

-María… María…

Este hermano demostraba más el cariño con gestos que con palabras, era poco hablador. Sor Josefina nos dijo que nos veríamos mas a menudo y así fue. (A Sor Josefina se la ganó mi hermano desde el primer día que entró en el colegio).

Yo todos los días me levantaba antes del: Viva Jesús, para ir a los aseos. Allí había una ventana que daba a un corredor por donde pasaban los niños pequeños.  Para poder verlos tenía que subirme a un lavabo y luego agarrarme a una viga. Desde allí lo llamaba: Manolo… Manolo… Los demás niños le avisaban diciéndole: “Macea” tu hermana, le llamaban por el apellido del niño que se había marchado y por él entro mi hermano, el miraba para arriba, casi no me veía pero si escuchaba mi voz.

Sor Josefina me dijo que en la capilla, donde si estábamos todos juntos pero separados en dos naves,  él se sentaba en el segundo banco de la derecha. Yo todos los días iba a misa y a comulgar muy contenta, cosa que antes iba a regañadientes, sólo por verlo y decirle hola con la mano.

También me apunté para ayudar en la cocina y cuando traían el pan, el panadero, uno de los niños mayores, lo traía a él para que yo lo viera. Eso era cosa de Sor Josefina, yo lo supe mas tarde.

Pasaban los meses, todo seguía igual. Yo veía a mi madre cada quince días y mi hermano los otros quince. La veíamos en el parque de Mª Luisa. Mi madre traía a mi hermano Gonzalo. En casa todo iba mejor.

Poco a poco, iba cogiendo mi sitio con las compañeras. Un día en el comedor estaba mi amiga Milagros hablando, Sor Paz la castigó sin postre. Yo cogí para ella una naranja y la guardé. Después se lo conté a Sor Pilar en el recreo. Sor Pilar me preguntó:

-María… ¿como has podido coger dos?

-Una con la mano izquierda, la otra con la derecha porque yo soy de izquierda y de derecha.

-Pues desde hoy, no vas hablar más de izquierdas y derechas. ¿Entiendes lo que quiero decirte?...

-Mañana en clase te diré algo que va a ser interesante para tí.

Esa noche me costó mucho dormir pensando que sería.

Al día siguiente cuando terminó la clase me dijo:

-María… te voy a prometer una cosa, si tú aprendes a leer… en la próxima obra de teatro que hagamos actuarás. Tú ya conoces el abecedario, las vocales y consonantes, de ti depende... Chacón te ayudará.

En el recreo nos reuníamos varios grupos, mis amigas y yo, seriamos unas siete, siempre nos íbamos con Sor Pilar. Chacón también se venía con nosotras y me dijo que aprovecharíamos esos ratos para enseñarme el papel de la obra de teatro.

La obra se titulaba El Divino Impaciente, de José María Pemán. Trataba sobre la vida de San Francisco Javier, era en verso.

Muy apropiado para una niña que no sabía ni leer.

José María Pemán y Pemartín (Cádiz, 8 de mayo de 1897-19 julio de 1981)
"Divino Impaciante" Poema dramático en verso, dividido en un prólogo, tres actos y un epílogo.
Fue la primera obra de teatro que escribió Pemán, en 1933. La obra tuvo un gran éxito de crítica tanto en España como en América, incluso algunas escenas fueron traducidas al árabe, para su representación en Beirut.

¿Pero os acordáis de aquel refrán que os dije: En el país de los ciegos un tuerto es el rey?

Pues eso me pasó en el momento que empecé a trabajar en el teatro, decía el verso mejor que ninguna (eso me decían) y en uno de los ensayos, Sor Pilar me puso la mano en el hombro y me dijo:

-María, esto no se te olvidará en la vida.

Que razón tenía… así ha sido.

Llegó el santo de Sor Remedios, la Superiora, “El Lobo Feroz”. Sor Pilar no le había dicho nada de que yo actuaba y se llevaron una sorpresa. En menos de ochos meses había aprendido a leer y a memorizar el papel. No debo tener mala memoria porque aún me acuerdo de algunas de las escenas:

En una de ellas había unos cuantos personajes, San Francisco Javier, un matrimonio y algunos más.

Marzo de 1957, bajo la dirección del profesor D. José Cánovas Campos, los alumnos de la academia "Las Virtudes" de Villena pusieron en escena la obra de José María Pemán "EL DIVINO IMPACIENTE" en el Teatro Chapí.

Mi papel era la mujer y San Francisco Javier me preguntaba:


Marido -¿Qué haces aquí?

Yo-Buscando al padre he venido
Sé Padre como el dolor de las demás atendéis
Y aquí vengo a que escuchéis las querellas de mi amor

Marido- ¿De qué te puedes quejar? ¿No tienes bienes?

Yo- Sí.

Eso me recuerda aquel canario sonoro
A quien su dueño decía:
¿No tienes jaula de oro?
Con tal regalo algún día
Vuestro amor cumplido queda
Y no comprendéis que pueda
Un corazón maltratado
Llorar también enjaulado
Tras un corpiño de seda…

No recuerdo mucho más, pero esto nunca lo olvidé, en todos los tiempos las mujeres han sido propiedad de los maridos, menos mal que ya poco a poco ha ido cambiando.

Así empezó mi reinado como actriz en el colegio, lo supe después de un año, cuando volví a trabajar en otra obra de teatro.

Mi niñez en el colegio (5ª parte)


Habían pasado casi dos años de mi entrada en el colegio. Mi abuelo en su trabajo, mi hermano Antonio en su panadería, todo iba bien. Mi mayor ilusión era ver a mi hermano Manolo, a él lo tenía cerca y llevaba muchos días sin verlo. Sor Josefina me dijo que estaba enfermo y cuando vino mi madre a verme se lo dije. Ella me dijo, no te preocupes, está bien.

Mi madre venía contenta, en casa había pasado algo muy bueno, me contó que Franco había hecho una barriada nueva en Sevilla para familias numerosas y viudas. Eran casas no muy grandes pero acogedoras y se darían por mediación de un sorteo para las personas empadronadas en Sevilla.  

Mi abuelo, sabiendo tanto como sabía, tan preparado como estaba, no se le había ocurrido empadronar a mi madre ni a mis hermanos todavía. Mi madre empezó a buscar papeles y no los encontró, lógico, no existían. Me contó todo esto llorando y fue cuando por primera vez me dió a entender el odio que su padre nos tenía y lo poco que por nosotros se preocupó.

Ella cuando no encontró los documentos y se sintió tan sola y triste se fue a la Catedral a ver a la Virgen de los Reyes Patrona de Sevilla). Lloró mucho rato y cuando se tranquilizó, ella siempre dijo que la Virgen la iluminó para recordar, pensó en un amigo que tenía su hermana mayor Lolita, Don Jesús Bravo Ferrer, miembro del Ateneo de Sevilla. Fue a verlo y se lo contó todo. Él se puso las manos en la cabeza:

1918. Primera Cabalgata de Reyes organizada por el Ateneo de Sevilla. Melchor (Jesús Bravo Ferrer)

-No me puedo creer de lo que es capaz tu padre… Tu padre está loco, parece mentira… pero no te preocupes yo lo arreglo todo.

Llegó el día del sorteo ella compró el periódico y se fué a un bar en la calle Méndez Núñez, ya hoy no existe. 

Allí esperaba todos los días a mi abuelo para volver a Bellavista. Mientras lo esperaba leyó el periódico y no se podía creer que su nombre estuviera en la lista. Se emocionó mucho, el dueño del bar vio que algo le pasaba y se acercó. Ella le dijo que no podía ser, que allí estaba su nombre, este señor leyó bien la lista y le dijo que sí, era su nombre y la casa era en la calle Sanlucar la Mayor número 21, en el barrio del Tiro de Líneas en Sevilla.

Contándomelo ese día en el colegio, no dejaba de llorar, sólo me decía:

-María, ya tenemos una casa nuestra para vivir, estudia mucho, dentro de poco podrás venirte conmigo y con tus hermanos.

Yo sinceramente en esos momentos, me alegré por ella pero ya empezaba a estar a gusto en el colegio y la verdad no quería marcharme aún.

Mi vida siguió igual, sólo me preocupaba el no ver a mi hermano Manolo y claro, muchas vueltas le dí hasta que dí con la forma de llegar a él, no estaba tranquila por su enfermedad aunque todos me decían que estaba bien.

Ya me conocía todos los rincones del colegio, todos donde nadie me iba a encontrar. Un día cuando ya lo tenía todo bien planeado, me subí a una galería que comunicaban nuestro patio con el patio de los niños. Esas galerías dividían los dos colegios. Los tejados estaban inclinados, hacia la calle y hacia el interior.
 Mas o menos así era el tejado, no encontré nada mejor para poder explicarlo, en una esquina el patio de los niños y en la otra el de las niñas, en medio la entrada del colegio.

Había una fila de ladrillos, no más de medio metro de ancho y de largo unos veinticinco metros. Subí por una ventana, me quité los zapatos, los dejé encima de los canales donde desaguaba el agua de lluvia. Empecé a caminar hasta el final del patio de los niños. Al llegar, no faltaría mas de un metro, con las manos en cruz empecé a gritar:

-MANOLO… MACEA…

Todos los niños empezaron a gritar:

-Manolo tu hermana, tu hermana…

Se formó un escándalo, todas las monjas salieron, tanto las del colegio de los niños como las de mi colegio.

Las de mi colegio, muy cariñosas y amables me decían:

-María… vuelve. Despacio, tranquila…

Yo por fin pude ver a mi hermano, le tiré besos con la mano desde las alturas. Todos los niños gritaban y aplaudían y las monjas:

-María… vuelve. Despacio… vuelve…

Antes de que se me olvide, os diré que desde ese día a mi hermano nadie le puso una mano encima, ni lo hizo rabiar, era muy pequeño pero él los amenazaba diciéndoles:

-Viene mi hermana por el tejado, os vais a enterar si me hacéis algo…

Ya cumplido mi cometido, volví por el mismo sitio haciendo equilibrio con las manos hasta que llegué donde había dejado los zapatos. Bajé por la ventana y allí me cogieron las monjas, eran tres, Sor Paz, Sor Antonia y de la otra no me acuerdo pero sí que toda la amabilidad y palabras de cariño que habían tenido antes acabaron en tirones de pelos, cachetes y amenazas de múltiples castigos. El mas fuerte que me acuerdo fue la obligación de limpiar durante una semana,  uno de los pasillos que medía unos 50 metros, de rodillas, cubo y bayeta (algofifa en esos tiempos), así era como se limpiaba antes.

algofifa

Balleta, trapo para limpiar. Hasta la llegada de la fregona los suelos de las casas se limpiaban de rodillas sobre un objeto llamado algofifador, y con las algofifas que solían ser de un trapo viejo o de un saco

Cuando limpiaba y pasaba alguna de las monjas, me decían:

-¿Tienes mas ganas de volver a los tejados?

Yo les decía:
-No, no... Pero ya estaba pensando en otra.


Ahhh… mi grupo todas me abrazaron, me dijeron porque no les había dicho nada, ellas estaban dispuestas a echarme una mano si volvía otra vez a la aventura y lo cumplieron.

Mi niñez en el colegio (6ª parte)

Pasaron las semanas y cumplí con el castigo. Para mis amigas era una heroína, siempre una de nosotras estaba castigada por algún motivo. Recuerdo que una noche del mes de Junio con bastante calor, nos fuimos a la cama como todos los días a las ocho de la tarde. Yo ya tenía 13 años. No me podía dormir y la mayoría de mis amigas tampoco. Se escuchaba desde la calle una canción que estaba de moda. Se me ocurrió coger una sábana y ponérmela por la cabeza haciendo de fantasma por los pasillos y muy bajito empecé a cantar:

Rasca tú, cuando mueras que harás tú
Tú serás un cadáver nada más

Todas las noches iba al cementerio
A visitar a la tumba de su amada
Y el guardián se decía con misterio
Es un muerto escapado de las fosa

Rasca tú, cuando mueras que harás tú
Tu serás un cadáver nada mas…

(Recuerdo la letra y la música, nada mas pueda la cantaré y mi nieto la subirá a la página).


(Aquí podéis escucharla, me he llevado una sorpresa cuando una de mis hijas la ha encontrado en Internet).


Rasca Yú es una canción de difuntos que se editó en España en 1943 y que fue censurada por la DST (Dirección de Vigilancia del Territorio). Esta canción narra la historia de un hombre que llora a su amada al fallecer y que va a visitarla cada noche al cementerio. ¿Y porqué fue censurada? Pues porque en su estribillo reza la frase ¿Rasca Yú cuando mueras que harás tú? y parece ser que los censores de la época creyeron ver ahí un mensaje dirigido al Generalísimo de todos los Ejércitos. Pero la segunda frase del estribillo aún tenía más miga: “Tú serás un cadáver nada más”, y ahí ya la cosa se agravó, irrumpiendo incluso en emisoras de radio para destruir los pocos discos que se habían distribuido.
Su autor Bonet de San Pedro, un mallorquín de moda por aquél entonces gracias a diferentes boleros, no podía imaginar que esta canción molestaría tanto al régimen y que tras este episodio muchos “rojos” de aquél entonces adoptarían su canción como símbolo contra la censura, la opresión y la dictadura. Pero es que los censores se las traían, pues también censuraron la canción colombiana “Se va el Caimán”, creyendo que el caimán no era otro que Franco. Supongo que con esto pasa como después de un bombardeo, que oyes un petardo y pegas un salto y el régimen creía ver entonces mensajes revolucionarios en cualquier inocente canción”.

Empecé yo, acabaron detrás de mi unas veinte, las otras niñas en las camas riendo. Las mayores sentadas en la cama, se reían. Chacón, nuestra cuidadora se puso las manos en la cabeza pero tampoco dijo nada y las meonas, las mas pequeñas, asustadas tapadas con las sábanas en la cama.

Se abrió de repente la puerta de los dormitorios y entró una de las monjas. Nos castigó mucho tiempo de rodillas a los pies de la cama. Muchas acabaron dormidas en el suelo hasta que otra de las monjas a las 12 de la noche que daba otra vuelta, nos dió permiso para acostarnos.


Preguntó quien había empezado, nadie dijo nada, ya se había acabado el acusarse unas a otras.

A la mañana siguiente entró en el comedor Sor Paz y ordenó que se pusiera de pie en el banco del comedor quien había sido la primera. Yo me subí al banco y acabaron todas subidas. Estuvimos sin salir ese domingo todas y a mi madre se lo contó Sor Pilar, también le dijo que nunca mentía y eso les hacía gracia a todas las monjas porque ya no se veía en nuestras caras el miedo siempre a los castigos. De todo esto me enteré cuando ya era una mujer y no estaba en el colegio.

Mi niñez en el colegio (7ª parte)

La noche del “rasca tu”, os conté que al pasar por las camas de las “meonas” se tapaban la cabeza con las sabanas porque les daba miedo. Una de ellas, la mayor, era a la que mas humillaban, tenía once años.

Siempre le decían:

-Meona:  esto... aquello…

Las niñas se reían mucho de ella.

Yo le dije que quería hablar con ella y le pregunté si quería dejar de orinarse en la cama, ella me miró y empezó a llorar. Le dije que no podía beber nada una hora o dos antes de acostarse,  eso siempre me lo dijeron mis padres cuando teníamos que viajar ya que dormíamos en hostales y casas ajenas. Le advertí que no se lo dijera a nadie y probara que tal le iba. Lo consiguió pero no decía nada aunque le preguntaban todos, niñas, monjas… Ella solo decía, hago una cosa que me dijo María Muñoz.

Después de la travesura del dormitorio, las monjas se reunieron y acordaron darme más trabajo  para tenerme ocupada mas tiempo y por las tardes empecé a ir a clase de labores. ¿Os acordáis de mi muñeco “Gonzalito” al que le hice un chaleco de punto? Sor Agueda que era la monja que daba clases de costura vió ese chaleco y decidieron que podía servir en el taller. Me mostró una máquina de punto y encargó a las mayores que me enseñaran como funcionaba, era una máquina de tricotar.

A los pocos días ya la manejaba sin problemas. Empecé mezclando colores, sisar, menguar y así a las pocas semanas  me dieron trabajo. No todo me salía bien pero empeño ponía.

También aprendí hacer “frivolite” con una lanzadera a mano, eran encajes para los cuellos de los uniformes (el que llevo en la fotografía del colegio). Tapetes para las mesas con aguja circular y cuatro agujas, estos trabajos se vendían a la calle o eran regalados a las señoras que ayudaban al colegio.

Este es el comienzo con 5 agujas, luego se pasa a la aguja circular y se hace al tamaño que se quiera.
Un día todo mi trabajo estuvo a punto de estropearse por culpa de una oración que me negué a rezar. Sor Antonia me preguntó por que no rezaba y yo le dije que aquella oración no la rezaba porque mi madre siempre me dijo que Dios era bueno y que no castigaba a nadie. Me dijo que eso era muy mal ejemplo a otras niñas y que se lo contaría a la Superiora, así fue.

Sor Remedios me llamó y me dijo:

-¿Qué pasa contigo, María, por qué no quieres rezar?

-Sor Remedios, me niego a rezar sólo una oración muy fea para dormir.

-¿Cuál es?

Yo le dije:

Mira que te mira Dios
Mira que te está mirando
Mira que te vas a morir
Mira que no sabes cuando

-Sor Remedios, a mí esa me da miedo rezarla.

-¿Otras si rezas, no?

-Sí, la de la Virgen.

Sor Remedios hizo una pausa y dejó ese tema pero me volvió a preguntar.

-¿Qué le has dicho a Amelia Olmedo que ella no quiere decírselo a nadie?

-Pues le he dicho lo mismo que a mi me decían mis padres cuando era pequeña, no beber nada unas horas antes de irme a la cama.

Sor Remedios, entonces me dijo:

-Anda… Puedes marcharte pero tengo que hablar con tu madre.

-Ella también quiere hablar con usted.

-¿Conmigo?

-Sí, quiere pedirle un favor. Que me dé usted permiso para ir a ver a mi abuela que está enferma.

-Si… ¿Qué tiene?

-No sé, creo que un ciprés en el vientre.

A esta respuesta se puso la mano en la boca y me dijo que me marchara y que me portara bien. Esa noche no se rezó la oración en los dormitorios y ninguna noche más.

A la Superiora le hizo mucha gracia lo que dije de la enfermedad de mi abuela, yo me lo inventé porque lo que mi madre me dijo unas semanas antes era que mi abuela podía tener un tumor, yo le puse nombre.

A  las dos semanas vino mi madre y habló con Sor Remedios, pude ir a mi casa por primera vez. Dios había hecho un milagro, ahora eran mis abuelos los que vivían en casa de mi madre. Ese fin de semana que pasé en “mi casa” pude disfrutar de mi hermano pequeño que ya no lo era tanto, había cumplido 4 años y fué cuando mi madre me dijo que me portara bien que las monjas me querían mucho porque no mentía y nunca echaba las culpas de mis travesuras a nadie, fuera yo quien las hiciera u otras.

Esto de no mentir me ha traído a mi memoria otro recuerdo que me puso triste todo el día de hoy. Fué una apuesta con uno de mis nietos cuando era pequeño. Yo le había reñido por una mentira que había dicho, me dijo un día:

-¿Tu no mientes nunca?

Le dije que no y él me dijo... no me lo creo. Me aposté mil pesetas con él si me cogía en una mentira. Cuando ya se hizo mayor, me dice un día:

-Abuela, te vas a morir y no te cojo en mentiras. Es verdad que yo con él tenía mucho cuidado porque hay veces que una mentira a un niño puede ayudarle.

Aquí lo dejo, este recuerdo para mí es muy triste, mas adelante contaré mas cosas de este nieto.

Os dejo tapete hecho por mí hace un año, iguales hice muchos a lo largo de mi vida, espero que os guste (Si me sale trabajo no vendría mal, está la cosita muy mala... ).


Mi niñez en el colegio (8ª parte)

En estos meses mi vida era aburrida, muy monótona, levantarnos a las seis de la mañana, desayuno, clases (siempre lo mismo, leer, escribir, las cuatro reglas…) Comida, taller de costura, algunos momentos de recreo, cena y a las ocho de la tarde a la cama.

Por fin llegó agosto y nos fuimos a Chipiona de veraneo. Para mí fue un precioso mes, la playa, los baños, la comida, los dormitorio… todo era diferente. El viaje en tren todas cantando. Todo me asombraba y disfrutaba del momento. 

El Santuario de Regla, también conocido como Monasterio de Regla, es de estilo gótico, y posee tres naves, la central y dos laterales más el presbiterio, con 16 metros de largo y 14 metros de ancho, siendo la estructura del retablo la misma que la de la entrada principal. Es destacable el Claustro mudéjar del S. XV, la Biblioteca y el Camarín de la Virgen.


A la hora de la siesta nos reuníamos con Sor Pilar para ensayar la obra de teatro de ese año, la haríamos el día de la Superiora, Sor Remedios. Otra vez… Pemán.

Eso era vida, yo estaba feliz. Un día fuimos al Santuario de la Virgen de Regla, yo me llevé un botecito y lo llené de agua de una fuente milagrosa que estaba cerca del Santuario, la guarde para regalo a mi madre para que no se pusiera enferma, también una medalla.

Volvimos a Sevilla a primeros de septiembre y en la misma estación le di a beber el agua a mi madre, ella se la bebió y le dije, es para que no te pongas enferma, mamá.

El ocho de septiembre nos confirmamos siete niñas que ya teníamos la edad, el Arzobispo de Lima Monseñor Lissón fue el encargado del sacramento.


Nació en la ciudad de Arequipa, de una familia católica, siendo sus padres don Carlos Lissón Hernández y doña Dolores Chaves Fernández. Cursó sus primeros estudios en el Colegio San Vicente de Paúl, dirigido por el presbítero Hipólito  Duhamel, y, terminados éstos, ingresó en al Seminario Mayor, donde cursó sus estudios filosóficos. Recibido en la  Congregación de la Misión fundada por San Vicente de Paul, viajó a París 1892, donde inició sus estudios filosóficos y teológicos.  Se trasladó luego a España en 1940, continuando su labor investigadora en el Archivo General de Indias de Sevilla.



 Cuando me tocó a mí, Sor Pilar le dijo:

-Monseñor es la nieta de D. Manuel Ballesteros.

El me miró con cariño. Con una mano me dió la bendición y con la otra me acarició la cabeza y me dijo:

-Pobriña… pobriña.

Yo le pregunté a Sor Pilar por qué me había dicho eso y ella no me contestó, mucho después supe el motivo de sus palabras.

El motivo era que Monseñor pensaba que mi abuelo se avergonzaba de tener a sus nietos en aquel colegio, podía habernos tenido en el mejor de Sevilla pero le daba vergüenza que sus nietos existieran.

Yo creo que Dios intervino para que yo estuviera allí, quizás en un colegio de niñas ricas hubiera dado lástima y en mi colegio yo era una de las más queridas por mis compañeras. Yo también las quería a todas, bueno a casi todas.

Milagros tenía muchos sabañones en las manos, le sangraban. Un día la castigaron limpiando la galería donde a mí me castigaron cuando mi aventura del tejado.

Yo desde el taller la vi. Me fui de clase, le quité el cubo y le dije que se marchara al comedor a recoger las mesas. Me puse a limpiar. Sor Agueda salió de clase y me dijo:

-María, ¿por qué estas limpiando? ¿por qué no estas en clase?

Yo le contesté:
-A Milagros le sangran las manos de limpiar, no tenéis corazón.

Se vino para mí con las tijeras en las manos y me cogió del pelo, me cortó un mechón bien grande, ese era uno de sus castigos preferidos, hacernos trasquilones en el pelo.

Todo lo dí por bien empleado, al día siguiente le quitaron el castigo a mi amiga Milagros.

A mí a los pocos días se me puso un dedo inflamado, fué por un pinchazo de un alfiler. Fui a la enfermería y se lo enseñé a Sor Paz, me dijo que no era nada, todo cuento para no trabajar.

Pasé unos días muy mal, se me puso negro casi todo el dedo pero el dolor fue pasando. Un día cuando escuché la campana de la visita del médico, Don Antonio Cortes, fui al patio y lo paré, le pedí por favor que le echara un vistazo a mi dedo. Él me lo miró bien y me preguntó si Sor Paz me lo había visto, le conté que sí pero que Sor Paz pensaba que era por no trabajar en el obrador. Me dijo:

-Ven conmigo

Cuando llegamos a la enfermería estaba Sor Paz y le dijo.

-¿Qué pasa con esta niña?

Ella al verme no sabía donde meterse.

Le dijo que no sabía nada que yo fuí a verla un día pero que no volví mas.

El médico le dijo, pues cúreselo inmediatamente y procure que no le duela al curarla y espero que esto no pase más.

Después supe por Remedios, una de las mayores, que por culpa de mi soberbia le habían reñido a Sor Paz, yo le dije:

-Me alegro… ella no me lo quiso curar, ni siquiera me lo miró.

Allí todas trabajábamos para el Ayuntamiento. Unas limpiando, otras en la cocina, en la costura, en la plancha, en los lavaderos. En fín, nadie cobraba por su trabajo de muchas horas. Las monjas decían que era para nuestra educación pero la verdad es que éramos niñas haciendo trabajo de personas adultas. Esos trabajos los empezábamos a partir de los 10 años hasta los 20 ó 23 donde ya salían para trabajar fuera del colegio y volvían a dormir. Allí no había ninguna empleada a sueldo.

Hoy de todo esto me alegro porque me ha servido en mi vida, fue un aprendizaje duro pero muy completo, por lo tanto doy gracias a todas ellas, aunque entonces no lo comprendía.

Mi niñez en el colegio (9ª parte)

Por fin llegó octubre, todo el colegio estaba revuelto, el día de la Superiora, se aproximaba el acontecimiento mas grande en el colegio durante el año.

Ese día venían invitadas todas las autoridades, entre los invitados estaba mi madre y mi abuelo para ver la obra de teatro. Yo le pregunté a mi madre por qué mi abuelo se interesaba ahora tanto por mí, ella me dijo que cuando vino el Arzobispo le había hablado muy bien de mí, le comentó que era una niña "muy buena..." y apreciada por las monjas (cosas de las monjas, a mí nunca me decían nada de eso).

En esta obra de teatro mi madre y mi abuelo ayudaron buscando las sastrería, mi abuelo tenía un amigo, Carlos Gil, que le prestó todo lo necesario para la representación. Más tarde yo conocí a su hijo Tomás y a su señora. Habían pasado muchos años y todavía conservaba muchas fotografías de mis tías Lolita y Manolita en diferentes obras de teatro representadas en el teatro San Fernando de Sevilla y de mi abuelo también. 

Las monjas estaban muy contentas, sobre todo Sor Pilar, ella había dirigido la obra. Le gustaba mucho el teatro y era cariñosa con todas nosotras.

Ya os he comentado que volvíamos a poner otra obra de Pemán, esta vez la Santa Virreina, en verso.


Mi papel era el de un indio jefe de la tribu y tenía una hija trabajando al servicio de la Virreina. La historia más o menos trataba de unas fiebres de la Virreina. La india quiere ayudarla con métodos de su pueblo (darle quina... para los indios el árbol de la quina era sagrado) pero su padre, yo, le dice que eso es secreto, los blancos no podían saberlo. El final de la obra es que viendo morir a la Virreina, la india decide darle unos polvos que lleva escondidos y se lo echa en una copa. Otra de las sirvientas que la ve, grita que la quiere envenenar, la acusan de querer matar a la Virreina.

El final es el juicio y la declaran culpable y condenada a pena de muerte. La Virreina se levanta y se dirige donde estaba la copa y se la bebe dando muestra de su confianza y diciendo:

-Mirad, esta es la fe que tengo en su inocencia- y se bebe todo el líquido.

El Virrey le dice que no lo haga y yo, el indio padre, le dice:

-Es su salud, señor, lo que ha bebido.

El Virrey:

-¿Su salud?

-Es la semilla divina que cura el mal
 los incas la negaron a sus hijos
yo soy el jefe que a esta gente rijo
y desato señor al juramento
sepan nuestra verdad la luz y el viento
que después mi señora de curarte
las tierras de esta parte no te sentirán ya como extraña
y esto lo hago por la fe tuya y el amor de España.


Aquí acababa la representación de la obra y todo el mundo se levantó aplaudiendo.

Cuando mi madre vino a darme un beso, lloraba. Mi abuelo en pie con la Superiora y en representación del Ayuntamiento, D. Antonio Petit, todos muy felices. Mi abuelo muy orgulloso y contento...

Después de todas las felicitaciones nos llamaron a todas las que habíamos actuado, nos fueron dando unos regalos a cada una. Cuando llegó mi turno la Superiora me dijo:

-Para tí no hay nada, ya tienes bastante con las felicitaciones de todo el mundo.

Pero no lloré... me quedé mirándola y no escribo lo que pensé de ella.

Al día siguiente Sor Pilar me llamó aparte y me dijo cuando Sor Remedios ha hecho eso por algo será, espera a que ella te dé una explicación. Me dijo que ella personalmente como estaba muy contenta con mi trabajo por todo lo que le habíamos ayudado mi madre, mi abuelo y yo me tenía reservado una cestita con varios regalos, cosas sin importancia pero para mí con mucho valor y algunas de ellas  tuve guardadas mucho tiempo.

Mi niñez en el colegio (10ª parte)

Pasaron mas de quince días cuando volví a ver a mi madre, estaba deseando verla para preguntarle que le había parecido la obra de teatro y sobre todo para decirle lo ocurrido con Sor Remedios. Me llevé una sorpresa, mi madre había estado con la Superiora antes de verme y le había dado todos mis regalos y muchas mas cosas para mi hermano pequeño, Gonzalo.

En fin, mi madre me explicó que el motivo de no darme nada era que estaba muy enfadada conmigo porque ella pensaba que era lista y no quería estudiar pero en cambio todo lo que no fuera estudios si me gustaba. Ella estaba muy agradecida por todo pero a mí, tenía que darme un toque de atención para que pusiera mas ganas en todo lo que no fuera diversión.

Os cuento una cosa que no comenté antes, es de la feria. La Feria en Sevilla dura 6 días, uno de ellos nos llevaban a las niñas y otro a los niños. Íbamos a la caseta del Ayuntamiento, allí comíamos unos bocadillos que nos daban en unas bolsas de papel y también íbamos a la calle del infierno, donde estaban las atracciones. Todo lo hacíamos andando desde el colegio, había un buen camino y todos en filas. Nos lo pasábamos muy bien en todos sitios. Pero eso sólo... andar, mirar...

Se me ocurrió en unas de las paradas ponerme a bailar con una de mis compañeras y se formó un coro de gente pero inmediatamente una de las monjas nos dijo que eso no podiamos hacerlo. Quizás por esa rectitud de visitar la feria ha hecho que luego en mi vida me guste tanto ir y divertirme mucho, sin que nadie me dijera: no puedes bailar.


No recuerdo si fue al año siguiente u otro... me castigaron sin ir a la feria

Estábamos las mayores en el obrador cosiendo los babis de verano, teníamos un ventanal muy grande, donde yo pasaba para coger los dátiles. Ese ventanal daba a un salón muy grande donde se reunían las monjas para leer, coser, descansar... desde ese salón se escuchaba todo lo que hablábamos en el obrador.

Un día se me ocurrió contar un chiste, se escucharon muchas risas, las monjas solo escucharon pero no me vieron como yo contaba el chiste. Al poco tiempo me llamaron para que se lo contara a ellas , se lo conté y algunas se rieron pero con caras muy serias. Yo le había advertido que podía no gustarle y una vez acabé les dije:

 -¿Me puedo marchar?

-Sí, te puedes marchar.

Esto no fue motivo de castigo, solo curiosidad de las monjas por saber a que venían tantas carcajadas.

En unos días os cuento el chiste pero en vídeo, así podréis comprenderlo porque es mas mímica que otra cosa. 

La vida era esos meses muy monótona, todo igual, clases, recreos, costura... Íbamos dándonos cuenta de muchas cosas de la edad, muchas niñas juntas, haciéndose mujeres y encerradas. Yo aún seguía siendo una niña pero cada día aprendía algo nuevo ya que era muy observadora. Pero de todo esto poco puedo contar porque no es mi vida, sería entrar en la intimidad de otras personas.

Mi niñez en el colegio (11ª parte)

Pasaban los días, meses, años... otra vez Noche Buena, todo era lo mismo, lo único que iba cambiando era yo, mi forma de pensar, mi forma de actuar, mi trabajo me gustaba. Ponía mucho interés en todo lo relacionado a las labores, punto, costura, cocina. Con mis amigas todo seguía igual, yo para todas y ellas todas para mí, no teníamos secretos. Muchas noches nos levantábamos de la cama y nos íbamos a los aseos para hablar con libertad y criticar a las que no nos caían bien, era nuestro momento en el día.

En estos últimos capítulos he hablado poco de mi madre y de mis hermanos, sobre todo de mi hermano mayor, Antonio. El motivo es que no lo veía nunca y  a mi hermano Manolo, Macea, el del tejado, tampoco lo veía porque ya lo habían trasladado a otro colegio en el barrio de la Macarena.

Sólo veía a mi madre y mi hermano pequeño Gonzalo porque es el que iba con mi madre a las visitas mensuales al colegio o al parque cuando podía salir un fin de semana.

A mi hermano Antonio, el mayor, lo ví el día que fuí a  mi casa a ver a mi abuela cuando estuvo enferma. El trabajaba en la panadería por la noche, dormía de día, nunca podía ir a verme al colegio

Yo no me enteraba de lo que pasaba fuera de las paredes del colegio por eso me llevé una sorpresa cuando vino mi madre a verme y me dijo que había muerto mi abuelo. Yo no noté nada raro en mi madre, ya que ella vestía hacía mucho tiempo con un habito morado del Gran Poder, quiero decir con esto, no llevaba en especial ese día luto, iba como siempre. Hoy recordando estos momentos me dió mucha pena de mi madre, ella siempre se vió sola en todos los malos momentos de su vida, la muerte de su hijo, la de mi padre y ahora la de mi abuelo. En ese momento me prometí a mi misma que mientras yo viviera no estaría sola ya más. 

 Este habito es el que llevó mi madre durante muchos años, esto era normal en esos tiempos.

La muerte de mi abuelo no la sentí mucho, apenas lo había tratado, la única vez que me había tratado con cariño fué en la representación de la obra de teatro en el colegio y ese día más bien era por su "ego" vamos, orgullo de nieta pero diciendo, yo soy el abuelo.

En fin todo esto creo que me hizo cada día más fuerte, con ganas de seguir luchando y poder estar ayudando a mi madre fuera de aquel encierro.

Todos esos años hasta mi salida del colegio, fueron aburridos y monótonos, quizás la edad, ya tenía 15 años y aún era una niña pero en esos meses me convertí en mujer, la primera persona que lo supo fué mi amiga Milagros, luego Sor Pilar y el día de visita mi madre, ya había pasado casi un mes. 

A mi amiga Milagros se le ocurrió que para celebrar mi paso de niña a mujer, íbamos a pelar unas patatas muy finitas y la piel de las patatas las pusimos al sol a secar. Por la noche, en nuestra hora especial en los aseos, nos fuimos las seis amigas y nos fumamos unos cigarros de  "monda de patatas", fué la primera vez que me fume un cigarro y lo pasamos muy bien, era algo prohibido y ya hacia mucho tiempo que no hacíamos una travesura.

 Mi primer cigarro fue de mondas de patatas.

Al día siguiente la Superiora quería verme y claro pensamos, ya alguna se ha chivado. No, sólo era para decirme que cuando viniera mi madre y yo quisiera me dejaría salir para ver a mi abuela, así fue.

Cuando llegué a mi casa mi abuela estaba sentada en una butaca, parece que la estoy viendo, me dijo:

-Hola hija.

-Hola abuela.

Me fui a besar a mi hermano pequeño Gonzalo, estaba muy mayor. Mi hermano Antonio comía en esos momentos y me preguntó muchas cosas, yo contestaba con monosílabos, si… no… sí… Mi hermano le dijo a mi madre:

-Pero ¿qué están haciendo con mi hermana en ese colegio? ¿Por qué está tan delgada?

 La verdad es que sí, estaba muy delgada no recuerdo cuanto pesaba.

Mi hermano Gonzalo me dió en un momento a mi muñeco "Gonzalito", al que bauticé en el colegio, él se lo había enseñado a casi todo el barrio y ya me hizo publicidad con el punto. Mi madre ya me dijo que muchas vecinas que lo habían visto querían que cuando yo estuviera en casa les hiciera cosas a sus hijos. 

Estuve un día entero en mi casa, al despedirme de mi abuela la volví a besar, creo que no fueron más de cinco besos los que les dí en toda su vida. 

De vuelta al colegio mi madre me dijo que pronto me sacaría porque cuando iba a ver a mi hermano Manolo, se llevaba toda la visita llorando por verme, cuando ella me lo nombraba, yo también lloraba, de él nunca me separe, ahora ya llevaba casi dos años sin verlo, veía mas a mi hermano Gonzalo cuando salía de visita cada 15 días pero como en el colegio donde mi hermano Manolo estaba era de chicos no podía visitarlo, eso no lo llevábamos bien ninguno de los dos y mi madre lo sabía.

Cuando llegué al colegio después de la cena, le conté a mis amigas lo que ocurría y al día siguiente Sor Pilar también me preguntó. Yo le dije que todo era extraño para mí, no me sentía bien porque además no sabía como tratar a mi hermano mayor, me daba miedo, con respeto, hablándole de usted, el se río mucho y yo lo ví como un extraño.

La verdad es que ya no era aquella niña que iba descalza por la calle, con sus hermanos en el "cuadri", comiendo bellotas... todo el día fuera de casa... sin preocupaciones. No sabía leer ni escribir, no sabía que sucedía a mi alrededor pero era feliz. Ahora era una mojigata tonta, con miedo a todo y domesticada no se si para bien o para mal, eso el tiempo lo diría.

Mi niñez en el colegio (12ª parte)


Pasaban los días y yo estaba muy contenta pensando en mi vida fuera del colegio. Lo primero sería ir a ver a mi hermano Manolo y decirle que pronto también el saldría del colegio. Pero todo se fue al garete, pasó lo que ninguno nos esperábamos, mucho menos mi madre y yo.

En Sevilla en aquella época eran muy frecuentes las riadas, mi casa se había construido en un sitio que le llamaban el Hoyo la Arena, en la guerra había caído una bomba. Toda la barriada quedó inundada hasta los tejados durante 21 días, mi casa estaba en la calle Sanlucar la Mayor número 21. A muchas personas las tuvieron que sacar en barcas, una de ellas mi abuela, perdimos todo lo que teníamos, muebles, ropas... y mi muñeco Gonzalito. 
Esta riada de 1948 fue la que anegó una mayor extensión de la ciudad, afectando a los barrios de la Trinidad, San Julián, Ronda de Capuchinos, el Fontanal, la Corza, la Calzada, el Campo de los Mártires, Santa Justa, la calle Luis Montoto, San Benito, Puertas de Osario y Carmona, Cerro del Aguila, Tiro de Linea, Puerta Real y de Jerez, Enramadilla, Cruz del Campo, El Porvenir, Ciudad Jardín, Heliópolis, Prado de San Sebastián, avenida de la Borbolla, incluso el Parque de Maria Luisa y las plazas de España y América.


Mi hermano Gonzalo decía a gritos:

-El Gonzalito... el Gonzalito...

Los militares que estaban ayudando estuvieron buscando a Gonzalito un buen rato hasta que mi madre les dijo que no era un niño, era un muñeco.

Vuelta a empezar sin nada aunque ahora era diferente, mi hermano Antonio se quedó a vivir con unos amigos en el Tiro de Línea, era el barrio, sólo se arrió la parte que se llamaba barriada Jesús, José y María, donde estaba mi casa. A mi abuela, mi madre y a mi hermano Gonzalo los recogió un tío mío que vivía en el Palacio de Sánchez Dalp, en la Plaza del Duque, actualmente en esos terrenos hay unos grandes almacenes. Un hermano de mi abuela era el administrador del Conde, es el tío que ayudó a mi madre a casarse por poderes. 

Esta desgracia fue diferente para mi madre, esta vez no se encontró sola, tuvo ayuda de todos los familiares y amigos. 

-¿Pero y yo? 
Casa Palacio de los Sánchez-Dalp, actualmente el Corte Inglés.
Otra vez el miedo, la pena, no saber porque pasaban estas cosas y por qué Dios las permitía y hacían sufrir tanto a mi madre. Se lo conté a Sor Pilar. Ella me dijo que Dios no tenía nada que ver con las cosas que el hombre hacia mal, las casas, los embalses... y que gracias a Dios no le había pasado nada a mi familia y a otras muchas, todo lo material tenía remedio. 

Aquellas palabras me hicieron mucho bien como siempre que ella intervenía en mis problemas, en esta ocasión y luego en toda mi vida. Todos la queríamos mucho, mi marido, mis hijos llegaron a conocerla y a quererla también.

Seguí con mi rutina del colegio, el poder marcharme se tuvo que retrasar y por supuesto implicándome en todo lo que me parecía injusto.

Las monjas dejaban a las mayores de cuidadoras cuando se marchaban de clase. Concha Chacón ¿se acordáis de ella?, fue la que me asignaron desde que entre como mi cuidadora y la que me ayudó a memorizar la primera obra de teatro que hicimos.

Pues un día se quedó cuidando a las pequeñas, yo no se lo que pasaría en la clase pero Conchita, la pequeña que el primer año me cambió los regalos de Reyes por mi muñeco Gonzalito, era yo ahora la que la cuidaba a ella, la peinaba, preparaba su ropa y la enseñaba a tener sus cosas en orden. Llegó llorando al recreo me dijo:

-María, Chacón me ha pegado hoy con el puntero en las manos… mira lo que me ha hecho.

Al mirarle las manos vi que unos de los dedos estaba sangrando y le había hecho mucho daño. En ese momento le dije:

-Ya no te va a pegar más.

Cogí el puntero y lo tiré detrás de un armario. Al día siguiente las monjas preguntaban por él y nadie sabía nada. Nos dijeron que estaríamos castigadas sin recreo todo el día, así que me levanté y dije que había sido yo y dónde estaba. Me preguntaron el motivo y les dije que yo ninguno pero que me parecía una crueldad que se le pegara con el a una niña pequeña por estar hablando en clase y les dije:

-Las monjas no veis nunca nada de lo que pasa.

Esto me costó estar castigada sin ir a la feria un día pero también fue motivo de darme una gran paliza con Concha Chacón, le tenía ganas hacía mucho tiempo.

Todo ocurrió al día siguiente. La vi entrar en el cuarto de los bolillos, donde había un piano y las cosas del teatro, cortinas, ropas... Yo era seis años más pequeña que ella pero tenía tanta rabia por lo ocurrido en mi casa y por ver la manita de Conchita que la pagué con ella, lo primero que le dí fue una bofetada, ella no se lo esperaba y me cogió del pelo, acabamos las dos debajo del piano. Yo había cerrado la puerta por dentro, estábamos las dos solas. Llamaban pero no abríamos y aunque ella era mayor la que mas leña dió fui yo.
Llegaron las monjas y abrieron con la llave, nos llevaron al despacho de la Superiora. Ella contó como había sido todo y yo me disculpe contándoles como trataba ella a las pequeñas, amedrentándolas con encerrarlas en el cuarto de las patatas. Castigadas las dos, yo una semana en la cocina y ella al lavadero, ya verían que harían con nosotras. 

Nos dijeron que era cosa nuestra, debíamos hablar y pedirnos perdón. Yo fui la primera en buscarla y hacerlo, ella me perdonó. Le dije que pronto me marcharía pero que ella como no cambiara de forma de ser y sin saber cuando se iba a marchar, ya que no tenía familia fuera, si no trataba mejor a las pequeñas nunca la iban a querer porque le tenían miedo y ya tenían bastante con el temor a las monjas.

Esta fue de las últimas cosas que me ocurrieron en el colegio, bueno, la noche antes de marcharme también la formé buena, ¿pero a mí qué?.

Mi niñez en el colegio (13ª parte)

Después de tres meses de la riada mi madre vino a verme y me dijo que en la casa estaba todo arreglado. Los muebles, la ropa… pero muchas cosas se había perdido como fotografías de mi padre, de su boda, de nosotros cuando pequeños. Mi abuela si había podido coger algunas cosas, fotos de mis tías y mis abuelos.

Todo lo que me contó era muy importante pero lo mejor es que dentro de pocos días ya venía a por mí y que mi abuela me estaba haciendo alguna ropa pero todo a ojo, luego la falda me estaba larga, el vestido ancho pero yo me lo arreglé en el colegio antes de salir.

Todas mis amigas estaban tristes pero a la vez contenta porque me iba a mi casa, hacía mas de siete años que una de las niñas no salía del colegio para ir con su familia, solo salían algunas para trabajar pero volvían de noche, mi salida era una novedad.

No se describir como me sentía, a veces contenta, otras tristes, con miedo, lo que si tenía era muchas ganas de ver a mi hermano Manolo, Sor Josefina en esos días me dijo que había estado enfermo con fiebre. Para mí todo era tan extraño como el día que entre, miedo a lo desconocido… ¿qué me esperaba fuera?

Lo que me hizo sufrir aquel día fue ver a Milagros llorar y todas tan triste, todas querían darme cosas de recuerdo. Sor Agueda me dió una bolsa con ovillos de lana para que hiciera punto. Sor Pilar un rosario. Sor Josefina un crucifijo que aún lo tengo. La Superiora permiso para volver todos los domingos que quisiera a comer.

Recordáis aquel refrán que os dije: En el país de los ciegos el tuerto es el rey, pues eso me paso a mi en el colegio, me castigaron de todas las formas que podéis imaginar, cortándome el pelo, limpiando el suelo, sin recreo, sin feria, de rodillas en el dormitorio… yo tenía el record de castigos pero fuí feliz y según me dijo la Superiora me iban a echar de menos.

También me preguntó:

-¿Qué piensas hacer cuando salgas?

-Yo quiero que mi madre le escriba a sus amigos para irme al teatro.

-Pero… ¿Qué estas diciendo?

-Pues que yo quiero trabajar en el teatro, quiero ser actriz.

La Superiora me dijo:

-Yo también quiero hablar con tu madre antes de que te marches.

Cuando me fuí con las amigas iba muy nerviosa, pensaba que ella seguiría mandando en mi al salir del colegio. Todas me dijeron que seguramente si ella hablaba con mi madre no me dejaría ir al teatro.

Esa noche no pude dormir.

Al día siguiente se lo conté a Sor Pilar y ella me dijo que antes de hablar pensara lo que iba a decir pero que no me preocupara hasta que viniera mi madre.

Que días más malos pasé. Ese fin de semana nos tocaba salir de paseo, ví a mi madre en el parque de Mª Luisa, ella me dijo que el jueves por la mañana sobre las nueve vendría a por mí. Ese día fue cuando me dio la ropa que me hizo mi abuela y tuve unos días para arreglarla. Sor Agueda me ayudó, me cogió las pinzas, el largo, las mangas, yo fui la que lo cosí todo, ya me faltaban dos días para marcharme, quería portarme bien jajajaja.

El miércoles cuando me levanté, antes del Viva Jesús, fuimos a misa como todos los días, después al comedor. Lo más duro fue cuando llego el momento de ayudar en el aseo a Conchita y ella empezó a llorar. Yo le di un beso y le dije:

-¿Qué te pasa?

-No quiero que te marches.

-Conchita tu no tienes madre pero yo tengo la mía y mis hermanos a los que tengo que cuidar pero veras como tu vas a estudiar, me lo ha dicho una persona y yo la creo. Pronto iras al Instituto y cuando estés preparada podras trabajar. Yo vendré a verte todos los domingos y cuando no pueda te escribiré una carta.

-¿De verdad?

-Te lo prometo.

Después volvimos a clase como todos los días, estaba muy nerviosa, también todas mis amigas, queríamos disimular pero no lo conseguíamos. En el almuerzo no se comieron ninguna de ellas el postre, me extraño pero no le pregunte nada. Al terminar de comer me dijo Milagros que fuera a despedirme de Sor María, la jefa de cocina. Me preguntó si estaba contenta, le dije que un poco.

-¿Por qué?

-No lo se.

-No tienes que preocuparte, tienes una madre muy buena.

-Eso ya lo se.

 Me quedaban pocos días para poder volar.

Milagros mientras yo hablaba con ella, andaba de un lado a otro de la cocina. Al salir al patio le preguntéque hacia y me dijo que cosas suyas.  Pues yo quiero pedirte un favor… cuida a Conchita, su ropa, defiéndela si le pasa algo. Milagros me pregunto:

-¿Ella lo sabe?

-No, antes de marcharme yo se lo diré.

Milagros me dijo… vale.

Entonces le conté que yo volvería todos los domingos a comer con ellas, que me lo había dicho unos días atrás Sor Remedios.

Seguimos el recreo y cuando volvimos a clase recogí todas mis cosas. Las horas pasaban muy lentas, un día muy triste. Después de la cena otro rato de recreo, yo pensaba…una vida nueva… pero ¿y mis amigas?, solo cinco tenían alguna familia fuera. Milagros su madre y un hermano mayor que ella y las demás alguna tía, alguna abuela, primos, otra su padre pero que ya tenía mas hijos con otra mujer, la única que no tenía nadie era Conchita por eso para mí siempre fue especial.

Cuando se terminó el recreo antes de irnos para el dormitorio, Sor Agueda me dijo que fuera a la clase para recoger mi ropa. Había cuatro clases y en cada una había una pizarra grande, yo cogí tiza y con letras grandes en cada pizarra escribí:

-Salud y Agur a todas.

Solo Milagros venía conmigo.

Llevaba casi una hora acostada, cuando vino Milagros a mi cama y me dijo:

-Ven a los servicios.

Me levanté y allí estaban todas sentadas en el suelo, en el centro habían colocado toda la fruta que no se habían comido en las comidas.

Milagros en el tiempo que yo me despedía de Sor María en la cocina, buscaba lo que ahora me encontré allí. Una caja de cerillos, papel de estraza y una botella de vino que tenían para la comida. Yo le dije:

-¿Esto que es?

-Tienen muchas.

-Esperad... ¿qué os parece si se lo decimos a Chacón? (os recuerdo, mi amiga la del piano).

-No, nooooo

Me dijeron todas.

-Bueno...si tú quieres, vale.

Fui a su cama y muy bajito la desperté.

-¿Qué pasa?

-Es la ultima noche que estoy aquí y me gustaría que todas mis amigas estén conmigo y tu faltas.

No dijo nada, se levantó, vino conmigo y al llegar a los servicios se sentó en el suelo y comió y bebió como todas.

En un momento nos dijo, esperad…

Nos asustamos mucho pero al rato volvió con un paquete de tortas. Cuando Milagros y yo empezamos a liar los cigarros, ella dijo:

-Pero ¿Qué es eso?

-Un cigarro de mondas de patatas.

Cogió uno y como todas empezó a fumar.

Nos reímos mucho, no se el tiempo que pasó, oímos una puerta y Chacon nos dijo:

-La monja de guardia, irse todas a la cama, luego recogeremos todo esto.

Nos fuimos poco a poco muy despacio una a una y nos acostamos, después de las risas, el vino y los cigarros, tapándonos las bocas con las manos para no formar jaleo y nos fuimos durmiendo todas. La primera Chacon que no estaba acostumbrada a esas juergas nocturnas. Vamos... ¿Quién recogió las cosas?

Cuando por la mañana dijeron: Viva Jesús, tenía un dolor de cabeza muy grande, solo me lave la cara y baje corriendo a misa, ni la cama me dio tiempo hacer.

Después de misa ya estaba mi madre esperándome en la entrada, le dí un beso a la portera que se llamaba Sor Dolores y… adiós a mi niñez.

Mi juventud (1ª parte)


El día de mi salida del colegio, volvimos a casa andando, íbamos las dos por la calle donde en aquella época estaban los juzgados de Sevilla, en Santa Catalina, entramos en un bar para tomar café y churros. Después fuimos a unos recados que mi madre tenía que hacer. El autobús para el Tiro de Línea tenía su salida en el Cristina un parque pequeño en el centro de Sevilla, junto al Hotel Alfonso XIII esto lo digo para quien no conoce Sevilla y me encantaría que la conocieran. Este recorrido lo conocía muy bien porque es el que hacía cuando salía los fines de semanas que podía y íbamos al parque de María Luisa.

 Hotel Alfonso XIII, Sevilla

Mi hermano Gonzalo estaba esperándome y anunciándoles a todos los amigos que hoy llegaba su hermana, sólo decía:

-Hoy viene mi hermana… viene mi hermana María.

Quer raro me parecía todo. Al terminar de comer todos se pusieron con sus tareas, mi abuela cociendo, mi madre leyendo, mi hermano Antonio durmiendo (trabajaba de noche en la panadería), mi hermano Gonzalo en la calle sin parar de decir:

-Ha venido mi hermana… ya está aquí mi hermana María.

Yo sin saber que hacer le dije a mi abuela que si le ayudaba y me dijo:

-Toma, has este ojal aquí en este pedacito de tela.

Lo hice y me dijo que estaba muy bien.

Mi abuela era modista muy buena pero mientras que vivió mi abuelo nunca había trabajado, al morir si tuvo que ponerse a trabajar ya que en aquellos tiempos no tenían las personas mayores pensión de viuda, así que mi ayuda le vino muy bien.

Así pasé el primer viernes. El sábado era en el colegio el día que nos duchábamos y nada mas levantarme empecé a calentar agua porque en casa no teníamos ducha. Fué mi primera desilusión. En esos tiempos era raro la casa que la tenía. Lo que si había era un baño grande zinc. Cuando lo tenía todo preparado, llamé a mi hermano Gonzalo, lo desnudé y lo metí en el baño, el empezó a gritar y a decir:

-Vete al colegio, vete al colegio

Una vecina de puerta, Dolores, le decía:

-Gonzalo… ¿no tenías tantas ganas de que viniera tu hermana María?

-No… que se vaya, que se marche otra vez al colegio, no quiero que este aquí.

 El nuestra era mucho mayor

Mi madre le dio un cachete y yo le dije que el baño era por su bien y ya se tranquilizó.

El sábado siguiente nada mas levantarse me pregunto:

-¿Otra vez me vas a bañar?

A mi me hizo mucha gracia, era mi hermano chico, así lo llamé siempre, hasta que murió, no hace un año todavía.

El domingo por la mañana fuimos los tres, mi madre, mi chico y yo al colegio a ver a mi hermano Manolo. Al verme salió corriendo y me preguntó:

-¿Ya no estas en el colegio?

-No Manolo y pronto no lo estarás tu, nada mas que yo empiece a trabajar.

Mi hermano Chico le dijo:

-Yo quiero venir al colegio contigo.

Yo pensé que quizás hubiera sido mejor para el haber ido también pero era muy pequeño y no pudo ser.

Volvimos a casa y toda la tarde estuve escuchando la radio, entonces se escuchaban cosas de teatro,  telenovelas, en fin ese domingo no pude cumplir mi palabra de ir a comer al colegio.

Mi vida estaba cambiando, ya no era todo con horarios, me levantaba cuando quería y me acostaba igual. Mi madre hacia sus recados, los encargos que le hacían sus amigas. Documentos en el juzgado, empeñar joyas, etc. Seguía siendo una persona de confianza de todas las que le ayudaron cuando llegó con sus cuatro hijos y se encontró tan sola.

Ella ya lo hacia por cariño y agradecimiento a todas ellas. Siempre venia con cosas especiales para nosotros como dulces casero, azúcar, leche frita, en fin, muchas cosas que eran difícil encontrarlas, bueno, eran difíciles si no se tenia dinero.

Yo empecé a hacer punto para los niños pequeños y a coser con mi abuela pero mis pensamientos eran otros. Yo quería tener amigas, me sentía triste, deseaba que llegara el domingo para poder ir al colegio ya que a mi hermano Manolo no podía verlo nada más que cada quince días.

Una tarde vino una señora a tomar café con mi madre y mi abuela. Mi madre me la presentó:

-María esta señora es Carmen Llorens, es amiga mía desde que era joven, conoció a tu padre y a toda mi familia.

¿Os acordáis del teatro Llorens? Pues esta señora era la madre del dueño, una de las personas que ayudó a mi madre en sus malos momentos, el que le buscó el trabajo a mi hermano mayor en la panadería. Vivian también en el Tiro de Línea, nos separaba de su casa dos calles. Era una mujer muy guapa algo mayor que mi madre pero menos que mi abuela, ella me dijo:

-Me ha dicho tu madre que te gusta mucho el teatro.

-Sí, mucho…
-¿Tu te acuerdas de lo que tenían que estudiar tus padres cuando trabajaban en el teatro?

-No, era muy pequeña.

-Pues si, hay que estudiar mucho, mas de lo que te imaginas.

-Yo quiero aprender, quiero que me enseñen.

-Eso es bueno, tu madre y yo vamos hacer todo lo que podamos, todo depende de ti, el tiempo dirá.

Esta amiga de mi madre tenía dos nietas, Anita y Carmela, las nombro hoy porque después tendrán que ver mucho en mi vida.

Cuando se marchó le pregunté a mi madre:

-¿Qué ha querido decir?

-Que te va ayudar como yo.

-¿Cómo puede ayudarme?

-Escribiendo a sus amistades en el teatro, como yo. Pero primero tienes que empezar aquí en Sevilla con personas que yo conozca, tienes que aprender muchas cosas del teatro, no es lo mismo que en el colegio.

Yo no dije nada más.

Mi abuela intervino:

-Creo que como entretenimiento, sí, pero para vivir es mejor la costura.

-Yo ya he cosido bastante y sin cobrar.

Se quedaron calladas.

El domingo me levanté muy temprano, recogí la cocina, me lavé me vestí y mi madre me dió el dinero para el autobús, una peseta y cuarenta céntimos, era lo que costaba el autobús ida y vuelta.

Mi hermano Antonio me dió un duro para que tuviera algún dinero pero que debía ir sola a ver si así me espabilaba, me lo dijo burlándose de mí.

Es verdad que me daba vergüenza hasta de hablar.

El camino del colegio me lo sabía bien porque era el recorrido que hacíamos del colegio al Parque. Cuando llegué a la cancela llamé a la campana, me palpitaba el corazón. Parece mentira lo que es el cariño, cuando entre con mi madre hacía 8 años era una niña que no tenía nada mas que a su madre y sus tres hermanos, ahora era casi una mujer y con un montón de amigas a las que quería y me ilusionaba abrir la cancela.

Los domingos no trabajaba nadie en el colegio, todas estaban en el patio. Empezaron a gritar:

-María MuñozMaría Muñoz

Vinieron corriendo hacia a mi, yo abrí los brazos y empecé a darle achuchones a todas, ví a lo lejos a Sor Pilar y me fuí corriendo para darle un beso, cuando me marché no había podido despedirme de ella, me dijo que a ella le había pasado lo mismo. Me preguntó muchas cosas, se las conté y me dijo:

-Buena la armaste la última noche.

Empecé a reír y ella también.

-¿Quieres explicarme a que vino eso de Agur en la pizarra?

-Me quise despedir con dos saludos que tenia en mi memoria, el del soldado que entraba cuando mi padre trabajó para el ejercito y venía a recoger el pan… decían, Salud camaradas, mi padre me dijo que significaba hola. Y el otro que me enseñó Sor Paz un día en el recreo… Agur que quería decir adiós en su idioma, el vasco.

Sor Pilar se despidió, diciéndome que fuera con mis amigas.

Milagros y las otras me estaban esperando en un banco, entre ellas Concha Chacón, la del piano. Me preguntaron por qué no había ido el domingo anterior y me dijeron:

-Tú no sabes lo que nos paso el día que te marchaste.

Todas hablaban a la vez, no sabía a quien contestar pero miré a Chacón y le dije:

-¿Tu que haces aquí?

Era raro que ella estuviera sentada con las pequeñas, con mis amigas, ella era mucho mayor.

Me dijo:

-El día que te fuiste fue famoso en el colegio, se nos olvidó recoger todas las cosas que nos dejamos en los aseos y Sor Paz en el comedor nos preguntó a todas que quien había sido. Cuando yo me puse de pie en el banco, ninguna de las monjas se lo podían creer, Sor Paz me dijo:

-¿Chacón, tú…?

-Sí, yo. Se iba María Muñoz.

-¿Y tu tienes que dar mal ejemplo?

Chacón me contó que a eso no contestó nada mas, sólo que la llamó Sor Remedios y ella cargó con toda la culpa.

Yo le pregunte:

-¿Y como estás?

-Muy bien, contenta con estas amigas.

-¿Ves? Te dije que dejaras de hacerte la dura que mas vale el cariño que el miedo, ya veras como ahora disfrutas mas de la vida en el colegio.

Yo había comprado chucherías con el dinero que me dio mi hermano, regaliz Zara, era lo que mas les gustaba. Le conté todo lo que había hecho esos día y como estaba mi hermano Manolo, lo de la amiga de mi madre…


Después fuimos al comedor y otra vez al recreo, a las cinco me despedí hasta quince días después.

Todas me decían:

-María no dejes de venir a vernos.

-Claro que no y os contaré todo lo que me pase.

Llamé a Conchita y le di muchos besos, me despedí de todas, de las monjas y me marché.

Mi Juventud (2ª parte)

Habían pasado unos meses, todo se complicó cuando empezó a llover y todos tenían miendo a la lluvia, no habían olvidado la riada del año anterior.

Llegó la Navidad, era la primera fuera del colegio. No había grandes cosas. Mi hermano trajo de la panadería una empanada de atún y unos nidos que tenían dentro un huevo duro, todo lo había hecho él. Mi Chico no quería comérselo hasta que lo vieran sus amigos Eduardi y Paquito. Nos quedamos solos los cuatro. Antonio se fue a trabajar. En esos tiempos los panaderos solo descansaban un día entre semana, todos los días de fiestas tenía que ir, él descansaba los jueves.

Una semana antes de Noche Buena fuí  con una amiga, una vecina llamada María (Mariquita y yo María para distinguirnos) y que mas tarde sería la madrina de uno de mis hijos, la primera vez al cine y también ví por primera vez una película sonora. En el colegio los domingos que llovía y no íbamos al parque veíamos películas mudas de Charlot, que diferencia con la que esta vez ví.  Era en blanco y negro pero una maravilla, no recuerdo el título, creo que era La Loba de Batte Davis.

El día de Navidad ví a mi hermano Manolo en el colegio pero a las once me fuí  a mi colegio para ver a mis compañeras. Me contaron que la Noche Buena había sido como siempre, a las 12 la Misa del Gallo y a la cama de vuelta.

-Pues yo no fuí a la Misa del Gallo.

-¿No?

-Nó.

-Estaba con mi madre que llevaba más de 7 años si estar con ella esa noche y no podéis figurar lo que me pude reír con mi hermano chico, cantando villancicos con sus amigos por las calles del barrio. Llevaban un cántaro, una alpargata con la que daban en la boca del cántaro, pandereta, zambomba… y las letras que cantaban eran villancicos que nunca había escuchado, uno de ellos decía así:

Ayyyyy mi Sevilla cañí
Con el Guadalquivir
La Giralda galana, la Torre del Oro
Que bella ciudad…
Y su feria incomparable
Que bonita es…
El Cachorro de Triana
Y el cristo del Gran Poder
Sevillaaaaa, la de la graciaaaaa
La del salero, gentil y galana
Encierra en sus murallas a la Virgen de la Macarena
Y el barrio de Santa Cruz, el barrio brujo
Del hombre sincero
Pasean las mujeres más bonitas
Del mundo entero.

La alpargata o esparteña es un tipo de calzado  de lona  con suela de esparto  o cáñamo, que se asegura por simple ajuste o con cintas.



Este Villancico mi hermano lo cantó toda su vida el día de Noche Buena en casa, mis hijos, sus hijos, mis nietos… pero el cambiaba la letra y no decía el barrio de Santa Cruz, decía el “Barrio del Tiro Línea” donde vivíamos y claro toda la gente le gritaban:

-Ole, niños… que bonito…

Le daban dinero a todos y cositas de Navidad. Era un grupo de campanilleros de la postguerra con alpargata e instrumentos baratos pero se divertían. Mi Chico con el dinero que recogió esa Navidad pudo comprarle a nuestro hermano Manolo unos tebeos y se los llevó el primer domingo que fuimos a verlo.

También decían en cada puerta:

-Dame los aguinaldo, carita de rosa… una batatita o cualquiera cosa…

Mis compañeras todas muy atentas y con los ojos emocionadas, cambié el tema para que no se pusieran tristes, ya que ellas nunca habían salido del colegio y habían podido disfrutar de estos momentos.

Entonces le conté que había ido al cine, la película era muy bonita… todas con la boca abierta. Le expliqué donde estaba el cine. Era la avenida cuando íbamos a la Catedral, todo al final, se llamaba Cine Coliseo, ahora ya no existe y es una lastima porque era precioso.

El edificio fue proyectado en origen como cinematógrafo en el año 1924 por los hermanos José y Aurelio Gómez Millán, sobre el solar de antiguo convento de Santo Tomás. Inicialmente se llamó Cine Reina Mercedes, pero unos meses antes de la Exposición Iberoamericana  de 1929 ya era Teatro Reina Victoria, tras su reducción de aforo y ampliación del escenario, inaugurándose el día 3 de diciembre de 1931 como “Coliseo España”. (Ahora es un banco).

Les conté que las niñas iban con sus amigas, niños y niñas, todos se sentaban juntos.

Milagros me dijo:

-No me lo puedo creer.

-Pues  sí, yo tampoco me lo creía pero así es. La vida fuera del colegio es diferente.

También le conté que mi madre les estaba escribiendo a sus amigas para empezar con el teatro pero que antes tenía que hacer unas cosas.

Milagros me preguntó:

-Pero… ¿vendrás el día de Reyes?

-Claro… ¿y con Chacón como os va?

-Bien, no parece la misma, siempre esta riendo con nosotras. Sor Pilar te nombra mucho y nosotras también.

-Yo me acuerdo de vosotras todos los días.

Pensé que era el momento de marchar, me despedí  de todas y me fuí.

No se, siempre me pasaba lo mismo, llegaba muy contenta pero al marchar estaba triste.

No recuerdo si el día de Reyes volví, mi vida ya iba pasando muy deprisa y no era la rutina del colegio.

Mi Juventud (3ª parte)

Por fin llegó Abril, Semana Santa y Feria fuera del colegio. Ya tenía varias amigas y quería vestirme de flamenca pero no tenía vestido, claro que tenía a mi madre y ella a sus amigas, se lo dijo a Doña Concha y ella me facilitó todo lo que me hacia falta, me mando un collar de coral que mi madre no quería que me pusiera pero ella le dijo a mi madre que tenía mucho gusto en que yo lo llevara.

La emblemática Pasarela, ubicada en el Prado de San Sebastián, que fue durante años, la portada de la Feria 
                                                            

Me fui con mis amigas a una caseta, era la del Ayuntamiento, la caseta de los estudiantes. Mi madre me dijo que a las dos de la noche lo mas tardar tenía que estar en casa.

Llegué a las cinco de la mañana, casi nada, en el 1949 y además empapada. En el parque de María Luisa, el Ayuntamiento tenía en la Plaza de España, bicicletas para alquilar y un carro platea para luego recoger las bicis, nos subimos 4 o 5, los chicos nos llevaban paseando por toda la Plaza España y acabamos en el agua (la Plaza España tiene a su alrededor un estanque donde hay barcas y se puede pasear en ellas) allí fue donde fuimos a parar. A esas horas de la madrugada, chorreando fue como llegue a casa y claro... pillé un catarro de pronostico, estuve mas de quince días sin poder salir. Gracias a Dios el collar de coral no lo perdí. 

 El agua donde caímos todos.

Cuando pude ir un domingo al colegio me esperaban todas y empezaron a preguntarme y yo a contarle todo lo que me había pasado esas semanas.

-Mira Chacón… Hay unos anuncios que dicen que el hombre es mas hombre si fuma, de la mujer no dice nada, nosotras podíamos anunciar las mondas de patatas…

Todas se reían a carcajadas. Milagros me preguntó:

-¿Las niñas que no van vestidas de flamenca, qué hacen?

-Pues bailar lo mismo que las demás.

Le conté lo del baño en la Plaza España y Chacón me preguntó:

-¿Y tu madre que te dijo?

-Nada, se hizo la dormida cuando llegué.

-¿Y vosotras que me contáis?

-Lo mismo de siempre, ahora están preparándose algunas para ir al Instituto.

-¿A quién?

-Amelia Olmedo, María Delgado y Conchita.

-¿Conchita, qué te dije?

Cuando me lo dijo Sor Paz me acorde de ti y me puse muy contenta.

-¿Y tu, Milagros, te vas con tu madre?

-Yo creo que sí pero no se cuando.

-Pronto, ya lo verás.

Después de comer estuvimos un rato en el recreo con Sor Pilar y le conté lo de la feria, el como me pude vestir de flamenca y todo lo ocurrido.

Aquella noche de feria fue para mí inolvidable.

Mi Juventud (4ª parte)

Llegó Mayo de 1949, mi madre fue a ver a un amigo de la familia que era Director del Sindicato de Actores de Sevilla, Enrique Espinosa. Le contó mi afición por el teatro y le preguntó que había hecho, mi madre le explicó que sólo cosas en el colegio, dos obras de Pemán y alguna cosita cómica.

-María a tu hija le van a pedir mas que a otros, por ser hija y nieta de quién es... ¿piensas lo mismo que yo?

-Sí.

-Pues te aconsejo que empiece aquí en Sevilla a hacer "bolos" con alguien que tu conozcas.

En Sevilla no había academia de teatro, sólo te examinaban cuando habías hecho méritos, algunas cositas de teatro y te daban un carné de actor/actriz. Luego te buscabas un representante que al final ganaban siempre mas que los artistas, esto lo supe después. Mi madre no quería esto para mi pero de momento es lo que podía hacer.

Mi madre le dijo que le ayudara a ponerse en contacto. Emilio le dio unos cuantos nombres, Amelia y Enrique Leal, en la calle Divina Pastora, allí ensayan. Amelia vive en Camas.- ¿Los conoces?

-Sí, a ella sí.

-¿Quieres que yo le hable?... Tiene que venir por aquí el miércoles a recoger unos documentos.

-Te lo agradecería mucho.

-María, mira... que empiece con ellos unos meses, luego haré que la examinen y a ver que Compañía hay por esta zona que tu conozcas, ven la semana que viene, el viernes o el lunes, yo haré todo lo que pueda, te lo debo a ti y a Gonzalo.

-Gracias.

Cuando llegó a casa me lo contó y me parecía mentira, por fin se iba a cumplir mi sueño desde que nací, me lo habían quitado, habían roto la vida de mis padres con la maldita guerra.


A la semana siguiente mi madre fue a ver a Emilio y le dijo que el jueves fuera a la calle Divina Pastora a las cinco de la tarde. Mi madre me dio una tarjeta para Amelia y su marido y el jueves me levanté muy temprano y nerviosa, después de comer fui a mi cita.

Cuando llegué me estaban esperando, estaba el matrimonio y nueve personas mas. Amelia me presentó.

-Esta niña es la nieta de D. Manuel Ballesteros.

Hacia dos años que había muerto y aún lo recordaba todo el ambiente de teatro de Sevilla.

Entre ellos había un chico al que mi abuelo le había dirigido dos obras de teatro antes de morir, El Soldado de San Marcial y La Dama de las Camelias y le tenía un gran respeto.

La obra que estaban ensayando se titulaba Mas allá del Amor, me dieron un papelito pequeño pero muy bonito, de una niña. La verdad es que aún lo parecía, llevaba calcetines y hasta mucho después seguí llevándolos.

Cuando se terminó, yo tenía que volver a casa, me despedí hasta el próximo jueves. Aún no me había marchado, el chico al que mi abuelo había dirigido las obras, me dijo que me acompañaba y así fue, no podía imaginarme lo que me iba a pasar desde aquel día. No todo fue bueno, eso el tiempo lo diría pero mi sueño había empezado, de mi dependía. ¿O del destino?.

El jueves de la semana siguiente fue mi segundo ensayo, llegué pronto pero ya había algunos de mis compañeros y me saludaron diciendo:

-Hola... Mariquita Ballesteros.

Ese día me bautizaron de nuevo pero no dije nada.

Llegaron Amelia y Enrique, empezamos a ensayar. Yo me había estudiado mi papel y mi madre me lo había "pasado varias veces". Me dijo Amelia que iban a imprimir los programas y habían acordado ponerme Ballesteros antes que Muñoz.

-¿Qué te parece?

-No lo se, se lo diré a mi madre.


Amelia me dijo que me daría una carta para ella. Al terminar me dio la carta y me dijo que había estado bien en el papel y como la semana anterior, el mismo chico me acompaño a casa.

En el camino me preguntó cosas de mi vida, cuanto tiempo había estado en el colegio. Yo le dije que siete años.

-¿Entonces cuantos años tienes?

-Dieciocho, el 24 de junio es mi cumpleaños.

-Anda... el santo de mi padre.

-¿Y tú?

-Veintisiete, los cumplo el día 10 de enero.

-Anda ya...

-¿Por qué lo dices?

-No me lo creo.

-¿Que tenga veintisiete?

-No, porque tu cumpleaños sea el 10 de Enero, es el día de mi padre.

Empezamos los dos a reírnos.

-Me ha dicho Amelia y Enrique que tu padre era un buen actor.

-Sí.

-Tu abuelo como Director imponía mucho... ¿Y tu que has hecho en el colegio?

-Dos obras de Pemán y una cómica, Mi tía de Argentina.

-No la conozco.

-Los personajes son todos mujeres.

-Ahh ya...

Le pregunté dónde vives y el me dijo que en Castilleja de la Cuesta (Un pueblo a las afueras de Sevilla).

-¿Y vienes a ensayar a Sevilla?

-Claro. Estaba estudiando Perito Industrial pero cuando me dirigió tu abuelo me gustó tanto que lo dejé y me fui al teatro y estuve cinco años con los Picazos, ahora me voy a preparar unas oposiciones para el Ayuntamiento pero nunca dejaré el teatro.

-Yo también quiero irme con unas amigas de mi madre.

-Bueno dentro de 18 días ponemos la obra en Coria del Río... ¿ a ver qué pasa?

Llegamos al autobús y nos despedimos hasta el próximo jueves.

Cuando llegué a mi casa le dí a mi madre la carta de Amelia, decía que era muy niña y tímida, que me iba a costar mucho pero creía que era capaz.

Mi Juventud (3ª parte)

Por fin llegó el día de mi primera representación, mi debut en el teatro de adulto, Mas Allá del Amor. Estaba citada en un bar en la Alameda, Las Maravillas, yo como es normal no sabía ir y no me preguntaron si sabía llegar. Mi madre me indicó como llegar, el tranvía y las calles pero al final acabó acompañándome ella hasta la calle Cuna, allí me dejó para que yo llegara sola, me dijo que luego alguien me acompañara.

 Bar Las Maravillas de Sevilla

Llegué y ya estaban Amelia, Enrique y algunos más. Nos fuimos todos para el Barranco que es de donde salía el tranvía para Coria del Río, cuando llegamos al teatro empezaron todos a sacar su ropa y a colgarla. Mi abuela me había hecho una falda de flores, un delantal y un pañuelo para el cuello, también unas alpargatas con cintas blancas para atarlas a las piernas, todo estos detalles fue idea de mi madre que conocía la obra, ahhhh y dos trenzas, así parecería mas niña. Me vestí, fui a que me viera Amelia, me lo había indicado mi madre, la Directora debía dar su visto bueno si estaba todo correcto. Todos empezaron a decir que estaba bien y que tranquila.

La obra tenía que empezar a las diez, era Feria en el pueblo. Eran las diez y treinta cuando empezaron a llegar algunas personas, al final empezamos cerca de las once y a las doce era la hora del ultimo tranvía a Sevilla, lo perdimos y tuvimos que volver andando o esperar hasta las cinco que salía el primero.

Lo mas recto para volver era seguir los raíles del tranvía, así lo hicimos. Llegamos al Barranco más o menos a la misma hora que si hubiéramos esperado en el pueblo la salida del primer tranvía, muchos así lo hicieron pero los más jóvenes teníamos ganas de risas y no nos importó (10 o 12 km). 

Edifico de Naves del Barranco, antigua lonja para la venta de pescado, constituye junto al puente de Triana y la antigua estación de Plaza de Armas, uno de los escasos ejemplos de la arquitectura de hierro de Sevilla, un estilo que nació a mediados del siglo XIX y que se basa en una combinación de hierro y cristal. Es en 1.861 cuando el Ayuntamiento de Sevilla toma la decisión de construir un lugar moderno para la recepción y venta de pescado, siendo en 1.876 cuando se encarga el proyecto a Portilla White y Cía. La obra se acabó definitivamente en 1.883 bajo la dirección del arquitecto municipal José Sáenz López.

Mi primer sueldo fueron quince pesetas, tres duros, no era mal sueldo para la época, yo estaba muy contenta porque todos me habían felicitado. Cuando llegamos a Sevilla me acompañaron al autobús el chico de todas las noches, Francisco, y Jesús el hijo de Coral Domínguez (actriz cómica sevillana que trabajaba en la radio). Quedamos el próximo jueves para ensayar, ellos me recogerían. Cuando llegué a mi casa mi madre estaba esperándome muy preocupada, le expliqué que había pasado y lo comprendió. Quizás otra madre que no conociera el mundo del teatro no lo hubiera comprendido. Pero que suerte tenía yo con la madre que había tocado, ella por amor a mi padre lo soportó y lo dejó todo y siempre decía, que pese a todo lo pasado, si volviera a nacer volvería a casarse con Gonzalo Muñoz.

Mi hermano Antonio se enfadó con mi madre, decía que esas no eran horas de una jovencita volver a casa, el prefería que me pusiera a trabajar en otra cosa. Mi madre le dijo que ya trabajaba en casa cosiendo con mi abuela y si me gustaba ella no me lo iba a prohibir, ya bastantes años había estado privada de libertad. Esto me lo contó mi amiga María, mi vecina, ella había escuchado la conversación. 

Yo estaba muy contenta esperando que llegara el día para ensayar. Al día siguiente de la representación después de contarme mi amiga lo que había escuchado, por la tarde vino a casa la amiga de mi madre Carmelita Llorens, la que tanto le ayudó en los malos momentos, le conté todo lo que había pasado la noche anterior y se rieron mucho ella y mi madre, me dijo:

-De estas cosas te van a pasar muchas, así veras si te gusta el teatro o no, es sacrificio, nervios, estudios de noche, preocupación por la ropa que tienes que ponerte, en fin, ¿es lo que te gusta? Pues adelante con tu sueño, tu madre y yo aquí estamos para ayudarte.

Después supe que habían escrito a varias amigas, Aurora Redondo y Alfallate, le habían contestado que querían ayudarme pero que necesitaba dos uniformes de doncellas, uno negro y otro marrón, zapatos, ropas de calle, total mucho dinero para ropa, mi madre no lo tenía y no me dijo nada.

Hasta el día del ensayo mi vida fue rutina, coser, punto… Los chalecos de primera postura de uno a tres meses, poniendo yo la lana los cobraba a ocho o nueve duros, tenía que cambiar de dibujo pero me gustaba y venia muy bien el dinero en casa.

Llevo mucho tiempo sin hablar de mi Chico, ya tenía diez años y era calantero, la mayoría de los días no iba al colegio, mi hermano Antonio le buscó el trabajo con un amigo que tenia una calentaría, así no perdía el tiempo. Por la tarde iba a la parroquia de Santa Genoveva, del barrio, allí daban clases a niños y los preparaban para la primera comunión. En casa todo estaba tranquilo, al menos no pasaba nada fuera de la normalidad.

El domingo fuimos a ver a mi hermano Manolo al colegio, el  Chico estaba trabajando, cuando llegamos estaba esperando y lo vimos muy triste, a mí se me ocurrió decirle:

-Manolo… ¿quieres que el viernes que viene vengamos mama y yo a por ti y no vuelvas mas?

Me miró y los ojitos se le llenaron de lágrimas, mi madre le dió un beso y yo cambié de tema. Le conté las cosas que estábamos haciendo, estuvimos con él toda la tarde nos despedimos y el dijo:

-Adiós… hasta el domingo.

Yo le dije:

-No Manolo, hasta el viernes por la mañana.

El se vino hacia mí y me dió un fuerte abrazo.

Cuando íbamos de vuelta a casa mi madre me riñó… ¿Por qué le has dicho que vendríamos el viernes, sin antes decírselo a tu hermano Antonio?

-Porque ya está bien mama… ya no tiene que estar más tiempo en el colegio, o tiene que empezar el bachiller. El que debe ir al colegio es el Chico, hace lo que le da la gana.

Mi madre se quedó callada y no hablamos más del tema.

Cuando llegamos a casa, se lo contamos a mi hermano Antonio y le pareció bien, el llevaba mas de cuatro años sin verlo.

El viernes a las nueve de la mañana llegamos al colegio, le dimos la ropa a la portera y cuando estábamos esperando salió Sor Josefina, nos saludó, nos dijo que estaba contenta porque nos lo lleváramos pero que ella se quedaría muy triste porque desde el primer momento le había cogido mucho cariño. Sor Josefina es la que siempre nos ayudó a poder vernos en nuestro encierro en el colegio y la que siempre me informaba de cómo estaba mi hermano. A mi me dió un beso, me preguntó si iba por el colegio, le dije que sí y  también le expliqué que estaba cosiendo con mi abuela, del teatro no le conté nada, nos despedimos y nos fuimos los tres para casa.

Al llegar me dí cuenta que mi hermano estaba como yo los primeros días, asustado de todo y extrañado pero el me tenía a mi y a mi madre que era la mas buena de este mundo.

El jueves me lo llevé al ensayo, en noviembre cumplía 13 años y Francisco nos acompañó al autobús, desde ese momento fueron grandes amigos.

La obra que empezamos a ensayar era Cancionera de los Hermanos Álvarez Quintero, mi papel era Maricuela, en verso y como era natural, quien me ayudó a estudiarlo fue mi madre y en pocos días ya me sabía el papel.

Mi Juventud 6ª parte

No sé si por casualidad o porque Dios lo quiso, el miércoles siguiente Francisco llegó acompañado a los ensayos de una de sus hermanas, Adela, era la pequeña, doce años menor que él. Era una niña muy guapa y graciosa, cantaba bien pero era muy embustera en las letras, decía lo que le daba la gana. Tenía, tiene, los ojos verdes como su hermano. Nos hicimos muy amigas, a ella también le gustaba el teatro pero no tenía mucha afición, le gustaba mas cantar. En su familia no había nadie que se hubiera dedicado al teatro, solo su hermano Francisco y por su destino, según decía él. Toda la timidez que yo tenía a ella le faltaba, le decía las verdades a todos…

-Que bien has estado… has estado mal, te has equivocado…

A mí siempre me decía:

-No te calles cuando algo no te guste… ¿para qué tienes la boca?

En fin, la semana antes de mi cumpleaños, vino a mi casa a conocer a mi familia, se quedó encantada con mi madre, toda su vida la ha recordado con muchísimo cariño.

 Día 24 de junio"Hogueras de San Juan"

El día de mi cumpleaños fuimos al cine los cuatro, Francisco nos convidó. Mi hermano Manolo era la primera vez que iba al cine. Cuando llegó a mi casa se lo contó a mi madre, le dijo:

-He visto una película muy bonita mama, estoy muy contento...

Para él empezaba otra vida, comenzó a trabajar en una farmacia del Tiro de Línea (nuestro barrio), el dueño se llamaba D. Enrique. Mi madre ya tenía otra vez en casa a sus hijos y parecía que le volvían las ganas de vivir. A mí me extrañó que todos los viernes tuviera que ir al centro de Sevilla, le pregunté:

-¿Dónde vas?... ¿Quieres que vaya yo?

-No… voy al Gran Poder, es una promesa que hice, le dije que cuando estuvierais los cuatro juntos otra vez no dejaría de ir a darle las gracias todas las semanas.

 Gran Poder de Sevilla (mi madre llevó un "hábito" como este muchos años)

Fueron cuarenta viernes seguidos, con frío, calor, nunca la escuché quejarse por nada, lo único que decía cuando algo iba mal era: “Mañana será otro día”. Siempre tuvo mucha fe.

¿Recordáis a Doña Concha, la señora que me prestó el traje de flamenca y el collar de coral?

Esta señora tenía un sobrino que en esos días estaba haciendo el servicio militar. Tuvo un problema grande con un militar de alto grado y le condenaron a pena de muerte. Doña Concha le dijo a mi madre si la podía acompañar a un recado y mi madre como siempre, le dijo que sí.

 Puente de Triana

Fueron a Triana, a una casa de vecinos, donde vivía una señora que se llamaba Aniceta, estaba en la cama y por lo visto era vidente. Esta señora no cobraba nada, solo una limosna. Mi madre llegó y se sentó en una silla en un rincón, Doña Concha al lado de la cama. Empezó a contarle su problema, después de escucharla se quedó callada un buen rato y le dijo: -La cosa esta mal para su sobrino pero veo una luz que puede salvarlo, tenga esperanza-.

Doña  Concha le metió dinero debajo de la almohada y cuando ya se marchaban, Aniceta le preguntó a mi madre:

-¿Y tu, hermana, no tienes nada que preguntarme?

Mi madre no tenía idea de preguntar nada porque no sabía cuando salió de casa ni a lo que iba.


Aniceta le dijo:

-Tú tienes un problema… no sabes lo que hacer con tu hija. Pero sabes lo que ella quiere, tú conoces el problema… déjala, ella sabe bien lo que tiene que hacer y tiene muy buena protección,  todo le va a salir bien.

 Casa de vecinos

Cuando salieron de allí Doña Concha tenía mas fe en Aniceta por lo que le había dicho a mi madre que por lo que le dijo de su sobrino, ella si le había contado lo que sucedía pero mi madre no abrió la boca.

A los tres meses el sobrino de Doña Concha fue indultado, le valió mucho que era hijo de militar.

Doña Concha nos invitó a merendar y me contó todo esto, yo no me lo podía creer y mi madre fue la primera vez y la única que la escuché jurar por mi hermano mayor, el que murió, me dijo que todo era verdad. Doña Concha me dijo que su modista ya me estaba haciendo dos uniformes de doncella y unas cuantas cosas mas, yo no salía de sorpresa en sorpresa.

-Mama… ¿tú que piensas de todo esto?

-No sé… es la primera vez que vivo una experiencia así. Nunca he creído en estas cosas, yo no le pregunté nada, ella lo dijo todo, así que, cuando llegué el momento y estés preparada, ya veremos.

El jueves cuando fui al ensayo ya estaban casi todos allí. Los dos que no conocíamos Cancionera éramos Jesús y yo. Él, su madre Coral Domínguez, que hacía el papel de Cinta Romero, una señora de teatro y que  trabajaba en la radio, le había ayudado en el papel y a mí, mi madre, cuando todos nos vieron actuar se quedaron asombrados, les gustó mucho.

La semana siguiente estrenamos la obra en un pueblo próximo donde viví parte de mi niñez después de la guerra, Dos Hermanas, al lado de Bellavista.

Mi Juventud 7ª parte


Llegó el día de la representación de la obra de teatro en Dos Hermanas. Fue diferente que en Coria del Río, allí si empezamos a la hora que estaba anunciada y todo salió bien. El próximo sitio al que íbamos era Carmona y la obra Dueña y Señora (autor Adolfo Torrado). Yo representaba otra niña joven y tenía 15  días para estudiar el personaje pero no podía dejar pasar más fines de semanas sin ir al colegio y busqué el tiempo para hacerlo.

Esta foto es de una representación de "Dueña y Señora en 1976" el grupo que en esos momentos dirigía mi marido, en ella también ectuaba una de mis hijas en el mismo papel que yo hice en 1949.

Hacia más de mes y medio que no iba, cuando llegué me llevé una sorpresa, mi amiga del alma Milagros ya no estaba, el jueves había ido su madre por ella, me dejo una carta que decía:

“María que pena no poder verte ¿por qué no vienes?... te echamos de menos. Ya no podré verte hasta que Dios quiera, quizás nunca más porque me voy con mi hermana Amparo a Barcelona, está allí trabajando, yo te escribiré cuando esté allí y te mandare la dirección… No me olvides porque te quiero mas que a nadie del colegio y quizás  mas que a mi familia. Milagros.”

Yo me quedé unos momentos sin decir nada, igual que hoy cuando lo estoy escribiendo porque no he vuelto a saber de ella nunca mas, que pena.

Desde ese momento empecé a tener nuevos amigos y a perderlos.

Concha Chacón me sacó de mis pensamientos –Ehh, estamos aquí-

Le pedí disculpas y ya les dediqué atención.

-María que diferencia del día que tu te fuiste, todo fueron risas, castigos… el día que se marcho Milagros todo fue llanto, todas llorando hasta las monjas, ellas decían que se iban las mejores, las mas revoltosas, las que daban vida al colegio.

Eso lo dijo Sor Pilar a todas.

Yo les pregunté:

-¿Y Conchita?

-Está estudiando en Triana, en la Casa de Socorros.

-¿Y Sor Pilar?

-Creo que está con Sor Antonia en el Obrador.

-Vamos a verla.

-No María, no quieren que las molesten.

-Y a mi ¿qué?

Nos fuimos unas cuantas, llamamos y salió Sor Pilar:

-Hola… dije yo.

-Mira… la hija prodiga… contestó ella.

-¿Cómo estas?... muy bien supongo porque no vienes por aquí.

-Si estoy bien, cosiendo con mi abuela.

-Y..¿Nada más?

-Empezando algo de teatro con unos amigos de mi familia.

-¿Los conoce tu madre?

-Sí y mi hermano Manolo ya está trabajando en una farmacia y mi Chico en una calentaría, mi madre está muy contenta.

Aquí quiero hacer una parada para explicar a lo que me refiero cuando digo Calentería, he tenido algunas preguntas sobre ello. En Sevilla a las churrerías se le llama así, es el sitio donde se venden churros, aquí llamado calentitos.

Sor Pilar me preguntó:

-Y tú, ¿lloras o rezas? Como te dije una vez que debías hacer para ayudar a tu madre. ¿Te acuerdas?

-Sí, me acuerdo.

-Pero entonces eras una niña asustada, dolorida por la situación de tu madre y de tus hermanos pero ahora ya eres una mujer y tienes que ser tu la que debes que cuidarte, ¿dónde te metes, qué quieres hacer con tu vida?.

-Sor Pilar, si lo dice usted por el teatro puede estar tranquila, son personas muy cultas, matrimonios con hijos, jóvenes educados, uno de ellos conoció a mi abuelo y todos los días me acompaña a mi casa, es mucho mayor que yo, su hermana ya ha conocido a mi madre, esté usted tranquila… ¿Qué me ha dicho Chacón, ahora se aburren porque todas las niñas son muy buenas?

Sor Pilar y Sor Antonia, se empezaron a reír y me dijo:

-Anda bicho, eres un bicho. ¿Te quedas a comer?

-Claro... si no me envenenan con su comida.

Sor Pilar me miró muy seria, le dije:

-Es una broma… ¿Qué ha sido de su sentido del humor? Esta usted vieja hermana mía jajajajaja.

-Como te coja te enteras.

Recogimos las cosas y nos fuimos al comedor, ya estaban allí todas las niñas, Sor Paz y Sor Josefina, las saludé y me senté con las mayores, me saludaron y empezaron hacer preguntas, no sabía a quien contestar y Sor Paz nos mandó callar y nos dijo que ya hablaríamos en el recreo.

En el recreo a todas les conté lo que estaba haciendo, ellas me contaron que se iban en esos días para Chipiona y que muchas de las mayores ya empezaban a trabajar en Septiembre en el Ayuntamiento de limpiadoras y en la Casa de Socorros del Prado de San Sebastian ayudando con la costura.

Me despedí de todas y cuando llegué a Sor Pilar me dijo al oído:

-A ese joven lo quiero conocerlo yo...

Cuando llegué a mi casa le dije a mi madre que todo me parecía raro ya en el colegio, las niñas y los temas de conversación. Mi madre me dijo que era normal porque ya tenía otra vida, otras relaciones y que aun tenía mucho que aprender y vivir.

Por la tarde me fui con mi hermano Manolo al Parque de Mª Luisa, en la Glorieta de los Hermanas Álvarez Quinteros me esperaba Francisco para estudiar el papel, luego nos íbamos a la glorieta de Becquer a leer poesía. En la glorieta de los Quinteros había libros que se podían leer, ya no los hay hace muchos años.


La Glorieta de los Hermanos Alvarez Quinteros, se puede ver donde se colocaban los libros, ahora vació.


Esta era mi vida en Agosto de 1949, ya estaba llena de ilusiones y esperanzas.

Os dejo una de los primeros poemas que me aprendí de Becquer esas tardes en el parque:

Alguna vez la encuentro por el mundo
y pasa junto a mí;
y pasa sonriéndose y yo digo:
¿Cómo puede reír?
Luego asoma a mi labio otra sonrisa,
máscara del dolor,
y entonces pienso: —Acaso ella se ríe,
como me río yo.

Si no habéis leído nada de Becquer os lo recomiendo.

Este lugar es otro de esos rincones de postal que si visitas Sevilla puedes llegar a dejar pasar por alto y que sobre todo, si vas en pareja, no debes dejar pasar. Descansa en alguno de sus bancos frente por frente del enorme sauce llorón que se eleva sobre las 3 jovenes damas en mármol blanco que representan el "amor ilusionado”, el “amor poseído” y el “amor perdido” dando forma a la rima de Becquer de "El amor que pasa". 

Mi Juventud 8ª parte

Iban pasando los meses y mi vida seguía adelante, ayudando en casa, los ensayos y sobre todo mi amistad con Francisco.
Francisco y yo nos veíamos casi todos los días y dónde ensayabamos y nos aprendíamos los papeles que íbamos a representar era en el Parque de Mª Luisa, nos cogía cerca de mi casa y además era un sitio precioso para pasear las parejas.
Os voy a contar una cosa que nos pasó una de esas tardes, serían las ocho. Estábamos ensayando un Sainete de los Hermanos Alvarez Quinteros que se titula "El Chiquillo". Trata el Sainete de un matrimonio joven que esperan un hijo, el marido es torero y en una de sus vueltas a casa ella le cuenta que está embarazada. La alegría de él es muy grande y empiezan ya a discutir como le van a llamar a lo que venga, si es niño o niña, si Manolillo o Manolilla, ella por supuesto dice que Manolilla, él que Manolillo, la discusión va a mas, no sólo es ya por el sexo, ni el nombre si no que también el colegio donde iría, la novia que tendría... 
De pronto, detrás de un árbol del banco donde nos encontrábamos sentados, salió un policía muy enfadado, le dijo directamente a Francisco:
-¿No te da vergüenza decirle esas cosas a tu novia?
A mí también me echó una buena reprimenda:
-Si estas embarazada, por qué no te callas y tienes vergüenza, no vengas al parque a discutir de cosas tan delicadas.
 Uno de los bancos del Parque Mª Luisa, detrás árboles... ¿Por qué se escondían allí los policías?
Nosotros nos mirábamos y no podíamos hablar, con los libros en las manos y el chillando cada vez mas que no teníamos vergüenza, nos llevaba detenidos por inmorales... Yo empecé a reírme y me llamó de todo... Entonces es cuando Francisco reacciono y le dijo que estaba equivocado, sólo estamos ensayando un Sainete de Teatro.
-Si... si, teatro.
Llegó otro policía y le contó lo que pasaba, este si nos escuchó algo mas y nos dejó explicarle lo que estábamos haciendo, Francisco le mostró un programa del Teatro San Fernando dónde venían nuestros nombres y apellidos, también la fecha del próximo domingo para la representación.
El segundo policía se disculpó y le dijo al compañero:
-Anda... vamos, dejemos a esta pareja tranquila.
Esta era la policía que en aquellos tiempos teníamos y lo poco que escuchaban a los jóvenes, bueno, quizás igual que hoy.
Este episodio lo hemos recordado muchas veces y a todos los compañeros se lo contamos nada mas llegar el día siguiente de ensayo, ya os podéis imaginar la guasa de todos.
El día 15 de Agosto fuimos a Carmona al teatro Cerezo, representábamos Dueña y Señora. El día 8 de septiembre me examinaba para el carné de actriz. Me pedían representar dos piezas, una cómica y otra dramática. La cómica fue: "Chiquita y bonita" de los Hermanos Alvarez Quinteros. La dramática la primera escena de la taberna de Don Juan Tenorio de Zorrilla, el personaje era Butarelli. Me costó mucho era en castellano y en verso, aunque ya estaba acostumbrada al verso por las de Pemán, gracias a mi madre que se pasó muchas noches ensayando conmigo el personaje. Por fin tuve mi carné de actriz, todo iba bien, sólo tenía que esperar a ver como sucedían las cosas y lo que Dios me tenía reservado en mi vida.


El Teatro Cerezo de Carmona se levanta a las afueras del antiguo núcleo amurallado de la ciudad, muy cerca de la Puerta de Sevilla con su fachada principal al Paseo del Estatuto.
Proyectado por el arquitecto Julián Otamendi en 1934 y con la colaboración de José Enrique Marrero, el teatro responde al encargo realizado por Bernardo Enrique Cerezo para una obra que se llevaría a cabo entre los años 1931 y 1934. 


La hostería de Cristófano Buttarelli: Capítulo VIII: Don Juan Tenorio

Mi Juventud 9ª parte

El día 12 de septiembre era mi santo. Fui con mi madre a recoger al sindicato de actores mi carnet y Emilio Espinosa le dijo a mi madre que era de “meritoriaje”, tenía que trabajar 18 meses en una Compañía de Teatro y entonces me darían el de profesional. Fue un bonito regalo el que tuve ese día.
Otro de los regalos fue que Francisco iba ese día a casa para pedirle mi mano a mi madre... muy cursi ¿verdad? jajajajaja, así eran entonces las cosas.
Mientras ellos hablaban yo me fui a casa de una amiga y cuando terminaron nos fuimos los dos a dar un paseo, lo que hacíamos todas las tardes cuando no teníamos ensayos y que Francisco no trabajaba.
El había sacado unas oposiciones en el Ayuntamiento, tenía su puesto de trabajo en la Estación de Autobuses del Prado de San Sebastian.

Cuando esa noche volví a casa le pregunté a mi madre que había estado hablando con "Adorna", era su apellido. Desde ese día ya nunca mas le volví a llamar por su nombre y para todo el mundo era Adorna.

                                               Teatro Villamarta de Jerez de la Frontera

Ya os conté que la última representación que hicimos fue en un teatro de Carmona, me alegre de ver que mi memoria aún funciona bien, me acordaba del nombre del teatro y lo mas importante es que todavía existe, han cerrado muchos teatros en España y este no y muchos son obras de artes, como el Falla de Cádiz, el Villamarta de Jerez, etc.

                                                             Teatro Falla de Cádiz
Volvemos a mi vida, ya tenía un carné de meritoria y un novio, mi madre muy contenta. Yo estaba ilusionada pero con miedo porque no sabía lo que era tener novio, hasta entonces había sido amistad y teniendo en cuenta que Adorna me llevaba 9 años. 
¿Seguiría así toda mi vida?. ¿Sería con esa vida feliz?... ¿Mi ilusión del teatro, qué podía pasar?... Él tenía un trabajo fijo para toda la vida pero yo qué podía hacer, ¿trabajar limpiando en una fabrica, cosiendo...? No... Yo quería trabajar en el teatro y… ¿estaría dispuesta a renunciar a mis sueños?. Todo el mundo daba por seguro que en poco tiempo nos casábamos.
Cuando empecé en el mundo del teatro, en mi barrio El Tiro de Línea en la calle Morón, vivía otra joven que también empezaba, era unos años más pequeña y le gustaba mucho la copla. Estudiaba en la academia de Adelita Domínguez y se llamaba Encarnita Polo. Yo conocía a toda su familia. Hicimos algunos bolos juntas, yo en la obra de teatro y ella al final de la obra cantaba y otras bailaban como un fin de fiesta.

Todo este tiempo fue rutina, llegó el 4 de octubre, día de San Francisco de Asís. Fuimos al cine y recuerdo que fue el día que le dí a Adorna mi primer beso, él me lo pidió, eso ni fue beso ni nada de nada. Hoy pienso que pena de juventud de mi época, todo era pecado. La sociedad era muy puritana y hipócrita, nosotros nos conformábamos con poca cosa, al menos lo intentábamos. 
Adorna y yo con nuestros paseos por el parque, los ensayos, leer y recitar poesía, nuestros bolos por los pueblos cercanos y reunirnos de vez en cuando en el bar de las Maravillas, ya os he hablado de ese bar.
Este sitio era para nosotros como un periódico, allí nos enterábamos de lo que pasaba en el mundo del teatro, se reunían muchos actores, los estrenos de Madrid, las Compañías que estaban por Andalucía.
Con todo esto que os cuento quiero aclarar que mi juventud fue más feliz que mi niñez al menos más culta y rica en valores humanos. Yo sólo me limitaba a escuchar, se hablaba de política, de censura en el teatro... Me acuerdo de una noche con el teatro casi lleno nos prohibieron representar "Juan José" de Dicenta porque en un momento Juan José le dice a Rosa: "Tú eres para mí como la Virgen que está en el altar"... por esa frase suspendieron la obra. De estas anécdotas tengo muchas que ya os iré contando. 
Tenía muchas ganas de que llegaran las navidades de 1950, ver a mi Chico cantar sus villancicos, ya habían empezado a ensayar y sobre todo vivirlas con mi familia y Adorna aunque no sabía si el podría estar con nosotros porque además de trabajar en la Estación de Autobuses había empezado en el cuadro de actores de la radio.
En fin, mi vida dio un cambio como era natural, pasé en poco más de un año de ser una niña interna en un colegio y tener miedo a todo a ser una mujer con una posible boda a la vista.


Mi Juventud 10ª parte

Hoy quiero empezar con un recuerdo de mi madre y mis hermanos, hace muchos días que no hablo de ellos. 

Todo seguía por buen camino, mi madre estaba bien, tenía a sus hijos con ella y cada uno con su vida. Mi hermano Antonio, el jefe de la casa, mandón y autoritario, como el mayor. Mi hermano Manolo en su farmacia, muy querido y muy formal como fue toda su vida. Mi Chico ahora ya no era "calentero", ahora era lechero, como fue toda su vida jajajaja (en Sevilla, un niño lechero es el que da mucha guerra). Mi abuela seguía con su costura y yo le ayudaba por las noches. 

Un día mi hermano Antonio tuvo una idea... ¿os acordáis cuando en mi niñez encontré en una de las casas, una cesta con ovillos de lanas y mi hermano Antonio me hizo unas agujas con unos radios de bicicleta?... ahí empezó mi afición por hacer punto. Pues una tarde se le ocurrió hacerle un arco con flechas a mi Chico y no tuvo otra idea que utilizar también radios de bicicleta para las flechas. El Chico empezó a tirar las flechas en el jardín de la entrada de casa y una rebotó y se le clavó a mi hermano Antonio en un tobillo, estuvo quince día de baja en la panadería (en esta vida parece que las cosas se repiten y muchos años después uno de mis nietos también nos hizo pasar un mal ratito con otro arco y flechas ya no de bicicleta).
En esos días de baja en su trabajo en la panadería hubo un problema con los patrones. El patrón llamó a la guardia civil porque tenía la sospecha de que los trabajadores se llevaban pan. Por la mañana lo registraron a todos y efectivamente, unos llevaban dos piezas, otros tres... mi hermano no estaba pero enviaron a un compañero a por él, cuando llegó a la panadería el guardia civil interrogaba al maestro de pala que había sido para mi hermano como su padre. Cuando vió que lo interrogaban y empujaban para que dijera quien de los trabajadores se llevaba el pan, mi hermano le dijo que él no tenía culpa ya que todos se lo llevaban pero que no le pegaran mas y preguntaran a todos si es que eramos culpables pero que tuvieran en cuenta que él estaba de baja y habían ido a su casa a buscarlo.

 Maestro de Pala

El guardia civil se quedó mirándolo y le dijo: ¿Qué pasa, tú eres el mas valiente?... No se que pasó mas pero si que desde ese día todos los trabajadores, ocho en total, se pusieron de acuerdo para no sacar mas pan de cada saco de lo que mandaba la ley, entonces el pan estaba racionado.

Pero... no pasó mucho tiempo cuando el dueño volvió a pedirle al maestro de pala que por favor volvieran hacer mas piezas de cada saco y que podían llevarse ellos también, según parece se estaba arruinando cuando ya hacían el pan obligatorio.

Cuando todo esto ocurrió mi madre se puso en contacto con un abogado amigo de mi abuelo, él fue quien le aconsejo a mi hermano que exigiera al patrón un kilo de pan al día ya que entraba en convenio de su trabajo.


En fin, mi madre iba viendo día a día que sus hijos iban viviendo su vida y poco a poco buscaría su camino.

-¿Yo... como estaba?

Además de coser con mi abuela todo iba igual, los bolos, los ensayos... Aquél domingo quedé con Adorna para ir al colegio y también venía mi hermano Manolo, tenía muchas ganas de ver a Sor Josefina.

Llegamos y a las monjas le gustó mucho Adorna, sobre todo a Sor Pilar, no se lo que hablaron pero sería bueno,  Adorna salió muy contento y prometió que volveríamos mas a menudo, lo que no pude hacer porque las circunstancias me lo impidieron.

 Sor Pilar


Siguió mi vida todo igual, lo que os conté de mi casa y de mi madre... ella era feliz viendo que todos estábamos juntos, a mí no llenaba del todo, me aburría. Mi vida estaba planificada según la época, la costura... el novio... la casa... mis hermanos, Manolo nos acompañaba a todas parte, en fin, muy bonito pero yo quería travesuras como en el colegio, amigas que apenas tenía con quien reírme... ¿a quien contarle lo de mi novio?... 

De teatro cada vez hacíamos menos cosas, Adorna por su trabajo y la radio no tenía apenas tiempo para ensayar, tenía que descansar.
Llegaron las Navidades, la Nochebuena Adorna pudo pasarla en casa con nosotros, yo iría a su casa al día siguiente. Su familia ha sido para mí muy querida, llegaron a ser mi familia. Con ellos me aburría al principio porque no sabía que hablar en cambio Adorna si hablaba mucho con mi madre, de actores, de libros, de mi abuelo... del mundo del teatro. Yo en cambio en la suya el teatro no podía nombrarlo porque su familia temía que pudiera irse otra vez y perder el trabajo que tanto le había costado conseguir. Menos mal que una de sus hermanas, de la que ya os hablé, Adela, conoció a mi madre y sabía que clase de persona era aunque hubiera sido actriz.

Adorna tenía 5 hermanos, bueno tuvo seis a uno de ellos lo mataron el segundo día de la guerra. A él y a seis mas del  pueblo Castilleja de la Cuesta, tenían casi todos unos 19 años. Hoy sólo sabemos de ellos que tienen una barriada dónde las calles tienen sus nombres en el pueblo, nunca hemos sabido dónde están sus cuerpos (seis de los muchos que no se saben donde están enterrados).
 Calle Real de Castilleja de la Cuesta, es muy conocida la celebración del Domingo de Resurrección
 Mis suegros eran buenas personas, se llamaban Trinidad y Juan, como en todos los pueblos los conocían por un apodo "los Canelas" y era porque en la familia de mi suegro todos eran muy rubios y ojos claros, azules o verdes. Adorna  los tenía verdes.

Si en mi casa mi madre había pasado por la muerte de un hijo con 18 años, en la de mis suegro mi suegra también había pasado por lo mismo y como mi madre, aún siendo muy distintas, nunca eran felices aunque nos tuvieran a todos alrededor, siempre les faltaba algo para no ser feliz.

El miedo de mi suegra era que Adorna se volviera al teatro y perder el trabajo porque en esos momentos era uno de los que le ayudaban económicamente, mi suegro trabajaba en la Fabrica de la Cartuja pero eran muchas bocas para alimentar.

En fin, esta era mi juventud y la de muchas chicas de los años 50, teníamos muchos hermanos, una madre viuda, sólo un vestido y unos zapatos para salir. Yo tenía suerte porque mi abuela de cualquier trozo de tela me hacía cositas y yo con el punto también me ayudaba mucho al igual que a mis amigas.

Yo esperaba con mucha ilusión estas Navidades, eran las primeras que pasaba con Adorna pero fueron aburridas, no como tantas otras y sobre todo, aún estando encerrada, la primera que pasé en el colegio.

Era feliz, quería a mi novio, veía a mi familia contenta pero...


Mi Juventud 12ª parte.

Que largo es un año haciendo siempre lo mismo y sin nada que te guste del todo, escuchar la radio, coser, ir al cine de vez en cuando siempre acompañados por la hermana de mi novio y mi hermano… así iban pasando las semanas y los meses.
 Llegaron otras Navidades, igual que las del año pasado, Noche Buena en mi casa y Navidad en la de Adorna, sólo había una novedad ir por la tarde todos los amigos al bar Las Maravillas, unos cuantos del grupo de teatro y mi cuñada Adela. Cuando llegamos estaban esperando, felicitaciones, besos, novedades. 
El día 28 de Diciembre teníamos una nueva representación en Los Palacios, un pueblo muy cerca de Sevilla. 
Yo miré a Adorna y dijo que pediría permiso en el trabajo pero que sería muy difícil, su hermana Adela intervino y dijo: 
 -Para mi hermano lo principal es su trabajo y no el teatro… 
Adorna se quedó callado, yo también. 
Siguieron las bromas y uno de ellos dijo: 
 -Estos dos tortolitos están muy enamorados, dentro de nada se nos casan. 
 Yo empecé a reírme pero me duró muy poco la risa porque mi cuñada volvió a decir:
 -Mi hermano mientras viva mi madre y yo esté soltera… no se casará, me lo ha jurado. 
 Todos nos quedamos callados, él también. 
Yo rompí el silencio: 
-Yo voy a Los Palacios, conmigo podéis contar. ¿Cuándo nos vemos para ensayar? 
 -El jueves… Me dijo Miguel Roldan… a las seis de la tarde nos vemos. 
Cuando terminamos de merendar nos marchamos para mi casa. Mi cuñada me dijo: 
 -¿Por qué has dicho que vas a ir a Los Palacios si no puede ir mi hermano? 
-Porque yo si puedo ir. 
Adorna dijo: 
 -María mañana nos vemos donde siempre. Nos despedimos con un beso y me subí al autobús camino de casa. Ellos se marchaban para el pueblo. 
 Cuando llegue a mi casa iba llorando, hacia mucho que no lloraba, desde que estuve en el colegio. Este llanto no era de pena por la falta de mi madre y mis hermanos, era de rabia, de mujer dolorida. Así pasé toda la noche. 
 A la mañana siguiente mi madre me notó algo. 
 -¿Qué te pasa? 
 -No lo sé… No hablamos más en ese momento. 
Por la tarde a las seis me marché para el parque, al salir me dijo mi hermano Manolo… ¿voy contigo?... no, le dije yo. Mi madre me miró y él se quedo muy serio mirándome, yo me marché al encuentro de Adorna.
 Cuando llegue al Parque no estaba Adorna, miré que venía a lo lejos, me senté en uno de los bancos de la Glorieta y espere a que llegara. 
 -Hola… 
 -Hola… le dije yo. 
 El como buen actor me dijo: 
-Con dos olas como estas, se fue a pique la Invencible… 
Yo no dije nada. 
 -¿No te hace gracia? 
 -Siiii… 
-Es de una obra de Muñoz Seca. 
 -Ahhh… ya. 
 El me dijo: 
 -Creo que no puedo ir a Los Palacios. 
 -Me lo imaginaba. 
-¿Por qué? 
 -Ya lo dijiste. 
 -Dije que quizás no me darían permiso. 
-¿Así ha sido, no? 
 -¿María que te pasa? 
 -No sé, quiero que me lo digas tú. 
-¿Yo?... ¿Por qué?... 
 -¿Por qué te quedaste callado cuando dijo tu hermana… 
-Ahhh, ya. Eso se lo dije cuando era pequeña. 
 Adorna le llevaba a su hermana diecisiete años y claro le daba todos los caprichos que podía. 
 -Pero mira como ella se acuerda… 
En ese momento pensé: ¿Dónde están ahora los guardias, hoy que si es de verdad la pelea, dónde están?... 
-María, ella tiene un poco de razón, por ahora no podemos casarnos, tengo que ayudar en mi casa porque las cosas no están bien. 
 -¿Qué tiempo debemos esperar? 
-Un par de años. 
 -A mí me parece bien pero como a mi familia también le hace falta que yo trabaje y no lo tengo como tu, me iré a trabajar en lo que me gusta. 
 -¿Pero qué dices? 
-Que me voy, si piensas casarte dentro de dos o tres años ya sabes donde estaré, si seguimos pensando lo mismo. 
 -María… ¿Qué dices? 
 -Adorna, en Junio de este año he cumplido 20 años y tu en enero cumplirás 30, si tenemos que esperar, esperaremos pero tu aquí en tu casa, en tu trabajo y ¿yo?... dónde Dios quiera. 
 -Mañana sin falta iré para hablar con tu madre. 
 -Te pido por favor que no lo hagas, esto es entre tú y yo, será un pacto entre los dos, yo me voy y tú lo piensas. Cuando lo tengas claro me buscas, nada de cartas ni de dirigirnos la palabra, no quiero saber nada de ti y que tu sepas de mi. 
 Adorna dijo: 
-Bueno… vámonos. 
 -Vamos… 
Al llegar a mi casa nos dimos un beso y nos dijimos adiós. Cuando entré en casa mi madre me estaba esperando. 
-¿Qué pasa? 
-Nada… 
 -¿María… ¿qué pasa? 
-Mama quiero que escribas a tu amiga, me voy al teatro. 
-Pero… ¿por qué? 
Se lo conté todo y me lleve toda la noche llorando y a la mañana siguiente me levanté decidida para hacer lo que había pensado. Vino a tomar café Carmen Llorens, la señora que tenía dos nietas que eran mellizas, mi madre se lo contó todo y ella le dijo, encárgate de escribir una carta a Pepita Trabanco, está en Córdoba… Yo me encargo de la ropa, mis nietas tienen cosas que no usan ya y pueden venirle bien a ella para el teatro. 
Todo esto pasó un jueves, al jueves siguiente recibió mi madre una carta que decía: 
“Querida María, el lunes Dios mediante va mi hijo Joaquín a Sevilla para hablar contigo de lo que me pides para tu hija, quiere verte a las siete de la tarde en el café Britt que está junto al teatro San Fernando. Un abrazo de tu amiga Pepita Trabanco”.  


  Teatro San Fernando de Sevilla, ya no existe, en su lugar, como no, hay un banco.


Mi Juventud 13ª parte

Llegó el día de la entrevista, cuando me levanté estaba muy nerviosa, mi madre me dijo: 
-Ten confianza, todo saldrá bien
Así fue, el día fue pasando como otro cualquiera. Mi madre llegó a la cita y ya estaba Joaquín esperándola con dos chicos, Mariano y Miguel. Mi madre al ver que estaban allí los dos jóvenes dijo que ella no sabía si yo debía haber ido también, Joaquín le dijo que no se preocupara, ya Miguel le había explicado como era yo. Miguel era uno de mis amigos del grupo de teatro.
-María, tu hija viene con nosotros como meritoria, mi madre quiere que aprenda poco a poco y desde abajo, como tu y como mi madre. Esta mañana estuve hablando con Emilio Espinosa y me ha dicho que el fue quien la examino y le dio el carné de meritoria y que cuando yo lo vea conveniente solicite el de profesional. Por lo demás puedes estar tranquila, vivirá con mi madre, tendrá una dieta diaria. 
-Joaquín... ¿tendrás paciencia con ella?, sólo ha hecho cosas en el colegio y cuando su abuelo la vió dijo que serviría para el teatro.
-María, tiene que estar el jueves en la Estación de San Bernardo, Miguel lleva los billetes de los tres, así que tranquila... ¿Necesitas algo?
Estado de la antigua Estación de San Bernardo (conocida como de Cádiz), Sevilla
-No, sólo que le des un beso a tu madre y muchas gracias por todo.
-María, no seas tonta, para eso estamos los compañeros.
Mi madre se despidió y cuando llegó a mi casa estaba allí esperando Carmelita Llorens, una persona que tan importante fue en mi vida y en la de mis hermanos. Mi madre le contó todo lo que había pasado y mi hermano Antonio que estaba acostado se levantó y dijo.
-¿Qué?... ¿el teatro?... ¿y el novio?
-No, el se queda en su trabajo y en su casa- Le contestó mi madre.
-Mira que bien...
Carmelita intervino:
-Antonio esta familia, Pepita Trabanco conoció a tu madre antes de que tu nacieras. Joaquín te lleva cuatro años y era muy amigo tuyo cuando pequeño. Sus padres dos años antes de la guerra se fueron de España y ahora han vuelto con dinero y un teatro propio, quieren ayudar a tu hermana y a tu madre.
Mi hermano no le hizo mucho caso y se volvió a mi madre diciéndole:
-Mama... que haga lo que tu quieras.
Carmelita, viendo la cosa tensa, cambio de tema:
-Seguramente le hará falta una maleta, no se si en mi casa habrá alguna...
Mi hermano Antonio dijo:
-Toma mama, mañana le compras una maleta- Le dió cinco duros.
-María, mañana que se llegue Manolo a casa por la ropa que mis nietas le están preparando.
Durante toda esta conversación no dije una palabra, sólo escuchaba, eso me ha pasado muchas veces en los momentos importantes de mi vida. 
Se marchó mi hermano Antonio a trabajar en la panadería. Carmelita a su casa. Nos quedamos solas mi abuela, mi madre y yo. Me fui al jardín y al poco tiempo entre de nuevo y le dije a mi madre:
-Mama... ¿sería esto lo que te dijo la vidente?
-No sé... pero si se que en quien debes tener confianza es en Dios y en ti, también en tu padre.
Mi madre sobre la fe era rotunda, no cabía discusión. Llegaron mis hermanos, cenamos y nos fuimos a la cama.
Al día siguiente serían las diez de la mañana llegó una sirvienta de la casa de los Llorens y traía una maleta, me la enviaba la nuera de Carmelita. Cuando la abrí me encontré dentro un cepillo del pelo, un peine, polvos para la cara, pintura de ojos, un collar de bisutería y un sobre con 10 duros que una nota que decía: "para unos zapatos... mucha suerte, Ana".
Por la tarde mi hermano Manolo me trajo la ropa que las mellizas me enviaban: Dos trajes de Chaqueta de diferente color, faldas, blusas, traje de coctel y vestidos de punto uno verde y otro blanco. Dos abrigos, uno de calle y otro para escena, al ver tanta cosa pensé que todo no entraba en la maleta.
 De este estilo era una de los abrigos
Cuando vino Carmelita me preguntó que me había parecido todo y yo le dije que muchas gracias, le dí un beso y me dijo:
-No sólo yo te ayudo, mira lo que te envían personalmente mis nietas: un reloj de pulsera Festina y una chaqueta de Ante...
-Ponte la chaqueta en el viaje... ve bien vestida.
-No se que decirte...
-No digas nada, lo único que te pido es que escribas a tu madre, contándole todo lo que te pase... todo... lo bueno y malo. Ella ha pasado mucho en su vida y sea lo que sea lo aguantará.- ¿Qué me dices?
-Sí, por lo menos la llamaré una vez al mes por teléfono y le escribiré todo lo que pueda.



Mi Juventud en el Teatro 1ª parte

Llegó el día de partir, me levanté temprano, hice el café o lo que fuera, hoy dicen que la malta es muy buena y entonces es lo que había. Llegó mi hermano de la panadería con el pan calentito, muy rico. Desayunamos todos y mis hermanos pequeños se fueron a sus trabajos, el Chico a la lechería y Manolo a la farmacia. Mi madre y yo fuimos a comprar los zapatos, negros, me dijo mi madre, es lo mejor... va con todo.

Cuando volvimos mi abuela me estaba terminando de arreglar la ropa, de largo y ancho, las mellizas eran mas altas que yo y mas “mujeronas”, todo quedó perfecto. 

Cuando llegó mi hermano Antonio para comer ya tenía lista la maleta, a las tres y media teníamos que estar en la estación.

Mi hermano le preguntó a mi madre:

-¿Le has comparado la maleta?...

-No, Carmelita le ha traído una.

-Pues dale el dinero para que tenga algo para el viaje.

Se despidió de mí, yo le dije adiós, mi hermano no era muy cariñoso, el jefe de la familia... además él no estaba muy contento de mi marcha pero no dijo nada.

Llegaron los pequeños, comimos todos juntos, nos despedimos y les dije que les escribiría, cogimos la maleta y salimos en dirección a la estación, estaba muy cerca de donde vivíamos. Cuando llegamos aún no habían llegado los muchachos, Miguel y Mariano.

Mi madre me dijo:

-María... quiero decirte una cosa antes de que te marches: cuando yo me fui al teatro en contra de mis  padres fue por amor a tu padre que era el amor de mi vida y me puse el mundo por montera, luego comprendí que el amor que me quitaría la vida fue la de tu hermano cuando me lo encontré muerto y no pude hacer nada, lo tuyo no lo comprendo... por una pelea tonta...

-No mama, fue porque me sentí humillada, si teníamos que esperar era problema nuestro no porque su hermana, su familia lo decidieran y lo dijera en un bar en presencia de todos y además lo tomaran todos a bromas, si algo aprendí en el colegio es que nadie me humillaría mas, bastante me humillaron allí.

-Pero... ¿tu quieres a Adorna?

-Sí... es el hombre de mi vida, nos comprendemos muy bien los dos pero lo dejo en manos de Dios.

Ya llegaron Miguel y Mariano, saludaron a mi madre.

Mariano me dijo que ya me conocía del día que me examine con Adorna. 

Le pregunté a Miguel:

-¿Qué pasó en Los Palacios?

-Yo fui el jueves y estaban todos, Adorna también, le conté lo que pasaba con nosotros y nuestro viaje, entonces acordaron en hacer algunos Sainetes y dejar la obra ya que faltábamos nosotros. Cuando salimos a la calle me preguntó Adorna:

-Miguel... ¿María sabía el otro día que se iba contigo?

- No... ni ella ni yo, hace tiempo yo le escribí a Joaquín por si necesitaba un compañero y hace unos días recibí un telegrama, me quería ver y a la madre de María también. Me explicó que su madre quería que María se fuera con ellos para trabajar en el teatro y así aprender con ella. También viene con nosotros Mariano Muñoz, adiós Adorna, hasta que nos veamos.

Mientras yo hablaba con Miguel mi madre saludaba a Mariano y le pedía que me cuidaran.

Subimos las maletas al tren y me despedí de mi madre, le dí el abrazo más grande de mi vida...

-Adiós mama... tu tranquila si me tengo que volver lo haré, seguí despidiéndome de ella con la mano hasta que la perdí de vista cuando el tren se puso en marcha, en ese momento dejaba parte de  mi juventud y empezaba mi independencia.

 

Mi Juventud en el teatro 2ª parte

El tren no era cómodo pero era la primera vez que viajaba y todo me llamaba la atención, estuve mucho tiempo mirando por la ventanilla, el paisaje, los pueblos del camino... El viaje duró muchas horas y como era invierno llegamos a Córdoba de noche, en la estación había un coche esperando, nos acercaron a la fonda  y nos dijeron que a las 9,30 nos fuéramos para el teatro, el viaje fueron muchas horas, yo iba pensando en mis cosas y los muchachos no dejaron de hablar en todo el camino, ya se conocían de antes.

El teatro, ambulante como los circos actuales, era entre largo media unos 12 metros de ancho y el escenario medía 6, las butacas eran de madera plegable, todo era perfecto, las luces, la visión... tenía tarima de cuña desde la entrada al escenario (como si fuera una alfombra con desnivel hacia el escenario) yo nunca había visto un teatro así, me sorprendí y me gusto mucho, la acústica era buena y en aquellos tiempos los actores vocalizaban mejor que hoy, cuando termino la obra a los pocos minutos Joaquín salio y nos dijo que esperáramos para presentarnos a unos compañeros:

- Miguel Roldan, Mariano Muñoz y Mariquita Ballesteros (os acordareis que ya me habían bautizado con el nombre de Mariquita cuando empecé en el teatro), mama esta es la hija de tu amiga...

Doña Pepita me dio un beso y todas las mujeres, los hombres me dieron la mano menos Joaquín que me dio un beso. Yo pensé Dios mio, que hombre mas guapo, los ojos verdes, rubio, 1,90 m casi de estatura, podéis verlo en la foto. 
Uno de los actores, el señor Nevares preguntó:

-¿Son dos nietos de Ballesteros?

-No... la nieta es María. En Sevilla la conocen por Ballesteros pero mi madre quiere que la llamemos por Muñoz, el apellido de su padre, a tí ¿que te parece María?

-Me parece bien.

Siguieron las presentaciones, Joaquín dijo:

-Doña Pepita mi madre, Ana mi mujer, el señor Nevares y María su esposa, los Salgueros el padre y dos hijos, Manolo y Julia, Rafael Viezca y Enriqueta y sus dos niños pequeños, el apuntador Juan, Angelita, Eduardo y Antoñita.

Cuando estuvimos todos presentados, Joaquín dijo:

-A Mariquita le pagará la empresa, que soy yo. Hasta que haga algún papel importante  mientras yo como empresa le pagaré para que ella esté tranquila, acaba de salir de un colegio interna y le da aun vergüenza de muchas cosas, irá así... poco a poco.

Cuando todos terminaron nosotros tres nos quedamos mirándolo todo, empezamos por los camerinos de la derecha a curiosear, no sabíamos que Joaquín aun estaba en su camerino, nos llamó:

-Miguel... esperad un momento.

Un camarín (camerino) es una parte de un teatro, plató de televisión o sala de espectáculos que proporciona a los actores y otros participantes el espacio necesario para vestirse, peinarse y maquillarse.
Por lo general, existen separadamente camarines masculinos y femeninos, y a menudo también camarines especiales para la 'estrella' del espectáculo. Los camarines disponen generalmente de una gran cantidad de enchufes para los accesorios como los secadores de pelo, pinzas eléctricas y planchas. También cuentan muchos espejos que se iluminan con bombillas en su marco exterior. Los lavabos están presentes para retirar el maquillaje llegando a tener incluso duchas y zonas de descanso anexas.
Los armarios, o las barras de trajes se utilizan generalmente para el almacenaje del vestuario. En algunos espectáculos, los camarines se utilizan como cuarto de espera secundario debido a la limitación del espacio o el ruido. Especialmente, se da para los actores con lapsos largos entre las apariciones en el escenario.

Yo pensé, nos va a reñir por haber estado mirando sin permiso. Aún tenía miedo a todo dentro de mí, a que me riñeran por todo.

-Joaquín lo noto y me pregunto-¿ te gusta el teatro?

-Mucho... claro que tampoco he visto muchos.

Joaquín nos pregunto si queríamos ir con el para tomar algo, Miguel y Mariano dijeron que si y al preguntarme a mi le dije que si, pues adelante.

Llegamos a un local, yo tome café con leche, los chicos whisky, nos marchamos sobre las 4 de la mañana y Joaquín aún se quedo allí jugando, ¿a las cartas, el domino?, con unos señores.

Cuando llegamos a la fonda nos pregunto el portero a que hora nos llamaban y Miguel dijo que a las 10,30 estaba bien.

Tenía un dormitorio para mí sola, no era grande pero si limpio y cómodo. A la mañana siguiente fui al comedor y pregunte el horario, me dijeron que para los actores hasta las 11 porque nos levantabamos muy tarde, la comida hasta las 3,30, cuando termine de desayunar me fui para la casa de Doña Pepita ella me estaba esperando, me dijo que me sentara a su lado.

-Anda cuentame cosas de tu madre ¿como está?

-Ahora muy bien porque tiene a todos sus hijos en casa

-¿Y tu abuela? 

-Con nosotros

-Mira que bien... me han dicho que coses muy bien

No se la cara que puse pero me dijo:

-No temas, no vienes para coser, yo lo que quiero es que aprendas a hacer teatro lo primero sera estar entre bastidores, escuchando todas las obras, mirando todos los detalles, yo te voy a dar libros para que los leas y me dices que te parecen, ¿conoces a mis nietas? 

-No...

-Veras lo bonitas que son, si quieres puedes ir a verlas ahora.

Me despedí y me fui a ver a las niñas. Cuando llegue a la casa de Joaquín y Anita, era una casa alquilada no vivían en fondas ya que ellos estarían allí 3 meses como poco, a nosotros nos buscaban una fonda porque nos quedaba poco tiempo de estar en Córdoba.

Anita me recibió y llamo a las niñas que estaban jugando en el patio. Margarita la traía una chica en brazos, era un bebe, Ani venia detrás.

-Ani... esta es Mariquita... 

-Hola ¿donde vives? 

-Con tu abuela...

-Mi meme

La madre intervino en francés y me explico lo que significaba. Me senté con ellas un rato, le pregunte a Ani:

-¿no vas al colegio?

-No... ¿y tu? 

-Si, ya estuve 5 años y no salía nada mas que los domingos, no todos.

-Aquí viene un maestro para darme clases por las tardes

-Margarita ¿que edad tiene?

-Veintisiete meses.

Eran las niñas mas bonitas que yo había visto en mi vida, los padres eran guapisimos, Anita me dijo en su español chapurreado

-Tu que edad tienes? 

-El pasado día 24 de junio cumplí  20

-Pues parece que tienes 15

Yo le pregunté:

-¿Y Ani? 

-11, dijo la madre, 12 dijo Ani... yo pensé, esta es de las mías, no se calla nunca.

-¿Quieres comer con nosotros?

-No... me esperan los chicos

Ani me dijo que cuando pudiera iba a ir a jugar con ella, yo le dije que si pero que también ella podría venir conmigo cuando quisiera, así nos despedimos diciendo:- adiós Mariquita- así me llamo siempre.

Cuando llegue a comer Miguel me estaba esperando, María... Joaquín nos esta esperando esta tarde en el teatro, comí y me puse a leer los libros que me dio Doña Pepita eran de Echegaray, Mancha que limpia y de Benavente los Intereses Creados, yo no sabía entonces que eran dos premios Novel, a mi me gustaron.

Cuando llegamos al teatro Joaquín estaba con los empleados, nos dijo que lo esperáramos en el camerino, yo me quede sorprendida, tenia de todo para estar cómodo, una mesa, silla, lavabo, espejo, repisas con pinturas, las paredes forradas de tela, parecía una habitación muy cómoda, claro que así debía ser porque los fines de semanas tenían dos actuaciones y se llevaban allí mucho tiempo, cenaban en la hora de descanso.

Yo lo miraba todo y no me di cuenta que Joaquín había entrado

-Sentaros...los que mañana empiezan a trabajar, Miguel y Mariano, la obra es, soy un sirvengueza,  ir a casa de mi madre y ella os dará el libro, copiaros los papeles y mañana por la tarde entregárselos a Juan el apuntador, son pequeños y no tienen mucha importancia, mañana os diré lo que vais hacer en unos días y tu María desde mañana vas a empezar entre bastidores y estarás pendiente de todo, te fijaras en todos los detalles que pasen, lo que utilice en cada momento, ya sabes... ¿conoceis vuestros camerinos?

-Sí... dijo Miguel

-¿Y tu María? 

-No

-Pues es el tercero de la izquierda, lo puedes poner como quieras, sera el tuyo y el de mi Ani, cuando empecéis que sera pronto, yo no entendí nada.

Terminamos y fuimos por el libro, Miguelito iba preocupado se preguntaba como iban a copiarse los papeles y aprenderlos ya para el día siguiente...

Recogimos el libro y nos fuimos para cenar, en el camino les dije a los chicos que la mujer de Joaquín me había dicho que en casi todos los sitios donde viviríamos seria en casa particulares y mas barato que ellos se encargaban de buscar antes de que llegáramos.

Después de la cena tuvimos un rato de descanso, donde los chicos se copiaron sus papeles. Nos fuimos para el teatro, esa noche aun ellos no actuaban, yo me puse donde me habían indicado y cuando ya llevaba un buen rato alguien me trajo una silla, allí lo observe todo intentando no olvidarme de nada.

Cuando la obra acabo, fueron todos a cobrar, Joaquín llamo a Miguel y Mariano y les pregunto si se habían copiado los papeles, les pago, a mi me pregunto

-¿Que ha pasado en la obra?

-Pues es una obra cómica de enredo, he visto algunos fallos, debía haber dos doncellas y solo ha salido una, dos llamadas de teléfonos en el mismo momento y solo había uno en escena, dos cartas y han sacado la misma han tardado en buscarlas...

 -Muy bien, el próximo día tu haces una de las doncellas, copia el papel, vas a empezar antes de lo que yo creía, me pago mis 15 pesetas

La fonda me costaba 5 pesetas diarias.

Nos fuimos para la fonda, los chicos me pidieron ayuda para estudiar los papeles, ellos me dijeron que tenia yo mucha suerte porque cuando fuera a empezar ya me sabría las obras de haberlas visto antes y comentarlas todas las noches con Joaquín, si peroooooo vosotros sois profesionales y tenéis mas responsabilidades, siiii y tu la niña mimada, mirad si vais a empezar a perder el tiempo me voy, me marche y a la media hora volví a su habitación para pedirle un cigarro, llame bajito porque era muy tarde, abrí la puerta y los dos estaban muy juntos, dieron un salto, Mariaaaaaaaa ¿que quieres?... un cigarro.... espera.... nooooooooo

Esa noche comprendí que la vida era mas complicada de lo que pensaba, el amor no era sólo cogerse las manos y darse un beso.

 

Mi Juventud en el teatro 3ª parte

A la mañana siguiente me estaban esperando en el comedor, muy serios... yo también. Desayunamos y me dice Miguelito:

-Mariquita... tenemos que hablar contigo.

Nos fuimos a dar un paseo por la zona turística de Córdoba, yo esperaba que ellos me dijeran algo pero pasaba el tiempo y no me decían nada.

-¿Os sabéis ya los papeles de la obra de hoy?

-Sí, es muy corto.

-¿Y para pasado mañana?

-Es verdad... dijo Mariano- Vamos a ver a Joaquín.

Miguel se paró y me dijo:

-Espera que hablemos... Lo de anoche es natural para nosotros, hace tiempo que somos pareja, creemos que los compañeros no lo saben, eres tu la única y por favor te pedimos que no digas nada.

-Por mí, estar tranquilos pero quiero preguntarte una cosa ¿Adorna lo sabe?

-Sí- me dijo Miguel.

-Porque no me ha dicho nada.

-¿Y que te iba a decir?

Yo creía que esto sólo pasaba en la Biblia en Sodoma y Gomorra...

Ellos empezaron a reír y no pararon en un buen rato.

-Bueno, ya eres cómplice de nuestra vida- dijo Miguel.

-Vosotros de la mía, de mi ignorancia, cosas que debía saber por mi edad pero que nadie me ha explicado, sólo me han dicho que sea buena y cuide mi modestia...

-¿Y eso que es?- me preguntó Mariano.

-Que no sea provocativa en la forma de sentarme y en el vestir...

-Si quieres saber lo que debes hacer en cada momento no te fíes de nadie, siempre decide por ti misma lo que crees conveniente en ese momento, así nunca te equivocaras y siempre escucha los consejos de los mayores aunque a veces pienses que no tienen razón... ahora vamos que es tarde y nos espera el Jefe.

Cuando llegamos al teatro, Joaquín estaba hablando con unos señores que venían a contratarnos para ir a Jerez 10 días a un teatro, mientras desmontarían el teatro portátil para trasladarlo a Cartagena donde estaríamos aproximadamente dos meses.

Joaquín no nos dijo nada en ese momento, como si no estuviéramos escuchando. Cuando terminamos esa noche nos reunió a todos, actores y montadores, nos dijo que el jueves acabábamos en Córdoba y en unos días debutábamos en Cartagena.

 Teatro Ambulante pretende acercar este arte a la población que no acostumbra acudir a los foros fijos.

Yo no pregunté nada pero cuando me pagó me dijo: María mañana llamas a tu madre y le dices lo que explique esta noche y si estas contenta o te quieres ir.

-No... le dije yo.

-Toma tu dinero.

Cuando íbamos para la fonda le dije a Miguel si quería acompañarme a telégrafos al día siguiente, yo no sabía poner una conferencia y quería enviarle dinero a mi madre.

-Claro que te acompaño... ¿A Adorna... no quieres decirle nada?

-No...

Nos levantamos y nada mas terminar de desayunar nos fuimos para la Telefónica, mi madre llevo con ella a mis hermanos y para ellos fue una novedad, a mi madre le enviaron aviso de que tendría conferencia en unas horas, así que allí estuvimos esperando a que mi madre llegara.

Hablé con ellos, mi madre mi hermano Manolo y Gonzalo, les envíe 70 duros, los primeros que pude ahorrar en 14 días.

Miguel me preguntó:

-¿Es todo lo que has ahorrado?

-Sí...

En ese momento no me dijo nada pero ya nunca mas me dejó pagar cuando tomábamos café o algún refresco.

Por la noche cuando terminó la obra y me fue a pagar Joaquín me preguntó si había hablado con mi madre, le dije que sí y le ¿has mandado dinero, no?... Sí, le dije yo. Eso está bien, me dijo. En el próximo sitio a donde vamos empezaras con otro trabajo, la sastrería, tienes que aprender cada época, repartir la ropa a cada uno, recogerla y prepararla para la próxima vez, por eso tendrás otro sueldo.

En estos días de descanso, lee todo lo que puedas y viajaras junto a mi madre, mi mujer y mis hijas. Yo escuchaba pero no entendía nada de lo que me decía... ¿Tienes baúl?..- No... Miguel te comprara mañana uno y que ponga tu nombre a mano no lleves nada, sólo un maletín pequeño con tu nombre y el bolso, nos fuimos para la fonda y yo le pregunté a Miguel:

-¿Que puede costar un baúl?

-No se... ¿por qué?

-Es que yo no tengo dinero para comprarlo, si hubiera sabido esto no le habría enviado el dinero a mi madre.

-No te preocupes, yo tengo el dinero, me lo dió Joaquín cuando le conté lo que habías enviado a tu madre.

-¿Por qué le contaste?

-Porque me preguntó y me dío el dinero para comprar el baúl.

-Y ¿por qué hace falta un baúl?

-En tantos viajes las maletas se estropean mucho y los baúles son mas resistente, nosotros también nos compraremos uno.



Cuando nos íbamos uno de los empleados me dijo que Doña Pepita había dicho que al día siguiente fuera a su casa y le llevara los libros y así fue.

Cuando llegué me preguntó que me habían parecido y yo me quede callada... ¿No lo has leído?... Sí... pero no los entiendo mucho.

-Di algo de uno de ellos

-Por ejemplo de los Intereses creados habla de apariencia y engaños y el la Mal Querida de una hija que traicionó a su madre...

-Muy bien en uno de ellos vas a trabajar dentro de poco "Manda a tu madre a Sevilla", también me he enterado de que has enviado dinero a tu madre... Eso está muy bien, cuando puedas lo haces, yo siempre que necesites algo te lo daré para la fonda o para ropa. Toma este libro y copia el papel y cuando te lo sepas vienes a que yo te lo pase.

Yo pensé, no es mi madre pero si su amiga y por cariño a ella después de tantos años estaba haciendo eso por mí. Me fui para la fonda y le conté a Miguel y Mariano, ellos me dijeron que con la madre de Joaquín iba a tener mucha suerte.

Esa noche me preguntaba ¿tendrá razón la vidente de Triana?

 

Mi Juventud en el Teatro 4ª parte

Mi primer viaje en la Compañía de Teatro, sí, fue el primero porque el de Córdoba no lo disfrute, iba triste, asustada, dejaba a mi madre y mis hermanos y no sabía nada del teatro profesional.

Este viaje era diferente, ya tenía un trabajo y muchos amigos, mucha ilusión y puse interés en todo lo que veía. A las ocho vino un empleado del teatro a recogerme, fui a casa de Doña Pepita. Allí estaban las niñas de Joaquín y un coche negro grande con el representante de la Compañía esperando para llevarnos a Jerez,  Doña Pepita delante con el chofer y las niñas conmigo detrás.

Serían las 9 de la mañana cuando paramos para desayunar, no recuerdo el tiempo que tardamos en llegar pero en los años 50 no eran las carreteras de hoy, tuvimos que cruzar muchos pueblos, malas carreteras y caminos, llegamos y fuimos directas a la fonda para dejar a Doña Pepita y a las niñas, yo también me quedaba allí en la habitación de las niñas. Doña Pepita me pregunto si me parecía bien y yo le dije que si. Deje mi maletín de mano encima de la cama.

En la habitación había dos camas y una cuna. En la habitación de enfrente Doña Pepita y en otra Joaquín y Anita, en la primera planta todos los demás, no había ascensor.

Dejé a Margarita con Doña Pepita. Ani y yo nos fuimos a dar un paseo hasta la hora de comer.

 Jerez

Que bonito me parecía Jerez, que señorial, yo me decía: -¿Esto es un pueblo?. Cuando anduvimos mas de una hora pregunté por el teatro, me indicaron donde estaba y fuimos a verlo. Estaba abierto y ya había llegado el equipaje. Me sorprendía todo, era precioso... Ani se soltó de mi mano y dijo:

-Papi...

-¿Qué hacéis aquí?

-Salimos a dar un paseo...

-Bueno, marcharos para la fonda.

Cuando llegamos le conté todo a Doña Pepita y ella me miraba muy atenta, cuando terminé me dijo:

-Eso está bien, que disfrutes todos los sitios a los que llegues, en todos aprenderás algo.

A la hora de comer espere a que todos estuvieran sentado y cuando entré en el comedor Ani me dijo:

-Mariquita, tu aquí conmigo, somos amigas... Comemos juntas, sin los papas y la meme, tu y yo.

Desde ese día fuimos grandes amigas, yo tenía 8 años mas que ella pero sabía tratar a las niñas, el colegio me había dado experiencia. Cuando llegamos al dormitorio no estaba la cuna de Margarita, solas Ani y yo.

-¿Y Margari?

-Duerme con los papis.

Entonces es cuando me fije en la habitación, tenía un balcón que daba a la calle, un lavabo, una bañera grande y un armario para las dos, además de las dos camas. En una de las sillas estaba mi maletín, me senté en la cama y Ani me preguntó:

-¿No te gusta?

-Si...

-¿Era mas bonita la de tu casa?

-No...

-Entonces... ¿que te pasa?

Comprendí lo que me pasaba, una niña a mi lado durmiendo mas pequeña pero no pude explicarle nada porque llamaron a la puerta, era Joaquín.

-Mariquita, esta noche Ani y tu vais a estar en el publico sentada viendo la obra y cuando termine enseguida os volvéis a la fonda, Mariano os acompañara. No apuntes nada esta noche pero fíjate bien en todo que la próxima vez harás uno de los personajes de esta obra. Ahora bajar al comedor enseguida.

Ani estaba muy contenta:

-Que bien... vamos al teatro... tu vas todas las noches pero yo no.

Como me recordó tanto Ani a otra niña llamada Conchita, ella  nunca estaba donde quería. Ani tenía a sus padres y una vida cómoda pero no tenia una amiga de su edad porque cuando estaba un par de meses en un sitio se marchaba. Conchita no tenía de nada pero al menos tuvo amigas, no se cual de ellas fue mas feliz en su niñez.

Bajamos al comedor y nos fuimos para nuestra mesa. El comedor era bonito pero con menos flores que el de Córdoba, este era mas triste.

Nos fuimos para el dormitorio hasta la hora de salir para el teatro. Ani me dijo:

-Si quieres puedes fumarte un cigarrito... yo cuando empiece a trabajar también voy a fumar.

-¿Y tu como sabes que fumo?

-Lo vi en tu bolso.

-Ani, si quieres ser mi amiga nunca registres mis cosas, en la amistad lo primero es la confianza y el cariño, tiene que pasar mucho tiempo para que dos personas lleguen a ser amigas para toda la vida.

-Yo no tengo...

Nos llamaron para que nos fuéramos para el teatro, cuando llegamos vinieron a decirnos donde nos sentábamos. Todo estaba precioso, todo me llamaba la atención, era la primera vez que veía una obra de teatro desde el publico, siempre la había visto entre bastidores o actuando, me llevé mucho tiempo con la boca abierta, cuanta luz... que butacas... en fin, todo una maravilla.

 Teatro Villa-Marta años 50

Ani me dijo antes de empezar la obra:

-Veras que bien esta mi meme.

Empezó la obra, Dueña y Señora. Yo pensé, que cosas era el teatro, las personas que estaban junto a nosotras, lloraban, reían... Ani y yo aplaudimos todos los mutis. En el segundo acto Joaquín nos envió un papelito que decía: No aplaudáis mas... Así lo hicimos.

Cuando termino la obra Mariano nos acompaño a casa.

Ani me pregunto que me había parecido su meme en la obra y yo le dije que una maravilla. Ella me dijo que cuando la viera en otras obras me gustaría también. Vino Anita a darnos las buenas noches y me pregunto que me había parecido la obra.

-Muy bonita.

-Mama... la tonta ha llorado...

-Ani, es la primera vez que la ve ( todo esto medio francés-medio español)

Me estaba quedando dormida cuando llamaron a la puerta, era Mariano.

-¿Que haces acostada?

-¿Y que voy hacer?

-Que te vistas y vengas a tomar cafe.

-No puedo, ya está Ani dormida.

-Bueno... pues toma el sueldo.

-Yo creí que hoy no me iban a pagar.

-Y eso por qué.

-Porque estuve viendo la obra.

Se marchó y Ani, que no estaba dormida la muy cuca, me pregunto:

-¿Que queria tu novio?

-Ani duermete, Mariano no es mi novio.

-Adios amiga... y se  quedó dormida.

 

Mi Juventud en el Teatro 5ª parte

Al día siguiente en el desayuno cuando terminamos, Joaquín me dijo:

-María ¿tu quieres ser actriz o de los que están entre bastidores y aplauden?, anoche te dolerían las manos de aplaudir y a mi hija no la he visto nunca aplaudir tanto.

-Claro como nunca estoy en el público- le dijo Ani.

- Es verdad, mientras que estemos en Jerez todas las noches estaréis en el público pero sin aplaudir, lo único que tenéis que hacer es estar pendiente de la obra y los personajes.

Cuando terminamos el desayuno yo me quedé con los chicos y Miguelito me invitó a ir con ellos a las bodegas. Yo no sabía lo que eran, no tenía ni idea, llegamos. Me quedé sorprendida, cuanta gente... yo preguntaba quienes eran tantas personas, Miguel me dijo que eran turistas que como nosotros también iban invitados. -¿Tanta gente y para qué?

-Mariquita no seas tonta, ahora lo verás.

Llegamos donde estaban unos señores poniendo copas de vino y otros pasaban con bandejas y comida, yo probaba todo lo que me ofrecían. Mariano me miro y al ver que no paraba de probarlo todo me dijo, ya no bebas mas. -¿Por qué?- Ya está bien.

 Bodegas de Jerez (creo que probé de todos los barriles)

Al marcharnos todo me daba vuelta y me dió por reírme y tocar las palmas, había visto en la bodega un grupo de flamenco, no lo había visto nunca y me encanto. Así que tal como estaba en la calle me puse a bailar, tocar palmas y cantar: 

Por el puente Triana juiiiiii pasó la reina
no llevaba corona ni tampoco peina
pero llevaba un mantón de manila juiiii
que le arrastraba

Mariano y Miguel me acompañaban con las palmas riéndose pero con vergüenza, ellos también iban como yo pero sabían controlarlo mejor.

Menos mal que era Jerez y la mayoría de su gente sabe cantar y bailar pero a nosotros se nos notaba que veníamos de las bodegas cosa que también estaban acostumbrados a ver grupos salir de ellas en la misma situación todos los días.

Al llegar a la fonda me acompañaron a la habitación con mucho cuidado que no me viera Ani y Doña Pepita. Los chicos me metieron la cabeza en el lavabo y me puse a vomitar, cuando me puse mejor bajamos al comedor, eran mas de la tres y media y casi todo el mundo había comido. Yo tomé un poco de caldo y una de las camareras me preguntó si me encontraba bien, le dije que sí, que sólo me dolía un poco la cabeza.

Cuando terminamos nos fuimos los 3 a dar un paseo y Miguel me dijo:

-¿Nos vamos otra vez a la bodega?... riendo los dos mucho.

-No decirle nada a Joaquín.

-¿Y a él qué le importa lo que tu hagas en tu tiempo libre?. Anda vamos a tomar café.

Fuimos a una casa muy grande, era sólo para socios pero no era un Casino como otros que había conocido en los pueblos. Nos dejaron pasar cuando dijimos que eramos actores y Miguel les enseño el carné. Una maravilla, los salones, el suelo de mármol, muchos cuadros, lámpara preciosas.Un camarero nos indicó dónde teníamos que sentarnos, pedimos café y los chicos coñac, me preguntaron con mucha guasa si yo también quería una copita. Un camarero nos trajo unos libros dónde explicaban el origen de aquella casa, lo leímos los tres. No recuerdo que casa era ni el nombre del Club, quizás ya no exista.

A las cinco nos fuimos para la fonda, no estaba Ani y aproveché para darme un buen baño, me puse mucho mejor.

Cuando bajamos sobre las ocho y media al comedor estaba Ani esperando y me preguntó dónde había comido. Yo le dije que allí en el comedor pero mas tarde que ella.

Esa noche la obra se titulaba ¿Por qué te casas Perico?. Era una obra cómica, yo no la conocía. Joaquín tenía la costumbre de poner un día una  obra cómica y al día siguiente una dramática. En esta Joaquín era el protagonista, me reí mucho. Cuando terminó Ani se fue con su madre, durante la obra me dijo que faltaba un personaje, una doncella. Cuando Joaquín me pago me pregunto si me había gustado y le dije que sí y que faltaba un personaje. 

-Sí, ¿te has dado cuenta? 

Yo dandome de lista le dije que sí y me dijo que pidiera el libro y me copiara el papel, la próxima vez yo haría esa doncella.

Cuando llegué ya estaba Ani dormida y yo ya en la cama pensé, de este día me voy acordar toda la vida. 

 

Mi Juventd en el Teatro 6ª parte

Nos faltaban dos días en Jerez para acabar con el contrato. Al terminar la obra de teatro esa noche Joaquín nos reunió a todos para comunicarnos que a la semana siguiente salíamos para La Unión (Cartagena), podíamos salir directo desde Jerez o desde Sevilla, si alguien quería ir a su casa podía hacerlo, la mayoría de la Compañía era de Sevilla.

-Mariquita, ¿tu que vas hacer?

-No se...

-Piénsalo y me lo dices mañana.

Fuimos a tomar café y yo dije a los chicos- ¿Qué hago Miguel?

-¿Tu quieres ver a tu familia?

-Sí.

-Pues ve...

-¿Ustedes que vais hacer?

-Ir

-Yo esperaré a terminar en La Unión.

-Piensa que pasaran mas de dos o tres meses y depende donde vayamos después.

Cuando terminamos de comer al día siguiente Joaquín nos dijo que a las 6 teníamos ensayo y que debíamos ir todos. Nos comunicó la obra del debut y lo que tenían que estudiar Mariano y Miguel, a mí no me dijo nada pero me pregunto de nuevo que pensaba hacer. Yo le dije que me gustaría ver a mi madre y el me dijo que fuera. Mariano y Miguel se encargarían de comprar los billetes y acompañarte.

Terminó el ensayo recogimos las cosas y nos fuimos para cenar, de camino a la fonda Miguel me dijo:

-Mariquita llévate lo necesario para 3 días, lo demás que vaya con el equipaje.

-¿Y el dinero del viaje, quien lo pone... Nosotros o la Compañía?

-No lo sabemos, esta noche nos lo dirá Joaquín.

Cenamos y nos fuimos para el teatro. Cuando llegamos Ani estaba en su butaca y nada mas verme me dijo:

-Dice la meme que nos vienes con nosotros en este viaje, que vas a Sevilla a ver a tu madre... 

Le dije que sí, se fueron apagando las luces y comenzó la obra de teatro, se titulaba "Mancha que limpia" de José Echegaray (Premio Nobel) la recomiendo para quien no la conozca. Yo no me lo podía creer, el publico de pie aplaudiendo me importó un pimiento que Joaquín me riñera por aplaudir, cuando salio a saludar me miraba pero me daba igual, el empezó a reírse y Ani al verlo también se puso de pie aplaudiendo



Cuando pase para cobrar me pregunto que por qué aplaudía tanto y le dije que porque era una maravilla de obra de teatro. El señor Nevares dijo:

-La niña tiene buen gusto, sabe valorar lo que ve.



Doña Pepita me dijo que tenia que darme una carta para mi madre, yo le pregunté a Joaquín sin que él lo esperara:

-¿El viaje quien lo paga, yo o la Compañía?

-Ni tu ni la Compañía, lo pago yo... ya se lo daré a Miguel.

Terminé mi trabajo que era recoger todas las cosas que dejaban por medio todos los compañeros, ya que ese era mi trabajo y nos fuimos a tomar café.

Al llegar al Casino me senté y Miguel me dijo:

-Me quede muerto cuando le preguntaste a Joaquín quien pagaba los billetes delante de todo el mundo, mira que lista eres y eso que dices tener vergüenza de todo...

-Me da vergüenza cuando no estoy segura de lo que hago pero se muy bien lo que quiero.

-Joaquín me ha dado cinco duros para tu madre y el dinero para los billetes de aquí a Sevilla y a La Unión, soy responsable de que llegues a tiempo a todo sitios y en seis días debemos está en Cartagena. Así que pasado mañana salimos para Sevilla a las once de la mañana... ¿avisaras a tu madre?

-No... Quiero darle la sorpresa.

Salimos para la fonda y antes de llegar Mariano me dijo:

-¿Veras a Adorna?

Yo conteste un no rotundo y nada más.

Cuando llegué a mi habitación y ya acostada pensé que ningún día ahora era igual a otro no como en una época de mi vida había sido, ya todo era diferente y me alegré de ello.

 

Mi Juventud en el Teatro 7ª parte

Salimos para Sevilla a las 11,30, la hora prevista. Estaba nerviosa, no veía a mi familia hacia un mes y medio, sólo tenía 3 días para estar con ellos.

Llegué a mi casa, mi madre y mi abuela. Mi madre leyendo y mi abuela con su costura. Le dije hola y las dos se asustaron al verme llegar. Mi madre me preguntó qué pasaba y le conté lo ocurrido, tenía unos días de puente y quería veros.

Mi madre quería saber como me encontraba, si quería comer. Le conté que estaba muy contenta, todo lo que estaba haciendo... menos lo de las bodegas.

Cuando llegó mi Chico empezó a gritar, mi hermana... mi hermana... mi hermana María. Igual que pasó años atrás varios vecinos alarmados salieron a preguntar qué pasaba, mi hermano le dijo que no pasaba nada, sólo que su hermana había venido a verlos y que estaba en el teatro (eso a él le gustaba mucho contarlo).

Estuve en casa hasta las siete de la tarde y me fui para el bar Las Maravillas con los chicos a tomar café. Cuando llegamos sólo había cuatro de los que empezamos juntos a ensayar. Amelia y Enrique Leal habían formado Compañía por su cuenta y estaban en un pueblo de Badajoz, todo esto nos lo contó Jesús el hijo de Coral Dominguez. También nos contó que su madre y Adorna estaban trabajando en la radio y que Adorna ya tenía una nueva novia, una compañera que trabajaba con él. 

Miguel me miró... no dijo nada y Mariano le preguntó si Adorna ya no trabajaba en el Ayuntamiento. Jesús le dijo que sí, tenía los dos trabajos. Nos preguntó si nos quedábamos en Sevilla y le explicamos que estábamos de paso, sólo a que yo viera a mi familia y ellos me acompañaban. Le contamos que nos marchábamos de Andalucía por mucho tiempo, quizás años. Le dimos recuerdos para su madre y para Adorna, Miguel fue el que le dijo que nos hubiera gustado tomar al menos café con ellos, yo no dije nada.

Nos marchamos y Miguel me preguntó si me esperaba que Adorna ya tuviera nueva novia, yo le dije que no sabía en esos momentos, tendría que pensar en ello. Lo que si tenía muy claro era lo que yo quería. Nos fuimos a casa los tres y ya quedamos para el día del viaje en la Estación de Córdoba a las 10 de la mañana.



Cuando iba para mi casa pensé: "Que sea lo que Dios quiera".

Al día siguiente me reuní con mis amigas. Mucho cariño de todos, mi madre me dijo que disfrutara de todo y nunca olvidara que ella siempre estaría allí para lo que necesitara. Le dí a mi madre todo el dinero que tenía para ella y además le compré a mis hermanos Manolo y Gonzalo unos zapatos. Mi hermano Antonio cuando llegó a comer lo único que me dijo fué:

-¿Qué... ya eres artista?

Antonio... dijo mi madre.

-Yo no quiero ser artista, quiero ser actriz.

Todo me parecía extraño, raro... tenía que dormir con mi madre y mi Chico, no tenia intimidad. A la mañana siguiente cuando me levanté para marcharme me encontraba confundida, no sabía si estaba contenta o triste, lo que si sabía era que si de mí dependía no volvería a Sevilla en mucho tiempo, ya no me encontraba bien en casa, sólo lo sentía por mi madre y los pequeños que eran los que me echaban de menos, me fuí para la estación sola, no dejé que mi madre me acompañara esta vez. Los chicos estaban allí esperando, Miguel y Mariano.

Salió el tren y yo pensé... ¿Y ahora?. Se donde voy, a qué, tenía otra vida y lo demás no me importaba nada en esos momentos.

 

Mi Juventud en el Teatro 8ª parte


El día 4 de Octubre, no he podido olvidar este día en mi vida, del año 1950 salía el tren para el Levante y estaría en esa preciosa tierra más de 19 meses. Un viaje muy largo mas de 18 horas, trenes de maderas, 3 trasbordo de un tren a otro, nos cambiamos los bocadillos unos a otros. Las personas mayores de la Compañía estaban siempre pendiente de mí. Mariano y Miguel iban juntos y yo siempre buscaba la forma de ir cerca de ellos.

Por fin llegamos  a Cartagena y un coche nos recogió para llevarnos al teatro donde estaban los empleados encargados del montaje del Teatro. El representante nos dijo dónde teníamos que ir. Miguel y Mariano a una casa y yo a otra. Esta vez nos quedamos todos en casas particulares y no en fondas

Llegué a la casa y me esperaba una señora que me dijo se llamaba Dolores, me acuerdo bien porque era el nombre de mi abuela. Nos presentamos y me enseñó la habitación. Era pequeña pero con una gran ventana, una cama, un lavabo, un armario y una mesa pequeña. Estaba muy cansada y muy pronto me metí en la cama. Entre sueños escuché que me preguntaban detrás de la puerta a qué hora quería levantarme. No contesté. 

Sobre las 10 de la mañana llamaron a la puerta y me dijeron que me esperaban mis compañeros, Miguel y Mariano. Nos fuimos a tomar algo y me dijeron que a las cinco de la tarde teníamos que estar en el teatro. Nos fuimos a dar un paseo por Cartagena, era diferente a Jerez. La gente era muy cariñosa y respetuosa, me cayeron muy bien desde el primer momento.



Cuando volví a la casa doña Dolores me estaba esperando para decirme cuanto me costaba la habitación y preguntarme si comería con ellos o yo me hacía la comida. Yo le dije que comería por mi cuenta. 

Doña Dolores me dijo que el representante le había dicho que estaríamos más de un mes. 

-La habitación  cuesta cuatro pesetas diarias y una por la cocina. 

Me pareció bien y con eso terminamos ese día la conversación.

Después durante el tiempo que estuve en su casa, fueron casi dos meses, llegamos a querernos mucho.

Todas las mañanas sobre las 10,30 tenía la costumbre de levantarme para desayunar, en el comedor siempre había un señor que me miraba mucho, tanto que me ponía nerviosa. Un día le pregunté a doña Dolores quien era y me explicó que era su padre y me miraba mucho porque decía que me parecía al San Juan de Salzillo de sus cofradías. Me hizo gracia y me fui a comprar algunas cosas que me hacían falta para comer. 

A las seis nos fuimos para el teatro para ensayar algunas obras, ya empezaba yo a trabajar y hacia algunos papelitos. 

El primer día que interprete una criada, me dijo Joaquín que cuando termináramos y saliéramos a saludar me tenía que ir para la izquierda lo mas que pudiera para dejar sitio para los demás cuando fueran saliendo. Tanto me fui que cuando cayó el telón me quedé en el proscenio

El público no dejaba de aplaudir, Joaquín preguntó qué pasaba y le dijeron que yo me había quedado fuera. Se levantó otra vez el telón, salieron todos y Joaquín se fue para mi, me cogió de la mano y me dijo, saluda conmigo. Saludamos los dos juntos. 

La guasa que se formó fue mucha y como este episodio me pasaron muchos, los iré contando poco a poco. Lo importante fue la conducta de Joaquín aquel día. Les dijo que toda la culpa era suya ya que como Director me debía haber explicado bien el lugar. Esto me ha servido luego cuando he montado algo de teatro y tenía que indicarles algo a los chicos, cuando te enseñan algo con cariño no se te olvida nunca.

Bueno quiero aclarar una palabra que he dicho hace un momento "Proscenio". Esa noche me dijo Joaquín:

-Mariquita el trabajo de mañana es que dibujes un escenario y le pongas los nombres a cada cosa.

Yo no tenía idea de lo que me decía pero lo hice. Me fui a casa del señor Nevares y le pregunté si quería ayudarme, me dijo que sí. 

Empezamos: el Proscenio es lo que empieza desde el público hasta el telón de boca (es el que abre y cierra  en cada acto, en el  comienzo y finalización de la obra. Están las luces que se llaman candilejas, la concha (donde estaba el apuntador que ya no existe), las alcahuetas de los laterales (son los telones laterales por donde se entra y se sale), las diablas (las luces de arriba), van tapadas con las bambalinas (cortinas pequeñas), el telón de foro, forillo, son dos telones diferentes (están en la parte del fondo del escenario y uno es para entrar y salir al escenario y el otro sirve de pared, siempre dibujado con motivos de la obra que se represente).

Cuando terminé de leerle a Joaquín el trabajo que había hecho me dijo que esa noche había aprendido mucho mas que algunos compañeros que tenían el carné de actores.

Mariano y Enriqueta Viezca me lo pidieron para verlo y estudiarlo. Yo estaba muy contenta y feliz en Cartagena motivo de no olvidarme nunca de esa preciosa tierra.

 

Mi Juventud en el Teatro 9ª parte.


Seguíamos en Cartagena y una mañana fui con la hija de Doña Dolores, la dueña de la casa donde vivía, a visitar una iglesia, no me acuerdo del nombre, fuimos a ver el San Juan al que su padre decía me parecía. Me quedé sorprendida de tanta maravilla parecía que estaba en mi tierra, que arte vi allí aquel día. 

 San Juan Bautista (Francisco Salzillo)

Pasaban las semanas y la Compañía estaba teniendo mucho éxito, yo algunas noches invitaba a la hija de Dolores, ella me había pedido que de Doña nunca mas. Cuando venia le contaba a su madre como era la obra de teatro y un día Dolores me preguntó que por qué yo no trabajaba todas las noches. Le comenté que aún estaba aprendiendo. Me dijo mirándome muy seria:

-¿Como vas aprender si no trabajas?

-Mirando y escuchando.

No dijo nada pero al día siguiente en la cocina me preguntó:

-Niña ¿dónde has aprendido a guisar? ¿También mirando y escuchando?

-En un colegio de monjas dónde estuve siete años.

-No me lo puedo creer, contigo voy de sorpresa en sorpresa. Quieres ser artista mirando y escuchando, has estado con monjas y quieres dedicarte al teatro. 

-¿Dolores, de sus hijos no hay ninguno que quiera ser como su padre o como usted en algunas cosas? Eso me pasa a mí, mis padres trabajaban en el teatro, mis abuelos también y Joaquín y su madre los conocieron por eso estoy con ellos porque son amigos.

-Bueno... desde hoy vas ayudarme en la cocina, comerás con nosotros y quiero que estés como en tu casa, pero la habitación me la pagas.

Su hija y yo empezamos a reírnos.

Casi todas las noches me ponía un vaso de leche en la mesita junto a la cama.

Habían pasado unos meses cuando Dolores me dijo un día:

-Cuando mi hija se fue con el novio un fin de semana...

Esto me lo había dicho otras veces y nunca la entendí, le pregunté:

-¿Y por qué se fue con el novio?

-Querían casarse y aquí es costumbre entre los mineros hacerlo, así no se comprometen a invitar en la boda, se marchan un fin de semana y ya a la vuelta en un par de semana se casan.

Yo le dije que me parecía muy bien. Ella me dijo que lo sabía, que yo le entendería. Me dijo: -Tu sabes muy bien lo que quieres y yo creo que lo conseguirás, si no tienes novio.

No le dije nada, me fui a recoger unos libros tenia que estudiar y me quede un rato con las niñas, sobre todo con Ani, ella siempre me decía que por qué no me quedaba con ellos. Su Meme le dijo: Ani, ella tiene que aprender a vivir sola. Tomé café y me marche para el teatro.

Miguel y Mariano ya estaban allí. Miguel me dijo que donde me metía y le conté lo que había hecho ese día.

Cuando terminó la obra Joaquín me dijo que en los próximos días se pondría en escena Santa Genoveva y que yo tenía que hacer la doncella.

-Estúdiate el papel... supongo que lo tienes copiado y no olvides preparar toda la sastrería.

Nos pagó y los chicos me acompañaron a casa.

 

Mi Juventud en el Teatro 10ª parte


A la semana siguiente se estrenó Santa Genoveva. Una obra de época donde los caballeros se iban a la guerra y siempre dejaba en sus tierras alguna persona para cuidarlas. El Conde deja a un caballero que quiere abusar de la condesa y ella con su sangre escribe una carta se la da a la doncella y ésta le dice que llegará a su esposo la prueba de su inocencia. Yo hacía el papel de la doncella y llorando a “lágrimas viva” le dije en tono brillante:
-Señora... yo haré llegar a vuestro esposo la prueba de vuestra popa.

 Genoveva de Brabante es la heroína de una leyenda medieval. Su historia es un ejemplo típico de la historia de una casta esposa falsamente acusada y repudiada, por el testimonio de un pretendiente rechazado.

Joaquín que estaba entre bastidores porque hacia el papel de malo, se llevo unos minutos sin poder salir a escena y Anita que era Santa Genoveva en una manta en el suelo fingiendo que lloraba pero riendo sin poder parar. Yo me quedé tan tranquila, ni cuenta me di de lo que había dicho.

Esa noche había invitado a Dolores, mi patrona. Ella decía que las obras de teatro de los Santos le gustaban mucho. Cuando terminó la obra todos se reían, yo esperaba que Joaquín me riñera pero cuando me pagó me dijo:

-María siempre tienes que pensar lo que dices, nunca te calles ni te vuelvas atrás. Hoy nadie se ha dado cuenta de tu camelo "equivocación", a mí me ha hecho reír y eso también es bueno pero procura que no te pase más.

Cuando íbamos para la casa dijo Miguel:

-Si esto nos pasa a algunos de nosotros cualquiera escucha a Joaquín.

-Pero lleváis mas tiempo que yo.

-También es verdad- dijo Miguel.

Esa noche cuando llegue a la casa Dolores estaba esperando y me dijo que había estado muy bien y le había gustado la obra mucho. El malo es muy guapo, bueno, son todos muy guapos y buenos artistas

A la mañana siguiente le conté a mis compañeros lo que había dicho mi casera y se rieron, fuimos al puerto. Nos quedaban pocas noches en Cartagena y aun no habíamos visto muchas cosas. 

Esa noche nos dijo Joaquín que íbamos a Gandia

 Pailebotes en el Puerto de Gandía. Autor: Juan Ibáñez Aznar. Gandía, 1947. (Archivo Municipal de Gandía. Imagen 1249/32).

Tengo que aclarar que llevábamos unas 60 obras de repertorio y unas 5 o 6 la repetíamos varios días como: La Pasión de Jesucristo, Diego Corriente, Santa Genoveva, El Conde de Montecristo, Mancha que limpia y Dueña y Señora. Ese era el motivo de estar siempre más de 3 meses en el mismo sitio y al estar tanto tiempo le llegábamos a tomar mucho cariño a las personas con la que vivíamos. Eso me pasó a mi con Dolores en Cartagena por eso todavía me acuerdo pero en muchos sitios no fue igual y hay de muchos sitios que no recuerdo ni la casa ni a las personas.

Lo que si me acuerdo es que cada 15 días le enviaba dinero a mi madre, podía hablar con ella. En casa todo iba bien. Mi madre y Doña Pepita se escribía, eso lo supe después de mucho tiempo. 

Recuerdo que en Gandia pasé la Noche Buena de ese año, sin mi familia. No sabía como la pasaría, Joaquín nos dijo que el día 24 no se trabajaba pero el 25 sí y además teníamos dos representaciones, una infantil y otra para adultos, debíamos tener cuidado con no pasarnos el día de Noche Buena.

El señor Nevares y María, su mujer, nos dijo que podíamos ir a su casa para la cena, Enriqueta y Viesca también, así todos los demás nos invitaron a los chicos y a mí. Todos menos Joaquín y Anita, ellos no celebraban nada, era una noche mas.

Nosotros tres cenamos con María y Nevares, cuando nos íbamos para casa sería la una y pico de la noche, nos encontramos con unos jóvenes que iban cantando con panderetas y nos fuimos con ellos. Mariano y yo terminamos bailando sevillanas, se acabaron los villancicos, todos acabaron con sevillanas. Sobre las seis de la mañana nos fuimos para casa, era la primera Noche Buena que la pasaba con jóvenes de mi edad, sin complejos y disfrutando del momento.

El día 25 casi todos los jóvenes que estuvieron con nosotros fueron al teatro. Joaquín nos preguntó que había pasado al ver que nos conocíamos, se lo contamos y nos dijo:

-Ya sabéis... en todos los sitios hay que hacer amigos.

Eso hicimos y luego nos escribíamos con ellos. Recorrimos toda la provincia casi dos años. Empecé a trabajar en casi todas las obras. Recuerdo un momento malo, Margarita la pequeña de Joaquín se puso muy malita con Meningitis, Anita y la niña se fueron para Sevilla y se quedaron en una casa que allí tenía el señor Nevares. Joaquín nos dijo que estaríamos dos días sin trabajar hasta que Anita volviera. Nos dijo las obras que no podían ponerse de momento como Cancionera, ella hacia el papel de la Adelfa. Yo le dije a Joaquín que me lo sabía, el me miró muy serio y me dijo:

-¿Tu te comprometes?

Le dije que sí. Esa noche después de la obra de teatro Joaquín me dijo que tenia que ir a Sevilla y me traería el carné de actriz, ya el oficial y no el de meritoria. Piensa en los papeles que hace Ana y puedas tu hacer y si te lo sabes bien me lo dices.

Por todo esto yo creo en las oportunidades, no se saben cuando van a llegar pero cuando llegan hay que aprovecharlas, esa vez fue por algo triste porque se puso malita la niña mas bonita del mundo para que yo empezara a hacer trabajos importantes y esto pasó casi a los 30 meses de haber abandonado Sevilla.

 

Mi Juventud en el Teatro 11ª parte


Estabamos en Gandía. Joaquín bajaba a Sevilla cada 15 día para ver a su hija que ya iba cada día mejor. En uno de esos viajes volvió con un amigo, yo no me enteré hasta la hora de la función. Cuando vi quien era me quede de piedra, era Adorna. Estaba en el escenario con todos los compañeros. Yo me fui para mi camerino y cerré la puerta, Dios mío que mal rato pasé esa noche. Hacía uno de los papeles mas bonitos en la hija de Juan Simón, cuando fui a salir me dijo muy bajito Joaquín:


-Vamos.... demuestra lo que has aprendido.

En uno de los mutis me aplaudieron mucho, Joaquín me dijo que saliera a saludar y uno de los que mas aplaudía era Adorna y por supuesto Ani, la hija de Joaquín que empezó a gritar... bravo...bravo.

Cuando terminó la función y Joaquín me fue a pagar me dijo delante de todos:

-María... esta noche ya cobras como todos porque ya tienes el carné de actriz, mañana hablaremos de todo lo demás. (Era la sastrería y el atrezo que cobraba 3 duros diarios mas mi sueldo que ya era como el de Miguel y Mariano, ellos ya me decía que podía pagar el café porque cobraba mas que ellos)

Cuando nos fuimos a tomar café, esta vez se vino también Adorna, Enrique y Viezca. Todos hablaban menos yo. Terminamos y me fui para casa, en todo el tiempo no nos habíamos dirigido la palabra. 

Al día siguiente cuando llegue al teatro me enteré que Joaquín había dicho que esa noche Adorna y yo representaríamos "El Chiquillo" (Joaquín sabía que ya lo habíamos hecho antes muchas veces). Fui a buscar a Joaquín y le dije que yo no quería hacerlo, me dijo que Adorna sí.

Joaquín me dijo que cogiera el libro y le diera un repaso, aún tenía tiempo y que no se hablaba más del tema. Me fui a casa donde tenía la copia, lo repasé. Cuando terminó la obra que era la Malquerida de Benavente, donde yo no trabajaba, fue cuando se hizo el sainete. Era algo normal que después de una obra dramática se pusiera algo cómico. 

Cuando empecé me temblaban las piernas y a él también, salio muy bien y gustó. Hasta ese momento no nos habíamos dirigido la palabra.

Joaquín creo que fue el que mas disfrutó aquella noche, cuando me fue a pagar me dijo:

-Qué ¿ lo has pasado mal?... Pues no sabes las noches que vas a pasarlo mal si sigues en el teatro.

Al terminar como todas las noches nos fuimos a tomar café, todos hablaban. Enriqueta le preguntó a Adorna si la novia era también del teatro. El le dijo que no tenía novia ni pensaba tenerla. Los chicos me llevaron a casa y Mariano me preguntó si iba a desayunar con ellos, le dije que no y cuando entré en mi cuarto me senté en la cama, no sabía si estaba triste o contenta lo que si tenía claro era no dejar el teatro. Joaquín ya nos había dicho que Adorna cuando tuviera descanso iría donde estuviéramos 3 o 4 días. Dormí poco aquella noche. 

Al día siguiente después de comer, me arreglé mucho, como casi todos los días ya que Joaquín decía que a la calle debíamos salir bien y no salir con cualquier cosa. Me fui a ver a Ani y cuando llegué me dijo:

-Este que anoche trabajó contigo... ¿era tu novio, verdad?

-Sí...

-Es muy guapo pero muy bajito, a mi no me gusta para ti.

La meme le dijo... Ani.

Ella siguió con la franqueza que tienen los niños:

-Mariquita yo quiero para ti alguien guapo como papa y que sea muy buen actor, ya me ha dicho la meme que Adorna es también buen actor y que la estatura no importa para serlo pero a mi no me gusta.

Ese día si que hice yo la Concha Puerto de la Puebla de las Mujeres, donde iba estaba Adorna. Fui al Casino a tomar café... allí estaba Adorna. Fui a ver a un hijo de Viezca que estaba malito... allí estaba Adorna. Fui al teatro a recoger ropa que tenía que planchar para la noche y allí... estaba Adorna. Quien conozca la obra de los Quinteros, sabrá porque todo el día estuve representando a la Concha Puerto

Al día siguiente Adorna se marchó por la mañana, yo no lo vi y seguíamos sin hablarnos. Cuando llegó el día de enviarle el dinero a mi madre y que hablaba con ella le conté que Adorna había venido 3 días y que ya se había marchado. Me llevé una sorpresa cuando me dijo mi madre que ya lo sabía. Adorna le había escrito una carta donde le contaba que estaba muy bien, que ya tenía el carné de actriz y que el pensaba ir de vez en cuando nada mas tuviera descanso. Le dijo que si ella quería alguna cosa llamará a su trabajo por si quería que me dijera algo o enviarme alguna cosa.

Mi madre me dijo que después de casi 3 años seguía siendo muy cariñoso con ella, que era cosa mía y tenía muchas ganas de verme ya que habían pasado mas de dos años que marche, nos despedimos y cuando terminé me fui con Mariano y Miguel, le conté todo sobre Adorna y mi madre. Sólo me quedaba esperar que pasara el tiempo y por supuesto seguir estudiando y preparándome.

(Dentro de unos días voy a copiaros la obra original que Adorna me escribió a mano del Chiquillo, es la misma que utilizábamos en el parque aquel día que por poco nos llevan detenidos).

 

Mi Juventud en el Teatro 12ª parte


A los pocos días nos enteramos que pronto nos marchábamos para Extremadura. Pasaban los meses sin darme cuenta. Otra vez Semana Santa, Joaquín nos dijo que desde el Martes Santo no trabajábamos y quien quisiera marchar a su casa podía hacerlo. Miguel y Mariano se marcharon para Sevilla, Joaquín también para ver a Margarita que ya estaba mejor pero no se llevo a Ani y yo me quede con ella y con la meme, me lo agradecieron mucho sobre todo Doña Pepita que no se quedó sola con Ani.
Yo prefería coger algunos días en feria. Lo pasamos muy bien las tres, salíamos a comer y pasear y ver la Semana Santa. El Viernes Santo estaba todo cerrado, en aquellos tiempos los cines y teatros estaba todo cerrado y el Sábado de Gloria eran los estrenos de la nueva temporada.

El Domingo de Ramos ya habían vuelto todos y esa noche poníamos en escena ¿Por qué te casas Perico?, una alta comedia de frac y trajes de noche, yo hacia una niña muy pija y en uno de los momentos yo tenía que presentar a uno de los personajes a otros, tenía que decir: "Querido Fernando... tengo el gusto de presentarte a Ser Guillermo Walter". Pero dije: "Querido Fernando... te presento a Walterclo". Joaquín soltó una carcajada y dijo: "Ay que gusto" Lo dijo para salir del paso pero todo tenía su explicación ya que él lo que mas envidiaba y deseaba que estuviera en buen estado eran los cuartos de baños allí dónde fuéramos.

Siguió toda la representación normal, cuando terminó y fui a cobrar me dijo:

-María... tienes el don de cuando mas preocupado estoy, tu con tus tonterías, me haces reír. Toma esto te lo manda Ana. 

No pesaba mucho pero en ese momento no abrí el paquete.

Me pagó y como todas las noches nos fuimos a tomar café y echar el rato jugando al billar o lo que se terciara. Yo pregunté a los chicos a quien habían visto en Sevilla, ellos me dijeron que a nadie, eran días de mucho jaleo y poco salieron de casa.

Mariano me preguntó que pensaba de la visita de Adorna.

-Me quedé de piedra… no me lo esperaba en mi vida.

-Pues estas en las nubes… no va a venir de Sevilla por nosotros.

-Ni por mi tampoco… no me ha dicho una palabra.

-Tu tampoco… los dos sois tal para cual. Ahora piensa venir donde estemos de vez en cuando se lo ha pedido Joaquín.

-Mira que bien... dije con ironía.

Cuando llegue a casa abrí el regalo de Anita era un Jersey y un collar de fantasía y a la noche siguiente dijo Joaquín que cuando termináramos allí, estaríamos una semana de puente en Don Benito, mientras instalaban el teatro en otro sitio. 

Tuvimos mucho éxito, no me lo podía creer. La primera noche pusimos Dueña y Señora, la noche siguiente El Crimen de Don Benito, era la historia de un crimen que había pasado allí y lo teníamos programado una noche pero lo representamos cinco y el teatro lleno. Recuerdo que el crimen lo comete un señorito del pueblo y le echa la culpa al médico tirando todo el instrumental por toda la vivienda pero lo descubren. Las autoridades quieren llevar al señorito a Madrid para juicio pero el pueblo lo impide y allí mismo lo matan. 

Bien por los pueblos valientes.

Estuvimos unos días mas prometiendo que volveríamos.

De allí nos fuimos 3 meses a Mérida. Una maravilla para una persona que le guste el teatro, no es como hoy que ya está reformado pero ya entonces era un sueño verlo. Los chicos y yo nos íbamos allí para estudiar los papeles y ensayar, una de las tardes me lleve a Ani para que lo viera. Me dijo que le gustaba mucho pero que estaba todo roto y era muy viejo. Le tuvimos que contar porque estaba así, que fue en tiempo de los Romanos cuando estuvieron en España. Ella nos dijo que eso lo sabía pero no que esas cosas existieran.

Teatro romano Mérida, así estaba cuando yo lo conocí.

Así es como está actualmente.



Llevaríamos 20 días cuando volvió a venir Adorna pero antes nos dieron una alegría cuando Anita y Margarita por fin volvieron ya curada del todo. Preciosa, había crecido y el médico aconsejo que no la llevaran mucho al teatro porque se sabía casi todos los papeles de memoria y hasta que no fuera mayor no era recomendable. Lo que había tenido era meningitis y en sus sueños cuando tenía fiebre solo hablaba textos de los personajes de las obras de teatro.

Vuelvo a la visita del señor Adorna, como le llamaba Ani. Yo temía la sorpresa que me tenían preparada esa noche pero no pasó nada. Cuando terminamos Joaquín nos dijo que al día siguiente terminaríamos la representación con un sainete "Los Demonios en el cuerpo". Trabajaban Joaquín,  el padre.. yo la hija, el señor Nevares el médico y Adorna el novio (este Sainete no lo ponían nunca pero Joaquin lo buscó para que nosotros dos lo hicieramos, el se divertía mucho viendo nuestras caras y el trabajo que nos costaba. Aún hoy sigo sin saber si entre ellos se pusieron de acuerdo).

La niña que yo hacia era una niña histérica, estaba deseando que el novio la tocara y la abrazara y el médico le decía al novio que lo hiciera...abrázala... mas fuerte.... La niña decía: "Ay padre lo que yo tengo". El médico seguía diciéndole al novio: siga... siga. El padre decía: ay mi niña... ay mi niña.... así durante un buen rato y claro todos los demás dentro riéndose sin parar pero a nosotros nos hicieron pasar un mal rato. Todo esto seguíamos sin hablarnos. 

Nos fuimos a tomar café los chicos, Adorna y yo. Esta vez todos vivíamos en la misma fonda y todos llegamos juntos. A la mañana siguiente me llamaron para desayunar pero no bajé. Había quedado en ir a casa de Joaquín a ensayar una obra donde trabajábamos Ani y yo "La ciega de Paris". Era la historia de dos hermanas, Ani era la ciega y yo la hermana mayor. Doña Pepita nos lo dirigía, casi todas las escenas eran de las dos solas y cuando estuviéramos seguras es cuando ya ensayaríamos con los demás. Estuve allí hasta la hora de la comida y cuando llegue a la fonda los chicos ya habían comido. Me fui pronto para el teatro, tenia que sacar la ropa de esa noche "El Conde de Montecristo", trabajaba Adorna y al igual que a todos también le prepare su vestuario.

Así fue pasando el tiempo, nueve meses y seguíamos sin hablarnos y trabajando juntos. Nadie se creía que no nos habláramos pero era la verdad. 

Entonces llegó otra novedad muy importante sobre todo para mi madre y mis hermanos.

 

Mi Juventd en el Teatro 13ª parte

Lo prometido es deuda y tal como os dije aquí dejo el libro completo escrito a mano por Adorna. Es un Sainete "El Chiquillo", el me lo copio del original pero dando el acento andaluz, con este Sainete hice mi examen para meritaje de Actriz, espero os guste.




 

Mi Juventud en el Teatro 14ª parte


Pasaron nueve meses haciendo el tonto y divirtiendo a los demás. Un día Joaquín nos anunció que el próximo sitio donde íbamos era Sevilla y lo mas importante, el barrio, El Tiro de Línea. Yo no me lo podía creer, era mi barrio. Pregunté dónde y me dijeron que en un cine de verano en la calle Teatinos, el teatro se iba a instalar dentro del cine

Anita me dijo que mi madre ya le había buscado una casa en el barrio, en la calle Morón. Esa casa era de la madre de Encarnita Polo, ella ya estaba trabajando en Barcelona

Cuanto miedo tuve en esos momentos, 3 años sin ver a mi familia y tanta gente que me conocía. Lo que mas temía eran las burlas de mi hermano Antonio con sus amigos. Cuanto malos ratos pase en esos tiempos pero conseguir lo que quería ser actriz

Cuando íbamos para la fonda Mariano me preguntó:

-¿No quieres ir para Sevilla?

-No... 

Creo que ellos tampoco querían ir y esa noche no pude dormir, me vino el recuerdo del colegio, los primeros día lo que lloré, los castigos, los buenos ratos... Pensé ¿Ahora te vas acobardar... después de lo que te ha costado tantas noches sin dormir estudiando casi sin luz en las fondas que has vivido? Me iba ahora acobardar por personas que no sabían casi nada de mi vida y por un hermano que nunca comprendería mi superación, ya era momento de demostrárselo a él y a todo el mundo. Con esa rebeldía tan propia de mi carácter y dispuesta a luchar y demostrarle a todos que el teatro era mi vida en esos momentos. Me quedé dormida y al día siguiente cuando me levanté para el desayuno estaban los tres, Mariano, Miguel y Adorna. Creo que Mariano no quería volver a Sevilla porque estaba enfadado con su padre, era médico y no quería que se dedicara al teatro. A Miguel tampoco le hacia gracia pero a Adorna si le gustaba la idea. 

Ese día hablé con mi madre, ella ya sabía que íbamos a Sevilla y le dije que no dijera nada a nadie pero me dijo que mi Chico ya se lo había dicho a todos los conocidos, me preguntó por qué me preocupaba que Anita ya le había dicho que ya no parecía la misma, había aprendido mucho y era ya una mujer... ah y que estaba monísima. Yo le dije a mi madre ¿A si...? 

-¿Es que tu no quieres venir? 

Me preguntó mi madre.

-Sí mama, tengo ganas de ir pero no dos o tres meses que es lo que estamos en todos sitios.

-Veras todo lo que hemos hecho con lo que tu has enviado en este tiempo.

-Yo lo he enviado para tí. Bueno mama, da besos a los niños y tu cuídate, hasta pronto.

No se porque me ponía tan triste siempre cuando hablaba con mi madre, siempre me decía a mi misma: algún día te pagaré todo lo que has hecho por nosotros, sobre todo por mí, por confiar y dejarme hacer lo que me gustaba.

Volviendo al día dónde nos dieron la noticia no hubo motivos para risas, quedamos muy cansados con la actuación, El Conde de Montecristo. Nos fuimos para descansar sin tomarnos el café de todas las noches. A la mañana siguiente Adorna se marchó y todo siguió igual. Yo tenía que ir al teatro para ver la ropa que había que enviar al tinte para guardarla, estaba en mi tarea cuando sentí que me llamaban, eran las niñas que venían con la niñera. Me dijeron que iban a dar un paseo y que su mama les dijo que si yo podía ir con ellas.

Recogí las cosas, tenía muchas ganas de que Margarita me hablara y me hiciera preguntas, verla jugar aunque todavía no podía correr mucho. Estuve con ellas un par de hora y cuando las llevé a su casa Ana me preguntó que tal la veía, le dije que muy bien. Me ha preguntado que por qué yo no estaba en Sevilla y le expliqué que yo me tuve que quedar con Ani y la meme que estaban aquí solitas, además que tu estabas con ella. Yo la veo muy bien y además no se ha cansado mucho con los juegos.

-¿Anita has visto a mi madre?

-Sí... ella está bien pero tu abuela no.

-He hablado con ella y no me ha dicho nada.

-Yo la ví hace nueve días, quizás ya esté mejor, no te preocupes. 

Me fuí para la fonda a recoger el maletín de las pinturas y llegué al teatro, esa noche la representación era Diego Corriente y mi papel era un ladrón que estaba de guardia vigilando, en un momento tenía que decir:


-Cuidado que es extraño el silencio que si a caballo viniera hubieran ladrado los perros...

Dije: Que si a caballo viniera hubiera ladrado Don Pedro

Mariano, siguió la escena tan tranquilo y diciendo, claro... claro.

Cuando entraba el personaje en escena le dábamos con un palo en la cabeza y teníamos que esconderlo. Mariano lo cogía por los brazos y yo por los pies. Y dije:

-Ozu... como pesa la carne de burro...

El público dió un aplauso y empezaron a reír.

Cuando fuimos a cobrar Joaquín me dijo. 

-Vamos a ver, primero te equivocas y luego dices lo que quieres ¿por qué?

-Para que el público se ria, no sólo os vais a reír ustedes de mí.

-Eso está bien pero eso no importa ahora. María, veras... tengo que decirte.... 

Yo, cuando me decía María sólo me echaba a temblar.

-He recibido un telegrama de tu madre donde dice que tu abuela está muy mal, es para que lo sepas, no para que te marches.

Me quedé callada y le dije:

-Joaquín un día le hice una promesa a mi madre que nunca se vería otra vez sola en una muerte, así que me voy para Sevilla.

-Bien, pues arregla mañana el equipaje, le pones tu nombre al baúl y coge una maleta donde metes lo que te haga falta, en 18 días estaremos en Sevilla. Juan el representante se va contigo y si necesitas algo vas a verlo, vivirá también en el Tiro de Línea, ya te lo dirá él. Ve mañana temprano a casa.

Todos empezaron a preguntarme si no sabía nada, yo les dije que había hablado con mi madre y no me había dicho nada, solo que tenia ganas de verme, yo que no quería volver a Sevilla al final seré la primera en llegar.

-¿Tu abuela es la que os ha criado?

-No... Ha sido la providencia y el amor de mi madre y por eso me voy para que no se vea sola en estos momentos. 

Nos fuimos al terminar la función como todas las noches a tomar café, luego a la fonda a preparar las cosas para el día siguiente.

Al día siguiente muy temprano llegué a la casa donde vivía Joaquín, Ani me pregunto si me marchaba. Le dije que si y ella empezó a llorar. Su madre le dijo que me marchaba por unos días pero que pronto ellos también se marchaban y viviríamos muy cerca. Joaquín estaba desayunando. Me fui a ver a Margarita y a la meme que estaba escribiendo una carta para mi madre. Joaquín me dió un sobre, me dijo que era mi sueldo hasta que llegáramos en esta ocasión no haríamos puente porque todos tenían  allí casa. Sobre las cuatro tenía que estar en el teatro, allí me esperaba Juan. Le dí un beso y me despedí de todos, iba a ver a mi familia pero allí también dejaba a mi otra familia.

 

Mi Juventud en el Teatro 15ª parte

A las seis de la tarde salimos de Mérida, Mariano y Miguel estaban en el teatro conmigo, Juan llegó en su coche a recogerme. El viaje fue largo serían las once de la noche cuando llegué a mi casa, Juan saludó a mi madre y se despidió. Hubo besos y lagrimas, mi hermano Antonio se había marchado a su trabajo, Manolo y el Chico estaban acostados y mi abuela pensé que también lo estaba pero me dijo mi madre que así llevaba unos días. Le dije  a mi madre que cuando pensaba contármelo, ella me dijo que yo qué podía hacer y le dije que estar con ella y que no se viera sola. 

-¿Lleva muchos días así?

-Sí...

-¿La ha visto un médico?

-Sí, hace unos días vino D. Manuel.

Quiero aclarar que en esa época no todo el mundo tenía médico, en casa sólo mi hermano Antonio por estar trabajando y mi madre en su misma cartilla, ni mis otros hermanos lo tenían ya que en los trabajos que estaban no los habían asegurado, tenían ya 16 y 14 años.

Entonces le dije a mi madre que sin falta llamará al día siguiente al médico de pago, yo traía dinero para ello. 

-Bueno mama, ahora tu te acuestas tranquila, ya estoy aquí y estoy acostumbrada a estar despierta por la noche, le pregunté que darle a mi abuela por si despertaba y me dijo que sólo agua si la veía inquieta.

Yo recorrí la casa y vi todas las mejoras que se habían hecho, un dormitorio más, el aseo y aún quedaba terreno.

Voy a contar que cuando le dieron a mi madre esta casa por ser viuda y con cuatro hijos, la casa debía tener más habitaciones y aseo pero no lo habían hecho bien, entonces también había fraude en las construcciones. La renta que tenían que pagar era de 25 pesetas mensuales, cuando Franco vino a ver las viviendas dijo que daba vergüenza una casa con sólo una habitación para tantas personas, así que serían las casas regaladas y que cuando pudieran edificaran en la parte de atrás ya que había terreno para ello.

¿La impresión que me llevé al estar en mi casa?... en aquellos momentos me pareció la peor fonda en la que había estado en esos años, miré en la habitación de mi madre y la ví dormida, me dió mucha paz. Hice café y me senté al lado de mi abuela en una butaca. Empecé a escuchar la radio, uno de mis vicios desde entonces. Soy seguidora de La Rosa de los Vientos hace más de 15 años de Juan Antonio Cebrian, ya fallecido pero aún sigo el programa.  En aquella época escuchaba novelas, noticias, música. Poco a poco me quedé dormida, me desperté con un ruido que hizo mi abuela, le pregunté qué quería y abrió los ojos, me dijo que quería agua. Cuando terminó de beber me cogió la mano, la volví de lado y me dí cuenta que estaba mojada, busque una toalla y la aseé. Se volvió a quedar dormida. No he dicho que mi abuela dormía en una cama en el salón.

La Rosa de los Vientos 
El programa fue creado en 1997 por el gran Juan Antonio Cebrián, como relevo de Turno de Noche, y tras su triste fallecimiento diez años después, ha sido Bruno Cardeñosa el encargado de mantenerlo y renovarlo temporada tras temporada, adaptándolo a las nuevas cuestiones que se plantean y a los nuevos retos a los que se enfrenta esta sociedad del s. XXI, un mundo que avanza a toda velocidad subido en un avión supersónico aunque no se sabe si en la dirección adecuada.

Cuando volvió mi hermano Antonio de la panadería, serían las siete de la mañana, mi madre ya estaba levantada y tomábamos café. Me preguntó como estaba, le dije que bien y mi madre le hizo un resumen del motivo de yo estar allí, el le dijo que había llegado pronto pero viendo que no estaba sola se marchaba, a esa hora el siempre traía el pan del día.

Los chicos se levantaron y se marcharon al trabajo, mi Chico me preguntó si yo me marchaba y le dije que no. 

El médico llegó pronto pero no pudo decirnos gran cosa, sólo que estaba muy mal, le recetó calmantes y nada más. 

Cuando se marchó yo me fui al centro a comprar cosas que hacían falta en la casa, cosas de ropa, para la cama, alimentos, medicamentos. Volví a media mañana y ya estaba mi hermano Antonio acostado y mi madre preparando la comida para los pequeños, yo traía cosas que sabía les gustaba. Yo le dí de comer a mi abuela una papilla de Maicena y se la comió bien. En la habitación de mi madre me hice una cama y me acosté. Serían las siete de la tarde cuando me despertó mi madre hablando muy bajito con alguien. Era su amiga Carmelita Llorens, venía todas las tardes a ver a mi abuela. Cuando salí me dió muchos besos. Me preguntó si estaba contenta y yo también le pregunté por su familia. Le expliqué como había pasado esos años y que estaba muy contenta, me preguntó por la visita de Adorna y le conté que no nos dirigíamos la palabra nada mas que trabajando en el teatro y que servíamos de risas para los demás, ella no me preguntó mas sobre el tema.

Merendamos las tres y conseguimos que mi abuela se pudiera tomar un poco de leche poco a poco.

Carmelita me dijo: -que tranquilidad para tu madre, que falta le hacías-. Yo le dije que no sabía cuando pensaba decírmelo. Le conté todo lo que pude y cuanto iba aprendiendo y que bonito era Gandia y ellas también empezaron a contar cosas de cuando ellas y sus maridos estuvieron también allí antes de la guerra en una Compañía. Yo las dejé con sus recuerdos y me fuí para sacar la ropa de la maleta, cuando terminé mi abuela se había despertado y dijo María, mi madre le preguntó que quería y ella dijo que no era a ella, era a la niña a la que llamaba, yo me acerqué a la cama y me preguntó cuando había llegado, le dije anoche y no volvió a decir nada mas. 

Se fue Carmelita, mi hermano Antonio se marchó al trabajo, llegaron los chicos. La cena y a la cama, mi madre y yo preparamos a mi abuela para pasar la noche. En esos momentos pensé, como había podido mi madre llevarlo todo sola. Le dije que se acostara y sobre las cinco me acostaría yo, así lo hicimos.

Ya había pasado 24 horas en mi casa, muy largas y tristes pero aún así estaba contenta, era la primera vez que podía hacer algo por ayudar a mi madre.

 

Mi Juventud en el Teatro 16ª parte


Cuando me levanté antes de comer le dije a mi madre que teníamos que hablar para ver lo que hacíamos porque no podíamos seguir así con la abuela. No sabíamos el tiempo que podía seguir viviendo, mi madre se entristeció pero yo le insistí en organizarnos ya que dentro de unos días yo empezaba a trabajar en el barrio y el problema lo tenía en casa pero no podía llevarlo al trabajo. 

Le dije a mi madre, desde hoy yo me encargo de la abuela, de lavarla por la mañana y la noche, también de su ropa y tú de los niños y de la casa. Por la noche desde que yo me marche al teatro estarás tú con ella y cuando yo llegué te acostaras y seré yo la que esté hasta que tu te levantes cuando los niños se marchen al trabajo.

Nada mas terminar de comer me fui al centro de Sevilla, a la calle Puente y Pellon para comprar dos zaleas, eso era lo que se le ponía entonces a los niños para el pipi. Era una piel de oveja curtida, entonces no había otras cosas, era 1953. Compre telas de toallas por metro, desinfectante, gasas, esparadrapo... todo lo que vi faltaba en casa y podría necesitar mi abuela para curarla desde ese momento.

Zalea


Para mí compré unos zapatos, es uno de mis vicios. Eran preciosos, En la zapatería Zegarra le compre un par a mis hermanos pequeños y regalaban una pelota pequeña de goma. A mi madre no sabía que mas le hacía falta en esos momentos, le faltaba de todo pero ya estaba acostumbrada. Yo que sabía lo que mas le gustaba en su vida era leer le compre unas novelas en la Plaza del Pan.

Cuando llegué a casa, todo seguía igual. Mi abuela dormida, como decíamos nosotros. El día fue pasando y tan sólo vi contento a mi hermano Chico, el veía a mi madre mas tranquila. 

Pasaban los días y todo siguió igual. A mi la noche no me costaba estar despierta porque siempre aprovechaba para hacer punto, coser, la radio... no era ningún problema.

Una vez en semana venía el médico a verla y siempre decía lo mismo, en cualquier momento podía suceder lo inevitable.  

Una tarde estábamos las tres, mi madre, Carmelita y yo. Mi abuela dormida en su cama, de pronto dijo:

-María... ahí está Gonzalo.

Nos quedamos las tres calladas y lo volvió a repetir, ella llevaba mucho tiempo sin hablar.

Yo le dije ¿que pasa?, ella me dijo:

-Tu padre está aquí.

-¿Dónde?

No me contestó pero si dijo varias veces si, si, si... como si contestara a mi padre.

En esos momentos mis pensamientos eran ¿por qué mi padre? ¿era para demostrarle que él estaba mejor que ella?, ¿era por la conciencia de mi abuela? nunca lo habían ayudado y era él quien venía para acompañarla en el último viaje.

Esto lo saben mis hijos porque yo se lo he contado muchas veces en mi vida y no esta sola experiencia he tenido con personas que he visto morir.

Mi madre se levantó cuando los niños se marchaban para trabajar, me dijo que yo me acostara y le dije que no. Cuando se fueron fui a buscar al médico y le dije que la veía muy mal. El me dijo que enseguida iba para casa. Mi hermano Antonio ya había llegado de la panadería, el médico dijo que ya estaba todo casi acabado pero mi hermano aún así se marchó como todos los días. Nos quedamos solas mi madre y yo.  Al rato volvió y dijo que ya había avisado al Ocaso, yo no sabía que mi madre estaba pagando eso pero lo tenían desde que murió mi abuelo. Al mediodía falleció, todo lo preparamos y se avisó al único sobrino que tenía Guillermo. 

Para que contar nada más, el día del entierro sólo la acompañaron mi hermano Antonio, sus amigos y mi hermano Manolo. Yo bastante tuve con cuidar  mi madre que perdió el conocimiento unas cuatro veces durante el día y la noche. 

Todo terminó, la casa esa noche parecía otra, ya no estaba la cama ni la abuela en el salón, sólo quedaba su recuerdo especialmente para mi madre, yo la verdad no los tenía ni de ella ni de mi abuelo pero era la madre de mi madre y yo hice todo lo que pude por que tuviera un buen final.

Esa noche acostumbradas a no dormir, ni mi madre ni yo teníamos sueño, ella leyendo, yo escuchando la radio nos quedamos dormidas.

 

Mi Juventud en el Teatro 17ª parte


A la mañana siguiente quería que todo cambiara pero mi madre era lo primero y no se encontraba bien.  Tuve que ir haciendo las cosas poco a poco, todo lo que había servido a mi abuela lo guardé en una bolsa y le dije a mi hermano Manolo que lo tirara cuando pudiera sin que mi madre se diera cuenta. 

Por la tarde me llegué a la casa donde vivía Juan el representante para darle la noticia y pedirle que fuera él quien se lo comunicara a Joaquín.

Faltaban nueve días para que se instalará el teatro, cuando volvía para mi casa me encontré con una vecinas, no sabían que estaba en casa. Me preguntaron que tal estaba mi madre y ya de paso "chismorrear un poco sobre el teatro".

El sábado cuando estábamos todos en casa cenando, les dije a mis hermanos si querían ir al cine al día siguiente, ellos muy contentos dijeron que sí. Mi madre me miró y yo le dije que dentro de unos días iba a empezar a trabajar allí y que casi todos los papeles eran cómicos, además mi abuela había descansado. La vida tenía que seguir.

-Mama... parece mentira que tú... 

No termine la frase, ella me dijo que tenía razón.

El domingo después de comer nos fuimos al cine, era la primera vez en mi vida  que iba con mis hermanos. La película creo que fue Duelo al Sol. A mi madre le compré su dulce preferido una milhoja, mis hermanos siempre que podían se la llevaban también.


                 Delicioso postre simple y espectacular, compuesto de nata, crema pastelera y hojaldre.

Aquella noche mi Chico le contó la película a mi madre y ella se rió mucho aunque no era para reír. El exageró al contarle... iban por el suelo con las pistolas arrastrándose... disparaban y... etc. tuvo mucha gracia. Nos acostamos los cuatros después de unas risas.

A la mañana siguiente mi hermano Antonio trajo a un amigo para que pintara la casa yo saqué todo al corral en la parte trasera, dónde había terreno para poder construir. A media mañana estaba todo listo. Empecé a ponerlo todo donde estaba pero al ir a poner la maquina de coser (de mi abuela) mi madre me dijo que eso no ya que ella no la usaría y yo tampoco, así que fue una de las cosas que guardé en el corral bien protegida. En un par de días todo estaba limpio y arreglado.

Yo me había traído algunos papeles que debía estudiar como la Ciega de París, quería Joaquín estrenarla pronto así que aprovechando que estaba con mi madre para distraerla le dije que por qué ella no me repasaba el personaje, ella me preguntó qué papel, cual de las dos hermanas. Le dije la hermana mayor, ella me preguntó quién hacia el papel de la pequeña y le dije que Ani, la hija mayor de Joaquín, ya tenía 12 años cumplidos. Mi madre me dijo que sin problema después de comer lo haríamos.

Nos pusimos en el jardín y ella leía. Lo hacía muy bien porque le daba a cada personaje su entonación. A mi me gustaba mas escucharla que cuando me ayudaba Doña Pepita y en los días que ensayé con ella adelanté mucho. Me aconsejó que la hermana pequeña llorara antes que yo porque tendría mas efecto en el público y muchos trucos mas que a Doña Pepita no se le habían ocurrido como que buscara las palabras que no sabía que significaban en el diccionario, todo esto luego me ha servido en mi vida, cuando he dirigido a niños y mayores.

Un día me dijo que su padre le había dirigido a ella y a su hermana Lolita la misma obra en el Teatro San Fernando y que fue un éxito. Yo le dije mama la vida está llena de casualidades. También me orientó con la ropa que debía de ponerme. Una tarde estábamos tan entusiasmadas que me dijo muy alto:

-Aquí... tienes que llorar... tienes que llorar...

Mi hermano Antonio se levantó y dijo:

-Pero ¿esta no se fue para ser actriz?... no me dejáis dormir.

Mi madre le dijo que nos perdonara y mi hermano le dijo:

-Ya me sé la obra de memoria coño... 

Tenía razón. Todas las tardes empezábamos bajito pero terminábamos como si estuviéramos en el teatro y al jardín daba la ventana donde el dormía.

Sin darme cuenta había encontrado la forma de tener a mi madre entretenida y así me lo dijo ella cuando fueron pasando los días.

 

Mi Juventud en el Teatro 18ª parte.


El domingo por la mañana fuimos al colegio mi hermano Manolo y yo. Cuando llegamos las monjas estaban en sus cosas. Le dije a la portera que por favor avisara a Sor Pilar y Sor Josefina, nos dijo que no estaban, habían ido de excursión como todos los domingos al parque. La portera me preguntó que cuanto tiempo había pasado desde mi ultima visita, yo le dije tres años y pico. Nos despedimos de ella.

Nos fuimos por el camino por dónde sabíamos que ellas volverían, a Sor Pilar le conté el motivo de mi visita a Sevilla, la muerte de mi abuela y que nos quedaríamos unos cuantos meses ya que la Compañía de Teatro donde estaba trabajando llegaba en esos días a Sevilla. Le dije que nada mas pudiera iría por el colegio a ver a las niñas, ella me dijo que intentara ir entre semana ya que ahora se marchaban a sus casas los fines de semanas.

Me pareció muy bien y Sor Pilar me dijo que los tiempos iban cambiando. 

A la vuelta para casa hablé con mi hermano Manolo del trabajo, no le gustaba y ganaba poco. A él lo que le gustaba era conducir pero no sabia cuanto le podía costar sacar el carné. Le dije que preguntara cuanto costaba y si ya tenía edad para sacarlo, que aprovechara ya que yo estaría ahora un tiempo en casa para poder ayudarle.

Al llegar a casa mi madre me contó que mi Chico había llegado llamándome porque había visto los camiones en el cine descargando el Teatro. Me llegué a casa de Encarnita Polo, dónde se quedarían Joaquín y familia a vivir, seguro que allí sabrían que día llegaban ellos.

Aún tardarían 3 días, al día siguiente pensé en llegarme al bar Maravillas a ver si localizaba a Mariano y Miguel. Empezaban mis nervios y esta vez más porque era en mi ciudad, en mi barrio. Mi madre me dijo que era normal, Yo le temía que el barrio fuera mas critico y mi madre me dijo que igual que en todos lados, si las cosas se hacen bien acabaran todos diciendo que les gusta y me dijo que yo sólo tenía que hacer lo que sabía y demostrar que lo llevaba en la sangre.

Me dió mucha tranquilidad todo lo que me dijo mi madre. Menos mal que debutábamos con Dueña y Señora y en esta obra doña Pepita estaba genial, yo siempre la veía entre bastidores. Mi miedo era otro, los papeles infantiles como el de la Cenicienta donde hacia una de las hermanastras, decían en muchos sitios que estaba odiosa, seguro que en mi barrio me tiraban tomates. Deje de pensar en eso, ya pasaría lo que tuviera que ser.

Cuando llegó mi Chico estaba contento porque el y tres amigos habían estado ayudando a entrar materiales, había dicho que era mi hermano y le preguntaron si quería echar una mano y les pagaron a los cuatro tres duros a cada uno.

Yo le dije que no volvieran por allí hasta que empezáramos porque venia mucho equipaje y no podía estar por allí gente extraña, el me dijo que vale y mi madre también se lo aconsejo, volvió a contestar vale.

Cuando comimos y terminé de recoger la cocina me puse con mis cosas y mi madre a leer, así pasamos la tarde.

A los pocos días a media mañana vino una niña de la calle Morón a decirme que fuera a casa de Encarnita Polo, ya que habían llegado Joaquín y familia y Anita quería verme. Quería saber si mi madre estaba bien para ir ella y doña Pepita a verla, yo le dije que claro y ella me dijo que me iba a pedir un favor. ¿Puedes mañana por la tarde llevarte a las niñas un rato para poder ver nosotras a tu madre a solas?. Ani quiere ir contigo al cine y a merendar, dice que tú se lo prometiste. Le dije que era verdad, se lo dije que nada mas llegaran a Sevilla las llevaría, veré que película están poniendo donde ellas puedan ir. Le pregunté a doña Pepita si ella creía que estábamos preparadas para hacer la obra, ella me dijo que sí, repasando unos días mientras no empezáramos a trabajar. Quedamos que en un par de día volvería para ensayar con ella y la niña.

Cuando iba para casa le pedí prestado al padre de una amiga el periódico y pude ver las películas que estaban en ese momento de estreno. 

Al día siguiente cuando llegué por la tarde para recogerlas las niñas ya me estaban esperando y Joaquín me preguntó donde íbamos a ir, le dije al cine y luego a merendar. El me dió 50 duros, me dijo que a la vuelta cogiéramos un taxi. No me acuerdo bien la película que vimos, era cómica creo “La fiera de mi niña”, lo que mas recuerdo es que al protagonista lo amarran a un árbol unos niños vestidos de indios y jugaban con él. 

 Teatro-Cine Cervantes en Sevilla

A las niñas les gustó mucho, aplaudían y se rieron. Cuando llegaron se lo contaron a sus padres y sobre todo Ani le decía:

-Papa... estábamos muy altas, yo ponía la mano y se veía en la pantalla.

Joaquín me miró y me dijo:

-¿Donde las has llevado? ¿Al gallinero?

-Donde había entradas.

Le fui a dar la vuelta del dinero y el me dijo que lo dejara para otro día. Ani no tardó en preguntarme cuando la iba a llevar al parque, yo le dije el domingo por la mañana.

Anita me preguntó como se habían portado y le dije que muy bien, ella me dio las gracias. Hemos visitado a tu madre y la vemos muy bien, hemos estado un rato con ella y está muy contenta contigo, le parece mentira como has madurado, nos ha dado las gracias por lo que habíamos hecho por ti y doña Pepita le dijo que yo había trabajado mucho y que debía que tener confianza en mí porque sabía lo que quería.

Al llegar a casa mi madre estaba contenta por el cariño que le habían demostrado. Mi hermano Antonio que se estaba preparando para ir al trabajo me dijo que si todas las mujeres que venían en la Compañía eran iguales que las que habían estado en casa, eran un buen ganao. Esas cosas eran las que me molestaban de mi hermano, siempre decía esas cosas para demostrar su machismo. Mi madre me hizo un gesto y yo no dije nada. Cuando se fué,  mi madre me dijo que todo lo que decía era mentira, ya que había salido a saludarlas y había estado muy correcto y cariñoso con las dos y cuando se fueron había dicho que Anita era guapísima, que si todas las mujeres que venían eran así habría que ir al teatro. Yo pensé: Dios mío mejor que no vaya.

Cuando llegó mi Chico ya dijo que estaban poniendo los carteles para el viernes próximo, ya estaba todo en marcha.

 

Mi Juventud en el Teatro 19ª parte


Al día siguiente cuando fui a ver a las niñas le pregunté a Ani si se había estudiado el papel, ella me dijo que sí. Le dije a doña Pepita que si le parecía bien le podía preguntar a Joaquín si la podíamos estrenar ya. Ella me dijo que si y que al día siguiente me fuera a su casa por la tarde para ensayar y aprovechar que esos días no teníamos representaciones.

Así lo hice y a la tarde siguiente cuando llegué aún estaba allí Joaquín, me dijo que el próximo martes empezábamos a montar la obra, ya se lo había comentado su madre. Me advirtió que lo haríamos si Ani y yo estábamos seguras. Él se marchó y nos quedamos las tres en la habitación de doña Pepita, ella empezó diciéndome que le daba mucha pena de mi madre, no parecía la misma que ella había conocido, ahora se daba cuenta lo que había sufrido por culpa de la maldita guerra. Me dijo que no comprendía como no se fueron de España. Yo le dije que no pudieron por la muerte de mi hermano, ella no se acordaba de eso. Yo le pregunté como ellos pudieron marcharse a lo que me contestó que lo vendieron todo, sastrería, teatro, los decorados, todo. Lo convirtieron en joyas, principalmente en diamantes y lo sacaron en termos de café ya que el dinero no tenía valor fuera de España. Cuando llegaron a Casablanca compraron otro teatro, sus hijos Miguel, Pepita y Quinito (Joaquín) era el mas pequeño. Miguel tenía en aquellos momentos la misma edad de mi hermano Manolo el que murió, se llevaban dos meses.

Mi madre tenía 30 años


Doña Pepita me siguió contando:

-En la época que tus padres estuvieron con nosotros en la Compañía trabajando, tu hermano Antonio era precioso, muy blanco y no hablaba nunca, me volvió a decir que pena de mi madre que no parecía la misma y lo peor es que sus padres fueron los que mas le hicieron sufrir con el odio que tenían a mi padre con la gran persona que era.

Yo le pedí que me contara cosas de mi padre, le dije que apenas me acordaba ya de él.

Me contó que mi tía Lolita no había muerto cuando mi padre había conocido a mi madre, el había venido a trabajar al teatro Llorens. Aunque tu padre era de Puente Genil él hablaba mucho de Osuna, una vez que estuvimos allí tenía muchas amistades que lo querían. Él siempre contaba como se tuvo que marchar a Madrid para estudiar farmacia y con mucha gracia contaba como lloró sentado en su maleta de madera al llegar a la estación de Atocha, después de pasar así un rato preguntó por la dirección de la fonda que un maestro le había recomendado y allí lo estaban esperando. También me contó que estudió primero de farmacia y por las tardes se iba al café Gijón donde conoció a Manuel Luna, andaluz, él le ayudo para entrar al teatro.

 Café Gijón en Madrid

Doña Pepita en un momento se quedó callada y envió a la niña a merendar, quería que nos quedáramos solas.

Entonces me contó que cuando mis padres se conocieron mi madre tenía 16 años y mi padre 30, se enamoraron y que mi tía Lolita fue quien más le ayudó.

Os recuerdo que mis abuelos tenían 3 hijas, Lolita tenía 23 años cuando mis padres se conocieron y 24 cuando murió. Mi tía Manolita había ya fallecido y mi madre que era la mas pequeña siempre estuvo muy protegida por sus hermanas. Cuando mi madre le contó a su hermana que se había enamorado de mi padre ella y su abuela María se pusieron de acuerdo en ayudarle en el correo y que pudieran verse de vez en cuando.

Doña Pepita me dijo que con 17 años mi madre se quedó embarazada. Fue cuando empezó la guerra y el odio a mi padre pero su hermana y su abuela le escribieron inmediatamente a mi padre y un tío mío fue quien asustó a mi abuelo y le dijo que lo iba a publicar en todos los periódicos de Sevilla si no daba el consentimiento para que se casasen. Mi abuelo no lo perdonó ni en la hora de su muerte.

Al quedarse mi madre embarazada se quedó en Sevilla en casa de su abuela y a los 18 meses mi padre vino a recogerlos a los dos, mi tía Lolita ya estaba muy enferma y le pidió que no se lo llevara hasta que fuera un poco mayor, a mi padre le dió lastima y acordaron dejarlo un año mas pero mi madre si se fue con mi padre. Al año siguiente fue más difícil, el niño lloraba porque no se quería ir con mis padres, no los conocía. A los cuatro meses fue cuando murió mi tía Lolita y entonces mi abuela empezó a llorar y le pidió por favor que no le quitaran al niño también, ya había perdido a todas sus hijas, dos habían muerto y mi madre se había marchado.

Doña Pepita me dijo en esos momentos que tanto mi madre como mi padre fueron siempre buenas personas porque aún haciéndole tanto daño mis abuelos a los dos, ellos fueron generosos y le dejaron a su primer hijo. También me dijo que el que había sido mala persona siempre y lo sabían en todo el ambiente de teatro fue mi abuelo.

También me contó que para mis padres el dejar a mi hermano en Sevilla no le ayudó mucho en el Teatro, ya que no firmaban contratos que estuvieran en sitios alejados, ellos querían siempre estar cerca de él. Cuando muchos decidieron marchar fuera de España ellos también lo pensaron pero lo primero era volver a por mi hermano, ya habíamos nacido mi hermano Antonio y yo, al llegar fue cuando se lo encontraron muerto y ya era demasiado tarde y sin ganas de nada.

Doña Pepita me dijo que todo esto se lo había contado mi madre en una carta cuando le había pedido que me ayudara.

Volvió la niña y ya quedamos que al día siguiente ensayaríamos a la misma hora, ella al despedirse me dijo que ahora nos conocíamos un poco mejor, le di un beso y marché para casa.

 

Mi Juventud en el Teatro 20ª parte

Por fin llegó el día del debut y todo salió bien y gustó mucho, casi nadie se fijó en mí. Pasaron unos días y empezaron los problemas, el dicho de que nadie es profeta en su tierra. Muchos decían que era tonta, ¿cómo podía yo trabajar en el teatro?... Primero Encarnita Polo  y ahora yo, las dos del mismo barrio. La opinión general era que yo era muy "lacia", yo salía a escena todas las noches con miedo.

Recuerdo que hasta la gente discutían en el autobús. Un día me contaron que iban discutiendo unos jóvenes diciendo que de donde había salido yo para hacer teatro y cuando la discusión era más acalorada una persona salió a defenderme diciéndoles:

-Esa niña de la que estáis hablando tiene motivos para trabajar en el teatro ya que toda su familia, sus padres, sus abuelos y más parientes siempre se han dedicado al teatro. Si no sabéis no hablar.

Esa persona vivía en la calle Teatinos frente del cine y es una persona conocida ya que ha trabajado en televisión muchos años su nombre es Julio Marvizon, quien me lo contó fue mi hermano Antonio ya que algunos amigos iban en ese momento en el autobús. Al parecer este señor conoció a mi abuelo.

Fueron pasando los días, tres semanas y seguía siendo la comidilla del barrio, a unos les gustaba y a otros no. Una noche anunciaron La Hija de Juan Simón y cuando iba a salir a escena me dijo Joaquín que demostrara quien era, esa noche me la jugaba. Cuando terminé riendo y llorando como el papel exigía el público estalló en aplausos, Joaquín me dijo que saliera a saludar y a mí me temblaban las piernas, en fin, esa noche estaba contenta con el trabajo realizado. Los compañeros me dijeron que ya me los había ganado. Cuando llegué a casa mi madre ya sabía de mi éxito, mi Chico ya había ido a contárselo y estaba muy contento, le decía:

-Mama... la gente de pie aplaudiendo...

No me extrañaba de la forma que se lo contó a mi madre ya que era muy exagerado y además lo estaba pasando mal escuchando las críticas de sus amigos y al menos esa noche estaba contento, lo mejor fue que a partir de esa noche todas las representaciones que hacía ya eran personajes bonitos. No en todos era buena, también era mala pero eso gustaba mucho.

Mi madre tan solo me dijo:

-¿Qué te decía yo?... que tuvieras paciencia.

Pasaban los días y todo iba muy bien, cada día teníamos más público, sobre todo gente joven. A muchas que yo conocía solo de vista y ahora me paraban para preguntarme cuanto tiempo llevaba en el teatro

A mí todas las noches me daban 3 entradas para poder invitar a nuestros conocidos, la noche de La Hija de Juan Simón a quien invite fue a las nietas de Carmelita Llorens para que llevaran a su abuela. Cuando se llegó al día siguiente a ver a mi madre le dijo:

-María que bien estuvieron todos. También salude a doña Pepita, está muy bien. Joaquín muy guapo y muy buen actor pero tu hija estuvo magnifica, mis nietas decían lo bien que había estado Mariquita.


Ani a la derecha, Margarita en el centro y yo a la izquierda, en uno de los bautizos de un muñeco (1953)


Así fui invitando todos los días poco a poco a muchas amigas que antes no lo eran. Mi vida personal seguía siendo la misma, mi casa, las niñas, el teatro. Las niñas solo querían que yo estuviera con ellas, sobre todo Margarita desde que estuvo malita. Yo jugaba mucho con ellas, me inventaba cumpleaños, bautizos de muñecos, fiestas y ellas lo pasaban muy bien. Ya habían pasado conmigo 3 años y Ani ya empezaba a ser una mujercita y siempre quería venir conmigo y Mariano que éramos los más jóvenes.
 
Un día  quedamos para ir al parque por la mañana, Mariano, las niñas y yo, habíamos quedado de acuerdo a una hora en la glorieta de los columpios y al terminar la obra esa noche Joaquín dijo que al día siguiente había ensayo a las 6.

Recogí a las niñas y nos fuimos al parque, está muy cerca del Tiro de Línea. Cuando llegamos a la Glorieta me llevé una sorpresa, estaban allí Mariano y Adorna. Margarita salió corriendo diciéndole:

-Adorna... que bien, has venido tú también.

Estuvimos en los columpios unos 20 minutos cuando Mariano le dijo a las niñas si querían ir con él a ver las palomas, las dos dijeron que sí. Nos quedamos solos Adorna y yo. 

Estuvimos unos minutos sin decir nada, hasta que Adorna dijo:

-María quería haber ido a darle el pésame a tu madre pero no me he atrevido... como no quiere dirigirme una palabra.

-El primero que puso un muro entre nosotros cuando fuiste tu a vernos y saludaste a todo el mundo menos a mí, fue un desprecio, al menos así me sentí.

Él me contestó:

-Piensa un momento lo que estás diciendo... ¿de verdad tú crees que yo fui tan lejos a ver a alguien que no fueras tú? A mí los demás no me importaban nada, yo lo que quería era verte y saber cómo estabas y si querías seguir o venirte para Sevilla conmigo. Volví muy mal porque tú hiciste todo lo posible para no vernos a solas para que pudiéramos hablar. Vi que estabas contenta y querida por todos y habías conseguido lo que deseabas y así se lo dije a tu madre en una carta. Ahora te pregunto ¿quieres que deje mi trabajo y me marche contigo? o ¿quieres quedarte y que nos casemos y vivamos aquí con tu madre en tu casa? Creo que ya no debíamos perder más tiempo haciendo más tonterías. 

Mientras él hablaba yo pensaba, Dios mío que no meta la pata cuando le conteste.

El me saco de mis pensamientos cuando volvió a preguntarme:

-¿Qué piensas?

-No sé... tengo que pensarlo.

-¿Otros 3 años? ...me dijo con esa mirada suya y una poca de guasa.

-No... es que no sé cómo dices de vivir en casa de mi madre.

-Arreglándola, mi hermano Juan y unos amigos nos ayudaran, sólo tenemos que comprar los materiales.

Yo le contesté que hablaría con mi madre ya que ahora también yo estaba ayudando en casa.

El me miró y yo me calle  porque  ese fue el motivo de la pelea con él, cuando me dijo que no podía casarse conmigo porque tenía que ayudar en su casa.

Volvieron las niñas y Mariano, nos quedamos callados. Mariano nos miró pero no dijo nada. Las niñas me contaron que todo lo que habían visto era muy bonito y había muchas palomas.

 Paque María Luisa (Sevilla)

Nos teníamos que volver para casa y ellos nos acompañaron un rato. Nos despedimos y quedamos en vernos a las 6 para el ensayo.

Cuando iba con las niñas para casa no me lo podía creer, las dejé en su casa y cuando llegué a la mía le dije a mi madre:

-Adorna quiere verte para darte el pésame.

Me miró muy sorprendida pero no me dijo nada.

 

Mi Juventud en el Teatro 21ª parte


Sobre las 5 y media me fui para el ensayo. Allí estaba Mariano y le pregunté por qué no me había dicho nada de que Adorna estaría en el parque, él me dijo que quería hablar conmigo.

Llegó Joaquín con Ani para ensayar y doña Pepita nos dijo que el jueves se estrenaría la obra y ya nos diría que ropa debíamos ponernos. Cuando iba para casa pensaba como decirle a mi madre lo que me había dicho Adorna.

Al llegar a casa mi hermano Antonio ya estaba cenando para irse al trabajo. Mi hermano Manolo me preguntó si podía ir al teatro esa noche, le dije que si y le pregunté cuantas entradas necesitaba, me dijo que dos.

Cené algo y me fuí para el teatro, es una pena que dejara pasar tantos años para escribir mi vida porque si nombro a muchas amigas no se si vivirán pero en aquellos días yo les presentaba a mis compañeros, las voy a nombrar:
María Castro
Anita, Gloria y Mari Camarino (hermanas)
Carmelita y Anita Llorens (hermanas)
Pilar y Conchita Balaguer
Anita (ella tenía una vaquería en el barrio no recuerdo el apellido)
Ricardo y sus hijos, a estos luego los he tratado mucho porque vivieron en el Polígono de San Pablo

Si alguien de ellos lee esto por casualidad quiero que sepan que les tengo mucho cariño.

Cuando terminó la obra esa noche Miguel me dijo que me pasaba por no ir ninguna noche a tomar café con ellos, ellos comprendían que tenía mi casa allí pero ya eran muchos días. Yo les dije que de acuerdo, sin falta al día siguiente iría con ellos.

Al llegar a casa mi madre aun estaba levantada y me preguntó que pasaba con Adorna y conmigo -¿es que no me dices nada?

-Mama, ayer estuvimos hablando de nuestra situación y me dijo que si quería dejaba su trabajo y se venía conmigo al teatro o que nos casáramos y nos viniéramos a vivir contigo. Yo le pregunté como íbamos a vivir contigo y me dijo que tenía a su hermano Juan y amigos en los albañiles y ellos nos ayudarían a reformar la casa.

Mi madre me dijo que antes de darle una respuesta esperara a que ella hablara con mi hermano Antonio a ver que le parecía.

Me preguntó que pensaba hacer y le dije que mientras no estuviera el arreglo de la casa seguiría en el teatro, ella me dijo que no eso no le iba a gustar a Adorna, yo le dije que ya lo hablaríamos. Así quedó de momento el tema.

Al día siguiente cuando me marchaba para el teatro le dije a mi madre que no esperara levantada porque me quedaría a tomar café con los chicos. Al llegar al teatro me enteré que estaba todo vendido desde por la tarde. Esa noche la representación era Mancha que limpia de Echegaray. Mi papel era de una niña jovencita que tenía una prima, era una chica con mucha maldad y celos a la prima, llega hasta quitarle el novio y se casa con él. Cuando salí a escena con mi marido un amigo de mi hermano Antonio que estaba en el público me gritó:

-Mariquita hija puta... que mala eres.

Al final de la obra, cuando mi marido me grita:

-Maldito sea el lazo que nos une.

La prima coge un abre cartas y le dice ya está roto y me corta el cuello.

Yo caía muerta en un sofá y el que antes gritó desde el público, volvió a decir:

-Bien... hija puta.

Yo no quería ni levantarme para saludar pero vino Joaquín y me cogió de la mano llevándome hasta el centro del escenario, me dió un beso y él empezó también a aplaudir. El público gritaba bravo... bravo y el que me había estado insultando decía:

-Olé... olé. (Se llamaba Juan y era el lechero donde trabajaba mi Chico).

Se echó el telón y el primero que vino a darme un beso fue Adorna, no se si era por las ganas que tenía o por lo bien que había estado en la obra pero todos mis compañeros empezaron a aplaudir y decir que ya era hora que nos dejáramos de tantas tonterías.

A la hora de cobrar me dijo Joaquín que todo muy bien pero que nunca volviera a pasar lo de esa noche, nunca debía acobardarme, si en un papel de mala estaba bien no debía tener miedo por saludar.

Nos fuimos todos a un bar que había cerca del teatro, allí nos esperaban todas las noches abierto hasta que llegábamos sobre las dos, Adorna me acompañó a casa y me preguntó si había hablado con mi madre. Le dije que si y me dijo que el sábado iría para verla porque estaba de descanso. Nos dimos unos cuantos besos que teníamos atrasados y nos despedimos. 

Le pregunté si se marchaba para su casa en Castilleja de la Cuesta pero me dijo que a esa hora ya no se marchaba porque entraba a trabajar a las 6 de la mañana en la Estación de Autobuses y prefería quedarse en un control descansando un rato.



Por hoy termina el relato pero quiero hacer referencia a la Estación de Autobuses del Prado de San Sebastian de Sevilla. En ella trabajó Adorna muchos años, lo esperaba cuando salía de trabajar y muchas parejas como nosotros jóvenes empezamos nuestras vidas de casados unidos a este Edificio que ahora el día 1 de enero próximo quieren cerrar. Me uno a todos los empleados que aún quedan aunque muchos ni siquiera nos han conocido y les deseo toda la suerte del mundo en sus nuevos trabajos.

 

Mi Juventud en el Teatro 22ª parte

El sábado serian las doce llegó Adorna. Mi madre estuvo un rato hablando con él, ella dijo que estaba conforme con lo que queríamos hacer. Mi hermano Antonio también estuvo de acuerdo. 

Adorna me dijo que si quería ir a comer a su casa ya que su madre nos estaba esperando, yo no sabia que decir ya que había pasado mucho tiempo que no veía a nadie de su familia. Le dije que tenía que estar en el teatro a las siete y el me contestó que él también a lo que yo le dije, pues es verdad. Mi madre empezó a reír, así que cogí el bolso y una chaqueta y nos fuimos. Recuerdo que el autobús en aquellos momentos era el número 11 que iba para el centro de Sevilla.

Cuando íbamos por el centro, le pregunté:

-¿Pero no vamos para Castilleja?

-No... Vamos a comer algo y luego al cine, a mi casa otro día. Hoy es para nosotros.

A mi me pareció bien, llevábamos mucho tiempo sin estar juntos, sin cogernos las manos y estar cerca. No me lo podía creer.

Paseando él me preguntó como me lo había pasado en esos meses, en esos casi mas de tres años. El me contó que había empezado a trabajar en la radio con Santisteban y Pepe da Rosa y en el cuadro de actores de Radio Sevilla.

Yo le dije:

-Y también has tenido un par de novias...

-No... De amigas... me dijo. (En todos los tiempos los hombres han tenido amigas con derecho a roce).

Adorna me siguió contando cosas de su trabajo en esos años, tenía que estar en la radio, doblar actores en las obras y cuando acababa se marchaba para la Estación de Autobuses. Su jefe le dijo un día que así no podía seguir y ya fue dejando cosas y dedicándose a su trabajo mas tranquilo y descansando.

Le pregunté si en ese tiempo ganaba mucho y él me dijo que si pero lo gastaba en cenas, comidas, etc.

Así hablando de nuestras cosas llegamos al cine. Él me dijo que de mí lo había sabido todo desde que me marché. Joaquín cuando había estado en Sevilla con Margarita le dijo que él lo que mas admiraba de mí era la capacidad de trabajo que tenía y que en el teatro cada día iba mejor y tenía mucha afición. 

Yo lo escuchaba callada.

Siguió contándome que con Miguelito también había estado en contacto y que él le había escrito una vez en una de las cartas que se diera prisa porque podía perderme ya que tenía muchos admiradores en todos los pueblos donde actuábamos.

Empezó la película y nos callamos. No iba al cine desde la última vez que fui con las niñas. En la película trabajaba uno de mis actores favoritos, Spencer Tracy. El lo sabía y me dijo muy bajito:

-Tus dos amores él y yo...

                                                          Spencer Tracy (Mi segundo amor)

Cuando terminó el cine tuvimos el tiempo justo para llegar al barrio yo me fui para casa y él para el teatro. Al llegar a casa estaba mi hermano Antonio y me dijo:

-¿Qué?... anoche en el teatro te dieron un pateo (lo dijo con un poco de guasa).

-No, al contrario...

-Si ya me lo han dicho.

-¿Quién tu amigo? El que siempre da la nota.

-Él dice que le gustó mucho.

Ya no hablamos mas porque mi madre me hizo un gesto. Cuando ya se marchó me contó que mi hermano le había contado que todos sus amigos le habían dicho que la noche anterior había estado muy bien, en el barrio decían, según mi hermano le contó a mi madre, que era “La Bette Davis” del Tiro de Línea

No dije nada mas, cogí mi maletín y me fui para el teatro. Adorna me estaba esperando y me dijo que Joaquín le había comunicado que esa noche nosotros terminábamos con el sainete del Chiquillo

-Eso no puede ser, yo termino la obra y no me dará tiempo para cambiarme...

Joaquín me dijo que ya lo arreglara yo como pudiera, así que me fui a buscar a doña Pepita y ella me dió la solución:

-Te pones una blusa debajo y una falda encima de la otra, el delantal encima de una silla y el telegrama lo metes en el bolsillo del delantal (ese era todo el atrezzo que necesitaba para el sainete).

Adorna cuando fuimos a empezar el sainete me dijo que tranquila, yo le dije que lo estaba que si me ponía nerviosa era porque todos estaban siempre pendientes de nosotros con risas y comentarios. 

Al terminar Joaquín me dijo:

-¿Qué, te daba tiempo para todo? Desde hoy voy a ser mas severo contigo, ya llevas tiempo y cada día te voy a exigir mas, nos fuimos para el bar de todas las noches y nos hicieron pagar ya que decían que mucho tiempo les habíamos estado tomando el pelo.

Al despedirnos le pregunté si esa noche también dormía en el trabajo y me dijo que no porque entraba al medio día y llegaría a la hora de la obra. 

Nos despedimos en la puerta de casa como en aquella época se despedían todos los novios... ya os podéis imaginar. 

 

Mi Juventud en el Teatro 23ª parte


El jueves por fin se estrenó la obra, en la que Ani y yo tanto tiempo habíamos estado ensayando, La Cieguecita de París y tengo que decir que fue un éxito ¡madre mía! Que bien estuvo Ani. No perdió ni en un momento la expresión de su cara haciendo bien su papel de ciega y que bien cantó. Os recuerdo que esta obra trata de dos hermanas y a la más pequeña la roban y la obligan a pedir limosna y cantar por las calles. La hermana la busca por todo París y al final la oye cantar en Notre Dame y por fin la encuentra.

No os podéis figurar el público cuando acabó la representación de la obra, Joaquín nos dijo que salieran todos y el público de pie decía:

-Las niñas...las niñas...

Entonces salíamos las dos de la mano. La obra tuvimos que repetirla 5 días seguidos y el teatro lleno y así ocurrió en todos los lugares donde la representamos.

Aquella semana había ido Adorna con su hermano Juan para ver que iban hacer de arreglo en la casa.

Os recuerdo que la casa tenía un jardín de 12 metros de fachada, a la derecha una ventana que daba al dormitorio, a la izquierda otra ventana daba al salón y entre las dos ventanas estaba  la puerta de entrada a la casa con un pequeño zaguán. Acordaron que donde estaba la puerta de entrada donde daba la cocina y el aseo se haría una habitación, sería la nuestra y tendría una ventana que también daría al jardín. La puerta de entrada iría en el centro del jardín y se entraba directo al salón. A continuación de nuestro dormitorio se haría la cocina grande y el aseo, también estaba la escalera que daba a la azotea, todo este terreno estaba sin edificar cuando a mi madre le dieron la casa pero muchos vecinos ya habían hecho reformas y quedaba muy bien. Aún haciendo todo esto nos quedaba un patio interior de unos 8 metros de ancho por 14 de largo.


                                                                         Zaguan

Yo mientras ellos hablaban y tomaban medidas, escuchaba pero no decía nada. A mi hermano Antonio y a mi madre le pareció bien todo lo que decidieron. Había que empezar trayendo los materiales.

Cuando Juan, el hermano de Adorna, terminó de exponerlo todo mi hermano Antonio comentó que tenía una idea, dijo que ¿por qué donde iba la cocina y el aseo no se ponía otra habitación para los niños (mis hermanos Manolo y Gonzalo) y después la cocina y el aseo? Mi cuñado Juan le dijo que sin problema pero al quedar ya en el patio la cocina y el aseo harían falta mas materiales. Mi hermano dijo que así estaríamos mas cómodos y que él colaboraría en el gasto de los materiales, todos quedamos de acuerdo.

Al marcharse mi cuñado me dijo muy bajito:

-Estoy muy contento de ayudaros.

Esa misma noche nos enteramos que el próximo sitio donde íbamos a trabajar era a Los Palacios, un pueblo cercano a Sevilla pero para eso, aún faltaba mas de un mes.

Quiero terminar este capítulo con un recuerdo de mucho cariño para mi cuñado Juan por todo lo que nos ayudó y cuando muchos años mas tarde falleció en un accidente de tráfico pude en parte pagarle su ayuda ya que tenía una hija adoptada. En esos tiempos las parejas que no podían tener hijos, sobre todo en los pueblos era muy común que si alguna familia tenía muchos hijos le cedieran uno de ellos. Todo esto lo cuento porque mi sobrina desde que nació fue la hija de mi cuñado pero al morir no había documentos que lo demostraran, en esos momentos todos correspondimos y renunciamos a la herencia a favor de su hija pero esto costó un poco de lucha entre los demás herederos, quizás mas adelante vuelva sobre el tema. Ahora solo decirle Juan te quiero.

 

Mi juventud en el Teatro 24ª parte


Dios mío... como iba cambiando mi vida. En mi casa, mi cuñada diciendo que era la mejor mujer para su hermano, todos felices. No podía creerlo.

Las niñas Ani y Margarita querían mucho a Adorna pero no para que yo me casara con él porque me iría y no estaría con ellas, Yo pensaba si podría cambiar tanto de vida, dejar el teatro por lo que tanto había luchado, dejar mi independencia, en fin no quería pensar mucho en ello.

Por lo pronto lo que si puse muy claro era que mientras no estuviera la reforma de la casa terminada yo seguiría trabajando primero para ayudar y después para no agobiarme con todos los preparativos. Lo bueno era que no estaríamos muy lejos, teníamos varios contratos cercanos a Sevilla, después de Los Palacios íbamos a Cádiz capital y a La Línea de la Concepción y Vejer de la Frontera. Así que pensé, entre una cosa y otra casi 16 meses y luego ya veríamos.

Cuando ese día llegué al teatro, Ani me estaba esperando muy contenta. Tenía una muñeca preciosa que le había regalado se padre por la obra de La Ciega de París, le dije:

-Ani... Qué bonita es.



Ella me dijo que también había un regalo para mí pero me advirtió que no dijera nada y me hiciera la sorprendida. Yo le dije que estaría callada, haciéndome cómplice con sus secretos que era lo que a ella  le gustaba. Siempre me comentaba todo lo que ocurría a unos y otros, no tenía amigos de su edad. Era una de las cosas que yo tenía muy clara, cuando tuviera hijos tendrían su casa, su colegio y sobre todo sus amigos. A mí me daba mucha pena de estas niñas, nunca tenían amigas. Iban de un sitio a otro, maestros en casa sin compañeros. Unas niñas que tenían de todo pero sólo a mí para jugar. Me empecé  a preocupar por el día que tuviera que decirles que me marchaba porque sabía que lo pasaríamos mal ellas y yo, habían pasado casi 4 años y para los niños es mucho tiempo. Tres Navidades... yo pensaba, les pasa como a mí en el colegio, es lo único que van a recordar de su niñez en su vida.

En fin, todo esto me ponía muy triste pensarlo y se lo comenté a Adorna y él me dijo que nosotros iríamos a verlas muy a menudo que él y Joaquín habían quedado de acuerdo para que nos fuéramos el mes de vacaciones cuando nos casáramos. Yo le dije que todo estaba muy bien pero que estaría con ellas un mes pero me volvería a marchar y las dejaría de nuevo solas.

Estaba en mis pensamientos cuando Ani me dijo:

-Mariquita mi padre te llama.

Fuí para su camerino y Anita me dió un paquete, me dijo:

-Esto es un regalo por lo bien que estuvieron ustedes en la obra y por lo que has ayudado a Ani.

Era una chaqueta de angorina rosa pálida, preciosa. Entre una cosa y otra dieron el tercer aviso para empezar la obra y yo aún estaba sin vestir lo hice deprisa y no recuerdo que obra representábamos ese día, ya no estaba nerviosa actuando en mi barrio, me sabía querida y con muchos fans.

 Era algo parecido a esto pero de mas pelito, de angora.

Unos días antes de marcharnos un grupo de espectadores acordaron darle un homenaje a Joaquín y trajeron algunos regalos, entre ellos una placa. 

Yo siempre le advertía a mi madre que si mi Chico quería ir al teatro alguna noche, debía ir arregladito, vamos, se debía bañar y con la ropita mejor que tuviera. Pues esa noche, me parece mentira, parece que lo esté viendo por el pasillo con un ramo de flores en una mano y en la otra un regalo. Sus pantalones cortos, una camisa blanca toda llena de manchas. El para oler bien había cogido un bote de brillantina, de mi hermano Antonio, pensando que era colonia. Todo lleno de lamparones llegó al escenario y Joaquín le dijo:

-Gracias Chico... ¿esto es para mí?.

-Qué dices... esto es para mi hermana María de los admiradores de su barrio.

El público empezó a aplaudir y él a saludar, todos nosotros muertos de risa,  total, todos terminamos aplaudiendo al de la camisa llena de brillantina, a mi Chico... mi hermano Gonzalo.

 

Mi Juventud en el Teatro 25ª parte


Cuando todos los regalos y aplausos acabaron, recogimos y nos fuimos como casi todas las noches a tomar algo al bar donde nos reuníamos todos nosotros y algunos amigos del barrio, una de ellas Pilar me dijo:

-¿Te ha gustado el regalo?

En ese momento pensé en el regalo, lo busqué en el bolso. Menos mal que lo encontré, con tanto jaleo no sería extraño haberlo perdido. Era un reloj de pulsera Festina, fue mi primer reloj, muy bonito. Le dí las gracias.

                                                          Estaban de moda en esos años

Hay algo que se me olvidó comentaros en el capítulo anterior y hoy he recordado y fue el momento que Ani me enseñó su muñeca Mariquita Pérez. Cuando a mi me dieron el chaleco me encantó pero hubiera preferido una muñeca igual que la de la niña, era ya una mujer pero pocos muñecos había tenido y mucho menos una tan bonita, muchos años mas tarde tuve mi muñeca ya os contaré quien me la regaló cuando llegue el momento.

Recuerdo que pasaban los días muy deprisa, ninguno era igual al otro. Unos días los materiales de la casa, otros días la ropa que comprar. Lo primero que mi cuñado Juan quiso encargar fue la reja para nuestra habitación y quería que yo fuera con él. Le pregunté el motivo y me dijo que debía de ser yo la que eligiera a mi gusto ya que sería mi dormitorio.

La casa era una locura, porrazos y escombros por todos lados. Me llevé todas mis cosas al teatro y las metí en mi baúl. En fin, todos sabéis lo que son los albañiles.

Faltaba poco tiempo para que termináramos en el Tiro de Línea y estaríamos 6 días de descanso. El tiempo justo para que yo pudiera comprar mi ropa,  el ajuar que necesitaba para casarme. Otras chicas lo hacen con tiempo en meses o años, yo sólo tenía un  par de meses.

En casa todos ayudaban, mi hermano Antonio por las mañana y por la tarde Manolo y el Chico, así que todo iba rápido. Los últimos días que estuvimos en el barrio con el teatro fueron preciosos. Cuanto cariño nos demostró la gente, no querían que termináramos pero era imposible, llevábamos más de cuatro meses a función diaria y a veces repetíamos la misma hasta 3 y 4 días, llegaba el final. Yo estaba contenta con las amigas que había encontrado gracias al teatro no me podía creer que con el miedo que empecé el día del debut iba a terminar tan segura de mi misma y con tantos amigos en el barrio. Mi madre muy contenta y sobre todo mi reconciliación con Adorna.

Adorna una de las cosas que me dijo es que nos íbamos a tomar las cosas con tranquilidad sin agobios porque no teníamos prisa, aquí entra el dicho que el hombre propone y Dios dispone.

Terminamos las representaciones a mediados de Diciembre y tuvimos unos días de vacaciones, llegaba la Navidad, cuatro años que no las pasaba con mi familia y con Adorna.

Casi todas las tardes nos seguíamos reuniendo en el bar del barrio para merendar con Miguel, Mariano, Adorna y dos o tres amigos mas. El día de Pascuas también nos acompañaban mi cuñada Adela y mi hermano Manolo. Estábamos hablando de muchas cosas, no se como salió el tema de la boda y alguno preguntó ¿cuando os casáis? No teníamos aún fecha y mi cuñada Adela intervino diciendo que ella creía que todavía no podíamos casarnos porque no teníamos casi nada de todo lo que hacía falta para una boda. 

Adorna me miró, mi cara tuvo que cambiar, yo entonces dije:

-¿Qué día es hoy?...

Mariano que me conocía muy bien dijo:

-Hoy es 26 de Diciembre de 1954.

Yo me quedé un rato callada y muy seria dije:

-Bueno... pues yo juro por la memoria de mi padre que si el año que viene por estas fechas no estoy casada con Adorna, no me casaré en mi vida. (Creo que fue la primera vez que juraba por la memoria de mi padre).

Mi hermano Manolo se quedó mirándome con extrañeza, como si no me conociera. Adorna me cogió de la mano y Mariano empezó a reír a carcajadas y dijo:

-Olé... mi Escarlata O´hara.

No hablé nada mas y Adorna solo me miro. Mariano preguntó, cambiando de tema, a qué hora teníamos que estar al día siguiente en los Palacios y Adorna le dijo que a las 6. Terminamos la merienda y todos nos marchamos para nuestras casas. Mi hermano Manolo venía conmigo y Adorna se marchó con su hermana, cuando nos despedíamos me dijo Adorna que al día siguiente llevaban todo lo que faltaba de la obra, le pregunté a qué hora y me dijo que no sabía.

Cuando íbamos para casa mi Manolo me preguntó por qué me había enfadado tanto cuando mi cuñada Adela dijo lo de la boda y le expliqué que ella tuvo la culpa de que yo me enfadara con Adorna la vez anterior y al parecer pretendía otra vez lo mismo y yo no estaba dispuesta a que ni ella ni nadie se metieran en mi vida. Él se quedó callado no fuera a meter también la pata y me enfadara.

 

Mi Juventud en el Teatro 26ª parte


Cuando llegó el momento de volver a trabajar busqué una persona para que ayudara a mi madre, actuábamos en Los Palacios, yo venía cada dos días a Sevilla por la mañana pero tenía que estar en el teatro a las siete y casi no me daba tiempo para hacer compras y poco mas.

En Los Palacios estuvimos viviendo en casa de Paquito Cabrera, Joaquín Anita, las niñas y yo. Tengo muy bonitos recuerdos de aquellos días en ese pueblo cercano a Sevilla. Hice muchos amigos de verdad, tengo que darle gracias a Dios porque en la vida los verdaderos amigos me han fallado muy pocos.

Ana, la madre de una amiga del Tiro de Línea fue la que me hizo el vestido de novia y también dos trajes de vestir (se llamaban entonces, trajes de calle).

El de novia era negro, llame la atención porque las novias tenían que ir de blanco. Mi madre fue a la primera que no le gustó pero yo le expliqué que así luego el vestido me serviría como traje de noche para irme a trabajar al teatro. Ella me dijo que yo no volvería a trabajar en el teatro y le tuve que explicar que después de la boda teníamos 40 días de vacaciones y ese sería nuestro viaje de novios, nos iríamos con la compañía esas semanas y así ganaríamos un dinero extra. Ella sabía muy bien que yo aunque me casara nunca dejaría el teatro.

En Los Palacios tengo que destacar que fue todo un éxito, representamos muchas obras y algunas muchos días:  Diego Corriente 8  días, La Pasión de Jesucristo 11 días, en la que participaron muchos de los jóvenes del pueblo como Paquito Cabrera, Miguel Rondon, uno de apellido Morubes. De todos ellos el que después se dedicó durante mucho tiempo al teatro y representante de artistas fué Paco Cabrera muy amigo de Adorna y mío, hoy ya no vive. Fueron semanas felices casi 3 meses largos del año 1955.

Después nos fuimos a Cádiz, madre mía... si yo aquellos días hubiera sabido lo que mucho mas tarde significaría Cádiz en mi vida.

El teatro estaba instalado en Puerta Tierra  en la entrada de Cádiz, cerca al barrio de la Viña. Desde Puerta Tierra no había más que una salida para entrar y salir de Cádiz ese era el que yo conocí.


                                        Puerta Tierra (hace unos años, ahora está muy distinto)

Vivía en una pensión cerca de la plaza de San Juan de Dios, entonces desde la Catedral había una avenida con unos bancos y el mar. Todas las noches cuando terminábamos la representación nos reuníamos en aquellos bancos y muchas noches nos llegó a salpicar el agua. 

Recuerdo que una de las representaciones alguien dijo:


-Está en el público Don José María Pemán.

Todos nos pusimos nerviosos. Como es natural cuando terminó la función subió al escenario a felicitarnos a todos pero a mí me dijo:

-Que pena que los Hermanos Álvarez Quinteros no te pudieran conocer, les hubiera gustado verte como interpretas sus obras. Yo no entendí si me estaba alabando o riñendo y me quedé callada, Joaquín le dió las gracias y le dijo:


-Ahora mismo está asustada por su presencia.

Pemán le dijo:

-Pues que no lo esté y a todos ustedes felicitaciones.

Cuando se fue empezaron todos a decir: Mira... y parecía tonta cuando la compramos...y es a la única que ha felicitado. Yo como siempre sin saber que decir, me quedé callada.

Entonces se vivían en Cádiz los Carnavales de otra forma que ahora porque estaban prohibidos. Los habitantes de Cádiz siempre han sido especiales y no le importaba, ellos sabían muy bien como criticar lo que no les gustaba y hacerlo con mucha gracia.

Adorna iba todas las semanas a verme y trabajar los días de descanso en la Estación de Autobuses.

Podría contar muchas mas cosas de Cádiz pero lo haré cuando llegue el momento. Hoy sólo os contaré algo que nos pasó una noche representando la Pasión de Jesucristo.

En el acto de la calle de la amargura quitaron el telón de fondo para que se viera el Cielo, las estrellas y la Luna (no era decorado, se veía el cielo de Cádiz de una preciosa noche), está Jesús en la calle de la amargura, cae de rodillas y entra la Virgen, se abrazan. Cuando los separan y Jesús sigue andando entró una golondrina y se le paró en la corona de espinas; Jesús seguía caminando y todos, la música, el público y nosotros todos sobre cogidos, se echó el telón y nadie aplaudía, se volvió abrir telón y la golondrina se fue volando por el público y todos de pie empezaron aplaudir mas de 5 minutos sin parar. En fin, entre la golondrina y lo que gustaba la representación  tuvimos que poner la obra muchas noches y el teatro lleno, la golondrina no volvió la siguiente noche eso no importó.



Quiero dejar un recuerdo de los Carnavales de Cádiz de aquella época y tanta hambre había... por desgracia casi como ahora:

Me dice mi mama suegra, 
mi niña no come nada
y cuando abría la boca
ella tragaba mas que una draga.

!Viva Cádiz!

 

Mi Juventud en el Teatro 27ª parte


Os he contado algunas de las cosas que nos pasaron en nuestras actuaciones en Cádiz, os voy a relatar una de ellas que nos pasó una noche mientras interpretábamos también la Pasión de Jesucristo.

Era el tercer día que la representábamos y Joaquín dijo que iba a contratar a un cantaor de saetas. Una de las compañeras que había sido cantante de zarzuela dijo que ella podía cantarla, a muchos le pareció bien y así quedó la cosa de momento. Miguel, Mariano y yo le dijimos a Joaquín que era un disparate que Angelita cantara una saeta en Cádiz, ella sabía cantar pero no tenía ni idea de como se cantaban las saetas. Joaquín nos dijo que ella había dicho que podía hacerlo. No le volvimos a decir nada más.

A la noche siguiente cuando llegamos a la Calle de la Amargura, Doña Pepita representaba a la Virgen, Anita a la Magdalena, yo a San Juan, en el momento que separan a la Virgen de Jesús, la Magdalena y San Juan cogen a la Virgen desmayada. Angelita empezó a cantar la Saeta con gorgoritos, Ana y yo empezamos a reír y yo hasta llegué a orinarme de risa, se nos aflojaron las piernas y terminamos las tres en el suelo y Joaquín con la cruz a cuesta, él era Jesús, diciendo muy bajito a Anita y a mí:

-¡ Hijas de la gran puta!...todo en francés.

El público empezó un gran aplauso y diciendo bravo, bravo, al parecer creyeron que estábamos haciendo una chirigota. Anita y yo nos escondimos detrás de uno de los telones y Joaquín buscándonos por todos lados pero no nos encontró.


                  Esta imagen no es de esa representación es de  Armats de Mataró- Soldados de Paz
                                    (Es en este momento cuando nos fuimos al suelo y Jesús se enfadó)
Cuando fui a cobrar me dijo:

-Si te cojo te enteras.

De estas cosas me han pasado muchas ya las contaré cuando llegue el momento. 

Recuerdo que en cada sitio donde íbamos a trabajar estábamos dos o tres meses, os recuerdo que si en Navidades estábamos en Sevilla en el Tiro de Línea, después fuimos a Los Palacios y en Cádiz ya llevábamos casi 40 días, nos faltaba muy poco para terminar. Nos iríamos a La Línea de la Concepción en la provincia de Cádiz al lado de Gibraltar.

 
Frontera de La Líea de la Concepción y Gibraltar


Esto lo cuento porque ya me quedaba muy poco tiempo para estar en el teatro y empezaron las bromas. Querían venir todos a la boda pero querían ir todos disfrazados con la sastrería de Santa Genoveva, yo como es natural iría de Genoveva porque era la novia. Recuerdo que cuando llegamos a La Línea de la Concepción me pareció un pueblo pequeño pero muy bonito. Lo que mas me llamó la atención era una calle larga que terminaba en una cancela y desde allí ya se pasaba a Gibraltar. También recuerdo todas las cosas que se podían comprar y barato. Cremas, zapatos, tabaco... en  fin de todo y a mi eso me vino muy bien porque todo fueron regalos para la boda.

Mis compañeros seguían con sus bromas de mi boda. Cuando fue una de las veces Adorna a verme le contaron lo que tenían pensado hacer, todos de Santa Genoveva. Adorna no dijo nada pero cuando volvía para Sevilla y lo contó en mi casa mi madre no dijo nada y mi hermano Antonio que era el padrino dijo que no, que él haría el ridículo en su barrio. Mi Chico que sería muy bonito, Manolo no dijo nada, callado como siempre. Cuando a los quince días vino otra vez Adorna a verme teníamos pensado que yo me volvía con él y estaría cuatro días para tomarme medidas para el vestido de novia y de otras cosas. Para mi empezaron días muy malos porque cada vez que hablaba de la boda, las niñas empezaban a llorar. Sobre todo Ani. El lunes cuando me marchaba para Sevilla no se si era alegría o pena lo que sentía pero Adorna venía conmigo y eso era lo importante porque todo el camino fue animándome y diciéndome:

-Veras cuando veas lo que hemos hecho en casa... Todavía falta mucho, mañana quiero que vayamos a Marchena (un pueblo de Sevilla) a comprar el dormitorio a una señora que tiene una fábrica de muebles y que conoce mucho a mi hermano Juan.

De esta señora de Marchena ya os hablaré mas adelante.

 

Mi Juventud en el Teatro 28ª parte


Por fin llegué a mi casa y que distinta estaba. Entraba por lo que había sido el comedor. Mi habitación, bueno, la que iba a ser mi habitación, ya estaba pintada solo faltaban los enchufes para la luz. La habitación de mi Manolo y mi Chico también estaba muy adelantada, sólo algunos detalles faltaban. Quedaba por terminar la cocina, alicatarla y el poyete (ahora le llamamos encimera), el fregadero, etc.

Recuerdo que aquel día pensé en el verano que había pasado mi madre, con la obra y albañiles.  Así que decidimos ir al cine los niños Adorna y yo pero lo dejamos para otro día y esa noche lo que hicimos fué regar el jardín y comprar pescaito frito y cenar en el jardín todos, mi hermano Antonio se fue a trabajar y mi cuñado Juan  a Castilleja por la tarde cuando terminó su trabajo, no se podía quedar a cenar porque el último autobús salía temprano. Cuanto me acuerdo en estos días de mi cuñado, en parte gracias a él veía uno de mis sueños haciéndose realidad.

Al día siguiente Adorna y yo fuimos a Marchena para comprar los muebles. Un dormitorio, una mesa de comedor y seis sillas que tendríamos que pagar todos los meses a 15 pesetas durante dos años. Quedaron en enviarlo todo en 15 días. 

No parábamos y el segundo día  le tocó ir a comprar ropa para la casa, mi hermano Manolo vino con nosotros. Toallas, ropa para las camas y de lo que mas me acuerdo es del colchón de matrimonio. 

Fue toda una aventura porque no nos lo llevaban a casa y teníamos que llevarlo nosotros. Conseguimos que nos dejaran un carro de "platea" (así es como lo llamaban) pero después teníamos que devolverlo. La tienda estaba en la Plaza del Pan en el centro de Sevilla y nosotros vivíamos entonces en uno de los barrios casi a las afueras, de los más lejanos de toda Sevilla del centro. Todo esto lo cuento para que os imaginéis a los tres, sobre todo a mi hermano Manolo y Adorna que no habían cogido un carro de este tipo en toda su vida. Los dos hacían de burro y yo detrás para que el colchón no se fuera al suelo y todo lo demás que habíamos comprado. El viaje se nos hizo muy largo porque a cada momento teníamos que parar de la risa. Cuando llegamos al Parque de María Luisa, ya cerca del barrio, en un quiosco de los muchos que había paramos para tomarnos unas cervezas mas o menos lo que nos habría costado que nos llevaran el colchón a casa nos lo gastamos en refrescarnos las gargantas, éramos jóvenes y sin vergüenza gracias a Dios no como todo el mundo que seguro nunca lo hubieran hecho.



Cuando llegamos a la calle principal del barrio la calle Teatinos unos amigos de mi hermano Manolo, empezaron con sus risas a preguntarnos que vendíamos. Todos de broma y mi hermano les dijo que no vendíamos que comprábamos. Entonces uno de los amigos me dijo:

-Mariquita entonces... ¿es verdad que te casas? me lo ha dicho tu Gonzalo.

Yo pensé, Dios mío... ya lo sabe todo el barrio. Mi chico era un peligro para estas cosas y se había encargado de contarlo por todos lados.

Cada metro que avanzábamos mas gente se iba sumando detrás y con preguntas, aquello parecía un paso de Semana Santa. El carro repleto de cosas, el colchón sobre todo, nosotros tres y no se cuanta gente acabó el recorrido en nuestra compañía, tanto fue el jaleo que cuando mi madre nos vió llegar pensó que algo nos había pasado y nos traían en camilla. Pero al llegar a la puerta de casa todos empezaron a aplaudir y así terminó todo, ahora solo nos quedaba devolver el carro. Mi Chico, Eduardi y Paquito, unos amigos de mi hermano, quedaron en llevarlo. No volvieron hasta cerca de las 8 de la tarde porque antes habían hecho una parada en el parque haciendo travesuras paseándose en él.
 
Poco mas tengo que contar de ese día para mí fue un recuerdo inolvidable que aún hoy al recordarlo me he reído y cosas como estas muchas mas pasaron, ya las iré contando en su momento.

Mi Juventud en el Teatro 29ª parte


El día siguiente lo tenía reservado para tomarme medidas de los vestidos que me estaba haciendo Ana. Me dió una sorpresa cuando llegué a su casa, en la calle Morón que es donde vivía, sus hijas Mari, Gloria y Anita me regalaron toda la ropa interior, las medias y las flores. Hay cosas que nunca se olvidan.



En fin, llego Adorna y nos fuimos un rato hasta la hora de ir para su casa en el último autobús que saliera para Castilleja de la Cuesta, su pueblo. En el bar estaban unos cinco amigos de los que habíamos hecho en el barrio. Adorna encargó a mi Chico que estuvieran allí. Cuando llegamos empezaron las preguntas, que si ya me había venido definitivamente para casarme, que cuando me tomaba "los dichos" porque ese día teníamos que celebrarlo...

Cuando terminaron de preguntar les dije que me volvía a marchar dentro de dos días y ni me había tomado los dichos ni sabía que era eso. Pilar me explicó que dependía de cuando quisiéramos casarnos eran unas cuatro semanas antes y se proclamaba en la iglesia en una de las misas por si hay algún impedimento. Yo le pregunté:

-¿Qué impedimento puede haber?

-Que yo esté casado o tú.

Dijo Adorna y todos empezaron a reírse de mí.

Pilar me preguntó:

-¿De verdad que no lo sabías?

Adorna dijo que no habíamos hablado aún de fecha, dependía de cuando yo quisiera volver. 

Anita que me había regalado el reloj me dijo:

-Pero ¿no dijiste que antes de terminar el año querías estar casada?

En ese momento me acordé del juramento y pensé !anda es verdad! faltan dos meses y poco para llegar...

-Pues sí, nos casamos el 23 de diciembre, la víspera de Noche Buena. ¿Qué os parece?

Todos estaban con la boca abierta.

-¿Tu qué dices Adorna?

Si alguien tenía que decir algo era él, aunque le cogió tan de sorpresa la fecha como a los demás, Adorna dijo que le parecía estupendo y todos empezaron a brindar y aplaudir muy contentos, en el bar todo el mundo nos miraba. El dueño Manolo vino y nos preguntó qué pasaba, en esos tiempos no era normal que chicos y chicas estuvieran juntos en un bar y además formando jaleo, Adorna se lo contó y nos invitó a más copas, le hicimos mucha fiesta y él empezó a reír y a decir:

-Estos artistas...

Cuando nos marchamos para mi casa Adorna me dijo mañana termino a las dos, ve para la estación y cuando yo salga de trabajar nos vamos para Castilleja a decirlo los dos en casa. Yo le dije que por qué no se lo decía él. Me dijo:

-María llevas mucho tiempo sin ver a mi madre y me pregunta por ti.

-Ahhh... bueno, mañana vamos a tu casa.

Cuando llegamos a casa mi madre nos esperaba para que cenáramos  algo y mi sorpresa fue cuando le preguntó:

-¿Adorna a que hora entras mañana a trabajar?. El le dijo que a las 6. ¿Y por qué no te quedas a dormir aquí? cuando llegues a casa serán mas de las dos.

El me miro y yo pensé que madre mas buena tenía y me puse muy contenta, era buena con todo el mundo y siempre mirando el bien de las personas repartiendo lo poco que tenía. Adorna siempre le hablaba de usted y así fue toda la vida pese al cariño que se tuvieron.


Al escribir esto me he acordado que cuando conocí a mi yerno yo tenía 46 años y él empezó a decirme de usted, hoy sigue igual a pesar de todo lo vivido en estos años, en el momento de conocerlo pensé, la historia se repite porque todo lo mueve el amor, el cariño y el respeto.

Mi Juventd en el Teatro 30ª parte


Estábamos cenando y Adorna le dijo a mi madre:

-María...¿puede usted sentarse un momento con nosotros?Tenemos que decirle una cosa.

Mi madre se sentó y le dijimos que nos casábamos el día 23 de Diciembre y le preguntamos qué le parecía. Ella nos dijo que bien pero me preguntó si entonces ya no me marchaba al día siguiente, le dije que sí. Tenía que marcharme y estaría unos 18 días para que Joaquín lo supiera y para recoger mis cosas, lo que mas temía era la reacción de las niñas, me daba mucha pena dejarlas. Lo bueno era que después de casarnos nos iríamos unos días con ellas. Le conté a mi madre que al día siguiente íbamos a Castilleja para que la familia de Adorna lo supiera y queríamos hablar con mi hermano Antonio ya que queríamos fuera nuestro padrino, le pregunté qué le parecía eso y mi madre me dijo que bien pero que debía decírselo Adorna o yo. Adorna dijo que él se lo diría al día siguiente. Estuvimos hablando un buen rato hasta que nos fuimos a dormir.

Al día siguiente tomando el café mi madre me dijo que aún tenía muchas cosas por hacer. Yo le dije que lo sabía y que por favor ella se llegara a la iglesia y hablara con el párroco sobre la fecha, preguntara los documentos que nos hacían falta, ella seguro se enteraría mejor yo no tenía idea de esas cosas. Cuando ya sepamos que papeles hacen falta se lo decimos a Adorna y él se encargará de todo.

Sería la una y media cuando llegué a la Estación de Autobuses, donde había quedado con Adorna. Los compañeros Nogales, Marques y Rodríguez, vamos todos los que estaban en ese turno empezaron a felicitarme y a decirme que ahora mi casa y los niños, se acabaron los viajes. Yo los miraba y pensé, es verdad todo lo que están diciendo pero yo he vivido mi vida hice lo que me gustaba y he demostrado que servía para el teatro, ahora tocaba mi casa y mi marido de momento.

Estaba pensando y dándole vueltas a las cosas cuando llegó Adorna y me dijo:

-Nos vamos... ¿de qué estabais hablando?

Le conté que del cambio de mi vida, ya sería mi casa, mi marido y mis hijos y Adorna me dijo quién me había dicho eso, le dije que Rodríguez. Adorna me dijo, ni tu ni yo somos como él así que además de todo eso tendremos mas vida, mas cosas en las que pensar y hacer.

Iglesia de la Concepción en Castilleja de la Cuesta

Cuando llegamos a Castilleja estaba toda la familia, entre ellos mi cuñado Juan. Cuando terminé de saludarlos a todos, él me llamo aparte para enseñarme los azulejos para mi cocina, me gustaron mucho y aproveche para decirle:

-Mira Juan, le he pedido a mi hermano Antonio que sea padrino de nuestra boda pero tú hermano y yo queremos que seas el padrino de nuestro primer hijo o hija, nos gustaría mucho que aceptaras. El dijo que encantado.

Pasamos una buena tarde, parecían contentos. Mi suegro Juan me llamó para que le hablará de los sitios donde había estado, por encima le fui relatando. Me preguntó si había estado en Madrid le dije que no, lo mas cerca fue en uno de los transbordo de trenes cuando iba para Murcia. Él me contó que sí había estado en Madrid y le cogió allí la boda de los reyes Alfonso y Mª Cristina, me explicó lo del atentado. Siempre me gustó mucho hablar con mi suegro, fue un hombre con inquietudes. Le gustaba el mundo de los toros y toreó alguna capea en pueblos, en fin, merecía la pena hablar con él.

Por lo demás todo parecía estar bien, voy a deciros los nombres de los que pronto serían parte de mi familia:

-Juan mi suegro.
-Trinidad mi suegra.
Mis cuñados Antonio, el mayor, Encarna, Juan, Conchita y Adela.
Antonio, Juan y Conchita ya estaban casados.

Conchita vivía en Cádiz y Juan en Castilleja junto a mis suegros, Encarna y Adela. De mi suegra os puedo decir que la quise mucho pero al principio no la entendía porque tenía muchos cambios de humor, tan pronto estaba contenta como triste. Un día poco antes de casarme le dije a Adorna:

-No entiendo a tu madre, creo que no me voy a llevar bien con ella.

Adorna se quedó mirándome y me dijo:

-Tu madre y la mía tienen mucho en común, la tuya mas fe pero las dos tienen el corazón roto por la perdida de un hijo, la tuya al menos sabe donde esta enterrado pero a la mía cuando tenía mi hermano 18 años fueron a casa a por él  y se lo llevaron, se llamaba José, al día siguiente Don Juan el cura de Castilleja solo pudo traerle el reloj y la cartera pero no sabía donde estaba el cuerpo ni de él ni de cuatro jóvenes mas del pueblo. Nunca mas se ha sabido de sus cuerpos, tenían entre 18 y 19 años.

Adorna siguió:

-María ¿por qué crees que me da tanta pena tu madre? Las dos merecen que las cuidemos y que hagamos por ellas todo lo que podamos.

Como siempre que me pasaba algo importante me quedé callada y pensé, Dios mío que grande y sabio es este hombre (eso me lo siguió demostrando durante toda su vida a mi lado).

Volvimos a mi casa, el día siguiente a las diez me marché para la Línea de la Concepción. Mientras viajaba pensé, ahora si que quiero casarme, ya soy una mujer y Dios a puesto en mi vida el hombre mas bueno y comprensible que hay en el mundo y además me quiere (en los últimos momentos de su vida yo le dije creyendo que no me oía:

-Adorna... que te quiero.

Y él, sin saber como porque ya según la medicina no estaba conmigo ya que llevaba mas de 20 días en coma, me contestó:

-Y yo a ti... (mi hijo fue testigo).

Cuando llegué a la Línea de la Concepción todos estaban muy contentos y esperando que contara como iba todo por mi casa.  Al terminar la obra de teatro pude contarles todo que la casa ya estaba terminada, las cosas que habíamos comprado, los muebles etc. y que teníamos pensado casarnos el 23 de Diciembre. Al saber la fecha Joaquín dijo que si era ese día no podrían venir a la boda al ser víspera de Pascuas. Los demás todos callaron. Entonces Joaquín al ver sus caras dijo que no se disgustaran ya que nada mas casarnos volvíamos para estar con ellos en la Compañía mas de un mes, todas las vacaciones que tenía Adorna por casamiento y del año. Yo les dije que así era y ya se quedaron más contentos. Joaquín nos pagó y me fui a tomar café con Mariano y Miguel.

Al estar solos los 3, Miguel me preguntó el motivo de poner esa fecha y yo les recordé que ellos estaban delante en el bar el día que lo dije. Los dos dijeron ahhhhh es verdad, ¿entonces desde entonces los tienes pensado? Yo le dije que sí porque lo había jurado, ellos no se acordaban. Me preguntaron que había dicho Adorna y les dije que nada, él ya me conocía y sabía que cuando decía una cosa la hago y estuvo de acuerdo en todo.

Me preguntaron hasta cuando estaría con ellos y les dije que hasta el día 4 pero que volvíamos el mismo 25. Querían saber como estaba yo, si estaba segura. Les dije que estaba muy segura y que los días que había pasado en Sevilla había hablado mas con Adorna, yo tenía muchas dudas sobre algunas personas de su familia pero el con su personalidad me lo había aclarado todo. Miguelito dijo:

-Ufff... ésta viene más enamorada que se marchó ¿qué habrá pasado?

El siempre tan cotilla pero con todos sus defectos eran mis amigos y lo serían siempre, así que siguieron preguntando como estaban los amigos del barrio, si habíamos estado con ellos. Les dije que sí y que todos estaban esperando el día de la boda para acompañarnos.

Yo les pregunté que tal iban las cosas por allí, me dijeron que bien pero que me echaban mucho de menos y se aburrían mucho porque todos los demás estaban en sus cosas y solo nos vemos a la hora de los ensayos y de la representación.

En ese momento pensé qué hubiera sido de mí sin ellos y les dije que siempre me tendrían para lo que necesitará porque ellos habían sido para mi como mi familia y Adorna lo sabía, me habían cuidado, enseñado y protegido todos esos años. Ellos de broma porque la cosa se ponía seria me dijeron:

-Mira si quieres que te paguemos el café lo haremos pero cállate ya...la verdad es que no pensábamos regalarte mucho. Vamos a pensar que haremos mañana.

No habían escuchado la obra que poníamos al día siguiente porque estaban en el camerino y se lo dije, Manda a tu madre a Sevilla. Ahhh  pues muy bien esa no la tenemos que estudiar, podíamos ir a Gibraltar, yo les dije que sí porque tenía algunas cosas que comprar, quedamos para después del desayuno y comeríamos allí, les dije:

-¿Qué os parece si me llevo a Ani?

Me dijeron que como yo quisiera pero que a les gustaría ir solos porque no sabíamos que íbamos a comprar ni a la hora que volveríamos. Les dije que sin problema, nos íbamos los tres solos.

Al llegar a la casa donde vivía me estaban esperando y se alegraron de la noticia.

Al día siguiente cuando desayuné me fui a casa de Doña Pepita para contarle como estaban las cosas por mi casa y que mi madre le mandaba muchos besos. Cuando me despedía me dijo:

-Mariquita quisiera que antes que te marches mires toda mi ropa de sastrería y la mandas a limpiarla bien porque cuando tu te marches no se quien lo hará.

Le dije que sin problema y me despedí de ella.

Ya venían los chicos a buscarme y nos fuimos para Gibraltar. Cuando llegamos solo tuvimos que presentar el carné, era el día de las compras. Me acuerdo que unas de las cosas que compré fueron mantelerías, toallas, ropa interior, medias de cristal (así se decía entonces) y tres chalecos para Adorna, tres camisas y corbatas. También tabaco, jabones, perfumes y cremas. Estas cosas sólo se podían comprar allí porque en la Península era todo contrabando pero si no comprabas mucho podías hacerlo.

Gibraltar actual


El Gibraltar que yo conocí era pequeño pero bonito, muy limpio. A los habitantes les llamaban "llanitos" si se habían casado con alguien de la Línea. Comimos y sobre las cuatro volvimos, me fui para la casa y dejé todas las cosas en el armario. Descanse un rato y después de cenar me fui para el teatro, aquella noche empezaron las apuestas. Unos decían que duraríamos sin volver alteatro 6 meses, otros decían un año. Cuando terminaron sus apuestas y Joaquín fue a pagarme me dijo:

-María cuando puedas estos días coges las dos cajas de mis pelucas y se las das a mi madre para que ella las tenga. ¿Cuando piensas marchar?

Le dije que el día 4 si a él le parecía bien a lo que me contestó:

-Que coño me a parecer bien pero si tienes que marcharte te vas y ya está.

Me pagó y los chicos y yo nos fuimos para tomar café, cuando llegamos al Casino me dijo Miguelito:

-¿Qué te parece lo que te ha dicho Joaquín?

Lo que menos me podía creer cuando vine, le contesté.

-Con tanto miedo cuando llegué... Han pasado casi cuatro años, lo malo es que no sintiera mi marcha, era señal que no había aprendido nada, así que estoy contenta y ¿ustedes me vais a echar de menos?

-Noooooooo...

Dijeron los dos. 

Vale... les dije. Hoy pagó yo el café.

Nos fuimos a descansar y el día siguiente sería otro día.

-¿No os ha pasado alguna vez en vuestras vidas que quieres pase el tiempo lento y va mas deprisa?

Pues eso me pasó a mí esos días. Por la noche Joaquín dijo que el día siguiente representaríamos la Cieguecita de París (Dios mío pensé yo, sabía lo que iba a pasar).

A la mañana siguiente muy temprano antes que las niñas empezaran sus clases fui a verlas, estaban esperando al maestro. Margarita salió corriendo al verme, le dí un beso y le dije que estaba preciosa y ella me preguntó:

-Mariquita ¿cuando te vas?

Le dije que dentro de unos días pero que volvía otra vez. 

-Si pero te vas y ya no te acordaras de mi.

-Si me acordaré de ti, toda mi vida porque te juro que la primera hija que tengamos se llamará como tu, Adorna y yo te lo prometemos.

-¿De verdad? ¿Me lo prometes?

-Te lo juro.

Ani también estaba allí y le pregunté:

-¿Quieres que repasemos la obra?

-¿Para qué?  ya no volveremos hacerla nunca más.

En ese momento Anita intervino:

-Bueno... esta noche tenéis que procurar que salga muy bien.

Llegó el maestro, les dí un beso y me fui.

Por la noche poco antes de empezar todo estaba bien, Ani muy contenta...

Y pasó lo que me temía, empezó la obra y todo iba bien hasta que nos separábamos y Ani empezó a llorar de verdad y me contagió y ni teatro ni nada, toda la obra nos la pasamos llorando de verdad. Cuando salimos a saludar Ani se abrazó a mí llorando y diciéndome bajito:

-No te marches...

Yo empecé a llorar otra vez pero Joaquín vino y nos cogió a cada una de la mano, los aplausos y gritos de el público no paraban, todos sabían que estábamos emocionadas pero ellos pensaban que era por el tema de la obra, porque éramos buenas actrices y no por el motivo de seguir llorando, Ani porque me marchaba yo y esta obra no podría volver hacerla hasta que su hermana fuera mayor y la representara con ella y yo por el mismo motivo, volvería de vez en cuando pero ya no podría ser la niña que aún era para poder hacer el papel. Cuando nos tranquilizamos le dije:

-Ani, siempre que vengamos Adorna y yo la representaremos, si papa quiere.

Joaquín no dijo nada pero cuando fui a cobrar me dijo que por qué tanto llanto, yo le dije que por mi parte fue porque me emocioné de ver a Ani, me pagó y no dijo nada mas. Hicimos lo mismo de todas las noches.

Y pasaban los días muy deprisa y faltaba un día para marchar. La noche anterior Joaquín me dijo:

-María la Compañía os regala 250 pesetas. El día que volváis cobrareis cada uno un sueldo pero tu no cobraras el extra de sastrería ni atrezo ¿qué te parece?.

-Bien, ¿qué me va a parecer? es mucho dinero.

Me dió el sobre con el dinero.

La mañana del día antes de mi marcha la dediqué a las despedidas, del señor Nevares y señora, de todos. Mariano y Miguelito me ayudaron a recoger lo poco que me faltaba, todo lo metí en el baúl y nos lo llevamos para la casa donde vivíamos y a la mañana siguiente quedaron en venir para estar conmigo antes de partir y despedirse.

Subieron los dos conmigo el baúl  al dormitorio, se quedaba en la casa hasta que volviéramos Adorna y yo casados. El regalo de Miguelito y Mariano, ya habían hablado con la dueña de la casa, era pagarnos el mes que estaríamos cuando volviéramos ya casados. Terminamos de recogerlo todo, hice café y lo tomamos en mi dormitorio. Estuvieron de interrogatorio, querían saber que habíamos hecho los días que estuvimos juntos en Sevilla antes de mi vuelta. Yo les dije que besos nada mas y Mariano me dijo que no se lo creía y yo le dije que bueno, seguimos un buen rato mas con risas y recordando cosas y nos despedimos hasta el día siguiente.

Cuando bajé por la mañana allí estaban a las nueve esperándome para tomar café los tres juntos. Cuando ya estaba en el autobús los dos con cara de sueño me dijeron muchas felicidades, acuérdate de nosotros cuando te estés casando. Los días pasan pronto...

El viaje para Sevilla fue rápido porque me quede dormida, tenía sueño porque entre una cosa y otra serían mas de las cinco de la madrugada cuando me dormí. Ya muy cerca me espabilé, empezaba la cuenta atrás. Mi madre nada mas llegué me dijo ven, era para que viera el dormitorio ya terminado, Adorna cuando me escribió no me había dicho nada para darme la sorpresa y la verdad me la llevé porque ni siquiera me acordaba que ya era la fecha de que lo trajeran. 

Mi madre me preguntó:

- ¿Te gusta?.

-Claro.

Le dije yo. No era lo mismo verlo en la tienda que ya en casa. Le pregunté a mi madre que tal iban los papeles de la iglesia, ella me dijo que Adorna se estaba encargando de todo, había conseguido la partida de nacimiento en Guillena donde nací y dónde me bauticé, mi madre me dijo que yo había pasado la primera amonestación. Le pregunté si Adorna había dicho algo de ir ese día, ella me dijo que si, llegaría sobre las siete, así que me puse a limpiar el dormitorio y sobre todo el ropero por dentro, así iba guardando cosas de las que traía de Gibraltar, mi madre también me dió algunos paquetes con regalos que había ido llegando de los amigos del barrio, cuando ya lo tenia todo colocado me quedé mirando y me sentí muy contenta, aún me gustaba mas así ya con cosas que la primera impresión.

Estaba ya terminando cuando llegó mi Chico y empezó como siempre a dar gritos diciendo, ya está aquí mi hermana... le dije que callara, que ya no era un niño pero a él le dió lo mismo y tuvimos que aguantarlo durante un buen rato. Mi madre me preguntó donde comíamos  si en el salón o la cocina, y le dije que como todos los días, ella dijo en la cocina y le contesté que perfecto, llegó mi hermano Manolo y se alegró mucho de que ya estuviera de vuelta. Comimos y le dije a mi madre que al día siguiente iríamos de compras para ella y los niños. Esa misma tarde me llegaría a ver como iban mis trajes, mi madre me había dicho que Ana había preguntado cuando llegaba. Me acosté un rato.

Me despertó un ruido y eran mi madre y Carmelita Llorens hablando, para ellas no pasaba el tiempo. Fuí para la cocina y allí estaban las dos tomando café   la saludé y le dije que me alegraba mucho de verla y ella  me dijo que también se alegraba y que ya faltaba poco.

-¿Estas feliz?

-Sí.. Carmelita, gracias a usted y a mi madre conseguí lo que quería, ahora empieza otra etapa de mi vida pero lo que quería, el teatro, ya lo he conseguido y ha sido gracias a vosotras que me ayudasteis.

Estábamos hablando y llegó Adorna, se saludaron y nos fuimos al dormitorio los dos, allí le dí el dinero que Joaquin me había dado y le dije qué le parecía si me quedaba con algo para comprar ropa a mi madre y mis hermanos para la boda, él me dijo que gastara lo que necesitara. Me preguntó que me faltaba a mí de compras, le dije que los zapatos porque aunque tenía unos cuantos todos estaban estrenados, me dijo que de eso no me preocupara porque su hermano Antonio era lo que me regalaba. Le pregunté que le faltaba y me dijo que una camisa y una corbata.

-De eso no te preocupes te lo compro yo cuando salga con mi madre y mis hermanos.

Le pregunté como iban los papeles, me dijo que bien y que el día que le llegó mi partida de bautizo se rió mucho al ver que me llamaba: Maria Luisa y además Celedonia, Gracia, Joaquina, Guillerma, Gonzala, Dolores...

-¿Has tenido mucho trabajo para conseguirlo?

-No, los conductores de los autobuses de Guillena y Cala  me ayudaron mucho.

Iglesia de Cala (Huelva). Allí me bautizaron.

Os voy a recordar y así también me ayuda a recordar a mí donde nacieron mis hermanos y yo:
Manolo el mayor, nació, fue bautizado y murió en Sevilla.
Antonio nació, fue bautizado en Sevilla.
Yo nací en Guillena y me bautizaron en Cala (Huelva).
Manolo segundo nació en Puente Genil y se bautizó en Bilbao.
Gonzalo nación en Villanueva de Córdoba y se bautizó en Sevilla.

Mi madre tenía muy buena memoria y menos mal que fue así porque a la hora de los casamientos tuvimos que arreglar mucho papeleo todos y también demuestra lo fuerte que era y cuantos momentos importantes vivió sola sin familia, nada mas tenía a mi padre.

Vuelvo al momento en que hablaba con Adorna, le enseñé todo lo que había comprado en Gibraltary le dije que tenía ganas de salir y dar un paseo. Saqué de la maleta todo lo que había comprado y lo puse encima de la cama, vinieron también a verlo mi madre y Carmelita. Estábamos entretenidos cuando llegó mi hermano Antonio y como siempre dijo:

-¿Qué, ya está aquí la artista?

Le dije hola y le di un beso, llegó Manolo, los veía a todos muy contentos pero el que mas me miraba era Adorna, así que empecé a recoger y dije, nos vamos un rato de paseo. Antes de salir le dije a mi hermano Manolo si se venía y nos dijo que si.

Íbamos paseando por la calle Teatinos cuando vimos venir a 3 amigos, seguro que mi Chico ya se había encargado de decirle a todo el mundo que yo estaba en casa, así que lo pensamos y nos quedamos en el barrio en el bar donde nos reuníamos y empezaron todos a llegar. Anita y Pilar empezaron con el cachondeo porque decían que las teníamos que invitar porque ya nos habíamos tomado los dichos, estuvimos hasta las 10 que nos fuimos para casa y yo quedé con Adorna que por la mañana iría con mi madre de compras y por la tarde ya veríamos que hacer.

 Al día siguiente fuí de visita a casa de Ana, la madre de mis amigas, ella me estaba haciendo los vestidos. Se alegró de verme y me preguntó que tal estaba, después de los saludos me dijo que me preparara para probar lo que llevaba hecho. Nada mas empezar con el primer vestido me dijo:

-Mariquita... estás mas delgada.

Le dije que sí, había tenido mucho jaleo esos meses a lo que ella me dijo que no tocaría nada hasta la semana siguiente por si recuperaba algún kilo ya que estaba en casa. También me preguntó por qué no le había llevado la tela para el abrigo, le dije que ni siquiera la había comprado porque me parecía que ya no le daría tiempo, ella me dijo que si tenía tiempo que la comprara y que fuera de un color gris con mezcla, no muchas y así me iría bien con todos los vestidos. Quedé con ella en ir al día siguiente a comprar.


Le dije que ahora que estaba allí podía pasarme unas horas todos los días para ayudarla, me dijo que sí porque había muchos botones que forrar y quedamos para el día siguiente.

Cuando llegué a casa mi madre ya estaba esperándome y nos fuimos para el centro de Sevilla de compras, a diferencia del día que salí del colegio, esta vez era yo la que llevaba a mi madre de compras. En ese momento me acordé de Sor Pilar y el colegio, pensé que iríamos a verla para decirle que nos casábamos y que charlara con Adorna.

Estaba feliz, iba con mi madre compras. Comeríamos donde quisiéramos y tenía dinero para ayudarla en lo que necesitara. Cuando terminamos, sólo se nos quedó pendiente una camisa para Adorna y otra para mi hermano Antonio que ya iría al día siguiente y también compraría la tela para el abrigo, Adorna me acompañaría.

Por la tarde cuando llegó Adorna le enseñé lo que había comprado y todo le pareció bien, le dije que al día siguiente podíamos ir a Felma (era una sastrería de cabaleros y cooperativa delAyuntamiento donde Adorna se hacia los trajes y se podía pagar poco a poco) a comprar las camisas y la tela para el abrigo, me dijo que no podía porque entraba a trabajar a las 6 y hasta el jueves no podría ser. 

Le dije que me gustaría ir a ver a Sor Pilar a decirle que nos casábamos, el domingo no podíamos ir porque salían con los niños de paseo al parque, quedamos el lunes por la tarde y yo iría a esperarlo cuando él saliera de trabajar, luego pensé que mejor cuando él saliera de trabajar viniera a casa a comer, descansara y irnos por la tarde (sin darme cuenta ya empezaba a mandar y disponer de la vida de los dos), antes en los preparativos de la obra, materiales, etc yo no intervenía en nada, ahora ya tenía ilusión, ya me daba cuenta que mi vida cambiaba y me olvidé un poco del teatro y de todo, quería que Adorna se diera cuenta de que no sólo había aprendido esos años a ser mejor actriz si no también a ser una persona responsable en otros asuntos y ya no la chica joven que un día se marchó a la aventura.

Como teníamos previsto el jueves fuimos y compramos las camisas, al final fueron tres porque también le compramos una a mi cuñado Juan, se la merecía por lo mucho que nos había ayudado, también compré la tela del abrigo. El dueño de la tienda tuvo el detalle de hacerme un regalo que aún conservo, un joyero de cerámica de la cartuja muy bonito. 

Ha sido una sorpresa ver que aún existe la tienda en estos tiempos.


El lunes por la tarde como habíamos quedado fuimos al colegio y vino mi hermano Manolo con nosotros.

Qué ilusión cuando tocó la portera la campana anunciando mi visita. Sor dolores me preguntó que a quien queríamos ver yo le dije:

-Sor Dolores, soy María Muñoz.

-No te había reconocido, ahora mismo voy a llamar a Sor Pilar.

Mientras venía me preguntó quien eran los que me acompañaban, le dije que Adorna mi novio y mi hermano Manolo que también había estado en el colegio con Sor Josefina, me dijo:

-¿La llamo?

Mi hermano dijo que si.

A los cinco minutos vimos que venía cada una por un lado de las galerías del patio, yo no sabía a quién de las dos saludar antes pero mi corazón tomó esa decisión por mí y me fuí para Sor Pilar. La abracé, ella a mí y me preguntó como estaba, yo también le pregunté que tal iban las cosas y ella me dijo que tenía que contarle muchas cosas de esos años que no había sabido nada de mí. Mientras mi hermano Manolo estaba con Sor Josefina contándole donde trabajaba.

Aún estábamos con los saludos cuando llegó Sor Remedios, la Superiora, la saludamos también y entonces es cuando contamos que nos casábamos el día 23 de ese mes, faltaban 16 días. Sor Remedios me preguntó a que hora era la boda y Adorna le dijo que a las once, ella dijo que era buena hora y nos daba tiempo después de casarnos ir a verlas y comer con ellas. Le dijimos que no podía ser porque ya habíamos quedado para comer con los padrinos, ella dijo que no importaba que podíamos ir los cuatro. En eso quedamos, nos despedimos de Sor Remedios y nos quedamos solos con Sor Pilar, pasó una media hora y empezaron a llegar niñas la primera fue Chacón y poco a poco algunas mas. Les conté lo de la boda y que iría a verlas ese día, en eso quedamos. 

Cuando me despedí me dijo Chacón:

-María, parece mentira que en estos años no me escribieras una carta.

Es verdad, le dije yo... pero ahora ya estoy de vuelta y nos veremos mas.

Cuando salimos le dije... Adorna:

-¿Tú cuantas familias has tenido?

Él me dijo... una.

-Pues yo tres, te gano. Mis padres y mis hermanos, el colegio, el teatro y espero que ahora la mas importante en la que tu formaras parte de ella, la nuestra.

Me miró, me dió un beso y nos fuimos para casa. 

Había sido un día completo de emociones.

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-Si pero te vas y ya no te acordaras de mi.

-Si me acordaré de ti, toda mi vida porque te juro que la primera hija que tengamos se llamará como tu, Adorna y yo te lo prometemos.

-¿De verdad? ¿Me lo prometes?

-Te lo juro.

Ani también estaba allí y le pregunté:

-¿Quieres que repasemos la obra?

-¿Para qué?  ya no volveremos hacerla nunca más.

En ese momento Anita intervino:

-Bueno... esta noche tenéis que procurar que salga muy bien.

Llegó el maestro, les dí un beso y me fui.

Por la noche poco antes de empezar todo estaba bien, Ani muy contenta...

Y pasó lo que me temía, empezó la obra y todo iba bien hasta que nos separábamos y Ani empezó a llorar de verdad y me contagió y ni teatro ni nada, toda la obra nos la pasamos llorando de verdad. Cuando salimos a saludar Ani se abrazó a mí llorando y diciéndome bajito:

-No te marches...

Yo empecé a llorar otra vez pero Joaquín vino y nos cogió a cada una de la mano, los aplausos y gritos de el público no paraban, todos sabían que estábamos emocionadas pero ellos pensaban que era por el tema de la obra, porque éramos buenas actrices y no por el motivo de seguir llorando, Ani porque me marchaba yo y esta obra no podría volver hacerla hasta que su hermana fuera mayor y la representara con ella y yo por el mismo motivo, volvería de vez en cuando pero ya no podría ser la niña que aún era para poder hacer el papel. Cuando nos tranquilizamos le dije:

-Ani, siempre que vengamos Adorna y yo la representaremos, si papa quiere.

Joaquín no dijo nada pero cuando fui a cobrar me dijo que por qué tanto llanto, yo le dije que por mi parte fue porque me emocioné de ver a Ani, me pagó y no dijo nada mas. Hicimos lo mismo de todas las noches.

Y pasaban los días muy deprisa y faltaba un día para marchar. La noche anterior Joaquín me dijo:

-María la Compañía os regala 250 pesetas. El día que volváis cobrareis cada uno un sueldo pero tu no cobraras el extra de sastrería ni atrezo ¿qué te parece?.

-Bien, ¿qué me va a parecer? es mucho dinero.

Me dió el sobre con el dinero.

La mañana del día antes de mi marcha la dediqué a las despedidas, del señor Nevares y señora, de todos. Mariano y Miguelito me ayudaron a recoger lo poco que me faltaba, todo lo metí en el baúl y nos lo llevamos para la casa donde vivíamos y a la mañana siguiente quedaron en venir para estar conmigo antes de partir y despedirse.

Subieron los dos conmigo el baúl  al dormitorio, se quedaba en la casa hasta que volviéramos Adorna y yo casados. El regalo de Miguelito y Mariano, ya habían hablado con la dueña de la casa, era pagarnos el mes que estaríamos cuando volviéramos ya casados. Terminamos de recogerlo todo, hice café y lo tomamos en mi dormitorio. Estuvieron de interrogatorio, querían saber que habíamos hecho los días que estuvimos juntos en Sevilla antes de mi vuelta. Yo les dije que besos nada mas y Mariano me dijo que no se lo creía y yo le dije que bueno, seguimos un buen rato mas con risas y recordando cosas y nos despedimos hasta el día siguiente.

Cuando bajé por la mañana allí estaban a las nueve esperándome para tomar café los tres juntos. Cuando ya estaba en el autobús los dos con cara de sueño me dijeron muchas felicidades, acuérdate de nosotros cuando te estés casando. Los días pasan pronto...

Al día siguiente fuí de visita a casa de Ana, la madre de mis amigas, ella me estaba haciendo los vestidos. Se alegró de verme y me preguntó que tal estaba, después de los saludos me dijo que me preparara para probar lo que llevaba hecho. Nada mas empezar con el primer vestido me dijo:

-Mariquita... estás mas delgada.

Le dije que sí, había tenido mucho jaleo esos meses a lo que ella me dijo que no tocaría nada hasta la semana siguiente por si recuperaba algún kilo ya que estaba en casa. También me preguntó por qué no le había llevado la tela para el abrigo, le dije que ni siquiera la había comprado porque me parecía que ya no le daría tiempo, ella me dijo que si tenía tiempo que la comprara y que fuera de un color gris con mezcla, no muchas y así me iría bien con todos los vestidos. Quedé con ella en ir al día siguiente a comprar.


Le dije que ahora que estaba allí podía pasarme unas horas todos los días para ayudarla, me dijo que sí porque había muchos botones que forrar y quedamos para el día siguiente.

Cuando llegué a casa mi madre ya estaba esperándome y nos fuimos para el centro de Sevilla de compras, a diferencia del día que salí del colegio, esta vez era yo la que llevaba a mi madre de compras. En ese momento me acordé de Sor Pilar y el colegio, pensé que iríamos a verla para decirle que nos casábamos y que charlara con Adorna.

Estaba feliz, iba con mi madre compras. Comeríamos donde quisiéramos y tenía dinero para ayudarla en lo que necesitara. Cuando terminamos, sólo se nos quedó pendiente una camisa para Adorna y otra para mi hermano Antonio que ya iría al día siguiente y también compraría la tela para el abrigo, Adorna me acompañaría.

Por la tarde cuando llegó Adorna le enseñé lo que había comprado y todo le pareció bien, le dije que al día siguiente podíamos ir a Felma (era una sastrería de cabaleros y cooperativa delAyuntamiento donde Adorna se hacia los trajes y se podía pagar poco a poco) a comprar las camisas y la tela para el abrigo, me dijo que no podía porque entraba a trabajar a las 6 y hasta el jueves no podría ser. 

Le dije que me gustaría ir a ver a Sor Pilar a decirle que nos casábamos, el domingo no podíamos ir porque salían con los niños de paseo al parque, quedamos el lunes por la tarde y yo iría a esperarlo cuando él saliera de trabajar, luego pensé que mejor cuando él saliera de trabajar viniera a casa a comer, descansara y irnos por la tarde (sin darme cuenta ya empezaba a mandar y disponer de la vida de los dos), antes en los preparativos de la obra, materiales, etc yo no intervenía en nada, ahora ya tenía ilusión, ya me daba cuenta que mi vida cambiaba y me olvidé un poco del teatro y de todo, quería que Adorna se diera cuenta de que no sólo había aprendido esos años a ser mejor actriz si no también a ser una persona responsable en otros asuntos y ya no la chica joven que un día se marchó a la aventura.

Como teníamos previsto el jueves fuimos y compramos las camisas, al final fueron tres porque también le compramos una a mi cuñado Juan, se la merecía por lo mucho que nos había ayudado, también compré la tela del abrigo. El dueño de la tienda tuvo el detalle de hacerme un regalo que aún conservo, un joyero de cerámica de la cartuja muy bonito. 

Ha sido una sorpresa ver que aún existe la tienda en estos tiempos.


El lunes por la tarde como habíamos quedado fuimos al colegio y vino mi hermano Manolo con nosotros.

Qué ilusión cuando tocó la portera la campana anunciando mi visita. Sor dolores me preguntó que a quien queríamos ver yo le dije:

-Sor Dolores, soy María Muñoz.

-No te había reconocido, ahora mismo voy a llamar a Sor Pilar.

Mientras venía me preguntó quien eran los que me acompañaban, le dije que Adorna mi novio y mi hermano Manolo que también había estado en el colegio con Sor Josefina, me dijo:

-¿La llamo?

Mi hermano dijo que si.

A los cinco minutos vimos que venía cada una por un lado de las galerías del patio, yo no sabía a quién de las dos saludar antes pero mi corazón tomó esa decisión por mí y me fuí para Sor Pilar. La abracé, ella a mí y me preguntó como estaba, yo también le pregunté que tal iban las cosas y ella me dijo que tenía que contarle muchas cosas de esos años que no había sabido nada de mí. Mientras mi hermano Manolo estaba con Sor Josefina contándole donde trabajaba.

Aún estábamos con los saludos cuando llegó Sor Remedios, la Superiora, la saludamos también y entonces es cuando contamos que nos casábamos el día 23 de ese mes, faltaban 16 días. Sor Remedios me preguntó a que hora era la boda y Adorna le dijo que a las once, ella dijo que era buena hora y nos daba tiempo después de casarnos ir a verlas y comer con ellas. Le dijimos que no podía ser porque ya habíamos quedado para comer con los padrinos, ella dijo que no importaba que podíamos ir los cuatro. En eso quedamos, nos despedimos de Sor Remedios y nos quedamos solos con Sor Pilar, pasó una media hora y empezaron a llegar niñas la primera fue Chacón y poco a poco algunas mas. Les conté lo de la boda y que iría a verlas ese día, en eso quedamos. 

Cuando me despedí me dijo Chacón:

-María, parece mentira que en estos años no me escribieras una carta.

Es verdad, le dije yo... pero ahora ya estoy de vuelta y nos veremos mas.

Cuando salimos le dije... Adorna:

-¿Tú cuantas familias has tenido?

Él me dijo... una.

-Pues yo tres, te gano. Mis padres y mis hermanos, el colegio, el teatro y espero que ahora la mas importante en la que tu formaras parte de ella, la nuestra.

Me miró, me dió un beso y nos fuimos para casa. 

Había sido un día completo de emociones.

Mi vida en el Teatro 34ª parte (La BODA).


Por fin llegó el día. Sería la una de la madrugada cuando estaba en casa de Ana con sus hijas Gloria Mari y Anita en el gallinero quitando plumas a una gallina para el casquete de boda, llevaba plumas blancas en los lados. Terminamos y me fui para mi casa serían las dos. Cuando llegué estaban todos acostados menos mi madre que me esperaba, preparé toda la ropa y me acosté tranquila, para algo había servido el teatro, estaba acostumbrada a irme a la cama a estas horas.

Mi boda era una representación, religiosa pero al fin y al cabo para una actriz era algo parecido a representar un papel y ser la protagonista, yo había aprendido a dominar los nervios, así que me mentalicé en eso y dormí muy tranquila.

Serían las ocho cuando me llamó mi madre, me levanté. Siempre he tenido y aún sigo teniendo, mucha maña para peinarme, tomé café y empecé a peinarme y vestirme, cuando empezaron a llegar mis amigas ya estaba vestida. Anita trajo el casquete (tocado) de la cabeza ya terminado, quedó muy bonito. Nos empezamos a reír y los demás no sabían el motivo. En ese momento dió comienzo la representación. Mi chico llegó diciendo que Adorna estaba en la iglesia con sus hermanos, mi padrino estaba levantándose porque esa noche había llegado mas tarde de la panadería o a saber de donde y eran las once menos cuarto, mi madre nerviosa y el coche en la puerta. Mi hermano Manolo cogió a mi madre y se fueron para la iglesia. 

Mi hermano terminó y cuando fuimos a salir de casa vimos que todos los niños del barrio estaban allí, ese día no había colegio. Todos gritaban:

-Mariquita...Mariquita...

Así hasta llegar a la iglesia fueron detrás del coche. Desde mi casa a la iglesia había poco trayecto, los niños llegaron antes y la Iglesia de Santa Genoveva estaba llena de niños y medio barrio. El cura echando niños del altar mayor y Adorna con la mujer de mi cuñado Juan, Rocío era mi madrina.

Voy a contaros mi sorpresa cuando vi a la madrina. En Castilleja hay dos hermandades La Plaza y La Calle Real y el pueblo esta dividido. Rocío era de la Plaza y los colores de la hermandad es el rojo, así que mi madrina iba de rojo y yo de negro ¿Qué os parece?, yo al menos llevaba los guantes blancos y las flores. 


Parroquia de Santa Genoveva en el Tiro de Línea (Sevilla)


Cuando llegó el momento de:

-¿Quieres a María por esposa?... y Adorna dijo sí.

Los niños empezaron a gritar bien... bien... y todos los demás aplaudiendo y lo mismo cuando yo dije el sí. El cura que era militar además, estaba enfadado  y dijo que como no se callaran no seguía. Todo el mundo se quedó en silencio. Cuando salíamos yo dije !lo pesqué! y todos empezaron de nuevo con aplausos y gritos y Adorna a reír.

Por fin terminó todo, de momento. Nos metimos en el coche los cuatro y nos fuimos para el colegio, mi madre y mis hermanos para casa. A mi cuñado Juan no le hizo mucha gracia que fuéramos al colegio pero Adorna le dijo que lo habíamos prometido y sólo habíamos dicho que iríamos ellos y nosotros, mi cuñado lo comprendió.

Llegamos y la portera cuando nos vió empezó a tocar la campana y a nosotros nos dijo que esperáramos en la portería. Pasaron unos cinco minutos, a mi me parecieron horas, allí no llegaba nadie y no sabía que pasaba. En ese momento nos dijo la portera que ya podíamos pasar.

Dos niñas de las más pequeñas a las que yo no conocía vinieron hacia mí y me entregaron un ramo de flores blancas, me dieron un beso en nombre de todas las niñas y me dijeron que las siguiéramos, así lo hicimos y nos fuimos hacia la capilla.

¿Podéis imaginaros lo que es mas de 100 niñas en la capilla repartidas entre el coro y los bancos?, también estaban allí todas las monjas.

Sor Pilar salió a nuestro encuentro y nos llevó al altar mayor, nos arrodillamos y todas empezaron a cantar la Salve a la Virgen, en tres voces y claro... empecé a llorar de la emoción porque eso sólo se hacía en el colegio días muy especiales. Entonces es cuando sí me dí cuenta de que no estaba interpretando un papel, que no era una representación, era mi boda y me dió mucha pena que mi madre y los demás familiares no vivieran ese momento. 

http://www.youtube.com/watch?v=Ahv1JoF_HS4
(La Salve por si quereis escucharla)

Cuando terminaron miré a Adorna y ví que también estaba emocionado pero en ese momento Sor Remedios, la Superiora le dijo:

-Adorna ¿quiere usted decir algo?

Él dijo que era tan grande la emoción que sólo podía decir gracias.

Sor Remedios también me preguntó -¿Y tú María?-.

-Muchas gracias Sor Remedios, a usted y a todas las hermanas y un beso para las compañeras en especial para las que aún me quedan de mis tiempos en el colegio. A usted Sor Pilar... quiero decirle que un día siendo niña una de las noches que estaba llorando me dijo que no llorara por mi madre porque yo tenía otra madre en el Cielo que me protegería y también a mi madre toda la vida y así ha sido todo este tiempo, gracias, porque esta sí ha sido mi verdadera boda.

Todas empezaron a aplaudir, fuimos saliendo para el comedor. Cuando llegamos ví que había una mesa para sor Pilar, Chacón, María Delgado, Juan, Rocío, Adorna y yo. Todas las niñas cada una en su sitio.

Comimos y cuando tocó la campana para el recreo casi todas las monjas bajaron con un regalo, no los recuerdo todos pero si un rosario y un crucifijo que todavía tengo. Me despedí de todas y Sor Pilar me dijo que no dejara de ir a verlas, yo le dije que iría de vez en cuando, le dí un beso y nos fuimos.

Los cuatro íbamos emocionados mi cuñado Juan decía -Y yo no quería venir-. Él nos llevó a casa y se marcharon para Castilleja.

Al llegar a casa le conté a mi madre todo lo del colegio, estábamos tan emocionadas que acabamos llorando y me dijo -¿Ves como te querían todas?- Sí mama, le dije… y yo también a ellas-.

Le pregunté que tal lo habían pasado ellos en casa y me dijo que bien. Entré en mi dormitorio para cambiarme de ropa. Mientras Adorna le contaba a mis hermanos todo lo que había pasado en el colegio, cuando terminé a solas le dije a mi madre que cuando se acostaran no cerrara la puerta por dentro porque nosotros iríamos a dormir.

Nos fuimos para el centro de Sevilla al cine, recuerdo que vimos primero una película de Spencer Tracy en el cine Victoria, ya no existe. La película era Lanza Rota, después comimos algo y come era temprano vimos otra película en el Coliseo, Volviendo a España de Estrellita Castro, cuando terminó sería la una y nos fuimos para casa.

Entramos con mucho cuidado para no hacer ruido pero cuando llevaríamos media hora acostados "o lo que sea" dos de las patas del somier  se rompieron y el colchón cayó, nos reímos un buen rato y amarramos como pudimos las patas con el cinturón del camisón y una corbata de Adorna, mi madre llamando a la puerta para saber que nos pasaba, mis hermanos Manolo y el Chico cuando abrí la puerta no paraban de reír, yo muerta de vergüenza, total que nos acostamos todos, nosotros dormimos mal porque nos resbalábamos para los pies de la cama y al día siguiente a las once de la mañana nos fuimos al teatro con Joaquín y las niñas un mes, esta fue mi boda el 23 de Diciembre de 1955 y no tengo fotos de nada, me habría encantado ponerlas pero en aquella época si no la hacías de estudio no era normal tenerlas y nosotros queríamos ahorrar todo lo posible.

Y aquí acaba mi juventud en el teatro, un beso para todo el que lo ha leído y pronto seguiré con otra parte de mi vida, muchos besos.




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Antes de nada, os presento a Adorna, mi marido.

Día 24 de Diciembre, día después de la boda,  sobre la una de la tarde llegamos a La Línea.

Miguelito y Mariano estaban esperando en la estación de autobuses.

Que alegría me llevé al verlos y con la alegría que nos recibieron, parecía que era su hermana y no una compañera de trabajo. Menos mal que Adorna ya los conocía y sabía la forma de ser de los dos porque tal como me recibieron podía haberse sentido celoso de tantos abrazos y besos. 

Recogimos las maletas y nos fuimos para la casa donde viviríamos los cuatro, cuando llegamos también la dueña estuvo muy cariñosa. En fin cuando dejamos todas las cosas en el dormitorio que nos habían preparado nos fuimos los cuatro a saludar a todos los demás. Se alojaban en distintas casa y en todas nos preguntaron cual eran nuestros planes para esa noche, Adorna les decía que aún no sabíamos. Llegamos a la casa de Joaquín, los besé a todos y especialmente a las niñas, Anita me dijo:

-Hemos pensado Joaquín y yo que esta noche vamos a cenar aquí.

Adorna le preguntó si sólo nosotros dos y ellas nos dijo que no, todos estaban invitados, toda la Compañía. Joaquín dijo que no todo los días se casaba una compañera y aunque nunca celebraba esa noche (era Nochebuena) ese año sería diferente -se ha casado mi niña-. Yo me fui para él y le dí un beso. Anita y doña Pepita estaban muy emocionadas, como si fueran mi familia, mi madre, hermana.... En ese momento dijo Miguelito:

-Entonces vamos y se lo decimos a todos.

Joaquín les dijo que tranquilos, ya lo sabían todos menos ellos porque no se fiaba que pudieran guardar el secreto.

Nos reímos y nos despedimos hasta las diez porque esa noche no había teatro pero al día siguiente teníamos tres funciones.

Dimos una vuelta los cuatro por el pueblo yo quería enseñarle a Adorna todo lo que ya conocía y él no. Cuando llego la hora de comer buscamos un lugar bonito y comimos los cuatro, luego nos fuimos a la fonda a descansar un rato.

A las seis de la tarde ya estaban mis amigos dando porrazos en la puerta y Adorna me dijo, que pesados. Yo le dije, siempre han sido así, nunca me encontré sola, me han ayudado mucho durante estos años.

Bajamos y Adorna le preguntó qué querían hacer ahora, ellos le dijeron: pues merendar, vamos a un sitio muy bonito que tu no conoces, Gibraltar -Ya dormirás esta noche-.

Volvimos sobre las 8 de la tarde, tiempo para arreglarnos y salir a cenar.

Me puse mi vestido de boda y el abrigo nuevo y cuando bajamos los dos petardos de mis compañeros empezaron a aplaudir y la dueña de la casa decía que estaba muy bonita, en fin le di las gracias y nos fuimos.

Cuando llegamos a casa de Joaquín allí estaban todos. Las niñas vinieron corriendo y les dí unos bombones que les traía de regalo y les dije que me había vestido así para que vieran como iba el día anterior en mi boda. Todo fueron piropos. Les dije que me faltaban las plumas y les conté como, cuando y donde las había conseguido, la noche antes de la boda en un gallinero a la una de la madrugada, todos rieron imaginando la escena. Doña Pepita dijo que por que no me había comprado uno y Joaquín le dijo:

-Mama... entonces no sería ella.

Lo que recuerdo de la cena todo es bonito pero triste porque nunca mas volví a pasar una Noche Buena con ellos.

Pasaban las Navidades, pasaban los días y todo eran demostraciones de cariño, yo no sabía que me pasaba pero me encontraba mal y no quería que se dieran cuenta. Yo pensaba que todo era natural después de la boda, que pena de la juventud que nos tocó vivir a muchas jóvenes de mi generación. Me daba vergüenza contarle a nadie lo que me pasaba pero lo peor era las noches cuando terminábamos la función y no tenía ganas de ir a tomar café con ellos, empezaron a decir:

-¿Que te pasa a ti desde que te has casado?

Por ese motivo muchas noches no decía nada, les acompañaba y cuando llegaba a la fonda me encontraba muy mal. Adorna me preguntaba si me sentía molesta por algo, yo le decía que no era por ellos, era yo la que no estaba a gusto, me cansaba.

Una tarde fuimos a tomar café con Doña Pepita y cuando me beso, me dijo:

-Tú tienes fiebre.

No… le dije yo. –Lo que tengo es mal cuerpo-

Ella se quedó mirándome muy seria y dijo:

-¿No me digas que ya estas embarazada?...

Aquellas palabras me dieron un poco de alegría y pensé-¿Dios mío, será eso?-

Procuré que no me notaran nada de lo que me pasaba. Faltaría una semana para marcharnos a Sevilla cuando me dijo Adorna que Joaquín quería que fuéramos a su casa para hablar con nosotros, nos esperaba al día siguiente. No dijimos nada a nadie y nos fuimos para su casa. Nos estaba esperando.

Nos dijo:

-He querido que vengáis los dos para deciros una cosa que no sabe nadie todavía, Anita tiene que irse con las niñas a Casablanca con su familia por la muerte de su madre y por cuestión de la herencia y yo me voy a Madrid con un contrato al Teatro Español. Mi madre con mi hermano Miguel y los compañeros todavía no se lo que harán pero ustedes para mi son diferentes, si María no se hubiera casado vendría conmigo si su madre la hubiera dejado y claro, si ella hubiera querido. Pero ahora es diferente, quiero que sepáis que si algún día queréis volver al teatro como profesionales porque no podáis vivir sin él, yo os buscaría un sitio donde trabajar. La verdad, creo que todo el mal que tiene María es saber que esto se termina y tiene que volver a vuestra casa y dejar el teatro y tu Adorna, no entiendo como puedes entrar todos los días a las 6 de la madrugada para trabajar. Por todo esto, el día que yo esté en Madrid me llamáis y de la casa no os preocupéis a mí ya están buscándome un piso y podéis venir a mi casa.

Adorna y yo no decíamos nada, Anita que había entrado unos minutos antes nos dijo:

-¿Qué os parece como están las cosas?

-Ana, nosotros no sabíamos nada de tu madre-  dije yo. -¿Cómo no me has dicho nada?

-Porque no quería amargarte estos días.

Adorna le dijo:

-Ana yo...

Adorna no terminó, Anita le dijo:

-Adorna mama estaba muy mal, lo que siento es el tiempo que llevaba sin verla, así que me voy con las niñas y Joaquín que haga lo que tenga que hacer, cuando podamos nos reuniremos otra vez. Ya es hora de que las niñas tengan su colegio y una casa propia, por supuesto no quiero que esto lo sepa nadie, sólo ustedes.

-De  acuerdo...- Le dijo Adorna.

Joaquín nos dijo que hasta que nosotros no nos marcháramos no diría nada a los demás.  Tomamos café con ellos y nos fuimos.
Parece mentira pero a mi se me olvidaron un poco mis males pensando en los demás y esa noche cuando terminamos fui yo la que dije -¿qué tomamos café?- Todos dijeron, anda, parece que vuelve a ser ella. Adorna dijo:

-Claro...

Nos fuimos, cuando estábamos los dos solos en nuestro dormitorio estuvimos comentando lo que nos había dicho el matrimonio y Adorna me dijo:

-Precisamente esto es lo que querían los dos desde hace tiempo él irse a Madrid y ella a su casa con su familia y lo que mas siento de todo esto es Doña Pepita, le quitaran las niñas y se tendrá que ir con Miguel y Tere, no la conoce, es una pena. Bueno ya veremos lo que Dios quiere.

A la mañana siguiente Adorna me dijo que nadie se enterara de lo que nos habían dicho, el temía que yo a los muchachos le comentara algo o ellos me lo notaran. Me daba mucha pena, tantos años juntos y ahora a empezar de nuevo otra vez.

Adorna me pregunto que si era verdad lo que Joaquín dijo sobre que me encontraba mal por pensar en marchar a casa, le dijo que no, que me encontraba mal y estaba deseando llegar a casa, él me dijo que si quería nos marchábamos ya, le dije que no, faltaban pocos días y podíamos esperar.

Bajamos a desayunar, allí estaban mis compañeros. Dimos un paseo y tomamos unas cervezas y Adorna les dijo que esperábamos sus visitas si iban por Sevilla y si necesitaban algo nos localizaran para ayudarles.

Ellos nos dijeron, bueno... -nos veremos pronto, vendréis siempre que podáis ¿no? -Por supuesto- le dijimos.

Así pasó el día hasta que llego la hora de irnos para el teatro, aquella noche cuando ví a todos contentos como todos los días... que mal lo pasé. Yo miraba a Adorna y él me dijo en uno de los momentos que estábamos solos en el camerino:

-María lo que tenga que pasar, pasará, ni tu ni yo podemos hacer nada.

Pasaron los días y llegó el día de las despedidas. Estaba muy nerviosa cuando empezaron los besos y abrazos. Mariano me dijo –María ¿vendréis al próximo sitio donde estemos?-

Como siempre, metí la pata, porque le pregunté -¿donde vais ahora?-
Joaquín inmediatamente dijo todavía no lo sabemos, ellos ninguno se dió cuenta de nada. Estuvimos un rato como todas las noches en el casino y nos fuimos a dormir. Al día siguiente nos marchábamos a las 9 de la mañana para Sevilla, a nuestra casa. Yo me seguía encontrando mal y estaba deseando llegar.

Hoy al escribir todos estos recuerdos me he sentido triste porque mi viaje de novios no fue lo feliz que creí iba a ser.


Por fin llegamos a Sevilla y cuando me vio mi madre lo primero que me pregunto es qué me pasaba, nada mama le dije, estoy triste y además no me encuentro bien. Al estar delante Adorna, no dijo nada mas en ese momento, ella pensó que lo de estar triste era por las niñas.

Por la tarde Adorna y mi hermano Manolo pensaron que sería buena idea ir al cine los tres, me lo dijeron y me pareció bien porque después del teatro es lo que mas me gustó siempre. Nos fuimos para el centro y por allí comimos, después al cine. Recuerdo que era el Rialto y la película Candilejas de Charlot

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Cine Rialto (ya no existe)

Esto no lo he olvidado en mi vida porque llevaría quince minutos cuando empecé a temblar en la butaca, mi hermano estaba a mi derecha y Adorna a la izquierda, los dos me cogieron por los brazos y me sacaron del cine, fuimos a casa y cuando llegamos tuvieron que llamar al médico. Tenía mucha fiebre pero en ese momento no podía mas que bajarla porque yo ni siquiera podía decir lo que me dolía.

Al día siguiente cuando pude contarle a mi madre como había pasado todo el mes de enero y las molestias que tenía en el vientre, mi madre en ese mismo momento le escribió una carta a su primo Guillermo, estaba en Morón de la Frontera como ginecólogo y a los cuatro días ya tenía cita para uno de los médicos mejores de Sevilla. El diagnóstico fue un mioma y tenían que operarme cuanto antes pero las cosas se complicaron porque uno de los pasantes del Dr. Mauricio Adame sin su permiso me mandó unas corrientes Diatermia y aquello fue contraproducente, la infección fue muy grave y la operación no podían hacerla con infección. 

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Morón de la Frontera

Pasé mas de dos meses muy mal pero prefiero no contaros mas cosas tristes porque gracias a Dios puedo contarlo.

Uno de esos días le conté a mi madre todo lo de la Compañía y como es natural enseguida le escribió a Doña Pepita, ella le contesto y desde ese día ya no supe nada hasta que pasaron mas de dos años. Me operaron en Mayo y extirparon un ovario aunque la intervención podía haber sido mas agresiva porque algunos de los médicos del grupo querían quitarlo todo, menos mal que mi tío Guillermo dijo que no y bajo su responsabilidad y estando de acuerdo D. Mauricio sólo quitaron el ovario afectado por el tumor. 

Uno de los días estando aún ingresada al entrar D. Mauricio me vió llorando y me preguntó qué me pasaba, le conté que una amiga me había dicho que ya no podría tener hijos. D. Mauricio empezó a reir y me dijo:

-No creas lo que te dicen personas que no saben lo que dicen.

Pasó todo el año 1956 y en el 1957 cambió mi vida pero... eso lo contaré en otro capítulo.


Cuando a los quince días me dieron el alta, el médico me dijo que D. Mauricio quería verme con mi marido en su consulta. Tardamos en ir otros quince días y cuando nos vió entrar se dirigió a mi y me dijo:

-¿Que tal la llorona?

Yo empece a reírme y me dijo mira si se ríe y todo, a lo que le contesté que me había recordado cuando en el colegio también me llamaban la llorona echando de menos a mi madre los primeros meses.

-Bueno... pues no llores mas porque todo está bien y no hagas caso a quien te diga que no tendrás hijos, todo depende de los dos (eso lo dijo mirando a Adorna). Por lo demás todo bien por mi parte. Si tienes alguna molestia vienes a verme o a tu tío Guillermo, no esperes días, si las tienes rápido tenemos que verte.

Nos despedimos y nos fuimos muy contentos. Pasaron unos días y una tarde paseando por el centro de Sevilla terminamos en las Maravillas (el bar donde nos reuníamos cuando empezamos con losensayos). Nos llevamos una sorpresa, bueno, me la llevé yo porque Adorna ya lo sabía. Miguelito estaba en Sevilla. No había querido decirme nada para no molestarme mientras me recuperaba y por eso no había ido a visitarnos. Después de los primero besos y abrazos nos quedamos muy callados los tres. Miguelito entonces fue cuando me preguntó por qué no le había dicho nada de lo que iba a pasar en la Compañía. Le dije que no podía porque Joaquín nos lo pidió. Miguelito me dijo:

-Tu ademas de estar esos días enfermas estabas peor por saber lo que nos pasaría.

-Claro- le dije yo.

Cambié de tema preguntándole por Mariano, él me dijo que suponía que estaba bien pero no estaba en Sevilla, se había marchado a Madrid. Nos quedamos otra vez callados y al rato él empezó a contarme como había pasado todo cuando nosotros nos marchamos. Me dijo que la primera en marchar había sido Doña Pepita vino su hijo Miguel por ella. Después se marchó Anita y las niñas y a la semana siguiente terminamos todos los contratos. Los Salgueros marcharon a Barcelona,Nevares y señora a Sevilla, Mariano a Madrid.

Mariano le escribió a Miguelito y le dijo que estaba buscando trabajo pero si no encontraba se marcharía a Londres con su hermano y ya no sabía nada de él.

Nos quedamos callados y al rato le dije:

-¿Qué te parece si cuando pasen unos días que yo esté bien nos reunimos aquí de nuevo, llamamos a Coral y su hijo, unos cuantos mas y montamos alguna cosa de teatro para representarla en varios sitios? Claro que de buscar algo tendrían que ser tu porque Adorna no puede con el trabajo.

El me miró, entonces Adorna dijo que con nosotros 3 y unos cuantos mas se podían hacer cosas, cobraríamos todos iguales pero que Miguelito cobraría mas por su trabajo de representante- ¿Qué te parece? hasta que encuentres trabajo podía ser una ayuda-

El dijo que le parecía bien y se pondría en contacto con los demás. Terminamos de merendar y nos despedimos. Miguelito quedó en llamarnos cuando tuviera algo y quedar en los días para ensayar.

Cuando íbamos para casa Adorna me dijo que no me había dicho nada de Miguelito por no preocuparme y que teníamos que ayudarlo en todo lo que pudiéramos, yo le dije que por supuesto.

Pasaría una semana cuando nos reunimos otra vez en las Maravillas para que nos contara Miguelito lo que había encontrado y nos dió mucha alegría ver a los amigos que teníamos en los Palacios, Paco Cabrera que ya os he contado era representante, nos ofreció trabajo para cuatro fines de semanas los que Adorna descansaba y luego vinieron muchos mas cosa que nosotros no esperábamos. El grupo lo formábamos 6 personas, Coral, su hijo Jesús y una novia que tenía en esos momentos Loli, Miguelito, Adorna y yo. Acordaron entre todos que Adorna fuera el director y que lo que él dijera es lo que ensayaríamos y representaríamos, esto se decidió por votación.

Cuando llegamos a casa a mi madre no le pareció bien porque yo aún no estaba bien del todo, le dije que teníamos que ayudar a Miguelito y lo comprendió. Esto fue ya nuestra vida con respecto alteatro, enseñar a muchos y ayudarlos cuanto podíamos, en Sevilla todos los que habían trabajado con nosotros sabían que tenían una casa y ayuda. Fueron muchas ocasiones en las que pudimos echar una mano pero me gustaría destacar una. Fernando Picaso tenía un hijo que necesitaba operarse en San Juan de Dios en Sevilla, ellos tenían compañía de teatro y trabajaban de un lugar a otro. El niño se quedó con nosotros, lo operaron, se recuperó y hasta la comunión hizo en Sevilla, nosotros fuimos su familia hasta que nos necesitó y sus padres el día de la comunión cuando llegaron y vieron lo que habíamos organizado nos lo agradecieron mucho ese día y todos los días de su vida, esos amigos aún siguen teniendo contacto después de muchos años.

Otro de los casos en los que nos pidieron ayuda fueron unos muchachos que habían terminado lacarrera de cine y querían hacer un corto y presentarlo a concurso. No tenían dinero para pagaractores, necesitaban una pareja, hombre y mujer de edad madura. El título del corto era El Viejo y el director Nicolás Muñoz, el papel principal lo interpretaba Iñaqui Miramón (posiblemente os suene el nombre ya que es en la actualidad un actor conocido tanto en cine como en televisiónel corto le dió mucha fama y trabajo.
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Iñaki en la época que lo conocí.

Estos chicos fueron a un sitio llamado la Carbonería donde se reunían personas de teatrocine ycante. Allí le dieron nuestros nombres y dirección. Nicolás nos dijo que nos necesitaba y nos pareció bien. Nos fuimos con ellos seis día a Vergel de la Frontera para rodar, nos pagaron la estancia del hotel, locomoción y comida. Nada mas cobramos, nos hicimos amigos y cuando no nos acordábamos vinieron a buscarnos y a decirnos que lo habían premiado con un millón de pesetas y ponerlo en una sala de cine. Durante mucho tiempo seguimos en contacto pero ya hace mucho que no sabemos nada de Nicolas Muñoz, espero que esté bien.

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En la actualidad

En esta época empezaba otra etapa de mi vida en el teatro, el de aficionada. Nos encantaba hacer feliz a los demás en barrios y pueblos, incluso en los colegios pero esto vino mas adelante.


Todo el verano trabajando en el teatro y yo no me quedaba embarazada, mi tío Guillermo decía que dejara el teatro y que estuviera mas tranquila, pasaban los meses y no pensaba en otra cosa.
Cuando llegaron las Navidades, las primeras que iba a pasar con mi madre y mis hermanos casada, ya que las anteriores las pasé con la Compañía en el viaje de novios, este año era diferente, yo la encargada de prepararlo todo, compras, comidas, etc. Adorna y yo estábamos muy contentos con los preparativos y todo salió genial, lo disfrutamos mucho.

El 20 de enero volvimos a Las Maravillas como años atrás, hoy viendo un anuncio en la tele decían que nuestra vida va muy unida a las reuniones en los bares, me acordé de mi vida y pensé que estaban en lo cierto. En Las maravillas me enfadé con Adorna por culpa de la hermana y ahora después de cinco años allí estábamos de nuevo, una vida diferente pero lo mismo, todos tomando café.

Miguelito nos dijo que una sorpresa que darnos, era una buena noticia. Enrique y Amelia Leal lo habían contratado y se marchaba al día siguiente, todos empezamos a aplaudir y claro está, la gente mirándonos.

Cuando estábamos mas tranquilos por la noticia de Miguelito Adorna no dejaba de mirarme y yo dije:

-Bueno… nosotros también tenemos que daros una noticia, estoy embarazada.

Todos empezaron a gritar y a tocar las palmas y a darme besos. Los camareros vinieron a preguntar que pasaba y Adorna se lo contó y el dueño vino con una botella de champán para invitarnos. Miguelito decía esta Mariquita, no es como todas las mujeres, nunca se sabe lo que va a hacer o decir como bien nos decía Joaquín. Si yo estaba feliz podéis imaginaros Adorna. Cuando terminamos el champán nos despedimos de todos en especial de Miguelito y de Coral Domínguez, nos fuimos para casa y pensamos que teníamos que ir a Castilleja para que lo supieran también la familia de Adorna.

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Adorna y yo aún embarazada en el bautizo de una sobrina en Cádiz, representando el Sainete El Chiquillo

El día de descanso de Adorna fuimos y cuando dijimos parte de la familia, principalmente mi suegra y cuñada Adela, empezaron a representar sin querer el sainete El Chiquillo. Mi suegra que si era una niña le pusiera su nombre, Trinidad. Mi cuñada a su hermano que si un día me dijiste que cuando tuvieras una hija le pondrías Adela, mi suegro callado y Adorna y yo riendo. Mi cuñado Juan dijo yo lo que si se es que soy el padrino lo que sea, niño o niña no me importa, eso son los padres los que tienen que decidir.

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Sainete El Chiqullo de los Hermanos Alvarez Quintero escrito por Adorna antes de casarnos

Pues bien, dijo Adorna:

-Si es niño se llamará Francisco como yo y si es niña, Margarita que es lo que quiere María.

-¿Margarita… y quien se llama así en nuestra familia o en la de María?

Adorna los callo diciendo:

-Nadie... pero María quiere que se llame así como la niña de Joaquín, ella se lo prometió cuando se marchó para casarnos.

-Y porque le da la gana.- dijo mi cuñado Juan.

Yo estaba callada pero pregunté a mi suegra - ¿Y su hija Conchita por que no le puso a su primera hija Trinidad como usted?- (Mi cuñada ha tenido 4 hijas y a ninguna le puso el nombre de su madre ni de su hermana por entonces ya tenía una y en camino otra).

Cuando Adorna vió el rumbo que tomaba la conversación dijo:

-¿Juan nos llevas para Sevilla?

Él nos dijo que claro y así terminamos el tema de los nombres.

Mas tarde le dije a Adorna que no podía con  las cosas de su familia, no me había gustado nada como se habían puesto, como si ellos pudieran mandar sobre nosotros en una cosa así.

Adorna me dijo que en los pueblos esas costumbres eran muy normal a lo que yo le dije:

-Vale... pero nosotros no tenemos nada que ver con sus costumbres por lo menos yo, así que en mis cosas, con mis hijos que no se meta nadie.

Me miró y empezó a reírse yo me contagié y comprendí que él y yo no teníamos nada que ver con los familiares, nuestra familia la íbamos formando nosotros y todo lo demás eran nuestras circunstancias.

Pasé todo el verano tranquila y poniendo kilos, de cuarenta y cinco que pesaba al casarme hasta 72 que llegué a pesar.

Antes de seguir voy a contaros cosas que en otros capítulos dije que ya contaría cuando llegara el momento. Una de las cosas es por qué fue mi madrina la mujer de mi cuñado Juan, Rocío. Pues el motivo es porque en la familia de Adorna nadie tuvo detalles cuando nos fuimos a casar nada mas que mi cuñado Juan y mi cuñado Antonio que me regaló los zapatos por eso cuando decidimos quien serían los padrinos de boda teníamos claro que mi hermano Antonio era el padrino pero al no tener novia y yo hermanas decidimos que Juan sería el padrino del primer hijo y Rocío, con la que si tenía yo mucha relación, la madrina de boda. Cuando decidimos esto no sabíamos lo que fastidiaría eso a toda la familia, teniendo Adorna hermanas. No lo hicimos con intención, lo pensamos por agradecerles toda la ayuda que tuvimos con ellos en la obra de la casa.

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Iglesia de la Plaza Castilleja de la Cuesta

¿Por qué fastidió tanto la elección de madrina?

Pues en Castilleja hay dos bandos, todo de carácter religiosos, una parte del pueblo es de la Plaza, allí hay una iglesia. Los otros de la Calle Real donde hay otra iglesia. Pues los colores de uno y otros son el rojo y el celeste. Toda la familia de Adorna eran de la calle Real (celeste) y Rocío era de la Plaza (rojo). Por ese motivo mi madrina iba de rojo y toda la familia muy cabreada, en el pueblo muchos comentarios y risas por ese motivo, la que mas mosqueada estuvo fue mi cuñada Adela. Yo me llevé la sorpresa al verla entrar en la iglesia, mas tarde ya me explicaron el motivo del color.

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Iglesia de la calle Real de Castilleja de la Cuesta

Otras de las cosas que os conté en uno de los capítulo y dejé para mas adelante explicaros es la compra de mi dormitorio, no se si os acordáis pero la compramos en Marchena a una señora amiga de mi cuñado Juan. Pues esta señora llevaríamos unos 7 meses de casados cuando falleció y la sorpresa que nos llevamos fue que en su testamento dijo que a los novios que habían comprado los muebles ese año les perdonaba la deuda para que se acordaran de ella y la prueba de que así ha sido es que hoy después de tantos años la estoy recordando y desde aquí le doy las gracias lo que no pude hacer en persona, he rezado por ella y se que sabe lo mucho que nos ayudó en esos momentos con el regalo.

Mi madre no llevaba bien mi embarazo, cuando se lo dije se alegro mucho pero tenía mucho miedo y un día le dije:

-Pero mama, tu que pariste a un hijo sola con la ayuda de mi hermano Antonio que tenía catorce años y yo viéndolo todo sentada en una escalera ¿vas a tener ahora miedo por mí?

Ella se extraño que yo me acordara de eso y le dije que no solo de eso, tenía muchos recuerdos de esos años aún siendo tan niña, así que le dije:

-Tu no tengas miedo por médicos, casa, comida… nunca mas tengas miedo de nada que para eso tienes a tu hija.- Me dio un beso en la frente y no dijo nada mas.

Hoy cuando estaba escribiendo estos recuerdos me acordé de que tenía que hablar de una persona que dijo el otro día que me quería y que nunca lo decía a nadie y al preguntarle yo me dijo, si, tu tampoco lo dices. Y es verdad prefiero demostrarlo que decirlo pero ya que estoy de recuerdos quiero que todas las personas que en estos días me han dicho que me quieren desde tantos puntos deEspaña sepan que están en mis pensamientos y en mi corazón, esta tarde que estoy un poquito nostálgica por los recuerdos os quiero mandar un beso a todos.

Para empezar esta parte de mi vida pensaba que tiempos pasados fueron mejores pero no, sólo son diferentes.

Primero feliz, miedo, hambre, castigos, separación de mi madre y hermanos.
Segundo rebeldía, tenacidad, superación y sobre todo fe en que el hombre que yo quería un día pensaría que yo era la mujer de su vida y esa fue mi meta.

Pero creo que ningún tiempo pasado fue mejor. En el año 1957 mi matrimonio empezó a dar frutos, el 15 de septiembre serían las cuatro de la madrugada me puse de parto, al menos eso creía yo.

Entonces las mujeres que querían parían en sus casas y yo quería que fuera así. Vino la matrona sobre las nueve de la mañana y cuando vió a mi madre, a Adorna y mi cuñada Encarna, que le traía un vaso de agua temblando, me dijo:

-Hija... creo que te voy a ingresar porque la mas tranquila aquí eres tu.

Así fue como me ingresaron sobre las 12 de la mañana. Una de mis compañeras del colegio, Amelia, trabajaba en García Morato, que es como se llamaba entonces el hospital donde me llevaron. El nombre conocido por toda Sevilla no era ese, le llamaban Corea, todos decían: -Voy a operarme en Corea-, tanto que el ayuntamiento lo prohibió con multa de 25 pesetas. Le llamaban de esa forma por los accidentes y muertos que durante su construcción se ocasionaron. Hoy se llama Virgen del Rocio.

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 Hospital García Morato 1957

Estaba en paritorio quejándome como todas las mujeres pero sin dar gritos como otra de las compañeras, recuerdo como la matrona le decía que gritando no iba a servir de nada, no le dolería menos por eso.

A las 3 de la tarde nació la niña mas bonita del mundo, mi hija Margarita, peso 3.600 gramos, los ojos claros y mi compañera Amelia decía:

-Es preciosa, ha nacido el día 15 a las 15 horas.

Ella se encargó de dar la noticia al papa y a mi hermano Manolo, los hizo pasar para que la vieran. En aquella época aún no era costumbre que los padres estuvieran en los partos.

Cuando yo llegué a la habitación, Adorna ya la había visto. Recuerdo que el Betis jugaba ese día con el Jaén en tercera división y desde la habitación se escuchaban los gritos cuando marcaban un gol, el hospital está muy cerca del campo.

Cuando vino Amelia para traerme a mi niña para que le diera el pecho, de acuerdo con Adorna, me traía otra niña y yo le dije que esa no era la mía. Amelia me preguntó:

-¿Por qué lo sabes?-

Yo le dije:

-Mi niña tiene dos lunares marrones en los ojos.

La pequeña que me tría Amelia era de la compañera de habitación, Adorna traía la nuestra y entonces se fijó en los lunares, hasta ese momento no los había visto.

Amelia le dijo:

-¿Te das cuenta lo lista que es?-

Adorna le dijo que ya lo sabía.

Terminó la visita y me quedé con mi niña, ellos se marcharon para decirle a mi madre que ya era abuela. Esa noche lo celebraron mis hermanos, mi madre, Juan, Rocio y mis amigos del barrio, así terminó el día.

A los dos días me dieron el alta y al ver la cara de mi madre riendo y llorando, me fui para ella y la abracé con la niña embrazos y tanta fue la emoción que tuvo que sentarse y yo creo que desde ese momento fue su niña, como siempre ella decía. Mas adelante contaré mas cosas de la relación de la nieta y la abuela.

Los primeros días parecía que no había niña, era muy buena, yo tenía que cogerla para darle el pecho porque nada mas quería dormir. Recuerdo que a los 12 días de nacer fuimos a Castilleja para que la vieran sus abuelos Juan y Trinidad y entre viaje, brazos de unos y otros no pudo dormir como ella quería. Cuando llegamos a casa preparé el baño y cuando la estaba bañando se desmayó. Por mas que intenté que despertara no lo conseguí y la lié en la toalla y salí corriendo a casa de Don Manuel, el médico de familia. El me tranquilizó, la puso en la camilla y con un buche de agua la despertó, empezó a llorar, me dijo:

-Mariquita... estaba sólo dormida, tienes que tranquilizarte y poco a poco iras aprendiendo a no llevarte sustos como este.

No quiso cobrarme nada. Cuando llegue a casa Adorna y mi madre estaban esperándome. Adorna enfadado porque no les había dicho donde iba, yo les dije que no lo pensé porque no quería asustar a mi madre. Adorna me dijo que eso no lo hiciera mas porque así era mayor el susto de ellos, tenían mucha razón pero yo lo hice pensando en no asustarlos.

El día de descanso de Adorna en el trabajo, fuimos al colegio para que las compañeras y las monjas vieran a mi niña. Era miércoles y llegamos sobre las 5 de la tarde, las niñas estaban en clase y cuando entré en la portería Sor Dolores me dijo:

-¿Quieres que llame a Sor Pilar?

Como usted quiera, le dije yo. A los pocos minutos llegó Sor Pilar, después de darnos un beso nos preguntó si queríamos dejársela para llevarla a que la vieran las otras hermanas. Le dijimos que por supuesto. Volvió al rato y nos dijo que la acompañáramos para que las niñas la vieran. Las primeras en verla fue la clase de Sor Pilar, luego todas la demás. 

Lo mas emocionante fue cuando nos despedíamos, todas las monjas traían un regalo para la niña. Sor Angela media docena de chalequitos, una docena de picos de felpa, era lo que entonces le poníamos a los niños, no como ahora los de usar y tirar, había que lavarlos a mano como todo lo demás en esa época. En fin, fueron muchos los regalos, patines, baberos, medallas de santos y una toquilla de punto. Sor Angela me dijo:

-Por esta, tu puedes hacer mas (ella fue una de las que me enseñó a coser, hacer puntoganchillo, etc)

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Sor Pilar como siempre fue la mas cariñosa con Adorna, con la niña y  por supuesto conmigo, nunca la podré olvidar.


El 17 de Octubre fue el bautizo. El cura preguntó si el nombre era por el día que era, Santa Margarita, Adorna dijo que no, había sido casualidad. Yo no pude ir porque entonces la madre no podía asistir a los bautizos de sus hijos. Mi madre fue la madrina y mi cuñado Juan el padrino.

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Parroquia de Santa Genoveva 

Yo en casa preparándolo todo, fue un día muy especial porque teníamos muchos amigos del barrio, elteatro, el trabajo de Adorna y familiares. La verdad es que todo el mundo nos ayudó. En la Estación de autobuses el marisquero nos regaló gambas, en Los Palacios Paco Cabrera el vino, deAracena la empresa de los autobuses un jamón. Yo hice ensaladilla y tortillas de patatas y mi suegra me traía un salchichón que había comprado mi cuñado Juan.
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Cuando al día siguiente mi cuñado me preguntó si estaba bueno el queso, yo le dije:

-¿Qué queso?

-El que compré y traía mi madre con el salchichón.

En ese momento Adorna intervino diciendo:

-Es que como llegaron y vieron tantas cosas, pues no sacaron el queso.

Mi cuñado Juan se enfadó mucho pero Adorna le quitó importancia y a mi me dió por reír, mi madre también, al final todos acabamos riendo, incluido mi cuñado. 

Pero no todos estábamos felices, mi madre  estaba triste porque mi hermano Antonio se casó 5 meses después que yo y no vivía ya con nosotros, había tenido un hijo que nació en nuestra casa, yo fui la madrina. Se llamó Antonio como su padre, a los 4 meses se marcharon a vivir a otro barrio y mi hermano por su trabajo no pudo asistir al bautizo de mi niña. Todos estábamos disgustados, en especial mi madre. 

Todo lo demás iba bien. Mi hermano Manolo y mi Chico estaban locos con la niña. Estaba hermosa y solo con el pecho hasta que tuvo 16 meses, entonces empezaron los enfados con Adorna y mi madre porque la niña era malísima para comer, empezaba a llorar, no quería de nada y eran tales los berrinches que acababa vomitando lo poco que comía.  Era lista porque ella sabía muy bien cuando podía llorar, si estaba sola conmigo no pero si estaba la abuela o el padre no había forma de que comiera bien. Yo estaba cansada de pelearme con los dos y un día que la lleve al pediatra por una consulta rutinaria me dijo que tenía un poco de endebles. Le mandó un tratamiento de comida y de vitaminas.

Con mi forma de ser y mi genio, cuando salí del médico empecé a decir:

-Me alegro... me alegro...

Cuando iba en el autobús me di cuenta de lo burra que era y empecé a llorar y mi niña me miraba sin explicarse que me pasaba, la achuche y me la comí a besos y a decirle no mi vida, no me alegro, Dios mío perdóname pero el padre y la abuela se van a enterar.

Llegué a casa y estaban los dos juntos, les dije:

-Cuando tenga yo que darle de comer estaré sola con ella y ninguno de ustedes dos estaréis. 

Como de enfadada estaba que me miraron y no dijeron nada. 

Los primeros días cuando empezaba a darle de comer lloraba y decía papi, lela... pero yo le decía:

-Si comes un poquito llamo a papi y viene del trabajo y a la lela también que ahora está en casa de la vecina, así conseguí que comiera.

Cambié las costumbres, la despertaba todos los días a las nueve para el desayuno, aunque estuviera muy dormida. Jugaba con ella hasta que desayunaba y a la una mi madre se metía en su dormitorio, yo le daba de comer y poco a poco fue cambiando, claro que siempre la animaba diciéndole que papi venía si ella comía. Cuando Adorna llegaba a las 2 de la tarde el pobre no la veía despierta.

Pasaron unos meses cuando volví al médico, me dijo que ya estaba bien y que siguiera como iba.

Nosotros seguíamos con el teatro como podíamos, juntos o separados. Yo a veces no podía dejar a la niña y Adorna iba sólo.

Recuerdo un día que fuimos a un pueblo muy cerca de Sevilla, la niña venía con nosotros y cuando volvíamos en el autobús en el asiento de atrás dos mujeres no dejaban de hablar del campo, de las aceitunas, etc. Margarita se puso de pie entre el padre y yo y empezó a decir mirándolas:

-Calla... calla, calla, calla...

Todo el mundo empezó a reírse y las mujeres decían:

-Anda... mira la niña que mandona.

Esto nunca lo olvidamos el padre y yo fue una de las primeras cosas que habló. La verdad es que Margarita quería mas a su padre y a su abuela que a mí... al menos eso pensaba yo hasta que cumplió los tres años pero eso ya os lo cuento otro día.


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Margarita con un año

Margarita entre el cariño de sus padres, abuela y tíos iba creciendo, en septiembre de 1960 cumpliría 3 años y ese mismo mes iba a tener un hermano o hermana, no sabíamos. En aquella época aún no estaban las cosas tan adelantadas en pruebas de ecografías, etc. como ahora.

Ella me preguntaba:

-Mama... ¿tu que quieres que traiga la cigüeña?

-Una niña para que tu tengas una hermanita- le decía yo.

No se el motivo, quizás porque nunca tuve una hermana si quería que mi niña la tuviera.

Por aquel entonces se estrenó el corto de un parto en vivo, era la primera vez que algo así se estrenaba en cines, no recuerdo muy bien el nombre pero creo que algo así como "Elga" y esto me dió pie para que un día a la pregunta de Margarita pudiera contestarle:

-Mama, tu estas muy gorda, cuando la cigüeña traiga a la hermanita no podrás cogerla en brazos.

-Si podré, porque cuando verga la hermana ya no tendré tanta barriga.

-¿Por qué?

-Porque ya no estará aquí dentro la hermano o el hermano.

Nunca olvidaré la cara de mi madre y Adorna al escucharme hablarle de esas cosas a la niña.

-Ven... toca la barriga de mama.

Ella puso su manita en mi vientre y dio un respingo.

-Se mueve...

-Claro... está viva.

-¿Y por donde va a salir?

-Eso lo hacen los médico, ellos le ayudaran.

Dió media vuelta y se fue a jugar al jardín.

Mi madre fue la primera en decirme, no me puedo creer que le hayas quitado la inocencia de saber que no viene la cigüeña. Adorna -¿por qué le has dicho que estaba en tu vientre?

-Porque no quiero mentir cuando me pregunte cosas, además yo lo sabía desde que tenía 5 años y nació mi hermano Manolo y cuando nació el Chico casi lo ví nacer, así que a mi dejarme porque no pienso que mis hijos se críen con cuentos.

Se quedaron callados los dos.


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Margarita cuando nació su hermana

El 4 de septiembre de 1960 nació mi segunda hija, Inmaculada. Margarita no cumplía los 3 años hasta el día 15. A los dos días de nacer cuando volví a casa le dije:

-Mira a tu hermana...

Se quedó mirándola un buen rato y dijo:

-Qué pequeña es.
-Sí - le dije yo - ahora tu y yo tenemos que cuidarla, papa también y la abuela como te hemos cuidado a tí.

-Pero yo soy mayor.

-Claro... por eso cuando yo la bañe tu me ayudaras.

Hoy pienso que desde ese momento la estaba haciendo responsable como ha sido siempre para todas sus cosas.

Cuando pasaron los primeros minutos y todos vieron a Inmaculada, la puse en la cuna y Margarita vino me cogió de la mano y me dijo:

-Ven... enséñame como ha salido la hermana.

Adorna me miró y le hice una señal. Cuando estábamos las dos solas le enseñé la cicatriz que tenía en mi vientre de la operación de ovarios antes de tenerla a ella.

Muy seria me pregunto si me dolía, le dije que un poquito.

Por lo demás todo iba bien. Cuando la bañaba ella me ayudaba, yo le decía, anda vamos a bañar a la llorona para que coma y se duerma, ella siempre me decía, vamos mama.

Desde que nació su hermana empezó a decir mama mas que nada, antes era mas papa y abuela. 

-Mama... la hermana está llorando, mama vamos a bañarla, mama está despierta...mama quiere comer- Así todo el día.

Le daba muchos besos en la carita y le dije que no la besara en la cara que la besara en las manitas. Me miró y me dijo:

-¿En las manitas?... se las mete en la boca.

No supe que decirle, Adorna y yo nos miramos y nos quedamos con la boca abierta, de estas cosas tengo tantas que no terminaría pero ya las contaré en su momento.

Voy a contar un poco de mí. Eran dos hijas, el padre, mi madre y dos hermanos los que dependían de mi. Ropa, casa, compras, comida. Adorna me ayudaba por las tardes cuando venía del trabajo. Mi madre me ayudaba con las niñas. Cocinaba con carbón, lavaba en la pila que tenía en el patio, ya hiciera frió o calor por eso hoy dedico un recuerdo a todas las mujeres de mi época que tanto tuvimos que trabajar para criar a nuestros hijos.

No quiero decir con esto que las mujeres de ahora no trabajen quizás mas que nosotras entonces pero con otros medios mas cómodos que nosotras.

Así que nos olvidamos de el teatro por unos años, mi entretenimiento por la noche hasta que me rendía el sueño era coser  y hacer punto porque nunca he podido acostarme temprano, hoy todavía me dan mas de la una de la madrugada haciendo punto, leyendo, escribiendo o viendo la tele.

La verdad nunca he necesitado dormir mucho pero en esa época entre el pecho cada 3 horas, cambiar a la pequeña y los trabajos de la casa, las horas volaban y me faltaban a veces horas del día.

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Inmaculada el día de su bautizo


Pasaron los meses y llegó el bautizo de Inmaculada, fue como el de su hermana en casa, con amigos y familia. Llegaba la Navidad y Adorna le preguntaba a Margarita que le iban a traer los Reyes Magos y ella siempre decía que un teléfono, aquí tenéis otra prueba de que fue adelantada en su tiempo (la vecina de al lado trabajaba en telefónica y en su casa tenían teléfono, le encantaba cogerlo y decir: dígame...), nos costó recorrer Sevilla de punta a punta para encontrar un teléfono rojo para que pudiera marcar el número de la Estación de Autobuses y hablar con su padre.

Quiero decir con todo esto que a pesar del trabajo, de las malas noches, eramos felices con nuestras hijas y no echábamos de menos el teatro como todos nos habían dicho. Mi madre, mis hermanos y sobre todo adorna y mis niñas eran mi vida y no necesitaba mas.


La rutina continuaba y con mi forma de ser no quería entrar en una monotonía de todos las mujeres de mi edad, así que me dije a mi misma:

-María... tienes que hacer algo ya...

Empecé a preparar salidas todos los días que descansaba Adorna. Unas veces al parque, otras a Castilleja de la Cuesta para ver a mis suegros y cuñados. Otras con los amigos del teatro.

Recuerdo cuando llegaron las Navidades que Margarita tenía ya cinco años y Inmaculada dos planeamos ir al cine. Adorna fue con Margarita y yo con Inmaculada, lo hicimos así para que fuera un día especial para cada una. La película fue Blancanieves en el cine Lloret y todavía hoy se acuerdan porque muchas veces me lo han dicho y además siempre han tenido las dos mucha afición al cine, quizás fuera por esa salida especial.

Nos reuníamos muchas veces con un compañero de Adorna de la Estación de Autobuses, Nogales y María su mujer. Tenían tres hijos casi de las mismas edades que los nuestros, merendábamos en su casa o en la mía, celebrábamos cumpleaños, santos y todo lo que nos parecía.

Por aquellos tiempos también íbamos a Cádiz con mucha frecuencia, ya os conté que una de las hermanas de Adorna, Conchita vivía allí con su marido Luis y sus hijos, ellos ya tenían 4 hijos, tres niñas y un varón que era el mayor. Una de esas veces que fuimos es porque se celebraba el bautizo de una de las niñas.

No fuimos solos, venía mis cuñados Antonio y Juan, sus esposas y más familiares, entre los de Cádiz y los que fuimos de Sevilla nos reunimos más de 30 personas, aquella noche no durmió nadie, la celebración fue larga.

A  media tarde, hora del futbol, todos los hombres se fueron y nos quedamos las mujeres con los niños. Empezamos a comer y a cada una os pusieron una botellita de manzanilla pequeña. Yo veía que la mía siempre estaba igual, todos estaban de acuerdo para que cogiera la "papa" porque decían que me ponía muy graciosa, yo no sé si estaba graciosa, lo que si me daba todo vueltas y no encontraba a mis niñas. Cuando desperté, me dijeron que nos teníamos que ir a cenar a la plaza de San Juan de Dios. Me dieron café y nos fuimos, yo seguía con resaca. Fuimos andando porque entonces no había tantos coches como ahora y el paseo me sentó muy bien.

Entonces Cádiz no era lo que es hoy en extensión pero si en gracia y personalidad. Yo tenía algunas amigas de cuando estuve trabajando en el teatro y venían con nosotras, Berta cuñada de Conchita, Pilar amiga de Berta. La suegra de mi cuñada Conchita, Inés, se quedó con los niños, así que estábamos tranquilas. Cuando llegamos a la Plaza de San Juan de Dios estaba llena de meses entre un bar y freiduría de pescado frito. Éramos  más de cuarenta personas las que ya nos estaban esperando, comiendo y de copitas y más copitas. Cantaban letras de chirigotas del momento, como la de:

"Mi niña no come nada y cuando abre la boca..." (Si algunas de las amigas que me leen de Cádiz se acuerda de esta letra, le agradecería que me dijera del grupo que era para buscarla completa).

De pronto empezaron a cantar sevillanas la familia de Castilleja, Luis, conchita, Berta, nosotros. Total que mi cuñada Adela y yo nos levantamos y nos pusimos a bailar, una y otra, la plaza se iba llenando de gente. De pronto dijo alguien:

 -Adorna... ahora os toca hacer algo de teatro. 

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 El Sainete del Chuiquillo, uno de los que representamos ese día y otras muchas veces

Todos aplaudían y nos empujaron a ello, allí nos vimos en medio de la Plaza de San Juan de Dios interpretando un Sainete. Cuando terminamos hasta de los balcones aplaudían y nos gritaban, otra...otra.. y nos tiraban dinero. Así estuvimos hasta que llegó una pareja de guardias civiles y nos invitaron a marcharnos con la excusa de que el día siguiente era lunes y las personas tenían que descansar y el bar cerrar. Así terminó nuestro teatro callejero, lo que no sabíamos es que algún tiempo después, varios años, volveríamos a llevar la cultura por los barrios y pueblos.

Os voy a contar otro de los episodios que nos pasó referente al teatro.

Tendría Margarita unos cinco años y como nosotros no dejábamos de tener contacto con los amigos del teatro, nos ofrecieron en unas vacaciones que nos fuéramos con ellos 15 días.

Emilio Ramos y sus tías Gracia y Marina, los nombro para recordarlos porque fueron buenos amigos y aún ahora tengo algún contacto con la familia. Tenían Compañía de teatro y nos fuimos esas vacaciones. Yo no trabajaba hasta el final interpretando algunos Sainetes y dejaba a las niñas con una chica que las cuidaba. Pasaron unos días y Margarita ya los conocía a todos por sus nombres, así que un día que anunciaron que poníamos la Pasión de Cristo le dijo Emilio a Adorna si quería que Margarita actuara esa noche en el momento que salen los niños del pueblo recibiendo a Jesús. Adorna le dijo que si y desde ese día empezó a decirle lo que debía hacer y decir, siempre advirtiéndole que a quién saludaba era a Jesús, sólo tenía que decir:

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 Margarita en esa actuación

-Jesús... deja que los niños se acerquen a tí.

Y ella cuando llegó el momento dijo:

-Emilio deja que los niños se acerquen a tí. (Emilio interpretaba a Jesús).

Adorna que tenía que salir y yo que representaba a la Verónica empezamos a reírnos y Adorna por lo bajo dijo:

-En eso ya se va pareciendo a tí.

Porque ya sabéis, para los nombres siempre he sido un desastre y muchas meteduras de pata cometí en el teatro cambiando nombres.

Todos los días pasados con ellos fueron muy felices y para las niñas un cambio de vida unos días, donde recibieron cariño y regalos y para nosotros ¡¡¡un cambio de vida sin rutinas diarias!!! ya era mucho y además todas las Compañías de teatro que se enteraron de nuestra colaboración con Emilio en unos días empezaron a escribirnos y decirnos que contaban con nosotros cuando quisiéramos.

En las siguientes vacaciones que tuvimos Adorna se puso en contacto con Los Picasos, Fernando y Amparo, querían conocer a las niñas. Yo de la familia sólo conocía a Amparo y a sus padres que fueron amigos de mis padres. Adorna si los conocía ya que estuvo con ellos casi cuatro años trabajando hasta que se vino a Sevilla para hacer las oposiciones que fue cuando lo conocí yo.

Bueno, vuelvo al viaje. Íbamos a Extremadura y era también un teatro portátil, como el de Joaquín. Fuimos en autobús desde Sevilla a Badajoz, desde allí a Zafra en tren. Mis hijas era la primera vez que viajaban en tren y ni siquiera habían visto uno.

En la estación nos esperaban Fernando y Amparito y nos fuimos para donde vivían. Era una casa grande, las niñas no dejaban de mirar los techos y la chimenea. Margarita me preguntó:

-Mama... ¿no tienen nevera?

Le dije que si. Su pregunta era porque ella no había visto tanta chacina colgada de las vigas del techo.



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Fernando y amparo tenían tres hijos, Fernandito, Raúl y Carmelita. Nada mas que comimos los niños se fueron a jugar juntos y los mayores a charlar como nos iba la vida. Nos preguntaron si no echábamos de menos el teatro, le dijimos que la verdad no aunque yo si echaba mucho de menos a las niñas y los compañeros pero sólo eso. Cuando llegó la hora de irnos para el teatro fuimos todos juntos.

Parece mentira pero mis hijas aún recuerdan ese viaje después de tantos años, el tren de madera, la casa con la chacina y sobre todo, Margarita, recuerda las representaciones en el teatro porque para ella todo era grandioso. Muchas veces me ha contado como disfrutó ese viaje y recordaba los trajes tan bonitos, las lentejuelas y sobre todo una actuación donde Amparito salía vestida como una de las pinturas de Julio Romero de Torres mientras uno de los actores cantaba una canción.

Siempre fuimos amigos pero desde ese viaje mucho más, nos escribíamos, nos llamábamos por teléfono y siete años más tarde a su hijo Fernando tuvieron que operarlo de una pierna en Sevilla y nosotros  nos hicimos cargo de él, estuvo en casa mucho tiempo y hasta la primera comunión la hizo en Sevilla, a eso sus padres sí pudieron venir pero al estar trabajando de pueblo en pueblo no podían venir muy a menudo y nosotros esos meses tuvimos un hijo más. Después también fuimos a su boda, desde aquí quiero enviarle un beso a Fernandito que ya no está con nosotros. Más tarde falleció Fernando, también dejaron el teatro y el hizo oposiciones. Trabajo muchos años en el Museo del Prado en Madrid y todo ese tiempo seguimos en contacto y aún sigo teniéndolo con Amparito. Muchos besos para ella, Raúl y Carmelita.


Se acabaron las vacaciones y volvemos a la rutina diaria. Las niñas sobre todo Margarita ya sabía lo que era el teatro y cuando le preguntábamos si le había gustado nos decía:

-¿Mama... esto es lo que tu y papa hacíais?

- Sí...

-Que bien...

Desde entonces sus juegos fueron vestirse con mi ropa, mis zapatos, los pañuelos. Disfrazarse de mayor es lo que le gustaba. Cuando la pusimos en una "miga" (jardín de infancia-guardería) del barrio, de niñas de 3 a 6 años, entonces no había guarderías como hoy, un día cuando fui a por ella estaba llorando, le pregunté que le pasaba delante de la señora que la cuidaba y me dijo que no quería volver porque le tiraban del pelo y bebían en el mismo vaso todas las niñas.

Ya os podéis imaginar la cara de Doña Remedios, la buena señora que estaba encargada, no dijo nada y yo tampoco pero no fue mas.

Adorna cuando estaba en casa jugaba con las letras y los números, les leía cuentos. Mi hermano Manolo también dedicaba mucho tiempo a jugar con ellas, adivinanzas para que aprendieran vocabulario. Eran dos niñas muy queridas porque mi Chico las quería mucho a las dos aunque su preferida era Inmaculada y para Manolo la especial era Margarita.

Todas las tardes mi Chico (Gonzalo pero siempre será para mi "Mi Chico") las llevaba a un quiosco de chucherías y la dueña se llamaba Micaela, ellas aún se acuerdan de esos paseos y de las "chuches" pero muchas veces luego me pedía a mi dinero para tabaco o para salir con los amigos, todo lo que tenía y era poco en esa época se lo gastaba en las niñas, así era de generoso mi Chico (cuanto lo hecho de menos).

Con todo esto que estoy contando quiero decir que eramos felices, no todos, mi madre llevaba mas de 7 años sin saber de mi hermano Antonio desde que se caso se fue a vivir con su mujer y su hijo Antonio que nació en casa, nuestra casa. Mi cuñada quería irse con su madre que vivía en otro barrio de Sevilla y se fueron. Pasaban los meses, los años y no venía a ver a mi madre, mis hermanos si iban de vez en cuando a verlo y por eso sabíamos de él. Siempre ponía la excusa de que como trabajaba de noche no tenía tiempo porque de día dormía y tenía que estar con sus hijos, ya tenía tres. A dos de ellos no los conocíamos ni él conocía a mis niñas y por todo esto la que sufría era mi madre, aunque ella nunca dijo de ir a verlo. Son cosas que pasan en las familias sin explicación pero pasan.

Todos vivíamos para ayudar a mi madre, para que no sufriera. Adorna, mis hermanos, yo y mis hijas.

Recuerdo cuando volvimos a ir de viaje con otros amigos del teatro, sería verano de 1962. En ese año cuando llegaron las Navidades Inmaculada ya tenía 2 años y medio y Margarita 5 años y medio, esperábamos nuestro tercer hijo, en Enero aún no sabíamos que sería porque en esa época aún no hacían ecografías. Adorna quería un niño, a mi no me importaba que fuera otra niña pero me hacía ilusión que fuera varón porque mi marido se alegraría mucho.

Y fue niño, el 3 de Febrero nació, le pusimos de nombre Francisco Javier (Adorna era Francisco pero yo le tenía mucha fe a San Francisco Javier y nos pareció un bonito nombre). La alegría de todos fue muy grande y hoy le doy gracias a Dios por los tres hijos que me ha dado y porque son buenas personas y siempre nos han dado mucho cariño, sobre todo por el respeto que siempre le tuvieron a su padre, él se lo merecía pero yo siempre me sentí muy orgullosa de tener una bonita familia.

El bautizo de mi niño fue como el de sus hermanas, con familiares y amigos, el padrino fue mi hermano Manolo y la madrina mi amiga María, mi vecina la que trabajaba en telefónica, ya los dos nos dejaron hace unos años pero siempre fueron unos verdaderos padrinos para él.

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Pasaban los meses y todo iba bien. Una casa con un jardín, comedor, cocina y azotea pero para mis hijos y nosotros una sola habitación, la cama de matrimonio, una cama plegable, una cuna, ropero, peinadora, mesillas y todo lo que necesitan los niños pequeños por las noches, agua, pipi, cambio de pañales, etc.

En fin, empezamos a sentirnos incómodos, agobiados. Yo no podía decir nada porque cuando comentaba alguna vez que no podíamos vivir así mi madre empezó a llorar y Adorna y yo a pasarlo mal, sobre todos por las noches.

Recuerdo que tendría mi hijo Francisco Javier 4 meses, Adorna empezó un día con dolor de muelas y por las noches no podía dormir, así una y otra noche. El día que descansaba una de las veces que me levanté para dar el pecho a mi niño, empecé a quejarme y me preguntó qué me pasaba. Le dije que no podía aguantar un dolor de muela que tenía y que nada más amaneciera me iba al médico. Él no dijo nada pero cuando vio que me levanté, arreglé al pequeño y deje a las niñas preparadas, me preguntó qué donde iba y le dije que al dentista, se levantó y se vino conmigo.

Cuando estábamos esperando en la sala salió la enfermera y me dijo que pasara, Adorna se quedó con el niño. Entre y le conté al médico lo que pasaba con mi marido y le explique que a mi no me dolía nada pero era de la única forma que se me ocurrió que él fuera. El dentista empezó a reírse y me dijo que pasara mi marido.

Salí y le dije entra tu, me dio al niño y sin protestar entró,  claro no se esperaba que le iba a decir el médico. Cuando salió no podía hablar pero su cara lo decía todo.

Cuando llegamos a casa mi madre me preguntó como estaba, le dije que yo bien pero Adorna no, ella me dijo claro, seguro que tendría infección.

Pasaban los días y Adorna estaba mejor pero molesto conmigo, no me hablaba. Las noches las pasaba mejor por lo menos dormía bien. Un día se lo comentó a un compañero del trabajo, Nogales, una de nuestros amigos y le dijo:

-Pues menuda suerte tienes, mi mujer me quiere mucho pero no sería capaz de hacer lo que ha hecho tu mujer.

Claro como es natural se enteraron todos los compañeros y le decían:

-¿Y tu te enfadas con la prueba de amor que ha hecho tu mujer para no verte sufrir? ¿Ir ella a quitarse una muela para que tu fueras también?

Total entre unos y otros fueron quitándole el mosqueo que tenía y un día cuando llegó a casa me dio un beso, mi madre le preguntó:

-¿Adorna, está usted mejor?

-Sí María... ¿No le ha contado su hija nada?

Mi madre me miró.

-No mama... yo no le he quitado la muela, fue el dentista.

Todos empezamos a reír y Adorna le contó lo que había pasado cuando fuimos al dentista.

Dijeron todos que había sido por amor, yo creo que si pero que fue mas por las malas noches que paso él y yo, viendo que no dormía y que tenía que irse a trabajar y así estuvo mas de nueve días, Margarita todos los días cuando el se marchaba y le daba un beso le decía:

-¿Papa... te duele?

Y él le decía que si.

Por eso siempre he procurado que mis hijos y nietos no le tuvieran miedo a los dentista ni a los truenos porque lo malo si los escuchaban es que iba pasando pero con mis hijas no lo he conseguido y sobre todo para una de ellas ir al dentista es lo mas malo que puede sucederle, hasta llegó a decir una vez que prefería un parto (eso ya lo contaré mas adelante).

Mi forma de ser me ha llevado muchas veces a tomar decisiones duras.

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Hoy hago un salto en mi vida hacia atrás. Esta semana pasada ha sido la feria de Sevilla y he recordado algunas anécdotas. Sobre todo una en la feria que estaba embarazada de Margarita.

Teníamos una caseta con un grupo de amigos dónde todos eran del mundo de espectáculo, la caseta se llamaba los Mosquitos, el nombre era por una obra de teatro de los Hermanos Álvarez Quintero ya venía de muchos años atrás casi de tiempo de mi abuelo.

Estábamos pasando un día muy a gusto, allí comimos con los amigos. Cuando llegó la tarde noche muchos nos pidieron que actuáramos, haciendo algún sainete. Esto era normal porque todos éramos gente de teatro y de revista, cuando llegaba la feria muchos actuaban en Sevilla y se pasaban por la caseta. Allí conocí a Mari Santpere, estuvimos con Encarnita Polo (ya os conté que la conocí de niña porque nació en mi barrio), Paco GandíaPepe da Rosa (padre) y muchos mas.

Yo aún no estaba muy gorda del embarazo y en el mismo tablado interpretamos varias cosas. Cuando acabamos Adorna les habló, deseándoles una feliz feria, las gracias por todo, otra vez deseando feliz feria (ya tenía unas copitas de tantas horas de feria) se puso muy pesado y no soltaba el micro, así que yo se lo quite y les dije:

-Todo lo que Adorna quiere deciros es que somos dos Mosquitos mas. (yo me sentía con mi barriguita un mosquito).

Todos empezaron a reír y aplaudir y nos dimos cuenta que fuera de la caseta había casi más gente que dentro, iban paseando y al escucharnos se iban parando delante.

Recuerdo esta feria como algo especial y con mucho cariño, cuando ya íbamos para casa estaba amaneciendo. Os dejo foto de ese día, Feria de Abril 1957.
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Feria de Abril 1957 en el Prado de San Sebastian


Pasaban los meses y el agobio aumentaba por el verano. Adorna trabajaba de 6 a 2, cuando llegaba a casa, comía y descansaba un rato. Yo de 5 a 6 me iba con los niños al parque, allí jugaban y merendaban y cuando el padre llegaba jugaba con ellos hasta las 9 más o menos que volvíamos a casa. Los bañaba, cenaban y a la cama.

Así todos los días menos el día de descanso que íbamos a Castilleja, a casa de algún amigo o ellos venían a casa.

Por las noches del verano, cenábamos en el jardín y allí estábamos un rato charlando.

Una de mis vecinas que tenía un televisor en blanco y negro por las tardes invitaba a los niños a ver dibujitos y películas, bueno... tenían que pagar cincuenta céntimos las dos y sólo podían ir Margarita y Inmaculada, el niño era muy pequeño. Allí estaban todos los chiquillos más de una hora, los días de lluvia nos venía muy bien a todas las madres, además de pagar le estábamos agradecidas porque se entretenían.

Pero los problemas seguían cuando los mayores dormían, mis hermanos, los niños querían jugar en el jardín. Ellos no decían nada con la boca pero si se les notaba en sus caras y mi madre decía:

-Hija es que Manolo se levanta muy temprano.

-Sí mama y Adorna también.

-¿Pero los niños son suyos, no?

Mi madre no decía nada pero comprendía lo que yo quería decir.

En una de las pagas me dijo Adorna qué me parecía si íbamos el día que descansaba a comprar un televisor. Las niñas empezaron a dar palmas y gritos.

Fuimos por él al día siguiente pero tardaron en instalarlo tres días, que costaban las cosas entonces aunque hoy nos parezca mentira una cosa tan simple. 

Seguía todo igual, a mi me fue cambiando el carácter poco a poco, siempre callada y sin comentar nada, sólo hablaba con mis niñas. Con mi madre lo evitaba y mi Manolo un día me preguntó:

-¿María que te pasa que no comentas nada, no estas bien?

-No... Estoy agobiada con los niños en la habitación.

-Pero eso ¿sabías tu que podía pasar? 

-Sí... Lo que no sabía yo es que a vosotros les iba a molestar cuando jugaran y no pudierais dormir.

Mi madre, él y Adorna me miraron, pero se quedaron callados.

Cuando me quede sola me dijo Adorna que no pagara mi mal humor con los demás.

Hoy pensando en todo esto he caído en la cuenta que todas las mujeres tienen una pequeña o gran depresión después de un parto, quizás fuera eso y yo no lo supiera, La cosa era que me sentía mal y todo me molestaba y empecé a pensar que teníamos que buscar una casa para vivir nosotros con nuestro hijos.

Lo comenté con Adorna y me dijo, después de escucharme muy atento que me comprendía pero que si había pensado en mi madre.

Me quede callada y cuando pasaron unos minutos le dije mañana hablaré con ella y se lo diré. Adorna me dijo que tuviera cuidado porque para ella sería un gran disgusto. 

-María... cuando nos hizo falta nos dio todo lo que tenía.

-Sí... pero ahora con tres hijos no podemos vivir así y tenemos que arreglarlo.

Terminamos los dos enfadados y nos llevamos unos días sin hablarnos, yo cada vez mas enfadada.

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Francisco Javier con un año


Bueno... sigo con mi enfado. 

Pasaban los días, meses y años, todo seguía igual, mis amigos y compañeros de Adorna en el trabajo Nogales, Márquez y Sotomayor ya iban teniendo todos sus casas, nosotros como teníamos la de mi madre pues no hacíamos nada por cambiar la situación.

Cuando venían a casa para merendar y pasar un rato con los niños, siempre me decían que bien estábamos teniendo el jardín y que a gusto estarían los niños. Adorna me miraba... yo no decía nada.

Llegaron las Navidades del 1964, mi Margarita había cumplido 7 años, Inmaculada 4 y Francisco Javier casi 2. Una tarde mi hermano Manolo, se levantaba a las 5 de la mañana para trabajar, cuando llegó y comió viendo que los niños estaban viendo la tele, me acuerdo que era la serie Bonanza, vi que mi hermano se iba al coche a dormir un rato. Miré a mi madre y me dijo:

-Es que no puede descansar.

Como todas las cosas de mi vida que han llegado al límite, no sé si por soberbia o por fe, yo creo más por fe, ya no podía más y le dije a Adorna:

-Me voy con el niño, cuando termine la película ve tú con las niñas al parque. Yo tengo que hacer un recado.

Cogí a mi niño y me fui.

La verdad es que no sabía a donde iba pero cuando iba en el autobús pensé que iba al Gran Poder, así fue en un bar que hay en la plaza dónde se encuentra la iglesia, entré y le di de merendar a mi niño y yo tomé un café.

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Entre en la basílica, me senté en un banco y me puse a rezar y a llorar, mi niño me miraba.

Allí estuve una media hora y me tranquilicé, entonces me marché y cuando iba por la calle Jesús del Gran Poder de pronto me acordé que en esa calle vivía un abogado amigo de mi abuelo, busque la casa y llamé. Cuando una chica abrió le dije que quería ver a Don Francisco y que yo era nieta de Don Manuel Ballesteros, no tardó mucho cuando me dijo que pasara.

Después de saludarme y preguntarme por mi madre me dijo que quería. Yo no sabía por dónde empezar, es más, no sabía cómo había llegado allí y para qué. Empecé a contarle todo lo que había pasado aquella tarde, que vivía con mis 3 hijos, mi madre pero que sólo tenía una habitación para dormir nosotros y los niños, también le conté que Adorna llevaba mas de 14 años trabajando en el Ayuntamiento de funcionario pero que cuando nos casamos nos quedamos con mi madre y mis hermanos para ayudarlos pero ahora no podíamos vivir en una habitación aunque tuviéramos todo lo demás de la casa. Le  dije que no pagábamos nada pero los gasto de luz y en todo lo demás si ayudábamos a mi madre.

Empecé tranquila pero acabé llorando, él me escuchaba muy tranquilo.

-Bueno, María...beba un poco de agua. -Yo apreciaba mucho a su abuelo y mi madre, tu abuelo me ayudó mucho en la carrera-

-¿Me ha dicho usted que su marido trabaja en el Ayuntamiento?

-Sí.

-Pues veremos que podemos hacer, voy a llamar a un amigo que me debe un favor.

Cogió el teléfono y llamó. Empezó a contar todo a la persona que había cogido el teléfono, haciéndole referencia a que era la nieta de Manuel Ballesteros y en la situación que me encontraba, nos encontrábamos.

Cuando terminó, se quedó callado unos minutos y me dijo:

-María mañana a las 11 tiene que ir su marido al ayuntamiento con el uniforme de su trabajo y con todos los documentos personales y con la escritura de la casa de su madre, no olvide el libro de familia. Allí le va a recibir una persona que puede ayudarle.

Entonces le dije:

-¿Don Francisco, cree usted en los milagros?

-Creo mas en las casualidades.

-Yo venía del Gran Poder, cuando me acordé de usted y de mi abuelo, así que para mí si ha sido un milagro.

-Bien María, es bueno tener fe y coraje en la vida, yo lo único que le pido es que cuando tenga usted su casa me lo comunique.

-Claro que sí.

Nos despedimos.

Cuando iba para casa con mi niño en los brazos no me lo podía creer y pensaba: "abuelo no hiciste nada en tu vida ni por mí ni por mis hermanos y ahora has hecho algo muy importante por mis hijos".

Creo que esa tarde fue la primera vez que perdoné de verdad a mis abuelos.



De camino para casa, pensaba: 

¿Y ahora cómo explico lo que ha pasado esta tarde?. 

Cuando llegué ya estaba Adorna allí con las niñas, preocupado y mi madre también. Ninguno sabía donde había ido, nada mas entrar las niñas vinieron corriendo, sobre todo mi Margarita que me preguntó:

 -¿Mama...dónde has ido?- ¿Al médico con el nene?- Así es como llamábamos al niño y como lo hemos seguido llamando ya toda su vida, hasta él se presenta así, pocas personas saben como se llama. Yo cuando he tenido que reñirle por algo si le decía Francisco Javier, él ya sabía al escucharme que iba a reñirle. 

No dije nada, cenamos y acosté a los niños. 

Antes de seguir quiero contaros esos momentos vivíamos en casa mi madre, Manolo, Adorna, los niños y yo. Gonzalo (mi Chico), se había ido unos meses a Barcelona a trabajar y no tardaría mucho en volver pero mi madre de la reforma que hizo en la casa como ya no vivía mi hermano Antonio, había alquilado dos habitaciones para una tienda de comestibles que tenían la entrada por el jardín y claro se quedó mas reducido todo, mas o menos 3 metros menos de anchura de fachada y de jardín. Nos quedamos con unos 5 metros de ancho de fachada, la puerta de entrada que daba al salón y mi habitación que la ventana daba al jardín, a continuación de mi habitación hacia el fondo la de mi madre y otra para mis hermanos Manolo y Gonzalo, la cocina grande y el aseo, también teníamos la azotea. Cuento todo esto para explicar como vivíamos en todo mas reducido y con tres niños revoltosos que gritaban, reían y lloraban. 

Cuando nos quedamos los tres tranquilos después de cenar y dormir a los niños fue cuando les conté a los dos lo que había pasado esa tarde. Adorna fue el primero que me preguntó a que hora tenía que estar en el Ayuntamiento, le dije que a las 11 y debía llevar el uniforme. Él me dijo que en ese caso tendría que pedir permiso unas hora. Mi madre no decía nada pero estaba a punto de llorar. -Mama, así no podemos seguir. Tu con Manolo y con lo que cobras del alquiler puedes vivir mas tranquila, yo vendré para ayudarte en todo lo que pueda. Ahora por favor busca todos los documentos, la escritura, los recibos de contribución, luz... todo lo que está a tu nombre, déjalo aquí para que Adorna se lo pueda llevar mañana cuando se marche para el trabajo. Después de un rato mas nos fuimos a la cama. Entonces Adorna me pidió que le contara todo lo que había pasado, se lo conté, lo de la merienda del niño, mi café, la visita al Gran Poder y el recuerdo del abogado. Me dió un beso y me dijo: -Procura dormir, veremos que pasa mañana. Tranquilízate.

Cuando al día siguiente me desperté Adorna ya se había marchado al trabajo. Me levanté para preparar el desayuno. Estaba tomando el primer café cuando entro mi madre en la cocina, le puse su café como todos los días y le dije:

-Voy a comprar el pan y algunas cosas mas que necesitamos-

No tenía que ir muy lejos, la tienda la teníamos en la misma casa, en la parte que mi madre había alquilado, sólo salía al jardín y entraba en la tienda.

Mi amiga Cristina, la dependienta, me dijo:

-Muy temprano vienes hoy-

-Sí, antes que despierten los niños-

Volví a casa, el día pasaba tranquilo, al menos eso intentaba yo. Lavar ropa, la comida, etc. Se despertaron los niños empezaron a llamarme y los vestí, los llevé a la cocina y allí desayunaron. Para todos era como un día mas, pero yo estaba muy nerviosa y pensando que pasaría con Adorna en aquellos momentos.

Con el trajín de la casa y  los niños me fui olvidando de todo lo demás y a la una y media que los niños estaban en el jardín jugando y mi madre leyendo con ellos, los llamé para comer. Siempre les daba de comer antes de que viniera el padre y cuando pasaban las horas y Adorna no llegaba empecé a preocuparme.

Eran mas de las tres cuando llegó. Fui a preguntarle corriendo qué había pasado y él me dijo que antes íbamos a comer los tres, los niños veían mientras la televisión.

Cuando terminamos nos fuimos los dos al dormitorio y me contó que había visto al Alcalde y que con todos los documentos y una carta suya lo habían mandado a unas oficinas que estaban en el parque, le llamaban Citroen, hasta ese momento no vi ningún problema pero entonces Adorna me dijo, espera... ahora empieza lo bueno.
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-María el día 10 de enero tenemos que irnos a vivir a un "refugio", está en la calle Arroyo, allí estaremos unos meses y de los primeros pisos que se den en el Polígono de San Pablo uno será el nuestro, hay que ir allí antes porque es un trámite ya que no tenemos casa propia.

- ¿A ti qué te parece?-

-A mi bien.

-Pues a mí también, así que ahora a pasar unas buenas Navidades y Reyes aquí con los niños, tus hermanos y tu madre, que recuerden estas Navidades especiales, sobre todo Margarita que es la mayor.

Cuando salí y fui a la cocina donde estaba mi madre le conté todo, ella me dijo que todo le parecía bien pero eso de que los niños tuvieran que irse a un albergue no le gustaba.

Yo le dije:

-Mama es por poco tiempo, pronto todo pasará y tendremos nuestra casa.

En ese momento entro mi hermano Manolo y le conté todas las noticias a lo que mi madre volvió a decir- ¿pero los niños en un albergue?-

El no comentó nada, cuando terminó de comer nos dijo:

-Ahora vengo.

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(Esta foto es de otra celebración en Cádiz con la familia, aquí recitábamos "Sin apellido" seguro que muchos de los que nos conocen nos vieron alguna vez recitarla)

Nos quedamos las dos en silencio y pasaría una media hora cuando volvió y nos dijo:

-He estado en el refugio conozco a un amigo que trabaja allí y me lo ha enseñado todo, hay familias de Triana y de otras partes viviendo hasta que les den una casa. Lo he visto todo, es muy grande y para las familias numerosas les dan dos habitaciones. 

Yo le pregunté si con tres hijos erámos considerado familia numerosa y me dijo que él había preguntado y le enseñaron unas habitaciones que daban las ventanas a la calle y eran muy grandes, tenían un patio común, lavaderos, una fuente en el exterior, agua, luz y un lavabo en cada habitación y siguió contando:

-He hablado con algunas de las mujeres y están contentas y los niños no tienen peligro porque todo es campo alrededor, es muy sano y allí los niños podrán jugar, cerca hay una vaquería y sin peligro de que pasen coches.

Seguía contando cosas cuando llegó Adorna y me preguntó que pasaba. Se lo contamos y mi hermano Manolo le dijo que como tenía allí un amigo si quería al día siguiente el lo acompañaba para que lo viera todo. Mi madre se quedó mas tranquila y todo volvió ese día a la normalidad, era la hora de los niños merendar.

No encontré foto pero si un artículo donde hablan de los refugios-albergues de esa época: 
Miguel CASTILLO GUERRERO
Sevilla y el Tamarguillo: las medidas urbanísticas de urgencia cincuenta años después
Durante muchos años, hasta bien entrada la década de los años 70, 
estos refugios fueron conocidos popularmente por los sevillanos como 
“Purgatorios”, pues eran el lugar que obligatoriamente habían de ocupar las 
familias antes de acceder a una vivienda social.
ISSN 1885-0138. Espacio y Tiempo. 27, 2013, 51-74


Todos los días pasaban tranquilos pero con ilusión, mi madre es la que más me preocupaba porque estaba triste, yo fingía que no me daba cuenta.

Por la tarde cuando los niños jugaban en el jardín les pregunté:

-¿Queréis que nos vayamos a otra casa?-

Margarita me preguntó que dónde y le dije que a un piso que tenía escaleras y terraza con flores y ella me preguntó muy seria:

-¿Y la abuela?-

Les dije que la abuela no vendría que se quedaba allí con los titos y se vendría cuando ellos se casaran.

Hoy cuando estaba escribiendo he pensado lo egoísta que fui, sólo pensaba en mí, en mis hijos y en mis agobios y no en lo que habían luchado mis hermanos y por supuesto mi madre.

El Chico después de que naciera Inmaculada tendría dos años se fue a Barcelona a trabajar de pinche de cocina, también estuvo de camarero pero no podía estar lejos de mi madre y se volvió pronto. Ya no era lechero, empezó a trabajar en Sevilla y siempre decían que era un buen trabajador pero muy rebelde, no aguantaba mucho en el mismo sitio y no aguantaba las injusticias y así fue toda su vida. Había conocido a una chica de Carmona, un pueblo cercano a Sevilla, ya eran novios, así que otro que parecía ya tenía su vida encauzada.

Mi hermano Manolo con tres compañeros se fue también a Barcelona a examinarse para profesores de Academia de conducir, los tres aprobaron y junto abrieron la autoescuela Velasco que fue una de las primeras en Sevilla. Mi hermano aportó un coche que se había comprado, un seiscientos, para el servicio de la academia y así todos fueron socios del nuevo negocio.

Todo iba cambiando también para ellos pero yo tan agobiada con mis hijos y con la incomodidad de estar todos en una habitación no me daba cuenta que los demás también tenían sus preocupaciones y sus agobios.

Cuando hoy escribía vinieron a mi memoria como había sido mi vida en aquellos años, me había vuelto un poco "Leona" no pensaba más que en mis hijos, no en los demás, ni en mi madre, ni en mis hermanos, incluso en Adorna que lo culpaba de todo y cada día hablábamos menos.

Sé que en algún momento sentí remordimiento y pensé. -Tengo que hablar con Adorna-. Una tarde cuando ya descansó un rato después de venir de trabajar le dije a mi madre que nos marchábamos un rato él y yo, nos llevábamos al niño y si ella se podía quedar con las niñas, ella me dijo que sí. No íbamos lejos, nos quedábamos por el barrio para dar un paseo.

Le  di a las niñas de merendar y cuando se levantó Adorna le dije que quería hablar con él. Me miró con cara de susto

- ¿Qué pasa?

-Nada... sólo quiero tomarme un café contigo, los dos solos.

- ¿Y las niñas?

-No te preocupes, se quedan con mi madre.

Nos fuimos y cuando entramos en el bar que íbamos alguna vez y todos nos conocían nos saludaron. Adorna seguía con cara de preocupación así que empecé hablar.

-Adorna... estoy muy mal porque en todo este tiempo no he pensado más que en mis hijos y en lo mal que yo me encontraba por la estrechez del dormitorio y no pensé en que los niños también podían molestar a mis hermanos, nunca se han quejado de no poder dormir, cuando no eran risas, eran juegos o llantos. También me siento mal por cómo te he tratado a ti y a mi madre y a todos, me siento muy mal porque yo no soy así.

Como el silencio cada vez se hacía muy largo... sólo le dije:

-Nada más… esto es lo que quería decirte.

Adorna sonrió y me dijo:

-Esta es la María que yo conocí, sincera y justa, no con la que llevo algún tiempo viviendo, siempre de mal humor con tu madre, con conmigo, hasta con los niños ¿no?, sí María, eso es lo que más me asustaba porque siempre te has preocupado en ayudar a tu madre y tus hermanos y no parecías la misma.

Hubo otro silencio:

-¿Y qué hago?

-Lo que siempre, pensar en todos que es lo que has hecho toda tu vida y siempre has sido feliz. Desde mañana vamos a empezar a preparar las Navidades y los Reyes de los niños, tenemos que hacer que sobre todo las niñas no olviden estas Navidades, el niño es pequeño para acordarse, en casa de su abuela  María, se lo debemos  porque cuando nos hizo falta nos dió lo que tenía en ese momento.

Yo empecé a llorar, lo mismo que ahora porque hoy que estoy escribiendo esto es un día muy señalado para mí.

Le doy gracias a Dios por el hombre que puso en mi vida y este fue el primer problema que tuvimos en el matrimonio, desde entonces siempre que tuvimos algún problema fue por mi forma de ser, él me miraba profundamente, yo lo entendía porque por algo tenía casi 10 años más que yo.

-¿Nos vamos?... me preguntó.

-Sí.


Cuando llegué a casa las niñas estaban con mi madre, estaban viendo la tele, todo tranquilo, yo más que ninguno porque aquella noche dormí abrazada a Adorna como si fuera otro niño más.

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A la mañana siguiente me levanté como todos los días pero viendo las cosas de otra forma, mucho mejor porque en esos días había tenido muchos dolores de cabeza. Me decidí ir al médico e inmediatamente me envió al oculista. De la consulta ya salí con gafas porque cuando me hizo la revisión se asustó y dijo como había podido aguantar, al parecer tenía la vista muy mal. El diagnóstico fue de glaucoma además de miopía en un grado alto. Yo no sabía entonces que era el glaucoma, después si me enteré y pasé por varias operaciones que más adelante os contaré el momento y las circunstancias en las que ocurrieron.

Por todo esto, esa misma tarde cuando tomaba café con mi madre le dije:

-Mama... ¿qué te parece si busco un pintor para que venga y pinte  toda la casa, hasta la azotea y que dejen mi cuarto para lo último?, quiero que para Navidades todo esté terminado.

No me decía nada y volví a preguntar:

-¿Tú que dices, tienes ganas?

Me dijo que vale, bueno... como tú quieras.

Le dije que desde que me había casado no se había hecho nada en la casa solo el arreglo en la cocina y quería que cuando nos marcháramos se quedara la casa limpia y pintada.

Empecé la rutina diaria, levantar a los niños, desayunos, etc. Cuando Adorna vino a comer le dije:

-¿Quieres ir mañana que descansas a casa de tus padres?

Aprovecho este recuerdo para contaros que mis suegros ya no vivían en Castilleja de la Cuesta, se habían venido a vivir a Sevilla, al barrio León en Triana. Mi cuñada Adela aún no se había casado, Paco su novio estaba en Holanda trabajando y pensaban casarse pronto y mi suegra lo estaba pasando mal porque su hija pequeña se tendría que marchar fuera de España con su marido. La verdad es que unas veces por unas cosas y otras no íbamos mucho a ver a los padres de Adorna, él si iba más a menudo y llevaba a los niños pero tampoco mucho.

Cuando los niños escucharon que iríamos a ver a los abuelos empezaron a gritar:

-Bien... bien.

Adorna me miró y empezó a reírse, yo también.

Hoy escribiendo esto he pensado lo bien que nos conocíamos y que atracción tuvimos toda la vida solo con mirarnos nos comprendíamos.

Vuelvo y explico porque no me apetecía mucho ir a casa de mis suegros, era porque lo pasaba mal. El motivo de que ahora vivieran en el barrio León en Sevilla fue porque mi suegro tuvo un accidente de trabajo y le amputaron una pierna. Los médicos le aconsejaron que vivieran en Sevilla más cerca de médicos y hospitales. Se vinieron mis suegros y mis cuñadas Adela y Encarna, Juan y su familia se quedaron en Castilleja, con ellos nos veíamos más, ellos venían a casa y nosotros a la suya.

Cuando llegamos a casa de los abuelos parecía que nos estaban esperando, tenían muchas ganas de ver a los niños, sobre todo a Francisco Javier era al que no veían hacia más tiempo. Ya casi andaba solo y estaba muy gracioso porque hablaba muy claro para ser tan pequeño.

Cada vez que íbamos todo le parecía poco para nosotros, las niñas lo pasaban muy bien.

Cuando estábamos más tranquilos llegó la pregunta:

-¿Qué me ha dicho tu hermano Juan, pronto os van a dar una casa y que antes tenéis que ir a un albergue?

Yo me quede callada pero Adorna si les contó y le dijo que si, antes iríamos a un albergue.

Hubo un silencio y vinieron los reproches, por qué teniendo una casa teníamos que ir con los niños a un lugar como ese. No seguimos mucho con el tema, yo me fui a charlar con mi suegro era con quien más a gusto estaba y me gustaba mucho hablar con él. Cuando las niñas se cansaron dijimos que ya era hora de marchar y ahí quedo todo, no había que dar más explicaciones sobre el tema, ninguno de los dos dijimos nada del comentario de mi suegra, al fin y al cabo opinaba igual que mi madre pero ya lo teníamos decidido.

Entre los pintores, las fiestas que estaban próximas, las Navidades, se iban pasando los días y en casa vinieron cambios para bien. Mi hermano Manolo ya era profesor de autoescuela, Adorna subió de categoría en el trabajo, ellos contentos y parecía que en casa sólo mi madre y yo éramos las que contábamos los días pensando lo mal que lo pasaríamos el día de marchar. Decidimos pensar en los Reyes de los niños, yo en mi rutina que eso me dejaba poco tiempo para pensar. Los niños, la ropa, la comida, buscar cajas de cartón para ir guardando cosas.

Recuerdo uno de esos día que mi hermano Chico fue a ver a mi hermano Antonio, el mayor, hacía mucho que no lo veía. No tenía idea de lo que se iba a encontrar, como vivía en una habitación él, su mujer y cuatro hijos que ya tenía. Era una casa de vecinos de aquella época y la cocina la tenían común en un corredor del patio. Como ya os conté mi hermano era panadero y tenía que dormir de día porque su trabajo era por la noche. A los niños no los conocíamos, sólo al mayor que nació en nuestra casa y del que Adorna y yo éramos padrinos.

Cuando mi Chico nos contó todo esto, mi madre se puso a llorar y mi hermano Manolo, él nunca se metía en nada, al enterarse de lo qué estábamos hablando fue el que rompió el silencio:

-Mama... no llores, ellos fueron los que quisieron independizarse. A mí me pareció bien pero no tanto que ni siquiera conozcamos a sus hijos, a mí no me importa pero tú eres su madre, la abuela de los niños y ni tú ni nosotros le hemos hecho nada para estar casi nueve años sin venir a verte.

Y siguió:

-Lo mismo hizo conmigo y mi hermana los años que estuvimos en el colegio internos, siempre ponía un pretexto, tenía que dormir de día. Para él no cuentan los días de descanso que  pasa con sus amigos jugando al dominó. Así que... como te vea llorar me voy a enfadar en serio.

Era la primera vez que yo veía a mi hermano Manolo enfadado y como sería que mi madre dejó de llorar.

Entonces mi Chico dijo:

-No pienso ir más a verlo porque siempre cree que voy a pedirle algo.

Entonces ya hablé yo:

-¿Y no podéis pensar que a lo mejor es que él piensa que cuando más falta hacía que estuviera a nuestro lado se marchó? Quizás se siente mal por eso y no se decida a venir, puede pensar que no se portó bien. 

Mi madre me miró y ellos ya no dijeron nada más.


Cuando hoy escribí esto me acordé de una felicitación que mi hijo este año me hizo en mi cumpleaños, me decía que siempre había visto en mi la lucha por la unión de mis hermanos (espero que el día de mañana, él también piense igual con sus hermanas y no olvide lo que ha visto y aprendido de su familia).

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